Carlos Andrés Pérez: La Nacionalización de la Industria Petrolera.
Culmina un proceso histórico. Comienza una nueva lucha (29 de agosto de 1975)
Edición
Especial
Ramón Rivas
Aguilar
Culmina
un proceso histórico. Comienza una nueva lucha. La nacionalización de la
industria petrolera constituye la
culminación de un proceso histórico en Venezuela. Este es el momento para rendir homenaje sin egoísmo histórico a todos los ilustres venezolanos
que hicieron posible que hoy el petróleo sea totalmente nuestro. El
momento de recordar los pequeños pasos y
grandes que dieron lugar a la decisión
nacionalista y definitiva de hoy (Carlos
Andrés Pérez, 1-1-1976).
En
la medida que avanzó la campaña electoral de 1973, me hice la idea de que tenía que nacionalizar el petróleo… la
gran propaganda que hizo Caldera con la
Reversión petrolera había creado un problema
con las compañías… el petróleo salía de sus manos y no tendrían, en adelante, posibilidad de
sacarle provecho, no invertían. Paralizaron
todas las tareas de exploración
y no invirtieron más. La reversión era
un hecho, ya se había aprobado la Ley de
Reversión petrolera (Ramón Hernández y
Roberto Giusti. Carlos Andrés Pérez. Memorias Proscritas. Los libros de El
Nacional. Fuera de Serie. Caracas 2006, p. 223)
Introducción
Este
ensayo intenta explorar desde una perspectiva histórica la importancia de la
nacionalización de la industria petrolera y sus implicaciones nacionales y
globales. Un hito histórico en la que jugó un papel estelar el expresidente de
la república Carlos Andrés Pérez. Un acontecimiento trascendental que marcó el
fin de una época y el inicio de otra con resultados a lo largo del desarrollo
histórico de Venezuela a partir de 1976.
En este sentido, se aborda en una primera parte el significado histórico
de la nacionalización de la industria petrolera. Una segunda parte, se examina
con espíritu crítico el artículo 5º de la Ley que Reserva al Estado La
industria de los Hidrocarburos, cuyos resultados fueron favorables a la
expansión de la industria petrolera a nivel nacional y global. Una tercera
parte, se estudia específicamente los cambios de la nacionalización en la vida
económica nacional e internacional. Finalmente, un análisis sobre la importancia
de PDVSA, de INTEVET y la Orimulsión. Lo que se quiere significar en este
estudio es la trascendencia de la nacionalización petrolera y el papel estelar
que jugó en ese proceso histórico Carlos Andrés Pérez.
I
Nacionalización de la industria
petrolera. Significado histórico
29 de agosto de 1975
Culmina
un proceso histórico. Comienza una nueva
lucha. Una frase histórica que revela la trascendencia
de la nacionalización de la industria petrolera y sus repercusiones significativas en la vida del país y en el mundo petrolero internacional. En efecto. Marca la culminación de una era histórica
y la génesis y proyección de
otra era con impactos
importantes en la vida de la nación y en el mercado petrolero mundial. Un cambio estructural en la naturaleza jurídica y económica de un Estado
que asumió los retos
de explorar, explotar, refinar y
comercializar con el crudo y sus
derivados, en el mundo petrolero internacional. Rol que le
correspondió a Petróleos de Venezuela (PDVSA), empresa del Estado, que se creó
en el mes de agosto de 1975. El inicio y
el fin del modelo rentista que
se resquebrajó en el tiempo. Proceso histórico que afectó de manera radical a los miembros de los países de la OPEP. El
oleaje de nacionalizaciones que se
produjeron partir de los setenta, indefectiblemente condujo a la quiebra de los Estados Rentistas. De allí, pues, comenzaban en esos países de la OPEP a
comportarse como estados
capitalistas con sus empresas nacionales
petroleras y así lidiar
con un nuevo elemento en el
escenario mundial: el mercado.
Ahora, como cualquier empresa
trasnacional producir y vender
en el mercado mundial. El
economista, politólogo y filósofo, Fabio Maldonado Veloza, en el más inteligente y lúcido
ensayo titulado “Venezuela y el petróleo: La Restauración del Excepcionalismo Rentista” (2016), con argumentos
sólidos demostró como “ La OPEP
considerada como exclusivamente
rentista murió y no fue
debido al azar. Ella misma se encargó de cambiar su naturaleza. La oleada de nacionalizaciones
de los setenta le liquidaron esa
exclusividad” (pág. 18). La razón es
bien sencilla, que se denota con claridad en el ensayo
del profesor universitario Veloza: al desaparecer las compañías petroleras de las operaciones
en el país, el mecanismo fiscal para capturar renta se
resquebrajó hasta cesar en el año de
1985 (pág. 18). Así, entonces, el Excepcionalismo rentista había muerto” (19). Por tanto, la OPEP
murió como terrateniente y, como consecuencia, ahora tratar
con el mercado. A disputar como
cualquier empresa petrolera transnacional en el mercado petrolero mundial: producir y vender petróleo y derivados. Por lo que “Los
marxistas rentistas no han
entendido y se niegan a percibir, que la naturaleza rentista de la OPEP se debilitó estructuralmente y quizás para siempre. Su mecanismo dejó de
ser rentista” (19).En tal sentido, la
política petrolera del gobierno de Chávez
con la pretensión de restituir el
“Excepcionalismo rentista”, un
exabrupto histórico, adefesio
artificial, sin ningún tipo de resultado
desde la dimensión rentista. Nada de eso. Un craso error histórico. No
comprendieron que el estado rentista
se había “resquebrajado estructuralmente” con la nacionalización de la industria petrolera hasta alcanzar su muerte
en el año de 1985, en palabras
del profesor universitario Fabio Maldonado Veloza.
Dentro
de esa dimensión histórica, que nos describe Fabio Maldonado Veloza, en su extraordinario ensayo, no cabe la menor duda, que Carlos Andrés Pérez, Presidente
Constitucional de la República de Venezuela,
estuvo consciente del desafío histórico que asumiría a partir
del 1 de enero de 1976. Para él, la Venezuela de 1976 comenzaría a vivir un momento crucial cuando
se decidió el control total del negocio del petróleo, en manos de las compañías
petroleras extranjeras, por más de 76 años (1914-1976).Un cambio cualitativo
de dimensiones gigantescas en el ámbito del petróleo, con consecuencias de
importancia nacional y global sin
precedente en la historia petrolera en
América Latina. Ese evento histórico, denotó
el desenlace final del Estado rentista, del nacionalismo petrolero y las consignas políticas e ideológicas de contenido
anticapitalista y antimperialista. Al mismo tiempo, el
nacimiento de una relación vital entre el estado, el petróleo, la sociedad. El Estado,
una empresa capitalista, una corporación de petróleo
y gas, en manos de Petróleos de Venezuela, ampliaría los horizontes de la geografía económica, con vastas inversiones que
transformaría la vida política,
económica, social, cultural y ambiental.
Dicho
con otras palabras, el tránsito
histórico del estado rentista a un
Estado empresario, un Estado capitalista, Petróleos de Venezuela, una corporación
de petróleo y gas, participando en el complejo mercado petrolero mundial. Producir y vender
petróleo y derivados en un
mercado mundial complejo y difícil con las grandes
empresas petroleras
trasnacionales. Esta circunstancia histórica,
generó confusión y desconcierto
en la clase política de
mentalidad y praxis estatista y
rentista, que pretendía vivir del viejo orden petrolero. Asimismo, en fanáticos y revolucionarios, con la épica patriótica y socialista, con la ilusión de constituir la sociedad del hombre nuevo sin el perfume grato del oro negro. La nacionalización de la industria petrolera representó
al mismo tiempo la fractura del Estado rentista y, como consecuencia, la creencia
socialista presente en la literatura
política que produjo el PRV RUPTURA),
mediante el enfoque teórico de la renta del suelo. El capitalismo rentístico y el
socialismo de contenido tercermundista,
al pasado. Sufrieron una derrota
histórica sin tanto heroísmo y
patriotismo. Se quedaron con la consigna
histórica que el acto de la
nacionalización “una nacionalización
chucuta”, una nueva entrega al
imperialismo petrolero con el artículo 5
y los contratos de asesoría tecnológica y de comercialización. De
igual modo, la culminación del proyecto
político de Acción Democrática. Sobre este último aspecto, las palabras del
expresidente Carlos Andrés Pérez, fueron
reveladoras para que
el liderazgo político de Acción Democrática tomara conciencia de la necesidad
de renovar
las tesis políticas de Acción de Democrática a partir de la
nacionalización de la industria
petrolera nacional:
Cuando
mi gobierno nacionalizó el petróleo
y el hierro, el partido ha debido
tomar esas medidas como el paso para
su renovación, para fijarse nuevos objetivos. AD lo que tiene
es que acentuar posiciones
doctrinarias y renovarlas para adaptarlas
a las nuevas realidades (1979).
Asimismo, señaló que en cuanto a los dogmas:
La
ciencia y la tecnología han puesto
en grandes dificultades a los
esquemas ideológicos tradicionales (1979).
Finalmente, estuvo claro que:
El
capitalismo de Estado iba a dar
lugar al nacimiento de una nueva economía y una nueva realidad (1979).
El prestigioso historiador Don Ramón J.
Velásquez, pocos como él, percibió el significado histórico del acto de
la nacionalización de la industria petrolera
nacional. En palabras de este
insigne historiador:
Sin
hacer retórica pienso que viene un tiempo nuevo para Venezuela Lleno de
interrogantes y de posibilidades. Venezuela
dejó de ser un despreocupado rentista
para convertirse en empresario de
su propia riqueza. Esto significa una modificación esencial en la estructura administrativa y la económica del país,
naturalmente tendrá inevitables reflejos
en el mundo político. Lo que sigue
al cambio de posición de rentista a empresarios, está tan lleno de responsabilidades y exigencias como exigencia de parte del Estado venezolano y de todo el pueblo es tomar conciencia de la gran seriedad
que el país adquiere (Revista Resumen,
7-5-1975, Volumen III, número 96, p. 9).
La
reflexión de un historiador que captó en
su complejidad
la gigantesca repercusión que tendría el Estado venezolano,
como empresario capitalista y
su impacto en el devenir nacional e
internacional. Develaría la declinación histórica del Estado rentista, por un lado; y, por el
otro, la constitución del Estado
capitalista, dueñas de las empresas nacionales petroleras, que producirían y
venderían petróleo y derivados en el
mercado mundial. Así, Moriría el
viejo orden estatista, rentista y petrolero y nacería una
nueva era histórica: la conformación de una industria petrolera capitalista que modificaría la vida
del país y se abriría al mundo petrolero internacional. Un poco de
historia.
Todo
comenzó en un mitin que pronunció el candidato
presidencial de Acción
Democrática, el líder político Carlos
Andrés Pérez, en Barquisimeto. Allí, en ese escenario de tanto entusiasmo por derrotar al candidato escogido por Rafael
Caldera, Lorenzo Fernández, anuncio la posibilidad de adelantar la nacionalización de la industria petrolera. Según
él, era un error esperar la reversión
petrolera, una ley que se había promulgado en el año de 1971. Un error
fatal. El año de 1983, una fecha en la que encontraríamos una industria petrolera,
deteriorada y obsoleta. De allí, impulsar una
alternativa para recuperar y
mantener en óptimas condiciones la
industria petrolera nacional: la nacionalización. Asimismo, lo dijo en su programa de gobierno que presentó a la nación, en el mes de
noviembre de 1973. Reiteró, que no se
podía esperar la reversión en el
año de 1983.No hay otro camino de que
proceder de inmediato al proceso de nacionalización de la industria petrolera.
Así, lo expresó en su Programa de Gobierno:
No
parece posible esperar a 1983 para que el Estado asuma la plena gestión del negocio petrolero. Se
avizora como una posible alternativa que procederemos en el periodo
inmediato a una nacionalización que asegure nuestra soberanía de la industria que llegue a nuevas fórmulas para la
participación de empresas extranjeras en aquellos aspectos en que necesitamos
recursos, sus financiamientos, o capacidad de comercialización. Estas
fórmulas se están poniendo en
ejecución en otros importantes países
petroleros y otras nuevas pueden elaborarse para satisfacer nuestras
aspiraciones y nuestro interés (Documentos Revista de Información Política. Octubre-diciembre de 1973. Institutos
de Estudios Políticos. UCV, Caracas, 1973. p. 321).
Por
lo que la acción de gobierno, se propuso:
Que
se prepare la nacionalización para asumir responsabilidades iguales en el
manejo de la industria petrolera;
decisión ésta para la que propiciaremos
un consenso nacional (1973, p. 362).
Un
mentís al autor del libro La OPEP y las nacionalizaciones (1979),
Ramón Rivero, quién negó que el candidato presidencial de AD, Carlos
Andrés Pérez, en su programa de
gobierno, la palabra nacionalización
estaba proscrita:
Todavía en
noviembre de 1973, al publicar los programas de gobiernos de los candidatos… de Copey y Acción Democrática,…el primero no hablaba más que adelantar
la Reversión, mientras CAP ni
siquiera mencionaba esa posibilidad. Todavía la palabra nacionalización era una
palabra proscrita (Ramón Rivero. Ramón Rivero (p. 362).
Un
juicio ligero, improvisado y simplista. Al
contrario, Carlos Andrés Pérez en esas breves palabras presentó en su programa de gobierno la posibilidad de adelantar la
nacionalización de la industria
petrolera y la necesidad de impulsar las
asociaciones y los contratos de servicios de tecnología y comercialización con las
operadoras extranjeras. Anticipó así el
porvenir de la nueva era petrolera
nacional e internacional. La mirada de
un líder político, de un hombre de Estado y de un estadista, que estrenaría
el ejercicio del poder entre
1974 y 1978.
En
efecto. Al asumir la Presidencia constitucional de la República, en el mes de
marzo de 1974, su primera decisión fue
nombrar una Comisión Presidencial para
la asesoría de todo lo
relacionado con el proceso de la nacionalización de la industria petrolera.
Posteriormente, en su discurso a la nación, en la fecha histórica del 29 de agosto de 1975, afirmó:
Procederé
a designar una amplia comisión, integrada por
personeros representativos de la
vida nacional, que asesore al gobierno en el estudio de las
alternativas que habremos de examinar para
ser sometida a la consideración
de este Soberano Congreso. De esta manera aspiro a procurar eficazmente el concurso
de todos los venezolanos en la búsqueda del consenso mayor que sea
posible para las trascendentales decisiones que nos corresponderá tomar.
La Comisión
presentó un informe final sobre las recomendaciones y sugerencias en torno
al proceso de nacionalización de la industria petrolera. Posteriormente,
el gobierno presentó un anteproyecto de
ley para someterlo a un debate nacional,
cuyos resultados serían aprobado por el
Congreso Nacional y proceder al ejecútese
con la firma del Presidente de la República. Se produjo
un debate de estatura política,
ideológica e intelectual, con sus ruidos
y temperamentos, como son los eventos
históricos de importancia política. El Presidente de la República tuvo la serenidad
y el pragmatismo de un auténtico
hombre de Estado, con espíritu de negociador y conciliador y mantuvo el consenso con prudencia y equilibrio. De igual forma, lo
hizo con las compañías petroleras extranjeras, que intentaron chantajear a la nación, ante la decisión histórica de la nacionalización (para más detalles sobre
estos últimos aspectos, se recomienda la lectura del libro del exembajador y experto petrolero, Félix Rossi Guerrero: Diario de un diplomático petrolero: los años de Washington
1972-1979. Instituto de Asuntos Internacionales del Ministerio de
Relaciones Exteriores, Caracas, 1987). Un libro
de lectura obligatoria para
entender el proceso petrolero que se desarrolló entre 1972 y 1979, para develar esa relación compleja entre el Estado
venezolano y las compañías petroleras extranjeras, en torno
a la posibilidad de la nacionalización de la industria petrolera. En ese
sentido, CAP tuvo que lidiar en
todos los frentes ante ese evento histórico que sería una realidad el 1 de enero de 1976.
Como buen político llevó el pulso sobre un debate nacional que estaba delineando el futuro petrolero y económico de la Provincia de Venezuela. Por lo que ese 29
de agosto de 1975, estampó su firma sobre el texto de la Ley que reserva
al Estado la Industria de los
Hidrocarburos. Fin de un ciclo
histórico. Comienzo de otro: “Soy el afortunado intérprete y ejecutor de
esta voluntad de todo el pueblo venezolano”.
Al
comenzar su discurso, en ese acto memorable para la memoria
histórica de Venezuela, Carlos
Andrés Pérez resaltó la importancia de esa fecha
que marcaría para bien o para mal,
el destino vital de la Provincia
de Venezuela, dijo:
En este día, que incorporamos a la historia de
las grandes fechas nacionales, hemos el ejecútese a la Ley que reserva al
Estado la Industria y comercio de los Hidrocarburos. Decisión que es el
fruto de un consenso resultante de un
largo proceso de afirmación nacionalista y de maduración de la conciencia nacional.
Culmina así una etapa que define así los nuevos rumbos de Venezuela (Revista Resumen, 7 de
septiembre de 1975.Volumen VIII, número 96. Caracas, 1975, p. 30).
En
ese orden de ideas, un acto de tal
naturaleza que culminaría sin
ningún tipo de trauma, en el marco de un sistema democrático, también fue importante para
Carlos Andrés Pérez considerar que el petróleo era un tema
presente en el centro del escenario mundial. Por lo que debía ser un
instrumento no sólo de solidaridad
y cooperación con las naciones del
tercer mundo sino también un instrumento que contribuyera a la constitución de
un nuevo orden económico internacional (1975, p. 34).
Finalmente, CAP se trasladó al Estado Zulia, el 1 de enero 1976, pronunciando el célebre
discurso histórico en la que puso fin al proceso histórico petrolero que
comenzó en el año de 1920, con la primera de ley de
hidrocarburos, pasando al Estado el
control total de la industria petrolera
nacional. Una aspiración histórica hecha realidad. “El pueblo venezolano ha decidido ser sujeto de su propia historia”. Comenzó su discurso con estas palabras
significativas para la historia de la
Venezuela del siglo xx:
Sobre
la tierra zuliana venimos
en primer día del año de 1976
a celebrar la ceremonia con la cual,
en nombre del pueblo, consagramos el día histórico en que Venezuela asume el control pleno de su
riqueza primordial. Frente al pozo Zumaque N 1, que reveló al mundo la potencialidad de nuestra riqueza petrolera, nos
congregamos en representación de la
nación entera para dejar constancia que definitivamente Venezuela ha
decidido iniciar la etapa que cancele nuestra dependencia. El
Pabellón Nacional, izado en el mástil sobre el pozo Zumaque Nº 1, a los acordes
del Himno Nacional, simboliza la Nacionalización del petróleo, como lo
enarbolamos sobre el Cerro Bolívar el 1º de enero de 1975 en que hicimos
definitivamente nuestro el hierro de la Guayana (Carlos Andrés Pérez, 1976, p.
245).
De
igual modo, en ese mismo discurso
destacó como un conjunto factores internacionales, coincidió
con ese paso de tanta
importancia para el porvenir petrolero
del país. Por lo que no fue una decisión
política cargada de aventura y
patrioterismo. De ninguna manera. En
sintonía con el despertar del nacionalismo en el tercer mundo, con un papel destacado de los países miembros de
la OPEP. (1976, p. 246.)
Asimismo, dejó claro ante el mundo, que iba
a realizar
Una
nacionalización sin aventura, reflejo de
una nación madura, seria, reflexiva y racional
que de ninguna manera permitirá
que el petróleo sea instrumento
de subordinación o dependencia, ni medio de agresión o de perturbación internacionales (1976, p.246).
El
petróleo un camino de cooperación y
bienestar para las naciones. Nada de
amenazas e intimidación y actos de
terrorismo para crear
situaciones inestables en el mercado
petrolero mundial con propósitos
revolucionarios y mesiánicos.
En
perspectiva, cuando CAP, en su célebre
discurso que pronunciara en aquel 1º enero
de 1976, dejó correr una frase
histórica de importancia política para develar el nuevo camino que recorrería la nación: “Estamos nacionalizando las decisiones”; es
decir, percibiendo un nuevo periodo
histórico en la que la Provincia de Venezuela
asumiría la responsabilidad política con el fin:
De
adoptar una visión prospectiva del desarrollo, sin el control del monopolio extranjero, para ser construido desde adentro. La nacionalización nos brinda la oportunidad para diseñar, formular y construir
por nosotros mismos, con nuestra mente
y nuestra capacidad creadora, el concepto y modalidad
del desarrollo para el cual tendremos
que trabajar esforzadamente desde el presente hacia el futuro. Estamos
nacionalizando las decisiones (1976, p.
254).
Era
la Gran Venezuela, para bien o para mal. Con sus alcances y
límites históricos, fue el reto
político que asumió
en un momento vital cuando se dio el paso trascendental de la nacionalización de la industria petrolera del país. Fue el inicio de las grandes transformaciones globales
que impulsó el primer Gobierno de
CAP, cuyas consecuencias fueron gigantescas y cambiaron el sentido histórico de la nación, con influencias significativas
en el escenario mundial. Quién pudo
saber exactamente cuál sería el resultado histórico de una decisión de tal naturaleza, difícil de saber. Solo quienes
ejercieron el poder sobre el
Estado, el gobierno y la sociedad, estaban consciente de la naturaleza de esa decisión histórica y sus impactos en la nación y el mundo, hasta cierto
límite. No lo podían prever todo, por
cuanto estaban diseñando a partir del
presente el futuro de la nación. La razón y la imaginación proyectando la gran Venezuela, en esa faena vital por conducir
hacia una perspectiva histórica
no convencional: el paso del Estado
rentista a un Estado empresarial. Esto, cambió los parámetros del desarrollo nacional
que se habían diseñado con el
espíritu rentista anterior al proceso de
nacionalización de la industria petrolera. Por lo que era vital la necesidad de impulsar la ciencia, la tecnología, la
creatividad y la innovación empresarial en el ámbito de los hidrocarburos. El
propósito de este cambio estructural a partir del acto nacionalizador, fue echar
las bases
de un nuevo Estado, de un nuevo gobierno y de una nueva sociedad que
trascendiera el mundo de ayer con sus raíces estatistas y rentistas. Por
supuesto, una dinámica de tal magnitud
con aciertos, límites, contradicciones y paradojas. Con
sus decisiones e indecisiones,
hicieron lo que creían correcto
de acuerdo con sus ideas y
creencias. Pero dejaron un país abierto para mejorarlo en el tiempo. Lamentablemente, la clase
política de origen estatista, rentista, colectivista y comunal rechazó las reformas de la COPRE, la internacionalización y la apertura
petrolera, impulsada por Petróleos de Venezuela, una corporación de energía , de
alcance global y las reformas políticas y económicas, promovidas por el segundo gobierno de CAP. El
resultado final, hoy está a la vista. Un colapso histórico. La nación en total bancarrota.
No
obstante, lo importante a destacar
es que la nacionalización de la
industria petrolera nacional, el punto
nodal que dio inicio
al desarrollo sistemático de una nueva manera de abordar el petróleo con
impactos importantes en la vida
del país y del mundo. Así, Petróleos de
Venezuela, una empresa capitalista,
dueña del Estado se convirtió en el tiempo
en una gigantesca corporación de petróleo y energía, con una presencia extraordinaria en el escenario
petrolero mundial. Dominar el petróleo, con la capacidad técnica, gerencial, con
la ciencia y la tecnología y
trascender las fronteras nacionales para
luchar en el mercado global
del mundo del petróleo y el gas. Una hazaña histórica de miles de
hombres y mujeres con pasión venezolanista. Con aciertos y errores; por supuesto. Pero lo que no se
puede negar es la capacidad empresarial, innovadora y creativa de hombres y mujeres, manejando una de las empresas petroleras más complejas en el mundo de las naciones: Petróleos de Venezuela. Una lección
histórica para los sociólogos del pesimismo del mundo
etnocentrista y para los adoradores del
nacionalismo petrolero y
de la utopía, quienes se consideraron los dueños de la verdad. Los
revolucionarios y mesiánicos, según
ellos, los constructores
de la felicidad en el paraíso.
Ilusos. En el espíritu de esas minorías el total fracaso como
políticos y como intelectuales. Así, para bien para mal, Petróleos de Venezuela, una obra histórica que no tiene parangón en la historia petrolera
del tercer mundo. Nada que
envidiar a las grandes corporaciones petroleras planetarias.
En
ese sentido, la nacionalización de la industria petrolera, una mirada en el
tiempo, una obra histórica que transformó de forma
radical la vida del
petróleo en el país con capacidad
gerencial, con la ciencia y la tecnología y trascendiendo las fronteras nacionales con la
internacionalización y la apertura petrolera, en mundo globalizado, es
para sentirnos los venezolanos
orgullosos de una faena
gigantesca como la que realizó Petróleos de Venezuela, en el centro de la civilización occidental. Es parte vital de la memoria histórica de
una nación que tiene decirle al mundo cosas importantes sobre la democracia, su bienestar material y
cultural; y sobre la proeza histórica de
echar las bases de una nueva industria
petrolera nacional, con alcance global, a partir del 1 de enero de 1976. Sabemos que se impuso la venganza histórica
de unos revolucionarios y
fanáticos, con la complacencia de la clase política del viejo orden, que se
plantearon la destrucción de esa obra
histórica que desplegó
Petróleos de Venezuela desde 1976 hasta 1998, logrando ese objetivo en las primeras décadas del tercer milenio,
con la creencia de retornar artificialmente al Estado rentista, al nacionalismo petrolero, a las consignas anticapitalistas y antimperialistas, cuyos resultados
históricos están a la vista: bancarrota de la industria petrolera nacional. Lo que es
cierto que el mérito histórico de la nacionalización de la industria
petrolera y su proyección nacional y global,
corresponde al expresidente constitucional Carlos Andrés
Pérez, hombre de estado, un estadista en sintonía con sus circunstancias nacionales y mundiales.
Dentro de este horizonte vital, el historiador y
periodista, y editor de una de la más prestigiosa revista del siglo xx venezolano, La revista Resumen, Jorge Olavarría, dejó para la posteridad
la reflexión política más significativa sobre la trascendencia de la nacionalización petrolera, papel
estelar en la figura política del Presidente Constitucional de República Carlos Andrés Pérez. La grandeza
histórica de un hombre de Estado,
un Estadista, que llevó el proceso
con responsabilidad, con dignidad,
con serenidad, con equilibrio y equidad, con pragmatismo y sentido
histórico. Estas fueron las palabras de tan prestigioso historiador, Jorge
Olavarría, que se agigantan con el
tiempo: Sin duda alguna el paso más
trascendente por el gobierno de Carlos Andrés Pérez ha sido la nacionalización
de las industrias del hierro y del petróleo:
Hay
una gran dosis de mezquindad y hasta
indiferencia al enjuiciar los méritos que
el Presidente tuvo en ese
proceso. No solamente hay que olvidar
que el proceso cumplió con todas y cada una de las promesas y compromisos adquiridos
por él, a su propia voluntad, al someter a consulta de todos los sectores
nacionales, el paso a dar; sino que
este tuvo presidido por él con una gran
nobleza, insistiendo siempre y todo momento que se trataba de un hecho
circunstancial, que la evolución general
del país le había puesto en sus manos. Quizá
esto nubla un poco el gran mérito de
Carlos Andrés Pérez en este proceso. En primer lugar, hay que anotar que frente
a los capitales extranjeros, lesionados por la medida, Carlos Andrés Pérez la dosis
exacta y acertada de flexibilidad y firmeza necesarios para extraer de la situación todas las ventajas posibles
para la nación, sin malograr las
relaciones con las matrices de las concesionarias, que eran muy
importantes para asegurar la continuidad
técnica, de la marcha de la industria. En segundo lugar Carlos Andrés
Pérez impuso y obtuvo, la indispensable cooperación entre facciones y
mentalidades disimiles en las áreas humanas de la industria y la política.
Dicho en otras palabras, logró armonizar actitudes y mentalidades
contrapuestas, en beneficios de todos y del país, y sin que nadie se sintiera
lesionado en su dignidad o su conciencia.
Los técnicos venezolanos, espina
dorsal del paso dado, habían sido
vistos con recelo y hasta con hostilidad por los políticos que se
ocupaban de asuntos petroleros. Estos
alegaban que los venezolanos entrenados por la industria, tenían una
mentalidad “extranjerizantes” y
“entreguistas”. Por su parte los técnicos
venezolanos, resentidos por esta imagen, opinaban desfavorablemente de los políticos y siempre mantuvieron la
idea de que el día éstos dirigieran la Industria Petrolera, ésta iniciarían el principio de su fin como entidad eficiente y generadora de recursos del país. El mérito
de Carlos Andrés Pérez es el haber eludido el enfrentamiento, el haber respetado las ideas y la conciencia de ambos sectores y el haber demostrado que si las cosas se hacen bien los
venezolanos son capaces de armonizar sus
diferencias responsablemente con resultados altamente satisfactorios. Hoy puede decirse
que el adelanto de la revisión petrolera
y la nacionalización del hierro, es uno
de los éxitos más notables de la historia de Venezuela. Por el hecho
estar exento de heroicidades y dramatismo, quizás pase
desapercibido a muchos, aún intoxicados por la visión heroica de la historia. Pero en nuestros días, las batallas son así.
Y así la libró Carlos Andrés Pérez.
Nada ni nadie le arrebatará esta
gloria, que a medida que pasa el tiempo
será más y mejor reconocida (Resumen, noviembre de 1976, Pág. 18-19).
De
igual modo, menos importante pero significativas las reflexiones del
exdirigente político del PRV (RUPTURA), Experto petrolero, comandante fausto,
Alí Rodríguez, sobre la trascendencia de la nacionalización de la industria petrolera, sus implicaciones, la magnitud de
petróleos de Venezuela, la
calidad de sus recursos humanos y su
rol como negociador en el escenario petrolero global:
La
nacionalización significó un paso históricamente, muy importante, entre
muchas razones porque, al mismo tiempo a
la maximización de la renta, el Estado
asumió para sí todo el esfuerzo productivo, comprendiendo el riesgo de la
exploración, además de la explotación,
transporte, refinación y comercialización, dentro y fuera del país. Significó,
igualmente, un impresionante factor
impulsión del más poderoso
capitalismo de Estado en América Latina,
dada la enorme acumulación pública a la
cual dio lugar. La nacionalización constituyó, además, la culminación
victoriosa de una estrategia nacional gestada en los años treinta que contó para tal éxito, y como condición
decisiva, con el más vasto consenso nacional, ese mismo consenso que con tanto ardor reclamaba el entonces senador Rafael Caldera
en 1975. Contó también, con poderosos aliados, en el mundo petrolero, además de
condiciones políticas muy favorables. En el plano interno, ella representó el
más firme paso en el desarrollo de una poderosa empresa pública que hoy ostenta el segundo puesto en el elenco de las grandes transnacionales petroleras, a la par de ser
el principal factor dinamizador
de la economía nacional, tanto directa como indirectamente. Logró, al
mismo tiempo, capacitar un nutrido
contingente humano de primea
línea que ha sido la clave en los éxitos obtenidos y lo será
también en los posibles éxitos
del futuro. Y lo último,- en orden, el
contar con una empresa tan poderosa como
PDVSA, además sobre la propiedad nacional sobre los
hidrocarburos, dota a Venezuela con su más
consistente carta de negociación en el escenario mundial. Sin ellas, la
precariedad de nuestro país sería más
evidente en esos escenarios. Alí Rodríguez. El proceso de privatización petrolera en Venezuela. Fondo Editorial ALEM, Los
Teques, Estado Miranda, junio de 1997, p. 65-66).
En
consecuencia, Carlos Andrés Pérez el protagonista de ese evento
histórico, la nacionalización de
la industria petrolera y su
trascendencia nacional y global, uno de los acontecimientos políticos
más significativos del proceso histórico
venezolano, desde que apareció
el primer homínido, en esta tierra de tanta magia, misterio, riqueza humana y material. Un evento político
que se hizo realidad en el marco
de las instituciones democráticas y civilistas, sin aspaviento,
sin heroísmo, sin épica y epopeya.
Se impuso la madurez democrática y
civilista de un hombre de Estado y Estadista, Carlos Andrés Pérez, que
demostró a la civilización
Occidental y Civilización Oriental, que
una nación como Venezuela, caribeña,
atlántica, andina y amazónica, logró
conquistar la soberanía sobre
el recurso primordial del país y del
mundo, el petróleo, con responsabilidad, con rectitud, con dignidad, con sabiduría y con sentido común a tono con los tiempos, sin causar ningún tipo trauma histórico de ninguna naturaleza. Un
legado vital que perdurará en el tiempo
en el espíritu de los venezolanos.
II
Nacionalización de la Industria Petrolera:
Artículo 5
¿Nacionalización Chucuta?
¿Entreguismo?
Mi mentalidad
fue tan clara para el momento de la
nacionalización del petróleo, que impusimos
el artículo 5 de la ley
petrolera, que hizo decir a Juan Pablo
Pérez Alfonzo que era una nacionalización chucuta y a Caldera que esa no era
una nacionalización del petróleo, sino “
entrega del petróleo”. Sin embargo,
Caldera quiso quitarse el yugo del artículo 5, modificar la ley. El artículo 5
fue idea mía. No fue fácil introducirlo en la ley. Convencí de su necesidad a
Rómulo Betancourt, mucha gente del partido no estaba de acuerdo, encabezados
por Arturo Grisanti, quién se retiró del Congreso. Pidió permiso para no votar la ley de la nacionalización por el
artículo 5. Eso es historia (Ramón
Hernández y Roberto Giusti. Carlos Andrés Pérez: Memorias Proscritas. Los
Libros del Nacional. Caracas, 2006, p. 228).
Soy partidario
del artículo 5. Ahora voy a referirme a
un punto que ha sido el centro del debate en estas discusiones. Me refiero al
artículo 5 de la Ley que reserva al Estado la Industria y el Comercio de los
hidrocarburos. Ha habido real consenso parlamentario y me atrevo decir que nacional sobre la toma
de control por el Estado de
la producción y comercialización del
petróleo. La controversia ha girado en el Congreso en torno de ese artículo 5 del
proyecto de ley. Voy a decir que
respaldo a plenitud ese artículo 5, el
cual estable dos posibilidades: la posibilidad
de contratos operacionales de la casa matriz que va a administrar toda la industria, o de contratos de asociación, que no podría
hacerlos el Ejecutivo sin el
apoyo del Congreso, reunidos en sesión
conjunta de las dos cámaras. Esta posibilidad de asociaciones, ya que el
artículo 5 no se habla en ningún momento de empresas mixtas, tiene cierta semejanza a
esas válvulas de escape
que se establecieron en la
constitución de 1961 y en la Ley de Hidrocarburos de 1967 para no atar de
brazos al Estado. Puede presentarse la
coyuntura en que sea favorable y
necesario para los intereses del país un
convenio de asociación. Que ese convenio vaya significar una nueva etapa de entreguismo, no lo concibo, porque
tengo fe
en los venezolanos;… Honorables senadores, voy a hacer una
referencia que me parece importante. La
de cómo una gran potencia mundial como Unión Soviética, celebró… con
los representantes del Japón y de los
Estados Unidos, para asociarse en la
exploración y después en la explotación
de las reservas del gas en Siberia.
También la Unión Soviética, que ha llegado a la hora del pragmatismo, ha
celebrado acuerdos de asociación con una de las compañías más agresiva
del mundo moderno, que es la
Occidental, dirigida por el audaz doctor Armand
Harmer (Rómulo Betancourt. El Petróleo en Venezuela. Editorial Seix Barral.
Barcelona-Caracas-México, 1978, p. 28-31)
Negar
el significado histórico de la nacionalización de la industria petrolera, una
necedad de una generación con un discurso
nacionalista, revolucionario, anticapitalista y antimperialista,
convencido de que fue un acto chucuto y desnacionalizador y
entreguista (artículo 5). Así mismo, es negar la riqueza ideológica y política que se
desarrolló en la nación contra el
capital petrolero internacional. El resultado de esta dinámica, el nacimiento,
la consolidación y el fortalecimiento del nacionalismo petrolero y, como
consecuencia, la nacionalización de la industria petrolera (01/01/1976). Las
concesionarias, fueron desalojadas sin el tremendismo tercermundistas a que nos
tiene acostumbrados los revolucionarios.
Fue un acto trascendental que quedará en la memoria de una nación republicana, civilista y democrática.
Fue el resultado de un largo proceso de aprendizaje histórico en la que los venezolanos conocieron a fondo
la complejidad del fenómeno petrolero y su impacto en la vida nacional. En ese
sentido, la Ley de hidrocarburo de -1920;
La reforma petrolera de 1943; el fifty-fifty (1948) ; la Misión al Medio
Oriente (1949); la fundación de la OPEP (1960); la resolución XVI-90 (1968); la
fijación unilateral de los valores de exportación (1971); la modificación del impuesto
sobre la renta (1971); la reversión petrolera (1971) y la Ley del Gas (1971), fueron pasos fundamentales que contribuyeron hacia un mayor
control del Estado sobre el negocio petrolero y, como consecuencia, el
acto nacionalizador. De igual manera, los acontecimientos políticos y
económicos a nivel internacional fueron importantes para que los países
miembros de la OPEP se plantearan la necesidad de la nacionalización de la industria
petrolera (1968-1975).
Pues
bien, la nacionalización de la industria petrolera 01/01/1976) representó por un lado, el inicio del fin del Estado rentista; y por el otro, la necesidad
imperiosa de transformar el Estado venezolano para asumir el reto de constituir una industria petrolera cuyo propósito
fue abrirse hacia el
mercado mundial petrolero sin las operadoras tradicionales. Un reto
histórico, difícil y complejo. Por lo que fue vital impulsar una política
petrolera para estimular la capacidad productiva de los hidrocarburos a lo
largo y ancho de la geografía nacional, con resultados positivos: descubrimiento
de nuevos yacimientos petroleros,
cambios en el patrón de
refinación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología a través de INTEVET
que produjo un resultado vital en el
ámbito de la inteligencia y la energía: La orimulsión. De igual modo, el trabajo
sistemático para evaluar el potencial de la faja petrolífera del Orinoco. En ese
marco, fue posible el proceso de internacionalización y la apertura petrolera:
1983-1998. Con relación a este último aspecto, FUNDAPATRIA (1988) habló de una
agenda oculta, neoliberal, tecnocrática y antinacional. Una visión totalmente errada. Fueron fuerzas del mercado que obligaron a
petróleos de Venezuela a diversificar el negocio petrolero hacia el mercado
internacional. El nivel significativo de inversiones de la empresa petrolera
nacional para incrementar los hidrocarburos y la caída del precio del barril
afectaron los beneficios de nuestra industria. La caída de los precios del petróleo en el
mercado y las tasas de capitalización en
el sector petrolero, sin duda alguna, afectaron
los beneficios de la industria. Por tanto, era vital buscar
mercados para recuperar sus ganancias y continuar con el desenvolvimiento de la industria
petrolera. En otras palabras, la
internacionalización de la industria petrolera y su apertura era el
camino para continuar con la expansión de la industria petrolera a
escala mundial. En fin, El estado
venezolano, dueñas de sus empresas nacionales,
un estado capitalista como cualquier
empresa petrolera mundial, Petróleos de Venezuela, con retos y desafíos que asumió
para competir en el escenario petrolero global. De allí, que mentalidad y praxis rentista, en el ocaso.
Volviendo
al tema de la nacionalización petrolera (01/01/1976), Ramón Rivero en su libro
la OPEP y las nacionalizaciones: la renta absoluta y el imperialismo petrolero (1977), consideró la nacionalización un paso importante en la
historia de los países miembros de la OPEP:
La
liberación de la renta, y más precisamente de la renta absoluta, es el
verdadero contenido económico de las nacionalizaciones petroleras venezolanas y
de los demás países petroleros. El cambio radical y repentino que ella implicó
en la distribución internacional de la plusvalía, significó el más rudo golpe
económico que haya sufrido el sistema capitalista internacional desde la crisis
económica mundial de 1929;… (El imperialismo petrolero y la revolución
venezolana, Tomo III. Fondo editorial Salvador de la Plaza, Caracas, 1969,
367p.)
Un juicio
histórico de importancia política en el cual
tuvo un papel estelar el
expresidente constitucional CAP. Un juicio de esta naturaleza, tiene un valor
histórico de importancia política porqué
se reconoce el papel de la OPEP en la modificación del panorama económico y
político internacional.
El
Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, hizo alarde de una auténtica
nacionalización contra el capital petrolero internacional al tomar las
instalaciones de la faja petrolífera del Orinoco. No obstante, persisten las
empresas mixtas, y seguramente con relación a la faja lo que se establecerá una
simple asociación entre en el Estado (60%) y las operadoras extranjeras (40%).
Es decir, un modelo de empresas de asociaciones contenido en el artículo 5 de
la Ley Orgánica que Reserva el Estado a la Industria y el Comercio de
Hidrocarburos el 1 de enero de 1975 en el gobierno de Carlos Andrés Pérez:
Artículo
5: El Estado ejercerá las actividades señaladas en el artículo 1 de la presente
ley, directamente por el ejecutivo nacional o por medio de entes de su
propiedad, pudiendo celebrar los convenios operativos necesarios para la mejor
realización de sus funciones sin que, en ningún caso, estas gestiones afecten
la esencia misma de las actividades atribuidas. En casos especiales y cuando
así convenga al interés público, el ejecutivo o los referidos entes podrán, en
el ejercicio de cualquiera de las señaladas actividades, celebrar convenios de
asociación con entes privados, con una participación, que garantice el control
por parte del Estado y con una duración determinada. Para la celebración de
tales convenios se requerirá la previa autorización de las Cámaras en sesión
conjunta, dentro de las condiciones que fijen una vez que hayan dado
debidamente informadas por el Ejecutivo Nacional de todas las circunstancias
pertinentes (Ramón Rivas Aguilar, 1991, 136, Tomo II, Vol. 1)
En
otras palabras, el control por parte del Estado del sesenta por ciento del
paquete accionario de la Faja petrolífera del Orinoco y el resto para las
operadoras extranjeras, no es ningún acto nacionalizador ni trascendente. En
cambio, la nacionalización de la industria petrolera que se dio el 01/01/1976,
el Estado asumió el control de las
exploraciones, de la explotación, de la comercialización y de la refinación sin
las concesionarias petroleras internacionales, un acto soberano. Una
derrota histórica al imperialismo
petrolero internacional. Un mérito histórico
en el espíritu de la figura histórica de mayor trascendencia del siglo pasado: Carlos Andrés Pérez.
En
ese orden de ideas, el Artículo 5 contenido
en la Ley Orgánica que reserva al Estado la industria y el comercio de los hidrocarburos, fue de importancia vital para el porvenir petrolero
de la nación, por cuanto por un lado,
evitó un conflicto histórico innecesario con las
compañías petroleras
extranjeras, desalojadas mediante el
acto nacionalizador. No era necesario. Todo lo contrario, era vital asociarse
con ellas para enfrentar los retos más complejos que demandaría el mundo petrolero
en un futuro no muy lejano. Por otro lado, sin ese artículo, cuán difícil
para el país abrir los caminos de
las empresas mixtas, con una carga ideológica de una clase política, derrotada
históricamente, cautivada por el nacionalismo petrolero. Un debate nacional
sobre esa posibilidad histórica, hubiere
constituido un desastre político para la nación. Y, finalmente un camino para Petróleos de Venezuela (PDVSA) proyectarse más allá de las fronteras nacionales hacia
el mundo petrolero global.
Por
esto, el Artículo 5 fue concebido con mucha
humildad, sensatez, madurez, audacia, pragmatismo y sentido de futuro. Pues, bien, fue CAP el autor y el inspirador de ese artículo 5, el mecanismo institucional
que contribuyó hacer de Venezuela Una
potencia petrolera de alcance global.
III
Nacionalización de la industria petrolera
(1976-1998)
Perspectiva
nacional y global
Se
trata de examinar en perspectiva
histórica la proyección de la
nacionalización de la industria petrolera en la vida nacional e internacional.
Un intento por discernir desde el ahora aquel proceso nacionalizador que abrió
la senda hacia una era histórica que transformaría al país en el ámbito de una nueva dinámica planetaria:
el fin de las revoluciones comunistas, socialistas
y estatistas. Asimismo, la expansión de la democracia y el libre mercado. Un
momento histórico en el que Venezuela, como país petrolero, iría más allá de las
fronteras nacionales mediante el proceso de
internacionalización y de apertura petrolera. Es decir, Venezuela parte vital del engranaje geo energético planetario
y, como consecuencia, la posibilidad de
convertirnos en una sociedad más libre
sin el peso agobiante del intervencionismo y abierto al proceso de globalización. Lamentablemente,
la clase política no tuvo el olfato intelectual para comprender la modernización de las estructuras del Estado y
así estar en sintonía con una gigantesca transformación que se estaba
desplegando en el mundo global.
Asimismo,
la experiencia vital desde 1949 que estuvo impregnada del oro negro. Una
relación personal con las comunidades petroleras, en el estado Zulia, que
percibió a través de los sentidos aquel mundo fascinante y cautivante que
provocaba el oro negro. De igual modo, cómo esas percepciones sensibles fueron
transformadas por los recuerdos y la imaginación al ingresar como estudiante y
catedrático en la ULA. Una relación vital con el fascinante y cautivante mundo
del oro y su vínculo con la nacionalización de la industria petrolera y su significado en el tiempo.
Vida,
petróleo y memoria
Las
primeras imágenes de esta fuente de energía tan importante para el planeta, las
percibí en el Estado Zulia. Mi padre Andrés Rivas, trujillano, desde muy joven
ingresó a las compañías petroleras (Shell). Desde Casigua recorrió la geografía
petrolera zuliana: primero como maestro, y luego como oficinista y jefe de relaciones industriales (1939-1972). Lo que
explica mi presencia en esa bella geografía de mechurríos, de oleoductos, de balancines, de refinerías y de tanques que almacenaban gas, de lanchas y
tanqueros; de petróleo en las charcas,
en las lagunas, en las orillas de los
caminos y carreteras y, por supuesto, en el lago.
En
ese ambiente histórico- cotidiano se empapó en mi conciencia rural y bucólica
de esta tecnología, compleja y mágica como lo narraría Ramón Días Sánchez en su
novelística petrolera. Todo era petróleo. Nos
embriagábamos con su fuego, con su bullicio y su olor penetrante.
Recuerdo como hoy, aquellas noches que
disfrutábamos el canto melodioso de las
pequeñas ranas, esparcidas entre el oro negro. Asimismo, mi padre, en los
atardeceres zulianos, nos paseaba a orilla de la laguna de San Lorenzo,
reflejándose en nuestros rostros el resplandor lumínico de la vieja refinería
que se desplazaba por las aguas del lago hasta confundirse con el radiante astro solar. Desde esa perspectiva primitiva y
fenomenológica, se configuró en mi ánima esa paradoja rural y minera que sigue
jugando un papel esencial en el destino de nuestra nación. Esa experiencia
vital que se almacenó en la memoria,
se transformó en una compresión teórica y política cuando
ingresé a ULA, por los años setenta. Como
profesor de economía Política, en la
Escuela de historia, de la Facultad de
Humanidades y Educación, introduje su
estudio en forma sistemática en la vieja Facultad de Humanidades y Educación, a
partir de 1979. Sin duda alguna, el seminario El petróleo en la vida del
venezolano, dirigido por el profesor y maestro José Manuel Briceño Monzillo,
fue de vital importancia para el conocimiento sobre el tema petrolero.
Desde
la Cátedra de Economía Política, en la vieja y nueva facultad de humanidades,
se impulsó un conjunto de investigaciones sobre el petróleo tanto nacional como
regional. Así, como también, la
literatura se convirtió en una fuente
fundamental para la reconstrucción de los procesos históricos petroleros a lo
largo y ancho de la geografía venezolana. La
teoría de la renta fue el norte teórico para formular hipótesis que permitirían interpretar
el petróleo desde otras miradas. Su
legitimidad académica, como muy bien lo
indica en el extraordinario
ensayo de Fabio Maldonado Veloza, ya comentado en páginas anteriores.
La
década de los setenta, fue una década fructífera para la discusión de los temas
petroleros más complejos que se desplegaron en esos años. En efecto, la crisis
energética (1973); el embargo árabe-Israelí (1974), la nacionalización de la
industria petrolera y el destino
del ingreso fiscal en la vida nacional, fueron aspectos esenciales que
animaron la discusión en esos días cuando el planeta iniciaba el proceso
de la globalización, como
resultado de la expansión de las
comunicaciones y su impacto en las próximas décadas, cambiarían de manera radical el rumbo histórico de la
civilización Occidental y la Oriental. Sin percatarnos que en el momento que
estábamos viviendo el glorioso
acto de la nacionalización de la industria del petróleo, germinaba ante nuestros ojos el fin de la utopía y la expansión de la democracia y el libre mercado. Se estaba cimentando una gigantesca
red mercantil en el planeta que, en
perspectiva, modificaría el comportamiento de los estados nacionales y todos
sus componentes ideológicos.
La
década de los ochenta, la década que significó cambios muy importantes en la
vida petrolera nacional. La nacionalización de la industria petrolera desde el
punto de vista teórico y político puso fin al nacionalismo que se había
constituido por unas cuantas décadas. Se dio inicio a una nueva era en que
PDVSA se proyectó en el interior del
país y en el mundo internacional. Fue el
auge del pensamiento liberal y de las nuevas maneras de enfocar los fenómenos
históricos nacionales.
La
década de los noventa, la época en que se inició la apertura petrolera. Se desató una interesante polémica entre el fantasma del
nacionalismo rentista y estatista y las fuerzas liberales en torno al destino
de nuestra industria en el marco de la interdependencia y la globalización
planetaria.
Pues
bien, después de este relato de experiencias y reflexiones en torno al petróleo
y su conexión en la vida nacional y mundial, corresponde resaltar la
importancia de la nacionalización de la industria petrolera en la vida del país
y en las relaciones internacionales.
En
ese marco, un 1º de enero de 1976, el Presidente Constitucional, Carlos Andrés
Pérez izó la bandera en la región de Cabimas, en un lugar histórico, llamado La
Rosa (El barroso). Fue el fin de un
ciclo histórico de luchas y negociaciones entre el Estado propietario y
las concesionarias extranjeras petroleras. Esas luchas y negociaciones estuvieron
imbuidas de aciertos y de limitaciones.
Fue un desafío histórico para el Estado venezolano asumir el control de la
industria petrolera que tendría repercusiones significativas en la vida
económica y social de la nación y del mundo internacional. Lo difícil que fue
para el Estado venezolano trazar una estrategia petrolera en el ámbito
de nuevo periodo histórico que se
iniciaría a partir del 1º de enero de 1976. Ante de responder sobre ese aspecto
de tan importancia para el porvenir de
la industria petrolera nacionalizada y su
influjo en la vida del país, se debería preguntar en qué estado se
encuentra hoy la industria petrolera y cuál es el panorama energético en el proceso
de globalización. Hoy la prensa nacional, la prensa regional y la prensa
internacional en sus diversos artículos y ensayos sobre el tema, afirman
contundentemente que la industria petrolera del país ha colapsado
estructuralmente sin ningún horizonte. Para no ir tan lejos, el economista y
experto petrolero Rafael Quiroz, profesor universitario de la UCV, describe con
detalle los signos negativos que caracterizan a la actual industria petrolera
del país:
La
situación es bastante preocupante y es la más grave que haya vivido la
industria petrolera y PDVSA durante toda su historia. En principio porque PDVSA
acumula una deuda consolidada que sobrepasa los 141 mil millones de dólares y
se viene notando una importante baja en la producción petrolera en los últimos
diez meses, que ya se encuentra por debajo de los 2.400.000 de barriles
diarios. Esto es grave, sobre todo en momentos en que tenemos precios bajos.
Por otra parte, tiene una nómina de 145.000 empleados y un consumo interno en
665.000 barriles diarios. Las exportaciones petroleras están llegando a unos
1.700.000 barriles. Aparte de eso está distraída en labores y tareas que no le
son propias. El precio promedio anual de cesta petrolera venezolana está en
24,45 $, muy bajo si tomamos en cuenta que el costo de producción del barril
está alrededor de 22 dólares. Lo que quiere decir que hay un margen de
ganancias de 2.45 dólares (La Razón, Caracas 21 de febrero 2016, año XXI, nº
1102, p. A-8.).
De
igual manera, el experto petrolero,
ingeniero Diego González, uno de los estudiosos de los temas petroleros venezolano,
en estas últimas décadas, en su prestigioso Blog titulado Barriles de
Papel, describe el deterioro histórico de la industria petrolera.
Es grave la situación que vive la industria petrolera del país. Con el
agravante de que el mundo petrolero mundial se ha complejizado y se ha
diversificado de tal forma que sería difícil recuperar satisfactoriamente la
industria en los próximos años. La
situación, se complica aún más, con el advenimiento de un paradigma energético en el que se vislumbra
el fin de la era del petróleo ¿Acaso fue un fracaso el proceso de
nacionalización de la industria petrolera? ¿Lo fue realmente? Para responder
estas interrogantes surgen otras interrogantes ¿En qué estado quedó la
industria petrolera al ser nacionalizada? Sí. En efecto, las compañías
petroleras dejaron la industria en una situación crítica que dio la sensación de un futuro incierto del
petróleo venezolano.
Una
situación que se revela con las
siguientes características:
1)
Con pocas reservas (18.000.000
barriles)
2)
Una producción baja (2.500.000
barriles)
3)
Una cantidad de refinerías obsoletas
4)
Sin industria petroquímica
5)
Sin orimulsión
6)
Sin capacidad de comercialización
7)
Sin capacidad de investigación y
tecnología
Ante
esta compleja situación, el Estado promovió una política petrolera para
modernizar la industria y así
ponerla en sintonía con los retos y
desafíos que demandaba la nación y el
mundo. Fue exitosa por más de veintidós
años. Es decir, entre 1976 y 1998 con sus aciertos y sus errores la industria
petrolera del país se recuperó y se convirtió en una corporación de energía.
Una de las más poderosas empresas petroleras del planeta. Sus resultados están
a la vista:
1)
Aumento de la capacidad de petróleo y
gas
2)
Transformación de las refinerías del
país
3)
Diversificación y comercialización a
nivel internacional
4)
Desarrollo de la petroquímica
5)
Orimulsión más carbón
6)
Sistema de almacenaje y sistema de
transporte
7)
Desarrollo de ciencia y tecnología
(INTEVEP)
No
obstante, a lo largo de esos veintidós años, una izquierda universitaria
cuestionó de forma sistemática esa política petrolera que se desarrolló en esos
años en manos, según ellos, de una casta tecnocrática y neoliberal al servicio
del capitalismo global. Para esa izquierda universitaria, PDVSA, una empresa
capitalista, propiedad del Estado, se convirtió en un “Estado dentro del
Estado”. Según la apreciación de esos intelectuales universitarios, PDVSA
estaba desplazando al Estado rentista y transformándose en un agente al
servicio del imperialismo mundial. Consideraron que la internacionalización y
la apertura petrolera, que se configuró en esas décadas, fue una estrategia de
las grandes corporaciones para destruir al Estado rentista.
Por
tanto, la propuesta era desmantelar la industria petrolera, en manos de las
grandes corporaciones internacionales, en un nuevo gobierno de carácter
nacionalista y revolucionario.
En
efecto, el gobierno bolivariano y revolucionario, desde 1999, se planteó
demoler la estructura compleja de PDVSA y someterla férreamente al Estado con
el propósito de maximizar la renta e impulsar una estrategia económica nacional
de carácter socialista. Al mismo tiempo, propiciar un contexto geopolítico mediante
alianzas estratégicas con múltiples
naciones y así crear un entorno multipolar como contra peso al imperialismo norteamericano.
Lo
que se puede apreciar, es que cometieron un gran grave error en perspectiva.
Sus asesores economistas y expertos petroleros, académicos de las distintas
universidades del país, convencieron al
liderazgo político bolivariano de que los precios del petróleo en el mercado
mundial se mantendrían altos, por unas
cuantas décadas. Lo que le permitiría al gobierno bolivariano cumplir
con sus propósitos socialistas y anticapitalista. Se equivocaron los
profetas y la falsa arrogancia de unos asesores. Despreciaron la ciencia y la
tecnología. Asimismo, no comprendieron que el mercado petrolero mundial se diversificó,
rompiendo con la vieja política de la OPEP del control de producción
para preservar artificialmente el precio del barril el mercado mundial. De
igual modo, esos genios de la política petrolera del gobierno nacional, no
tuvieron la menor idea de la revolución energética que se estaba produciendo en los Estados
Unidos.
Al
mismo tiempo, Arabia Saudí dio a conocer al mundo su proyecto (Arabia Saudí-visión
2030,2015) con la finalidad de iniciar la era post-petrolera. No deja de ser
interesante, la Encíclica que presentó
El Papa Francisco, en el cual le recuerda a los mortales de este planeta, que
es ineludible la construcción de un mundo ecológico para salvar la vida, acá en
la tierra. Sólo un venezolano, un ingeniero petrolero, Arturo Hidalgo, captó desde
los años cuarenta lo que iba a pasar en Norteamérica con la explotación de la
lutita, una revolución energética que ha desconcertado al planeta tierra. Así,
después de 46 años de haberse nacionalizado la industria petrolera, hoy
presenciamos una industria colapsada,
estructuralmente.
De
allí, pues, que el futuro petrolero de Venezuela es incierto ¿Hay Salida? Por
su puesto, la hay. Transformar radicalmente desde el punto de vista
cuantitativo y cualitativo la industria petrolera nacional para competir en el
complejo mercado petrolero mundial. Convertirse de nuevo en una empresa
capitalista para aumentar la capacidad productiva del petróleo, aguas arriba y
aguas abajo y conectada a la vida económica del país. Al mismo tiempo,
colocarse a tono con el panorama
energético que se avecina. Prepararse históricamente para el tránsito de la
Venezuela de los viejos fósiles hacia una Venezuela cuyas fuentes de energía
dependerán del conocimiento y del saber. Ello, Solo es posible en el marco de un proceso privatizador en la
que el Estado se erija en el agente
impulsador de cambios institucionales
para promover el espíritu de empresarialidad de los venezolanos y de
quienes tenga interés de cualquier rincón de la geografía planetaria en traer
ciencia y tecnología y capital a esta
geografía.
Así,
pues, el legado histórico de la
nacionalización de la industria
petrolera descansa en el hecho de que
una generación de venezolanos fue capaz de erigir una gigantesca corporación
de energía con una proyección
significativa en el mercado mundial
petrolero. Una hazaña histórica que debe
engrandecer el espíritu de una nación que ha dado muestra de grandeza
al planeta. La conciencia histórica para recordar y preservar los hitos más
importantes que marcaron la vida del país a partir del proceso nacionalizador
con la misión de mirar hacia un futuro. Así, las nuevas generaciones con
responsabilidad política para conducir el país hacia un horizonte vital en correspondencia con las inmensas transformaciones que se
están gestando en el seno de la globalización. En ese sentido, es importante la siguiente reflexión del Expresidente
Carlos Andrés Pérez, en la que resaltó
la importancia de aquellos ilustres hombres que
hicieron posible que él izara la bandera
en Cabimas, el 1 de enero de 1976:
Culmina
un proceso histórico. Comienza una nueva lucha. La nacionalización de la
industria petrolera constituye la
culminación de un proceso histórico en Venezuela. Este es el momento para rendir homenaje sin egoísmo histórico a todos los ilustres venezolanos
que hicieron posible que hoy el petróleo sea totalmente nuestro. El
momento de recordar los pequeños pasos y
grandes que dieron lugar a la decisión nacionalista
y definitiva de hoy (Carlos Andrés
Pérez, 1-1-1976).
No
habrá vuelta atrás, como dirá elegantemente el pensador de Guadarrama, al señalar a las generaciones
venideras esta reflexión:
Más
no hay evasión posible. El hombre no puede
volver a ninguna edad zaguera. Está consignado, quiera o no, a un
futuro que es siempre, en efecto, nuevo,
distinto, llamémosle no progreso. A pesar de lo vieja que es nuestra especie y de que heredamos
todo el pretérito, la vida es siempre nueva
y cada generación se ve obligada
a estrenar el vivir, casi, como
si nadie lo hubiese practicado antes (Ortega y Gasset, 1986, p. 89)
Don
José Ortega y Gasset ve en el ánima de
una generación el reto histórico de revelar
al país una sociedad libertaria en sintonía con las más significativas
tendencias globales que se están suscitando
en la historia universal. De pie jóvenes para entrarle
con fe, pasión e inteligencia y
conciencia histórica a la más esplendorosa
civilización que se haya
configurado en la humanidad. Este nuevo orden civilizatorio, privilegia la libertad individual como el fundamento de
la riqueza material y cultural de las
naciones. El saber es su medio
para crear e innovar
estructuras sociales, políticas y
espirituales de carácter libertario, civilista, de libre mercado,
federativo, ecológico y cultural en correspondencia con un mapa energético que
dependerá de la inteligencia; más no
de los sótanos de la naturaleza. No hay evasión posible.
IV
Petróleos de Venezuela (PDVSA), Intevet y Geopolítica
del Orimulsión
La
orimulsión, producto de la inteligencia venezolana. Un factor competidor nada agradable a las gigantes corporaciones de petróleo y
gas. Por lo tanto, había que descartar por cualquier medio
una fórmula de tal naturaleza que
perjudicaría los intereses de las
empresas de carbón y las petroleras extranjeras. Para estas empresas,
la orimulsión un agente contaminante y perjudicial al medio ambiente. Los expertos petroleros
del país demostraron cuán simplista era tal afirmación contra la orimulsión. En todo caso, el petróleo y el carbón tienen
mayores efectos nocivos al
entorno natural y social.
Sin
embargo, Bernard Mommer, miembro del gabinete oficial de Petróleos de
Venezuela, en el Gobierno bolivariano y
revolucionario, presidido por el
Presidente Constitucional Hugo Rafael Chávez, en su libro Orimulsión:
un mito que no beneficiaría para a la nación, impuso el espíritu rentista y
fiscalista. Una visión neofisiocrática (Fabio
Maldonado Veloza, 2015). Lo vital era extraer
el máximo de renta a cada barril producido. El negocio era extraer
renta, nada más. Una negación a la tarea desarrollada por INTEVET, un
centro de investigación de Petróleos de Venezuela (PDVSA), en el campo de la
ciencia y la tecnología. Una fórmula que
fue desechada de la política petrolera
nacional rentista y estatista a partir de 1999.
Ahora
bien, cual es la raíz histórica de la
mentalidad y la praxis rentista y su desprecio por la ciencia y por la tecnología. Un poco de historia.
Todo
comenzó en los años setenta. El PRV (Ruptura), bajo la dirección política del
legendario guerrillero Douglas Bravo, impulsó
un debate político e intelectual
con la finalidad de promover un nuevo enfoque teórico para examinar la cuestión petrolera en Venezuela. Hasta ese entonces, el pensamiento petrolero nacional,
estuvo bajo la impronta de la figura
estelar de la literatura venezolana
Arturo Uslar Pietri. Dentro de ese horizonte,
nació en el seno del PRV
una nueva manera de analizar el
origen y el destino del petróleo en Venezuela: la teoría de la renta del
suelo, en la que jugó un papel estelar el matemático Bernard Mommer. El fruto de ese
debate intelectual, la génesis de una
política editorial y una literatura histórica
sobre la cuestión petrolera que se proyectó a lo largo de la geografía nacional tanto en el mundo político como en
el Académico. Una teoría y una praxis
revolucionaria para destruir la democracia y el capitalismo
dependentista y construir las bases de
un socialismo no rentístico con
tecnologías precolombinas y tercermundistas. Un desprecio total contra la
ciencia y la tecnología de la civilización occidental.
Lo
irónico del proceso petrolero venezolano,
es que la nacionalización de la industria petrolera nacional, el 1 de
enero de 1976, representó el inicio del fin del Estado y del capitalismo rentista, del nacionalismo
petrolero, de sus consignas revolucionarias y patrióticas anticapitalistas
y antimperialistas. Es decir, la muerte de la teoría de la renta del
suelo con todas sus
notas y características políticas
e ideológicas. A su vez, la génesis
y trascendencia de una nueva forma de abordar la cuestión petrolera desde una visión capitalista
y empresarial, en la que la ciencia y la tecnología jugarían un rol
vital para mejorar la
calidad del petróleo en sus diversas fases:
exploración, producción, refinación y comercialización. De allí, tantas patentes y el reconocimiento a hombres y mujeres, en los laboratorios, experimentando con espíritu científico y tecnológico del oro negro.
Petróleos de Venezuela, una empresa capitalista,
en manos del Estado, que producía y vendía petróleo en el complejo petrolero mundial. Por
supuesto, los teóricos del rentismo,
no comprendieron la complejidad de la nueva industria petrolera que surgiría a partir
del 1 de enero de 1976.
Petróleos
de Venezuela, como una corporación de energía, con ciencia y tecnología, transformaría la geografía económica
del país y ocuparía un lugar
prominente en el mundo global con la internacionalización y apertura
petrolera. Esto generó confusión y desconcierto
en unas cuantas generaciones que
nutrieron su vida política, intelectual
y académica con el
nacionalismo petrolero. Quedaron anclados el 1 de enero
de 1976. Un paso inútil restituir artificialmente el Estado
rentista y su nacionalismo petrolero en la era del chavismo. Craso error.
En
esa mirada histórica (1975-1998), Petróleos de Venezuela, con la creación de Intevet propició el desarrollo de la ciencia y la tecnología para expandirse en el mundo complejo del
petróleo. En ese contexto-histórico científico y tecnológico, nació la fórmula
de la orimulsión. La orimulsión, abriría el camino para mirar desde
otro horizonte la relación Estado, petróleo y sociedad.
Desde esa opción, una posibilidad de obtener ingresos petroleros de origen no
rentístico. Se trataba de concebir en
el porvenir el paso
de una economía del subsuelo a
una economía del conocimiento donde el petróleo tendría unas dimensiones no convencionales: una
singularidad. Un hibrido, producto de la naturaleza y el conocimiento.
Por
ello, la clase política nacional con sus creencias nacionalistas, estatistas y
rentistas, no entendió la importancia histórica de la nacionalización de la
industria petrolera, el desarrollo de la ciencia y la tecnología y sus implicaciones en el país y el mundo. No obstante, la venganza histórica prevaleció en su
espíritu para esperar el momento y así
iniciar la confrontación política e ideológica contra petróleos de Venezuela.
La década de los ochenta y los noventa, las décadas para el retorno al “nacionalismo
petrolero”. Forjaron una matriz de opinión: Petróleos de Venezuela, un Estado
dentro del Estado; Unas minorías de
tecnócratas y neoliberales al servicio
de los imperios del petróleo. Una conspiración histórica de
políticos, intelectuales, académicos en contra de Petróleos
de Venezuela. Conocemos la historia y sus consecuencias de este clima intelectual contra la política petrolera de la cuarta República. Entre 1999 y
2019, la industria petrolera nacional en total bancarrota. Colapso estructural.
Hoy, una Venezuela que dejó de ser un
país petrolero y sin ninguna
importancia geopolítica en el mercado petrolero mundial. En ese
escenario tan lamentable y
desastroso, fue excluida la orimulsión.
Una
decisión histórica, nefasta y
errada, para un país que hubiese
conquistado un lugar importante en el
escenario geopolítico de las energías, con su
fórmula la Orimulsión. Un
competidor contra las compañías de carbón y petróleo sin ninguna simpatía por ese invento criollo que, sin duda alguna, transformaría
la matriz energética global, en palabras
del ingeniero eléctrico, Víctor
Poleo. Así, Víctor Poleo, un hombre de la izquierda marxista, escribió el ensayo
más inteligente y más
lúcido contra
los graves errores que derivaron de la abolición de la
Orimulsión. Una argumentación sólida,
desmontando uno a uno
las razones que expuso Bernard Mommer para justificar la salida de la orimulsión de la política petrolera
del gobierno del chavismo.
Razones políticas, técnicas, fiscales y
económicas para demoler cada
una de las premisas que utilizó Bernard Mommer para
prescindir de la orimulsión. Un artículo demoledor, titulado: “Orimulsión
y el cambio de la matriz de energía
en el siglo XXI” (Venergía. 23 de mayo del 2008).
Este
artículo, comienza con una nota contundente: “Sin mediar explicación
convincente ni debate político
endógeno, el Campo Faja del Orinoco ha sido
marcado por el capital energético
global como un yacimiento para producir gasolinas y ya no
para producir también orimulsión,
combustible termo-eléctrico.”
Una
decisión favorable a las grandes petroleras donde su interés
vital es producir gasolina. Ahora bien, en que consiste
esa fórmula que rechazaron las petroleras.
Es
un novel combustible
termo-eléctrico logrado en
Venezuela durante la década de los ochenta y con base
en una emulsión invertida de 70%y-o crudos Extra pesados, del campo Faja del Orinoco, con 30 % de agua. Un
producto todo venezolano (tecnológico) y solo venezolano (materia primas). Con
unas reservas gigantescas de crudos
Extra pesados, esa fórmula
convertiría a la Faja Campo Orinoco, en el almacén mundial de electricidad o de gasolineras” (2008).
Un
dilema histórico de carácter geopolítico. No cabe la menor duda, que la
Orimulsión sería una de las fuentes más importantes del mundo para alimentarla de energía a tono
con las normas de control sobre el medio ambiente. Una fórmula competitiva en el vasto mercado de fuentes alternas de
energía. Nada de unicidad de
energía, en la mirada de las corporaciones petroleras del mundo.
No. Variedad y pluralidad de la riqueza en el mundo de las energías. Un peligro
a la geopolítica del
petróleo y el carbón. Por lo que era vital, según Víctor Poleo:
Un
veto temprano a la Orimulsión es
decir sin que los intereses
mediatos y futuros de los capitales del carbón y
del gas termo-eléctrico, todos
ellos un mismo del capital energético
global y el cual, en jaque doble, salvaguarda ahí el Orinoco para sus gasolinas.
El
Orinoco una perla única y exclusiva para las gasolineras. Nada de la
electrificación del Orinoco: un componente vital que hubiere suministrado de energía con esa fórmula a un 50%
de las naciones. Por otro lado, en términos de costos y precios un producto
competitivo en el mercado de
carbón y petróleo, en el análisis del
artículo de Víctor Poleo. No se trataba
simplemente de un problema de
comparación entre la rentabilidad y la fiscalidad, tal como lo planteara Bernad Mommer. Era un
problema de valoración de una fórmula
que sería parte de la dinámica compleja de las energías en el mundo. En el
juego de las energías, en el marco de la
competitividad, las naciones tendrían opciones para escoger libremente su fuente
de energía que resultara de mayor
calidad para su bienestar, con menos efectos negativos en el entorno
natural. En fin, se impuso la
geopolítica del petróleo, contra la geopolítica de la Orimulsión, por lo que la Faja del Campo del Orinoco, un reservorio natural para las
gasolineras, en la visión de Víctor
Poleo. Es lo mejor que se ha
escrito en defensa de la Orimulsión
contra quienes desviaron sus
acciones hacia el rentismo y el fiscalismo,
para hacer del Campo de la Faja del Orinoco un reservorio para las gasolineras. Craso
error histórico. Imperó en esa generación nacionalista, revolucionaria,
antimperialista y anticapitalista la obsesión rentista con las consecuencias
que ya se conocen: la destrucción de
Venezuela, como país petrolero, sin
una presencia de importancia en
la geopolítica del petróleo y el
gas en el escenario mundial. Hoy, la
Orimulsión, invento de la inteligencia venezolana, ocuparía un lugar preponderante en el mundo
global, en un contexto de múltiples posibilidad de distintas formas de energías
para alimentar el desarrollo material y cultural de las naciones. El
desprecio por la ciencia y la tecnología,
en esas minorías de estatistas y rentistas en el ocaso.
A
pesar de estas circunstancias tan lamentables
y dolorosas, no quita mérito histórico
a la figura política de Carlos Andrés Pérez, quien jugó un papel estelar
en la conducción de la nacionalización de la industria petrolera (1-1-1976), de
la constitución de Petróleos de Venezuela (PDVSA, 1975) y de la creación del Instituto tecnológico
venezolano del petróleo (Intevet, 1976).
Pasos fundamentales que dieron
inicio a una nueva era
histórica con implicaciones fundamentales en la
vida nacional y global a lo largo del tiempo (1975-1998). Una de esos
cambios importantes, el proyecto de la Orimulsión.