Carlos Andrés Pérez: La Nacionalización de la Industria Petrolera. Culmina un proceso histórico. Comienza una nueva lucha (29 de agosto de 1975) Edición Especial

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Carlos Andrés Pérez: La  Nacionalización de la Industria Petrolera. Culmina un proceso histórico. Comienza una nueva lucha (29 de agosto de 1975)

Edición Especial

 

Ramón Rivas Aguilar

Culmina un proceso histórico. Comienza una nueva lucha. La nacionalización de la industria petrolera  constituye la culminación de un proceso histórico en Venezuela. Este es el momento  para rendir homenaje  sin egoísmo histórico  a todos los ilustres  venezolanos  que hicieron posible que hoy el petróleo sea totalmente nuestro. El momento de recordar  los pequeños pasos y grandes que dieron lugar a  la decisión nacionalista y definitiva  de hoy (Carlos Andrés Pérez, 1-1-1976).

 

En la medida que avanzó la campaña electoral de 1973, me hice la idea  de que tenía que nacionalizar el petróleo… la gran propaganda  que hizo Caldera con la Reversión petrolera había creado un problema  con las compañías… el petróleo salía de sus manos  y no tendrían, en adelante, posibilidad de sacarle provecho, no invertían. Paralizaron  todas las tareas de  exploración y  no invirtieron más. La reversión era un hecho, ya se había aprobado la  Ley de Reversión petrolera (Ramón Hernández  y Roberto Giusti. Carlos Andrés Pérez. Memorias Proscritas. Los libros de El Nacional. Fuera de Serie. Caracas 2006, p. 223)

 

 

 

 

 

 

 

Introducción

Este ensayo intenta explorar desde una perspectiva histórica la importancia de la nacionalización de la industria petrolera y sus implicaciones nacionales y globales. Un hito histórico en la que jugó un papel estelar el expresidente de la república Carlos Andrés Pérez. Un acontecimiento trascendental que marcó el fin de una época y el inicio de otra con resultados a lo largo del desarrollo histórico de Venezuela a partir de 1976.  En este sentido, se aborda en una primera parte el significado histórico de la nacionalización de la industria petrolera. Una segunda parte, se examina con espíritu crítico el artículo 5º de la Ley que Reserva al Estado La industria de los Hidrocarburos, cuyos resultados fueron favorables a la expansión de la industria petrolera a nivel nacional y global. Una tercera parte, se estudia específicamente los cambios de la nacionalización en la vida económica nacional e internacional. Finalmente, un análisis sobre la importancia de PDVSA, de INTEVET y la Orimulsión. Lo que se quiere significar en este estudio es la trascendencia de la nacionalización petrolera y el papel estelar que jugó en ese proceso histórico Carlos Andrés Pérez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I

Nacionalización de la industria petrolera. Significado histórico

29 de agosto de 1975

 

 

Culmina un proceso histórico. Comienza una  nueva lucha. Una frase histórica  que revela la  trascendencia  de la nacionalización de la industria petrolera  y sus repercusiones  significativas  en la vida del país y  en el mundo petrolero  internacional. En efecto. Marca  la culminación de una era   histórica  y la génesis  y proyección  de  otra  era   con impactos  importantes  en  la vida de la nación  y en el mercado  petrolero mundial.  Un cambio estructural en la naturaleza  jurídica y económica  de un Estado  que  asumió   los retos     de  explorar, explotar, refinar y comercializar   con el crudo y sus derivados,  en el mundo  petrolero internacional. Rol que le correspondió a Petróleos de Venezuela (PDVSA), empresa del Estado, que se creó en el mes de  agosto de 1975. El inicio y el fin  del modelo rentista  que  se  resquebrajó  en el tiempo. Proceso  histórico  que  afectó de manera radical  a los miembros de los países de la OPEP. El oleaje de nacionalizaciones  que se produjeron    partir de los setenta,  indefectiblemente   condujo a la quiebra de los Estados  Rentistas. De allí, pues,  comenzaban en esos países de la OPEP   a comportarse como  estados capitalistas  con sus empresas nacionales petroleras y  así  lidiar   con un nuevo elemento  en el escenario mundial: el mercado.  Ahora,  como cualquier empresa trasnacional    producir  y vender   en el mercado  mundial. El economista,  politólogo  y filósofo, Fabio Maldonado Veloza,  en el más inteligente y  lúcido  ensayo titulado  “Venezuela  y el petróleo: La Restauración  del Excepcionalismo Rentista” (2016),  con argumentos  sólidos demostró  como  “ La OPEP  considerada  como exclusivamente rentista   murió y  no fue  debido al azar. Ella misma se encargó de cambiar  su naturaleza. La oleada de nacionalizaciones de los setenta  le liquidaron esa exclusividad” (pág. 18). La razón  es bien  sencilla,   que  se  denota con claridad  en el ensayo  del profesor universitario Veloza: al desaparecer  las compañías petroleras de las operaciones en  el país,   el mecanismo fiscal para capturar renta se resquebrajó hasta cesar  en el año de 1985 (pág. 18). Así, entonces, el Excepcionalismo rentista  había muerto” (19). Por tanto,  la OPEP  murió como terrateniente y, como consecuencia, ahora   tratar  con el mercado. A disputar   como  cualquier empresa petrolera transnacional en el mercado petrolero   mundial: producir y vender  petróleo y derivados. Por lo que “Los marxistas rentistas  no han entendido  y se niegan a percibir,  que la naturaleza rentista de la OPEP  se debilitó estructuralmente  y quizás para siempre. Su mecanismo dejó de ser rentista” (19).En tal sentido,  la política petrolera  del gobierno  de Chávez   con la pretensión  de restituir el “Excepcionalismo rentista”,  un exabrupto  histórico, adefesio artificial,  sin ningún tipo de resultado desde  la dimensión rentista. Nada de eso.  Un craso error histórico. No comprendieron   que el estado   rentista   se había  “resquebrajado  estructuralmente” con la  nacionalización  de la industria petrolera hasta alcanzar  su muerte  en el año de 1985,  en palabras del profesor universitario Fabio Maldonado Veloza.

Dentro de esa dimensión histórica, que nos describe Fabio Maldonado Veloza, en su  extraordinario ensayo,   no  cabe la menor duda, que Carlos Andrés Pérez, Presidente Constitucional de la República de Venezuela,  estuvo  consciente  del desafío histórico que asumiría a partir del 1 de enero de 1976. Para él, la Venezuela de 1976 comenzaría  a vivir un momento crucial  cuando  se decidió el control total del negocio del petróleo,  en manos de las  compañías  petroleras extranjeras, por más de 76 años (1914-1976).Un cambio  cualitativo  de dimensiones gigantescas en el ámbito del petróleo, con consecuencias de importancia nacional y global  sin precedente en la  historia petrolera en América Latina. Ese evento  histórico,  denotó     el desenlace final  del Estado rentista,  del nacionalismo petrolero y las  consignas políticas e ideológicas de contenido anticapitalista y antimperialista. Al mismo tiempo,   el nacimiento  de una  relación vital  entre el estado, el petróleo, la sociedad.  El Estado,   una  empresa capitalista,   una corporación de  petróleo  y gas, en manos de Petróleos de Venezuela,  ampliaría   los horizontes  de la geografía  económica, con vastas inversiones que transformaría  la vida política, económica, social, cultural  y ambiental.

Dicho con otras palabras,  el tránsito histórico  del estado rentista a   un Estado empresario, un Estado capitalista, Petróleos de Venezuela, una corporación de petróleo  y gas, participando  en el complejo mercado petrolero  mundial. Producir  y vender  petróleo y derivados  en un mercado mundial complejo y  difícil con  las grandes  empresas  petroleras trasnacionales. Esta circunstancia  histórica,  generó confusión y desconcierto  en la clase política  de mentalidad  y praxis estatista y rentista,  que  pretendía vivir  del viejo orden petrolero. Asimismo,   en fanáticos y revolucionarios,  con la épica patriótica y socialista, con  la ilusión de constituir  la sociedad del hombre nuevo  sin el perfume grato del oro negro.  La   nacionalización de la industria  petrolera  representó  al mismo tiempo  la   fractura del  Estado rentista y, como consecuencia,  la creencia  socialista  presente en la literatura política que produjo el PRV RUPTURA),  mediante el enfoque teórico de la renta del suelo.  El capitalismo rentístico y el socialismo  de contenido tercermundista, al pasado. Sufrieron  una derrota histórica  sin tanto heroísmo y patriotismo.  Se quedaron con la consigna histórica  que el acto de la nacionalización  “una nacionalización chucuta”,  una nueva entrega al imperialismo petrolero con el artículo  5 y los contratos  de  asesoría tecnológica y de comercialización. De igual modo, la culminación  del proyecto político de Acción Democrática. Sobre este último aspecto, las palabras del expresidente Carlos Andrés Pérez,  fueron reveladoras   para  que   el liderazgo político de Acción Democrática tomara conciencia de la necesidad de    renovar    las tesis políticas  de Acción de Democrática a partir   de la nacionalización  de la industria petrolera nacional:  

Cuando mi gobierno  nacionalizó  el petróleo  y el hierro, el partido ha debido  tomar esas medidas como el paso  para su renovación, para fijarse nuevos objetivos. AD  lo que tiene  es que acentuar  posiciones doctrinarias y renovarlas para  adaptarlas a las nuevas realidades (1979).

Asimismo,  señaló que en cuanto a los dogmas:

La ciencia  y la tecnología  han puesto  en grandes dificultades  a los esquemas ideológicos tradicionales (1979).

 

Finalmente,  estuvo claro que:

El capitalismo de Estado  iba a dar lugar  al nacimiento   de una nueva economía y una nueva realidad (1979).

 

 El prestigioso historiador Don Ramón J. Velásquez,  pocos como él,  percibió el significado histórico del acto de la nacionalización de la industria petrolera  nacional. En palabras de este  insigne historiador: 

Sin hacer retórica pienso que viene un tiempo nuevo para Venezuela Lleno de interrogantes y de posibilidades. Venezuela  dejó de ser un despreocupado rentista  para convertirse  en empresario de su propia riqueza.  Esto significa   una modificación  esencial en la estructura  administrativa y la económica del país, naturalmente tendrá inevitables reflejos  en el mundo político. Lo que sigue  al cambio de posición de rentista a empresarios, está tan lleno de responsabilidades  y exigencias como exigencia de parte   del Estado venezolano   y de todo el pueblo  es tomar conciencia de la  gran seriedad  que el país  adquiere (Revista Resumen, 7-5-1975, Volumen III, número 96, p. 9).

 

La reflexión de un historiador  que  captó  en su   complejidad  la gigantesca  repercusión  que tendría el Estado  venezolano,   como  empresario capitalista y su   impacto en el devenir nacional e internacional. Develaría    la declinación histórica  del Estado rentista, por un lado; y, por el otro, la constitución  del Estado capitalista,  dueñas de las empresas  nacionales petroleras, que producirían y venderían  petróleo y derivados en el mercado  mundial. Así,  Moriría   el viejo orden  estatista,  rentista y  petrolero y  nacería   una nueva era histórica: la conformación   de una industria petrolera capitalista  que modificaría   la vida del país y  se abriría  al mundo petrolero internacional. Un poco de historia.

Todo comenzó en un mitin  que pronunció  el candidato  presidencial  de Acción Democrática,  el líder político Carlos Andrés Pérez, en Barquisimeto. Allí, en ese escenario  de tanto entusiasmo  por derrotar al candidato escogido por Rafael Caldera, Lorenzo Fernández, anuncio la posibilidad de adelantar  la  nacionalización de la industria petrolera. Según él, era un error  esperar la reversión petrolera,   una ley que se  había promulgado en el año de 1971. Un error fatal.  El año de 1983,  una fecha en la que  encontraríamos una industria petrolera, deteriorada y obsoleta. De allí, impulsar  una  alternativa  para recuperar y mantener  en óptimas condiciones la industria petrolera nacional: la nacionalización. Asimismo, lo dijo   en su programa de gobierno   que presentó a la nación, en el mes de noviembre de 1973. Reiteró,  que no se podía esperar  la reversión en el año  de 1983.No hay otro camino de que proceder de inmediato al proceso de nacionalización de la industria petrolera. Así,  lo expresó  en su  Programa de Gobierno:

No parece posible  esperar a 1983 para  que el Estado asuma  la plena gestión del negocio petrolero. Se avizora como una posible alternativa que procederemos en el periodo inmediato  a una nacionalización  que asegure nuestra soberanía  de la industria  que llegue a nuevas fórmulas para la participación de empresas extranjeras en aquellos aspectos en que necesitamos recursos, sus financiamientos, o capacidad de comercialización. Estas fórmulas  se están poniendo en ejecución  en otros importantes países petroleros y otras nuevas pueden elaborarse para satisfacer nuestras aspiraciones y nuestro interés (Documentos Revista de Información  Política. Octubre-diciembre de 1973. Institutos de Estudios Políticos. UCV, Caracas, 1973. p. 321).

 

Por lo que la acción de gobierno, se propuso:

Que se prepare la nacionalización para asumir responsabilidades iguales en el manejo de la industria petrolera;  decisión ésta  para la que propiciaremos un consenso nacional (1973, p. 362).

 

Un mentís al autor  del libro La OPEP y las nacionalizaciones (1979), Ramón Rivero,  quién negó  que el candidato presidencial de AD, Carlos Andrés Pérez,  en su programa de gobierno,  la palabra nacionalización estaba proscrita: 

Todavía  en  noviembre de 1973, al publicar los programas de gobiernos de  los candidatos… de Copey  y Acción Democrática,…el primero  no hablaba más  que adelantar  la Reversión, mientras  CAP ni siquiera mencionaba esa posibilidad. Todavía la palabra nacionalización era una palabra proscrita (Ramón Rivero. Ramón Rivero (p. 362).

 

 

 

Un juicio ligero, improvisado y simplista.  Al contrario, Carlos Andrés Pérez en esas breves palabras presentó  en su programa de gobierno  la posibilidad de adelantar   la nacionalización  de la industria petrolera y la necesidad  de impulsar las   asociaciones   y los contratos de servicios  de tecnología y comercialización con las operadoras extranjeras.  Anticipó así el porvenir  de la nueva era petrolera nacional e internacional. La mirada  de un líder político, de un hombre de Estado y de un estadista, que  estrenaría  el ejercicio del poder  entre 1974  y 1978. 

En efecto. Al asumir la Presidencia constitucional de la República, en el mes de marzo de 1974, su primera decisión fue  nombrar una Comisión Presidencial para  la asesoría  de todo lo relacionado con el proceso de la nacionalización de la industria petrolera. Posteriormente,  en su discurso  a la nación, en la fecha  histórica del 29 de agosto de 1975, afirmó:

Procederé a designar una amplia comisión, integrada por  personeros representativos  de la vida nacional,  que  asesore al gobierno en el estudio de las alternativas que habremos de examinar para  ser sometida  a la consideración de este Soberano Congreso. De esta manera aspiro a procurar eficazmente el  concurso  de todos los venezolanos en la búsqueda del consenso mayor que sea posible para las trascendentales decisiones que nos corresponderá  tomar.

 

La Comisión presentó un informe final sobre las recomendaciones y sugerencias  en torno  al proceso de nacionalización de la industria petrolera. Posteriormente, el gobierno presentó un anteproyecto  de ley para someterlo  a un debate nacional, cuyos resultados serían  aprobado por el Congreso Nacional y proceder  al  ejecútese   con la firma del Presidente de la República.  Se produjo  un debate  de estatura política, ideológica e intelectual,  con sus ruidos y temperamentos, como  son  los eventos  históricos de importancia política. El Presidente de la República tuvo   la serenidad   y el pragmatismo  de un  auténtico  hombre de Estado, con espíritu de negociador y conciliador  y mantuvo el  consenso con  prudencia y equilibrio. De igual forma, lo hizo con las compañías petroleras extranjeras, que intentaron  chantajear a la nación,  ante la decisión histórica   de la nacionalización (para más detalles sobre estos últimos aspectos,  se recomienda  la lectura del libro  del exembajador y experto petrolero,  Félix Rossi Guerrero: Diario de un diplomático petrolero: los años  de Washington  1972-1979. Instituto de Asuntos Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Caracas, 1987). Un libro  de lectura obligatoria  para entender   el proceso petrolero   que se desarrolló entre  1972 y 1979, para develar  esa relación compleja entre el Estado venezolano y las compañías petroleras extranjeras,  en torno  a la posibilidad de la nacionalización de la industria petrolera. En ese sentido,  CAP tuvo que lidiar en todos  los frentes   ante   ese evento histórico  que sería una realidad el 1 de enero de 1976. Como buen político  llevó  el pulso sobre un debate nacional   que estaba delineando  el futuro petrolero y económico de  la Provincia de Venezuela. Por lo que ese 29 de agosto de 1975, estampó su firma sobre  el texto de la Ley  que reserva  al Estado  la Industria de los Hidrocarburos. Fin de un ciclo  histórico. Comienzo de otro: “Soy el afortunado intérprete y ejecutor de esta voluntad de todo el pueblo venezolano”.

Al comenzar su discurso, en ese acto memorable para la  memoria  histórica de Venezuela,  Carlos Andrés Pérez  resaltó la importancia  de esa fecha   que marcaría para bien o para mal,  el destino  vital de la Provincia de Venezuela, dijo:

En  este día, que incorporamos a la historia de las grandes fechas nacionales, hemos el ejecútese a la Ley que reserva al Estado la Industria y comercio de los Hidrocarburos. Decisión que es el fruto  de un consenso resultante de un largo proceso de afirmación nacionalista y de maduración de la conciencia nacional. Culmina así una etapa que  define  así los nuevos rumbos de  Venezuela (Revista Resumen,  7  de septiembre de 1975.Volumen VIII, número 96. Caracas, 1975, p. 30).

En ese orden de ideas,  un acto de tal naturaleza  que culminaría  sin  ningún tipo de trauma, en el marco de un sistema  democrático, también fue importante  para   Carlos  Andrés Pérez   considerar que el petróleo  era un tema  presente en el centro del escenario mundial. Por lo que debía ser un instrumento  no sólo de solidaridad y  cooperación con las naciones del tercer mundo sino también un instrumento que contribuyera a la constitución de un nuevo orden económico internacional (1975, p. 34). 

Finalmente,   CAP se trasladó  al Estado Zulia,  el 1 de enero 1976,  pronunciando  el célebre  discurso histórico en la que puso  fin  al  proceso histórico petrolero  que  comenzó  en el año  de 1920, con la primera de ley de hidrocarburos, pasando al Estado  el control total  de la industria petrolera nacional. Una aspiración histórica hecha realidad. “El pueblo venezolano  ha decidido ser  sujeto de su propia historia”.   Comenzó su discurso con estas palabras significativas para la  historia  de la  Venezuela del siglo xx:

 

Sobre la tierra  zuliana  venimos  en primer día  del año de 1976 a  celebrar la ceremonia  con la cual,  en nombre del pueblo, consagramos el día histórico  en que Venezuela asume el control pleno de su riqueza  primordial. Frente  al pozo Zumaque N 1, que reveló al mundo  la potencialidad  de nuestra riqueza petrolera, nos congregamos  en representación de la nación entera para dejar  constancia  que definitivamente Venezuela ha decidido  iniciar  la etapa que cancele nuestra dependencia. El Pabellón Nacional, izado en el mástil sobre el pozo Zumaque Nº 1, a los acordes del Himno Nacional, simboliza la Nacionalización del petróleo, como lo enarbolamos sobre el Cerro Bolívar el 1º de enero de 1975 en que hicimos definitivamente nuestro el hierro de la Guayana (Carlos Andrés Pérez, 1976, p. 245).

 

De igual modo,  en ese mismo discurso destacó como un conjunto factores internacionales,  coincidió   con   ese paso de tanta importancia  para el porvenir  petrolero  del país. Por lo que no fue una decisión  política cargada de aventura   y patrioterismo. De ninguna manera.   En sintonía con  el despertar   del nacionalismo  en el tercer mundo, con  un papel destacado de los países miembros de la OPEP. (1976, p. 246.)

Asimismo,  dejó claro ante el mundo,   que iba  a realizar  

Una nacionalización  sin aventura, reflejo de una nación madura, seria, reflexiva y racional  que de ninguna manera permitirá  que el petróleo sea instrumento  de subordinación o dependencia, ni medio de agresión  o de perturbación internacionales (1976, p.246).

 

El petróleo  un camino de cooperación y bienestar para las naciones.  Nada de amenazas  e intimidación y actos de terrorismo  para   crear  situaciones   inestables  en el mercado  petrolero  mundial con propósitos revolucionarios y mesiánicos.

En perspectiva, cuando CAP, en su  célebre discurso que pronunciara en aquel    1º enero  de 1976,  dejó correr una frase histórica de  importancia política  para develar el nuevo camino  que recorrería la nación: “Estamos  nacionalizando las decisiones”; es decir,  percibiendo un nuevo periodo histórico en la que la Provincia de Venezuela  asumiría   la responsabilidad   política con el fin:

De adoptar  una visión prospectiva  del desarrollo, sin el control  del monopolio extranjero, para ser construido  desde adentro. La nacionalización  nos brinda la oportunidad  para diseñar, formular  y construir  por nosotros mismos, con nuestra mente  y nuestra capacidad creadora, el concepto  y modalidad  del desarrollo para el cual tendremos  que trabajar esforzadamente desde el presente hacia el futuro. Estamos nacionalizando  las decisiones (1976, p. 254).

 

Era    la  Gran Venezuela,  para bien o para mal. Con sus alcances y límites  históricos,  fue el reto  político  que  asumió  en un  momento vital  cuando se dio el paso trascendental  de la nacionalización  de la industria  petrolera del país. Fue el inicio  de las grandes  transformaciones  globales  que impulsó el  primer Gobierno de CAP,  cuyas consecuencias  fueron gigantescas y  cambiaron el sentido histórico  de la nación, con influencias significativas en el escenario mundial. Quién pudo  saber  exactamente cuál  sería el resultado histórico  de una decisión de tal naturaleza,  difícil de saber.  Solo quienes  ejercieron    el poder sobre el Estado, el gobierno y la sociedad, estaban consciente  de la naturaleza  de esa decisión histórica  y sus impactos  en la nación y el mundo, hasta cierto límite.  No lo podían prever todo, por cuanto estaban diseñando a partir  del presente el futuro de la nación. La razón y la imaginación proyectando  la gran Venezuela, en esa faena vital  por conducir  hacia  una perspectiva histórica no convencional: el paso  del Estado rentista  a un Estado  empresarial. Esto, cambió  los parámetros del desarrollo  nacional  que se habían diseñado con  el espíritu rentista  anterior al proceso de nacionalización de la industria petrolera. Por lo que era vital   la necesidad  de impulsar la ciencia, la tecnología, la creatividad y la innovación empresarial en el ámbito de los hidrocarburos. El propósito de este cambio estructural a partir del acto nacionalizador,  fue  echar  las  bases  de un nuevo Estado, de un nuevo gobierno y de una nueva sociedad que trascendiera   el mundo de ayer  con sus raíces estatistas y rentistas. Por supuesto, una dinámica de tal magnitud  con   aciertos,  límites, contradicciones y paradojas. Con sus  decisiones e  indecisiones,   hicieron lo que creían correcto  de acuerdo   con sus ideas y creencias. Pero dejaron un país abierto para mejorarlo en el tiempo.  Lamentablemente,  la clase  política de origen estatista, rentista, colectivista y comunal rechazó  las reformas de la COPRE,  la internacionalización y la apertura petrolera, impulsada por Petróleos de Venezuela, una corporación de energía , de alcance global y las reformas políticas y económicas,  promovidas por el segundo gobierno de CAP. El resultado final, hoy está a la vista. Un colapso  histórico. La nación en total bancarrota.  

No obstante,  lo importante  a destacar  es que la nacionalización  de la industria petrolera nacional,   el punto nodal  que dio   inicio  al desarrollo  sistemático  de una nueva manera de abordar  el petróleo  con  impactos importantes    en la vida del país y del mundo. Así,  Petróleos de Venezuela,  una empresa capitalista, dueña del Estado  se convirtió   en el tiempo  en una gigantesca corporación de petróleo y energía, con  una presencia extraordinaria en el escenario petrolero mundial. Dominar el petróleo, con la capacidad técnica, gerencial, con la ciencia y la tecnología  y trascender  las fronteras nacionales para luchar   en el mercado  global  del mundo del petróleo y el gas. Una hazaña histórica de miles de hombres y mujeres  con  pasión venezolanista. Con aciertos  y errores; por supuesto. Pero lo que no se puede negar es  la capacidad  empresarial, innovadora y creativa  de hombres y mujeres,  manejando una de las empresas petroleras  más complejas en el mundo de las naciones: Petróleos de Venezuela. Una lección histórica  para los   sociólogos del pesimismo del mundo etnocentrista  y para  los adoradores  del  nacionalismo  petrolero  y  de  la utopía, quienes  se consideraron   los dueños de la verdad. Los revolucionarios  y mesiánicos, según ellos, los   constructores   de la felicidad   en el paraíso. Ilusos.  En el espíritu  de esas minorías el total fracaso como políticos y como intelectuales. Así, para bien para mal, Petróleos de Venezuela, una obra histórica  que no tiene parangón  en la historia  petrolera   del tercer mundo.  Nada que envidiar a las grandes corporaciones petroleras planetarias.

 

En ese sentido, la   nacionalización  de la industria petrolera, una mirada en el tiempo,  una obra histórica  que transformó  de forma  radical   la vida del petróleo   en el país con   capacidad  gerencial, con la ciencia y la tecnología y trascendiendo  las fronteras nacionales con la internacionalización y la apertura petrolera, en mundo globalizado,  es   para sentirnos los venezolanos  orgullosos  de una faena gigantesca como la que realizó Petróleos de Venezuela,  en el centro de la civilización occidental. Es  parte vital  de la memoria histórica  de   una nación que  tiene  decirle al mundo   cosas importantes   sobre la democracia, su bienestar material y cultural; y sobre la proeza  histórica de echar las bases de una nueva industria  petrolera nacional, con alcance global, a partir del 1 de enero  de 1976. Sabemos  que se impuso la venganza  histórica  de unos  revolucionarios y fanáticos,  con la complacencia  de la clase política del viejo orden, que se plantearon  la destrucción de esa obra histórica  que  desplegó  Petróleos de Venezuela desde 1976 hasta 1998,  logrando ese objetivo  en las primeras décadas del tercer milenio, con la creencia de retornar artificialmente al Estado rentista, al  nacionalismo petrolero,  a las consignas anticapitalistas  y antimperialistas, cuyos resultados históricos  están a la vista: bancarrota  de la industria petrolera nacional. Lo que es cierto que el mérito  histórico  de la nacionalización de la industria petrolera y su proyección nacional y global,    corresponde  al expresidente constitucional Carlos Andrés Pérez,   hombre de estado,  un estadista en sintonía  con sus circunstancias nacionales y mundiales.

 

Dentro  de este horizonte vital, el historiador y periodista,   y editor de una  de la más prestigiosa revista del siglo  xx venezolano, La revista Resumen,  Jorge Olavarría, dejó para la  posteridad    la reflexión  política   más significativa   sobre la trascendencia   de la nacionalización petrolera, papel estelar   en la figura política  del  Presidente Constitucional  de República Carlos Andrés Pérez.  La grandeza  histórica  de un hombre de Estado, un Estadista,  que llevó  el proceso  con   responsabilidad,  con dignidad,  con serenidad, con equilibrio y equidad, con pragmatismo y sentido histórico.  Estas  fueron las palabras  de tan prestigioso historiador, Jorge Olavarría,   que se agigantan con el tiempo: Sin duda alguna el paso  más trascendente por el gobierno de Carlos Andrés Pérez ha sido la nacionalización de las industrias del hierro y del petróleo:

Hay una gran dosis de  mezquindad y hasta indiferencia al enjuiciar   los méritos  que  el  Presidente tuvo en ese proceso. No solamente  hay que olvidar que el proceso cumplió con todas y cada una de las promesas y compromisos adquiridos por él, a su propia voluntad, al someter a consulta de todos los sectores nacionales, el  paso a dar; sino que este  tuvo presidido por él con una gran nobleza, insistiendo siempre y todo momento que se trataba de un hecho circunstancial, que la evolución  general del país le había puesto  en sus manos. Quizá  esto nubla un poco el gran mérito de Carlos Andrés Pérez en este proceso. En primer lugar, hay que anotar que frente a los capitales extranjeros, lesionados por la medida, Carlos Andrés Pérez   la dosis  exacta y acertada de flexibilidad y firmeza necesarios para extraer  de la situación todas las ventajas posibles para la nación, sin malograr las  relaciones con las matrices de las concesionarias, que eran muy importantes para asegurar la continuidad  técnica, de la marcha de la industria. En segundo lugar Carlos Andrés Pérez impuso y obtuvo, la indispensable cooperación entre facciones y mentalidades disimiles en las áreas humanas de la industria y la política. Dicho en otras palabras, logró armonizar actitudes y mentalidades contrapuestas, en beneficios de todos y del país, y sin que nadie se sintiera lesionado en su dignidad o  su conciencia. Los técnicos  venezolanos, espina dorsal  del paso dado,  habían sido  vistos con recelo y hasta con hostilidad por los políticos que se ocupaban  de asuntos petroleros. Estos alegaban que los venezolanos entrenados por la industria, tenían una mentalidad  “extranjerizantes” y “entreguistas”. Por su parte  los técnicos venezolanos, resentidos por esta imagen, opinaban desfavorablemente  de los políticos y siempre mantuvieron la idea   de que el día  éstos dirigieran  la Industria Petrolera,  ésta  iniciarían  el principio de su fin  como entidad eficiente   y generadora de recursos del país. El mérito de Carlos Andrés Pérez  es  el haber eludido el enfrentamiento,  el haber respetado  las ideas y la conciencia  de ambos sectores  y el haber demostrado  que si las cosas se hacen bien los venezolanos son capaces  de armonizar sus diferencias responsablemente con resultados altamente satisfactorios. Hoy  puede decirse  que el adelanto de la revisión petrolera  y la nacionalización  del hierro,  es uno  de los éxitos  más notables  de la historia de Venezuela. Por el hecho estar   exento de  heroicidades y dramatismo, quizás pase desapercibido a muchos, aún intoxicados por la visión  heroica de la historia.  Pero en nuestros días, las batallas son así. Y  así la libró Carlos Andrés Pérez. Nada  ni nadie le arrebatará esta gloria,  que a medida que pasa el tiempo será  más y mejor  reconocida (Resumen, noviembre  de 1976, Pág. 18-19).

 

De igual modo,  menos importante  pero significativas las reflexiones del exdirigente político del PRV (RUPTURA), Experto petrolero, comandante fausto, Alí Rodríguez, sobre  la trascendencia  de la nacionalización de la industria  petrolera, sus  implicaciones,  la magnitud  de  petróleos  de Venezuela, la calidad  de sus recursos humanos  y su  rol como  negociador  en el escenario  petrolero global:

La nacionalización significó un paso históricamente, muy importante, entre muchas  razones porque, al mismo tiempo a la maximización de la renta,  el Estado asumió para sí todo el esfuerzo productivo, comprendiendo el riesgo de la exploración, además de la  explotación, transporte, refinación  y  comercialización,  dentro y fuera del país. Significó, igualmente,  un impresionante  factor  impulsión  del más poderoso capitalismo de  Estado en América Latina, dada la enorme acumulación  pública a la cual dio lugar. La nacionalización constituyó, además, la culminación victoriosa de una estrategia nacional gestada en los años treinta  que contó para tal éxito, y como condición decisiva, con el más vasto consenso nacional, ese mismo consenso  que con tanto ardor  reclamaba el entonces senador Rafael Caldera en 1975. Contó también, con poderosos aliados, en el mundo petrolero, además de condiciones políticas muy favorables. En el plano interno, ella representó el más firme paso  en el desarrollo de  una poderosa empresa pública  que hoy ostenta  el segundo puesto  en el elenco de las grandes  transnacionales petroleras, a la par  de ser  el principal factor dinamizador  de la economía nacional, tanto directa como indirectamente. Logró, al mismo tiempo,  capacitar  un nutrido  contingente humano    de primea línea  que ha sido la clave  en los éxitos obtenidos  y lo será  también  en los posibles éxitos del futuro. Y  lo último,- en orden, el contar con una empresa tan poderosa  como PDVSA,  además  sobre la propiedad nacional sobre los hidrocarburos, dota a Venezuela  con su más consistente carta de negociación  en  el escenario mundial. Sin ellas, la precariedad de nuestro país sería  más evidente en esos escenarios. Alí Rodríguez. El proceso de privatización  petrolera en Venezuela. Fondo Editorial  ALEM, Los  Teques, Estado Miranda, junio de 1997, p. 65-66).  

 

En consecuencia,  Carlos Andrés Pérez  el protagonista  de ese evento  histórico, la nacionalización  de la industria petrolera y  su trascendencia nacional  y global,  uno de los acontecimientos  políticos  más significativos del proceso histórico  venezolano, desde que apareció  el  primer homínido,   en esta tierra  de tanta magia,  misterio, riqueza humana  y material. Un evento  político  que se hizo realidad  en el marco de las instituciones democráticas y civilistas, sin  aspaviento,  sin   heroísmo, sin épica y epopeya. Se impuso   la madurez democrática y civilista de un hombre de Estado y Estadista, Carlos Andrés Pérez,  que  demostró   a la civilización Occidental   y Civilización Oriental, que una nación como Venezuela,  caribeña, atlántica,  andina y amazónica,  logró  conquistar   la soberanía sobre el  recurso primordial del país y del mundo, el petróleo, con responsabilidad,  con rectitud,  con dignidad,  con sabiduría y con  sentido común  a tono   con los tiempos, sin causar ningún tipo  trauma histórico de ninguna naturaleza. Un legado vital que perdurará  en el tiempo en  el espíritu  de los venezolanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

II

Nacionalización de la Industria Petrolera: Artículo 5

¿Nacionalización Chucuta?

¿Entreguismo?

 

Mi mentalidad fue tan clara  para el momento de la nacionalización del petróleo, que impusimos  el artículo  5 de la ley petrolera, que hizo decir  a Juan Pablo Pérez Alfonzo que era una nacionalización chucuta y a Caldera que esa no era una nacionalización  del petróleo, sino “ entrega  del petróleo”. Sin embargo, Caldera quiso quitarse el yugo del artículo 5, modificar la ley. El artículo 5 fue idea mía. No fue fácil introducirlo en la ley. Convencí de su necesidad a Rómulo Betancourt, mucha gente del partido no estaba de acuerdo, encabezados por Arturo Grisanti, quién se retiró del Congreso. Pidió permiso para  no votar la ley de la nacionalización por el artículo 5.  Eso es historia (Ramón Hernández y Roberto Giusti. Carlos Andrés Pérez: Memorias Proscritas. Los Libros del Nacional. Caracas, 2006, p. 228).

Soy partidario del artículo 5. Ahora voy a referirme  a un punto que ha sido el centro del debate en estas discusiones. Me refiero al artículo 5 de la Ley  que reserva al    Estado la Industria y el Comercio de los hidrocarburos. Ha habido real consenso parlamentario y me atrevo decir  que nacional  sobre la toma  de control  por el Estado de la  producción y comercialización del petróleo. La controversia  ha girado  en el Congreso en torno de ese artículo 5 del proyecto de ley. Voy   a decir que respaldo  a plenitud ese artículo 5, el cual estable dos posibilidades: la posibilidad  de contratos operacionales de la casa matriz que va a administrar  toda la industria, o  de contratos de asociación, que no  podría  hacerlos  el Ejecutivo sin el apoyo del Congreso,  reunidos en sesión conjunta de las dos cámaras. Esta posibilidad de asociaciones, ya que el artículo 5  no se habla  en ningún momento  de empresas mixtas, tiene cierta semejanza a esas válvulas  de  escape  que se establecieron  en la constitución de 1961 y en la Ley de Hidrocarburos de 1967 para no atar de brazos al Estado. Puede presentarse  la coyuntura  en que sea favorable y necesario  para los intereses del país un convenio de asociación. Que ese convenio  vaya significar  una nueva etapa  de entreguismo, no lo concibo, porque tengo  fe  en los venezolanos;… Honorables senadores, voy a hacer una referencia  que me parece importante. La de cómo una gran  potencia  mundial como Unión Soviética, celebró… con los representantes  del Japón y de los Estados Unidos, para asociarse  en la exploración  y después en la explotación de las reservas  del gas en Siberia. También la Unión Soviética, que ha llegado a la hora del pragmatismo, ha celebrado  acuerdos de asociación  con una de las compañías  más agresiva  del mundo  moderno, que es la Occidental, dirigida por el audaz doctor Armand  Harmer (Rómulo Betancourt. El Petróleo en Venezuela. Editorial Seix Barral. Barcelona-Caracas-México, 1978, p. 28-31)

 

Negar el significado histórico de la nacionalización de la industria petrolera, una necedad  de una generación con   un discurso nacionalista, revolucionario, anticapitalista y antimperialista, convencido  de que fue  un acto chucuto y desnacionalizador y entreguista (artículo 5). Así mismo, es  negar la riqueza ideológica y política que se desarrolló en la  nación contra el capital petrolero internacional. El resultado de esta dinámica, el nacimiento, la consolidación y el fortalecimiento del nacionalismo petrolero y, como consecuencia, la nacionalización de la industria petrolera (01/01/1976). Las concesionarias, fueron desalojadas sin el tremendismo tercermundistas a que nos tiene acostumbrados los revolucionarios.  Fue un acto trascendental que quedará en la memoria de una  nación republicana, civilista y democrática. Fue el resultado de un largo proceso de aprendizaje histórico  en la que los venezolanos conocieron a fondo la complejidad del fenómeno petrolero y su impacto en la vida nacional. En ese sentido,  la Ley de hidrocarburo de -1920; La reforma petrolera de 1943; el fifty-fifty (1948) ; la Misión al Medio Oriente (1949); la fundación de la OPEP (1960); la resolución XVI-90 (1968); la fijación unilateral de los valores de exportación (1971); la modificación del impuesto sobre la renta (1971); la reversión petrolera (1971) y la Ley del Gas (1971),  fueron pasos fundamentales que  contribuyeron hacia  un mayor  control del Estado sobre el negocio petrolero y, como consecuencia, el acto nacionalizador. De igual manera, los acontecimientos políticos y económicos a nivel internacional fueron importantes para que los países miembros de la OPEP se plantearan la necesidad de la nacionalización de la industria petrolera (1968-1975).  

 

 

 

Pues bien, la nacionalización de la industria petrolera 01/01/1976) representó  por un lado, el  inicio del fin del  Estado rentista; y por el otro, la necesidad imperiosa de transformar el Estado venezolano para asumir el reto de constituir  una industria petrolera cuyo propósito fue   abrirse  hacia el  mercado mundial petrolero sin las operadoras tradicionales. Un reto histórico, difícil y complejo. Por lo que fue vital impulsar una política petrolera para estimular la capacidad productiva de los hidrocarburos a lo largo y ancho de la geografía nacional, con resultados positivos: descubrimiento de nuevos yacimientos petroleros,  cambios en el  patrón de refinación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología a través de INTEVET que produjo un resultado vital  en el ámbito de la  inteligencia y  la energía: La orimulsión. De igual modo, el trabajo sistemático   para evaluar el potencial  de la faja petrolífera del Orinoco. En ese marco, fue posible el proceso de internacionalización y la apertura petrolera: 1983-1998. Con relación a este último aspecto, FUNDAPATRIA (1988) habló de una agenda oculta, neoliberal, tecnocrática y antinacional. Una visión  totalmente errada.    Fueron fuerzas del mercado que obligaron a petróleos de Venezuela a diversificar el negocio petrolero hacia el mercado internacional. El nivel significativo de inversiones de la empresa petrolera nacional para incrementar los hidrocarburos y la caída del precio del barril afectaron los beneficios de nuestra industria. La  caída de los precios del petróleo en el mercado y las tasas de capitalización  en el sector petrolero, sin duda alguna, afectaron  los beneficios  de  la industria. Por tanto, era vital  buscar  mercados  para   recuperar sus ganancias y continuar  con el desenvolvimiento de la industria petrolera.  En otras palabras, la internacionalización de la industria petrolera y su apertura  era  el camino para continuar   con  la expansión de la industria petrolera a escala mundial. En fin,  El estado venezolano, dueñas de sus empresas nacionales,  un estado capitalista  como cualquier empresa petrolera mundial, Petróleos de Venezuela,  con retos y desafíos  que asumió  para competir en el escenario petrolero global. De allí,  que mentalidad y praxis rentista,  en el ocaso.

 

 

 

 

Volviendo al tema de la nacionalización petrolera (01/01/1976), Ramón Rivero en su libro la OPEP y las nacionalizaciones: la renta absoluta   y el imperialismo petrolero (1977), consideró  la nacionalización un paso importante en la historia de los países miembros de la OPEP: 

 

La liberación de la renta, y más precisamente de la renta absoluta, es el verdadero contenido económico de las nacionalizaciones petroleras venezolanas y de los demás países petroleros. El cambio radical y repentino que ella implicó en la distribución internacional de la plusvalía, significó el más rudo golpe económico que haya sufrido el sistema capitalista internacional desde la crisis económica mundial de 1929;… (El imperialismo petrolero y la revolución venezolana, Tomo III. Fondo editorial Salvador de la Plaza, Caracas, 1969, 367p.)

 

Un juicio histórico  de  importancia política en el  cual  tuvo un papel estelar  el expresidente constitucional CAP. Un juicio de esta naturaleza, tiene un valor histórico de importancia política  porqué se reconoce el papel de la OPEP en la modificación del panorama económico y político internacional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, hizo alarde de una auténtica nacionalización contra el capital petrolero internacional al tomar las instalaciones de la faja petrolífera del Orinoco. No obstante, persisten las empresas mixtas, y seguramente con relación a la faja lo que se establecerá una simple asociación entre en el Estado (60%) y las operadoras extranjeras (40%). Es decir, un modelo de empresas de asociaciones contenido en el artículo 5 de la Ley Orgánica que Reserva el Estado a la Industria y el Comercio de Hidrocarburos el 1 de enero de 1975 en el gobierno de Carlos Andrés Pérez: 

Artículo 5: El Estado ejercerá las actividades señaladas en el artículo 1 de la presente ley, directamente por el ejecutivo nacional o por medio de entes de su propiedad, pudiendo celebrar los convenios operativos necesarios para la mejor realización de sus funciones sin que, en ningún caso, estas gestiones afecten la esencia misma de las actividades atribuidas. En casos especiales y cuando así convenga al interés público, el ejecutivo o los referidos entes podrán, en el ejercicio de cualquiera de las señaladas actividades, celebrar convenios de asociación con entes privados, con una participación, que garantice el control por parte del Estado y con una duración determinada. Para la celebración de tales convenios se requerirá la previa autorización de las Cámaras en sesión conjunta, dentro de las condiciones que fijen una vez que hayan dado debidamente informadas por el Ejecutivo Nacional de todas las circunstancias pertinentes (Ramón Rivas Aguilar, 1991, 136, Tomo II, Vol. 1)

En otras palabras, el control por parte del Estado del sesenta por ciento del paquete accionario de la Faja petrolífera del Orinoco y el resto para las operadoras extranjeras, no es ningún acto nacionalizador ni trascendente. En cambio, la nacionalización de la industria petrolera que se dio el 01/01/1976, el Estado asumió el control  de las exploraciones, de la explotación, de la comercialización y de la refinación sin las concesionarias petroleras internacionales, un acto soberano. Una derrota  histórica al imperialismo petrolero  internacional. Un mérito histórico en el espíritu de la figura histórica de mayor trascendencia  del siglo pasado: Carlos Andrés Pérez.

 

 

En ese orden de ideas,  el Artículo 5 contenido en la Ley Orgánica que reserva al Estado la industria   y el comercio  de los hidrocarburos, fue de   importancia vital para el porvenir petrolero de la nación,  por cuanto por un lado, evitó  un conflicto histórico    innecesario   con las  compañías  petroleras extranjeras,  desalojadas mediante el acto nacionalizador. No era necesario. Todo lo contrario, era vital asociarse con ellas para enfrentar los retos más complejos  que demandaría el mundo  petrolero   en un futuro no muy lejano. Por otro lado, sin ese artículo,  cuán difícil  para el país  abrir los caminos de las empresas mixtas, con una  carga  ideológica de una clase política, derrotada históricamente, cautivada por el nacionalismo petrolero. Un debate  nacional  sobre  esa posibilidad histórica, hubiere constituido  un desastre político  para la nación. Y, finalmente un camino  para Petróleos de Venezuela (PDVSA)  proyectarse más allá de    las fronteras nacionales   hacia  el mundo  petrolero global.

 

 

Por esto, el  Artículo 5 fue concebido  con mucha  humildad, sensatez, madurez, audacia, pragmatismo  y sentido de futuro. Pues, bien,  fue CAP el autor y el inspirador  de ese artículo 5, el mecanismo institucional que contribuyó hacer de Venezuela  Una potencia petrolera de alcance global.

 

 

 

 

 

 

 

III

Nacionalización de la industria petrolera (1976-1998)

Perspectiva nacional y global

             

Se trata  de examinar en perspectiva histórica  la proyección de la nacionalización de la industria petrolera en la vida nacional e internacional. Un intento por discernir desde el ahora aquel proceso nacionalizador que abrió la senda hacia una era histórica que transformaría al país  en el ámbito de una nueva dinámica planetaria: el fin de las  revoluciones comunistas, socialistas y estatistas. Asimismo, la expansión de la democracia y el libre mercado. Un momento histórico en el que Venezuela, como país petrolero, iría más allá de las fronteras nacionales mediante el proceso de  internacionalización y de apertura petrolera. Es decir, Venezuela  parte vital del engranaje geo energético planetario y, como consecuencia, la posibilidad  de convertirnos en una  sociedad más libre sin el peso agobiante del intervencionismo y abierto  al proceso de globalización. Lamentablemente, la clase política no tuvo el olfato intelectual para comprender la  modernización de las estructuras del Estado y así estar en sintonía con una gigantesca transformación que se estaba desplegando en el mundo global.

Asimismo, la experiencia vital desde 1949 que estuvo impregnada del oro negro. Una relación personal con las comunidades petroleras, en el estado Zulia, que percibió a través de los sentidos aquel mundo fascinante y cautivante que provocaba el oro negro. De igual modo, cómo esas percepciones sensibles fueron transformadas por los recuerdos y la imaginación al ingresar como estudiante y catedrático en la ULA. Una relación vital con el fascinante y cautivante mundo del oro y su vínculo con la nacionalización de la industria petrolera  y su significado en el tiempo.

Vida, petróleo y memoria

Las primeras imágenes de esta fuente de energía tan importante para el planeta, las percibí en el Estado Zulia. Mi padre Andrés Rivas, trujillano, desde muy joven ingresó a las compañías petroleras (Shell). Desde Casigua recorrió la geografía petrolera zuliana: primero como maestro, y luego como oficinista y jefe de  relaciones industriales (1939-1972). Lo que explica mi presencia  en  esa bella geografía de mechurríos, de  oleoductos, de  balancines, de refinerías y de  tanques que almacenaban gas, de lanchas y tanqueros;  de petróleo en las charcas, en las lagunas,  en las orillas de los caminos y carreteras y, por supuesto, en el lago.

En ese ambiente histórico- cotidiano se empapó en mi conciencia rural y bucólica de esta tecnología, compleja y mágica como lo narraría Ramón Días Sánchez en su novelística petrolera. Todo era petróleo. Nos  embriagábamos con su fuego, con su bullicio y su olor penetrante. Recuerdo como hoy,  aquellas noches que disfrutábamos el canto   melodioso de las pequeñas ranas, esparcidas entre el oro negro. Asimismo, mi padre, en los atardeceres zulianos, nos paseaba a orilla de la laguna de San Lorenzo, reflejándose en nuestros rostros el resplandor lumínico de la vieja refinería que se desplazaba por las aguas del lago hasta confundirse  con el radiante astro solar.  Desde esa perspectiva primitiva y fenomenológica, se configuró en mi ánima esa paradoja rural y minera que sigue jugando un papel esencial en el destino de nuestra nación. Esa experiencia vital que se almacenó en la memoria,  se  transformó   en una compresión teórica y política cuando ingresé  a ULA, por los años setenta. Como profesor  de economía Política, en la Escuela de historia,  de la Facultad de Humanidades  y Educación, introduje su estudio en forma sistemática en la vieja Facultad de Humanidades y Educación, a partir de 1979. Sin duda alguna, el seminario El petróleo en la vida del venezolano, dirigido por el profesor y maestro José Manuel Briceño Monzillo, fue de vital importancia para el conocimiento sobre el tema petrolero.

Desde la Cátedra de Economía Política, en la vieja y nueva facultad de humanidades, se impulsó un conjunto de investigaciones sobre el petróleo tanto nacional como regional. Así, como también,  la literatura se convirtió  en una fuente fundamental para la reconstrucción de los procesos históricos petroleros a lo largo y ancho de la geografía venezolana. La  teoría de la renta fue el norte teórico para formular  hipótesis que permitirían  interpretar  el petróleo desde otras miradas.  Su legitimidad académica, como muy bien lo  indica  en el extraordinario ensayo de Fabio Maldonado Veloza, ya comentado en páginas anteriores.

 

 

 

La década de los setenta, fue una década fructífera para la discusión de los temas petroleros más complejos que se desplegaron en esos años. En efecto, la crisis energética (1973); el embargo árabe-Israelí (1974), la nacionalización de la industria petrolera  y el  destino  del ingreso fiscal en la vida nacional, fueron aspectos esenciales que animaron  la discusión  en esos días cuando  el planeta iniciaba  el proceso  de la globalización,   como resultado de  la expansión de las comunicaciones y su impacto en las próximas décadas, cambiarían  de manera radical el rumbo histórico de la civilización Occidental y la Oriental. Sin percatarnos que en el momento que estábamos  viviendo  el glorioso  acto de la nacionalización de la industria  del petróleo,  germinaba ante nuestros ojos  el fin de la utopía  y la expansión  de la democracia  y el libre mercado. Se estaba cimentando una gigantesca red mercantil en el planeta  que, en perspectiva, modificaría el comportamiento de los estados nacionales y todos sus  componentes ideológicos.    

La década de los ochenta, la década que significó cambios muy importantes en la vida petrolera nacional. La nacionalización de la industria petrolera desde el punto de vista teórico y político puso fin al nacionalismo que se había constituido por unas cuantas décadas. Se dio inicio a una nueva era en que PDVSA se  proyectó en el interior del país y en  el mundo internacional. Fue el auge del pensamiento liberal y de las nuevas maneras de enfocar los fenómenos históricos nacionales.

La década de los noventa, la época en que se inició  la apertura petrolera. Se desató una  interesante polémica entre el fantasma del nacionalismo rentista y estatista y las fuerzas liberales en torno al destino de nuestra industria en el marco de la interdependencia y la globalización planetaria.  

Pues bien, después de este relato de experiencias y reflexiones en torno al petróleo y su conexión en la vida nacional y mundial, corresponde resaltar la importancia de la nacionalización de la industria petrolera en la vida del país y en las relaciones internacionales.

 

 

 

 

En ese marco, un 1º de enero de 1976, el Presidente Constitucional, Carlos Andrés Pérez izó la bandera en la región de Cabimas, en un lugar histórico, llamado La Rosa (El barroso). Fue el fin de un  ciclo histórico de luchas y negociaciones entre el Estado propietario y las concesionarias extranjeras petroleras. Esas luchas y negociaciones estuvieron imbuidas de aciertos y  de limitaciones. Fue un desafío histórico para el Estado venezolano asumir el control de la industria petrolera que tendría repercusiones significativas en la vida económica y social de la nación y del mundo internacional. Lo difícil que fue para el  Estado venezolano trazar  una estrategia petrolera  en el ámbito  de  nuevo periodo histórico que se iniciaría a partir del 1º de enero de 1976. Ante de responder sobre ese aspecto de tan  importancia para el porvenir de la industria petrolera nacionalizada y su  influjo en la vida del país, se debería preguntar en qué estado se encuentra hoy la industria petrolera y cuál es el panorama energético en el proceso de globalización. Hoy la prensa nacional, la prensa regional y la prensa internacional en sus diversos artículos y ensayos sobre el tema, afirman contundentemente que la industria petrolera del país ha colapsado estructuralmente sin ningún horizonte. Para no ir tan lejos, el economista y experto petrolero Rafael Quiroz, profesor universitario de la UCV, describe con detalle los signos negativos que caracterizan a la actual industria petrolera del país:

La situación es bastante preocupante y es la más grave que haya vivido la industria petrolera y PDVSA durante toda su historia. En principio porque PDVSA acumula una deuda consolidada que sobrepasa los 141 mil millones de dólares y se viene notando una importante baja en la producción petrolera en los últimos diez meses, que ya se encuentra por debajo de los 2.400.000 de barriles diarios. Esto es grave, sobre todo en momentos en que tenemos precios bajos. Por otra parte, tiene una nómina de 145.000 empleados y un consumo interno en 665.000 barriles diarios. Las exportaciones petroleras están llegando a unos 1.700.000 barriles. Aparte de eso está distraída en labores y tareas que no le son propias. El precio promedio anual de cesta petrolera venezolana está en 24,45 $, muy bajo si tomamos en cuenta que el costo de producción del barril está alrededor de 22 dólares. Lo que quiere decir que hay un margen de ganancias de 2.45 dólares (La Razón, Caracas 21 de febrero 2016, año XXI, nº 1102, p. A-8.).

 

De igual manera, el experto  petrolero, ingeniero Diego González, uno  de los  estudiosos de los temas petroleros venezolano, en estas  últimas décadas, en su  prestigioso Blog titulado Barriles de Papel,  describe  el deterioro histórico  de la industria  petrolera.    

Es  grave la situación que vive  la industria petrolera del país. Con el agravante de que el mundo petrolero mundial se ha complejizado y se ha diversificado de tal forma que sería difícil recuperar satisfactoriamente la industria  en los próximos años. La situación, se complica aún más, con el advenimiento de un  paradigma energético en el que se vislumbra el fin de la era del petróleo ¿Acaso fue un fracaso el proceso de nacionalización de la industria petrolera? ¿Lo fue realmente? Para responder estas interrogantes surgen otras interrogantes ¿En qué estado quedó la industria petrolera al ser nacionalizada? Sí. En efecto, las compañías petroleras  dejaron la industria  en una situación crítica que dio  la sensación de un futuro incierto del petróleo venezolano.

Una situación  que se revela con las siguientes características:

1)      Con pocas reservas (18.000.000 barriles)

2)      Una producción baja (2.500.000 barriles)

3)      Una cantidad de refinerías obsoletas

4)      Sin industria petroquímica

5)      Sin orimulsión

6)      Sin capacidad de comercialización

7)      Sin capacidad de investigación y tecnología

 

Ante esta compleja situación, el Estado promovió una política petrolera para modernizar la industria  y así ponerla  en sintonía con los retos y desafíos que demandaba la nación  y el mundo.  Fue exitosa por más de veintidós años. Es decir, entre 1976 y 1998 con sus aciertos y sus errores la industria petrolera del país se recuperó y se convirtió en una corporación de energía. Una de las más poderosas empresas petroleras del planeta. Sus resultados están a la vista:

1)      Aumento de la capacidad de petróleo y gas

2)      Transformación de las refinerías del país

3)      Diversificación y comercialización a nivel internacional

4)      Desarrollo de la petroquímica

5)      Orimulsión más carbón

6)      Sistema de almacenaje y sistema de transporte

7)      Desarrollo de ciencia y tecnología (INTEVEP)

No obstante, a lo largo de esos veintidós años, una izquierda universitaria cuestionó de forma sistemática esa política petrolera que se desarrolló en esos años en manos, según ellos, de una casta tecnocrática y neoliberal al servicio del capitalismo global. Para esa izquierda universitaria, PDVSA, una empresa capitalista, propiedad del Estado, se convirtió en un “Estado dentro del Estado”. Según la apreciación de esos intelectuales universitarios, PDVSA estaba desplazando al Estado rentista y transformándose en un agente al servicio del imperialismo mundial. Consideraron que la internacionalización y la apertura petrolera, que se configuró en esas décadas, fue una estrategia de las grandes corporaciones para destruir al Estado rentista.

Por tanto, la propuesta era desmantelar la industria petrolera, en manos de las grandes corporaciones internacionales, en un nuevo gobierno de carácter nacionalista y revolucionario.

En efecto, el gobierno bolivariano y revolucionario, desde 1999, se planteó demoler la estructura compleja de PDVSA y someterla férreamente al Estado con el propósito de maximizar la renta e impulsar una estrategia económica nacional de carácter socialista. Al mismo tiempo, propiciar un contexto geopolítico mediante alianzas estratégicas con múltiples  naciones  y así crear  un entorno multipolar  como contra peso  al imperialismo norteamericano. 

 

Lo que se puede apreciar, es que cometieron un gran grave error en perspectiva. Sus asesores economistas y expertos petroleros, académicos de las distintas universidades del país,  convencieron al liderazgo político bolivariano de que los precios del petróleo en el mercado mundial se  mantendrían altos, por unas cuantas décadas. Lo que le permitiría al gobierno bolivariano  cumplir  con sus propósitos socialistas y anticapitalista. Se equivocaron los profetas y la falsa arrogancia de unos asesores. Despreciaron la ciencia y la tecnología. Asimismo, no comprendieron que el mercado petrolero mundial se  diversificó,  rompiendo con la vieja política de la OPEP del control de producción para preservar artificialmente el precio del barril el mercado mundial. De igual modo, esos genios de la política petrolera del gobierno nacional, no tuvieron la menor idea  de la  revolución energética  que se estaba produciendo en los Estados Unidos.

 

Al mismo tiempo, Arabia Saudí dio a conocer al mundo su proyecto (Arabia Saudí-visión 2030,2015) con la finalidad de iniciar la era post-petrolera. No deja de ser interesante, la Encíclica  que presentó El Papa Francisco, en el cual le recuerda a los mortales de este planeta, que es ineludible la construcción de un mundo ecológico para salvar la vida, acá en la tierra. Sólo un venezolano, un ingeniero petrolero, Arturo Hidalgo, captó desde los años cuarenta lo que iba a pasar en Norteamérica con la explotación de la lutita, una revolución energética que ha desconcertado al planeta tierra. Así, después de 46 años de haberse nacionalizado la industria petrolera, hoy presenciamos  una industria colapsada, estructuralmente.

 

De allí, pues, que el futuro petrolero de Venezuela es incierto ¿Hay Salida? Por su puesto, la hay. Transformar radicalmente desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo la industria petrolera nacional para competir en el complejo mercado petrolero mundial. Convertirse de nuevo en una empresa capitalista para aumentar la capacidad productiva del petróleo, aguas arriba y aguas abajo y conectada a la vida económica del país. Al mismo tiempo, colocarse a tono con el  panorama energético que se avecina. Prepararse históricamente para el tránsito de la Venezuela de los viejos fósiles hacia una Venezuela cuyas fuentes de energía dependerán del conocimiento y del saber. Ello, Solo es posible  en el marco de un proceso privatizador en la que el Estado se erija  en el agente impulsador  de cambios institucionales para promover  el espíritu  de empresarialidad de los venezolanos y de quienes tenga interés de cualquier rincón de la geografía planetaria en traer ciencia y tecnología y capital  a esta geografía.

Así, pues, el legado  histórico de la nacionalización  de la industria petrolera  descansa en el hecho  de que  una generación de venezolanos fue capaz de erigir una gigantesca corporación de energía  con una proyección significativa en el mercado mundial  petrolero. Una hazaña histórica que debe  engrandecer  el espíritu  de una nación que ha dado muestra de grandeza al planeta.  La  conciencia histórica  para recordar y preservar los hitos más importantes que marcaron la vida del país a partir del proceso nacionalizador con  la misión de mirar hacia un futuro.  Así, las nuevas generaciones con responsabilidad política para conducir el país hacia un horizonte vital  en correspondencia  con las inmensas transformaciones que se están gestando en el seno de la globalización. En ese sentido, es importante  la siguiente reflexión del Expresidente Carlos Andrés Pérez, en la que resaltó  la importancia  de aquellos  ilustres hombres  que   hicieron posible que él izara la bandera  en Cabimas, el 1 de enero de 1976: 

Culmina un proceso histórico. Comienza una nueva lucha. La nacionalización de la industria petrolera  constituye la culminación de un proceso histórico en Venezuela. Este es el momento  para rendir homenaje  sin egoísmo histórico  a todos los ilustres  venezolanos  que hicieron posible que hoy el petróleo sea totalmente nuestro. El momento de recordar  los pequeños pasos y grandes que dieron lugar a  la decisión nacionalista y definitiva  de hoy (Carlos Andrés Pérez, 1-1-1976).

 

 

 

 

 

No habrá vuelta atrás, como dirá elegantemente el pensador de  Guadarrama, al señalar a las generaciones venideras esta reflexión:

Más no hay evasión posible. El hombre no puede  volver a ninguna edad zaguera. Está consignado, quiera o no, a un futuro  que es siempre, en efecto, nuevo, distinto, llamémosle no progreso. A pesar de lo vieja  que es nuestra especie y de que heredamos todo el pretérito, la vida es siempre nueva  y cada generación se ve obligada  a estrenar  el vivir, casi, como si nadie lo hubiese practicado antes (Ortega y Gasset, 1986, p. 89)

 

Don José Ortega y Gasset  ve en el  ánima de  una generación   el  reto histórico  de revelar  al país una sociedad libertaria en sintonía con las más significativas tendencias globales  que se están   suscitando  en la historia universal. De pie jóvenes para  entrarle  con  fe, pasión e inteligencia y conciencia histórica   a la más  esplendorosa  civilización  que se haya configurado en la humanidad. Este nuevo orden civilizatorio, privilegia  la libertad individual como el fundamento de la riqueza material  y cultural de las naciones.  El saber  es su medio  para  crear  e innovar  estructuras sociales, políticas y  espirituales de carácter libertario, civilista, de libre mercado, federativo, ecológico  y cultural  en correspondencia con un mapa energético que dependerá de la inteligencia; más  no de  los sótanos  de la naturaleza. No hay evasión posible.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

IV

 

Petróleos de Venezuela (PDVSA), Intevet y Geopolítica del  Orimulsión

 

La orimulsión, producto de la inteligencia venezolana. Un factor competidor  nada agradable  a las gigantes corporaciones de petróleo y gas. Por lo tanto, había  que descartar   por cualquier  medio  una fórmula de tal naturaleza  que perjudicaría  los intereses de las empresas de carbón y las petroleras extranjeras. Para estas  empresas,   la orimulsión  un agente  contaminante y perjudicial  al medio ambiente. Los expertos petroleros del país  demostraron cuán simplista  era tal afirmación  contra la orimulsión. En todo caso,  el petróleo y el carbón  tienen  mayores  efectos nocivos al entorno natural y social.

Sin embargo, Bernard Mommer,  miembro  del gabinete oficial de Petróleos de Venezuela, en el Gobierno  bolivariano y revolucionario, presidido por  el Presidente Constitucional Hugo Rafael Chávez, en su libro  Orimulsión: un mito que no beneficiaría para a la nación, impuso el espíritu rentista y fiscalista. Una visión neofisiocrática  (Fabio Maldonado Veloza, 2015).  Lo vital  era extraer  el máximo de renta  a cada  barril producido. El negocio  era extraer  renta, nada más. Una negación a la tarea desarrollada por INTEVET, un centro de investigación de Petróleos de Venezuela (PDVSA), en el campo de la ciencia  y la tecnología. Una fórmula que fue desechada  de la política petrolera nacional rentista y estatista a partir de 1999.

Ahora bien, cual  es la raíz histórica  de  la mentalidad y la praxis rentista y su desprecio por la ciencia  y por la tecnología. Un poco de historia.

Todo comenzó en los años setenta. El PRV (Ruptura), bajo la dirección política del legendario guerrillero Douglas Bravo, impulsó  un debate político e intelectual  con la finalidad de promover un nuevo enfoque teórico para examinar  la cuestión petrolera   en Venezuela.  Hasta ese entonces, el pensamiento petrolero nacional, estuvo bajo la impronta  de la figura estelar  de la literatura venezolana Arturo Uslar Pietri. Dentro de ese horizonte,  nació en  el  seno del PRV  una nueva manera de analizar el  origen y el destino del petróleo en Venezuela: la teoría de la renta del suelo,  en la que jugó un papel estelar el  matemático Bernard Mommer. El fruto de ese debate intelectual,  la génesis de una política editorial y una literatura histórica  sobre la cuestión petrolera que se proyectó a lo  largo de la geografía  nacional tanto en el mundo político como en el Académico. Una teoría  y una praxis revolucionaria  para  destruir la democracia y el capitalismo dependentista y construir las bases  de un socialismo   no rentístico con tecnologías  precolombinas  y tercermundistas. Un desprecio total contra la ciencia y la tecnología de la civilización occidental.

Lo irónico del proceso petrolero venezolano,  es que la nacionalización de la industria petrolera nacional, el 1 de enero de 1976, representó el inicio del fin del Estado  y del capitalismo rentista, del nacionalismo petrolero,  de sus  consignas  revolucionarias y patrióticas anticapitalistas y antimperialistas.  Es decir,   la muerte de la teoría de la renta del suelo  con todas  sus  notas  y características políticas e ideológicas. A su vez,   la génesis y  trascendencia  de una nueva forma de abordar   la cuestión petrolera desde una visión   capitalista  y empresarial,  en la que  la ciencia y la tecnología jugarían  un rol  vital para mejorar  la calidad  del petróleo en sus diversas fases: exploración, producción, refinación y comercialización. De allí,  tantas patentes y el reconocimiento  a hombres y mujeres,  en los laboratorios, experimentando con espíritu  científico y tecnológico del oro negro. Petróleos de Venezuela,  una empresa capitalista, en manos del Estado, que producía y vendía petróleo  en el complejo petrolero mundial. Por supuesto,   los teóricos  del rentismo,  no comprendieron la complejidad de la nueva  industria petrolera  que surgiría   a partir  del 1 de enero de 1976.

Petróleos de Venezuela, como una corporación de energía, con ciencia y tecnología, transformaría  la geografía  económica  del país  y ocuparía un lugar prominente   en el mundo  global con la internacionalización y apertura petrolera. Esto generó confusión y desconcierto  en unas cuantas generaciones  que nutrieron su vida política, intelectual  y académica   con el nacionalismo  petrolero. Quedaron anclados  el 1 de enero  de 1976. Un paso inútil  restituir  artificialmente el  Estado  rentista y su nacionalismo petrolero en la era  del chavismo. Craso error.

En esa mirada  histórica (1975-1998),  Petróleos de Venezuela,  con la creación  de Intevet propició el desarrollo  de la ciencia y la tecnología  para expandirse en el mundo complejo del petróleo. En ese contexto-histórico científico y tecnológico, nació la fórmula de la orimulsión. La orimulsión, abriría el camino para mirar  desde  otro   horizonte la relación Estado, petróleo y sociedad. Desde esa opción, una  posibilidad  de obtener ingresos petroleros de origen no rentístico. Se trataba de concebir  en el  porvenir   el paso  de una  economía del subsuelo a una economía del conocimiento donde el  petróleo  tendría unas dimensiones no convencionales: una singularidad. Un hibrido, producto de la naturaleza y el conocimiento.

Por ello, la clase política nacional con sus creencias nacionalistas, estatistas y rentistas, no entendió la importancia histórica de la nacionalización de la industria petrolera, el desarrollo de la ciencia  y la tecnología  y sus implicaciones en el país y  el mundo. No obstante,  la venganza histórica prevaleció en su espíritu  para esperar el momento y así iniciar la confrontación política e ideológica contra petróleos de Venezuela. La década de los ochenta y los noventa, las décadas para el retorno al “nacionalismo petrolero”.  Forjaron  una matriz de opinión: Petróleos de Venezuela,  un Estado dentro del Estado;  Unas minorías de tecnócratas  y neoliberales  al servicio  de los imperios del petróleo. Una conspiración histórica de políticos, intelectuales, académicos  en  contra de Petróleos de Venezuela. Conocemos la historia y sus consecuencias   de este  clima intelectual  contra la política petrolera  de la cuarta República. Entre  1999  y 2019, la industria petrolera nacional en total bancarrota. Colapso estructural. Hoy, una Venezuela que dejó de ser  un país petrolero  y sin ninguna importancia  geopolítica  en el mercado petrolero mundial. En ese escenario tan lamentable  y desastroso,  fue excluida  la orimulsión.

Una decisión histórica,  nefasta y errada,  para un país  que hubiese  conquistado  un lugar importante  en el  escenario  geopolítico   de las energías,  con su  fórmula  la Orimulsión. Un competidor  contra  las compañías de carbón y petróleo  sin ninguna simpatía  por ese invento  criollo que, sin duda alguna, transformaría la matriz  energética global,  en palabras  del ingeniero  eléctrico, Víctor Poleo. Así, Víctor Poleo, un hombre de la izquierda marxista, escribió  el ensayo  más  inteligente y  más  lúcido   contra   los graves  errores   que derivaron de la abolición de la Orimulsión. Una argumentación sólida,  desmontando  uno  a uno   las razones que  expuso  Bernard Mommer   para justificar    la salida de la orimulsión  de la política  petrolera  del gobierno  del chavismo. Razones políticas,  técnicas,  fiscales y   económicas  para demoler  cada  una de las premisas    que  utilizó Bernard  Mommer para  prescindir de   la orimulsión.  Un artículo demoledor, titulado: “Orimulsión y el cambio  de la matriz de  energía  en el siglo XXI” (Venergía. 23 de mayo del 2008).

Este artículo, comienza con una nota contundente: “Sin mediar explicación  convincente  ni debate político endógeno, el Campo Faja del Orinoco ha sido  marcado por el capital energético  global como un yacimiento para producir gasolinas  y ya no  para  producir también orimulsión, combustible  termo-eléctrico.”

Una decisión  favorable  a las grandes petroleras donde su interés vital es producir gasolina. Ahora bien, en  que consiste  esa fórmula  que  rechazaron   las petroleras.    

Es un novel combustible  termo-eléctrico  logrado en Venezuela   durante la década  de los ochenta  y con base  en una  emulsión  invertida de 70%y-o crudos Extra pesados, del  campo Faja del Orinoco, con 30 % de agua. Un producto todo venezolano (tecnológico) y solo venezolano (materia primas). Con unas reservas gigantescas  de crudos Extra pesados, esa fórmula   convertiría  a la Faja  Campo Orinoco, en el  almacén mundial de electricidad  o de gasolineras” (2008).

 

Un dilema histórico de carácter geopolítico. No cabe la menor duda, que la Orimulsión  sería  una de las fuentes  más importantes del mundo   para alimentarla de energía  a tono  con las normas de control sobre el medio ambiente. Una fórmula competitiva  en el vasto mercado de fuentes alternas de energía. Nada de unicidad  de energía,  en la mirada  de las corporaciones petroleras del mundo. No. Variedad y pluralidad de la riqueza en el mundo de las energías.  Un peligro   a la geopolítica  del petróleo  y el carbón. Por lo que  era vital, según Víctor Poleo:

Un veto temprano  a la Orimulsión es decir  sin que los intereses mediatos  y futuros de los capitales  del carbón y  del gas  termo-eléctrico, todos ellos un mismo del capital  energético global  y el cual,  en jaque doble, salvaguarda  ahí el Orinoco para sus gasolinas.

El Orinoco una perla única y exclusiva para las gasolineras. Nada de la electrificación del Orinoco: un componente vital que hubiere suministrado  de energía   con  esa fórmula a  un 50%  de las naciones. Por otro lado, en términos  de costos y precios  un producto  competitivo  en el mercado de carbón y petróleo, en el análisis  del artículo de Víctor Poleo. No se trataba  simplemente de un problema  de comparación entre la rentabilidad y la fiscalidad,  tal como lo planteara Bernad Mommer. Era un problema de valoración  de una fórmula que sería parte de la dinámica compleja de las energías en el mundo. En el juego de las energías, en el marco  de la competitividad,  las naciones tendrían    opciones para escoger libremente su fuente de energía   que resultara de mayor calidad   para su  bienestar, con menos efectos negativos  en el entorno  natural. En fin, se impuso  la geopolítica  del petróleo,  contra la geopolítica de la Orimulsión,  por lo que la Faja del Campo  del Orinoco, un reservorio natural para las gasolineras,  en la visión de Víctor Poleo. Es lo mejor  que se ha escrito  en defensa de la Orimulsión contra  quienes desviaron sus acciones   hacia  el rentismo y el   fiscalismo,  para hacer  del Campo  de la Faja del Orinoco  un reservorio para las gasolineras. Craso error histórico. Imperó en esa generación nacionalista, revolucionaria, antimperialista y anticapitalista la obsesión rentista con las consecuencias que ya se conocen: la destrucción  de Venezuela,  como país petrolero,  sin  una presencia de importancia  en la geopolítica   del petróleo y el gas  en el escenario mundial. Hoy, la Orimulsión, invento de la  inteligencia venezolana,  ocuparía un lugar preponderante en el mundo global, en un contexto de múltiples posibilidad de distintas formas de energías para alimentar  el desarrollo  material y cultural de las naciones. El desprecio  por la ciencia y la tecnología, en esas minorías de estatistas y rentistas en el ocaso.

A pesar  de estas circunstancias tan lamentables y dolorosas, no  quita  mérito  histórico  a la figura política de Carlos Andrés Pérez, quien jugó un papel estelar en la conducción de la nacionalización de la industria petrolera (1-1-1976), de la constitución de Petróleos de Venezuela (PDVSA, 1975)  y de la creación del Instituto tecnológico venezolano del  petróleo (Intevet, 1976). Pasos fundamentales  que dieron inicio  a una nueva  era  histórica con implicaciones fundamentales  en la  vida nacional y  global  a lo largo del tiempo (1975-1998). Una de esos cambios importantes, el proyecto de la Orimulsión.

 

 

 

 


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