Vida, Petróleo y Memoria

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Vida, petróleo y memoria

Ramón Rivas Aguilar

 

Las primeras imágenes de esta fuente de energía tan importante para el planeta, las percibí en el Estado Zulia. Mi padre Andrés Rivas, trujillano, desde muy joven ingresó a las compañías petroleras (Shell). Desde Casigua recorrió la geografía petrolera zuliana: primero como maestro, y luego como oficinista y jefe de  relaciones industriales (1939-1972). Lo que explica mi presencia  en  esa bella geografía de mechurríos, de  oleoductos, de  balancines, de refinerías y de  tanques que almacenaban gas, de lanchas y tanqueros;  de petróleo en las charcas, en las lagunas,  en las orillas de los caminos y carreteras y, por supuesto, en el lago. 

 

En ese ambiente histórico- cotidiano se empapó en mi conciencia rural y bucólica de esta tecnología, compleja y mágica como lo narraría Ramón Días Sánchez en su novelística petrolera. Todo era petróleo. Nos  embriagábamos con su fuego, con su bullicio y su olor penetrante. Recuerdo como hoy,  aquellas noches que disfrutábamos el canto   melodioso de las pequeñas ranas, esparcidas entre el oro negro. Asimismo, mi padre, en los atardeceres zulianos, nos paseaba a orilla de la laguna de San Lorenzo, reflejándose en nuestros rostros el resplandor lumínico de la vieja refinería que se desplazaba por las aguas del lago hasta confundirse  con el radiante astro solar.  Desde esa perspectiva primitiva y fenomenológica, se configuró en mi ánima esa paradoja rural y minera que sigue jugando un papel esencial en el destino de nuestra nación. Esa experiencia vital que se almacenó en la memoria,  se  transformó   en una compresión teórica y política cuando ingresé  a ULA, por los años setenta. Como profesor  de economía Política, en la Escuela de historia,  de la Facultad de Humanidades  y Educación, introduje su estudio en forma sistemática en la vieja Facultad de Humanidades y Educación, a partir de 1979. Sin duda alguna, el seminario El petróleo en la vida del venezolano, dirigido por el profesor y maestro José Manuel Briceño Monzillo, fue de vital importancia para el conocimiento sobre el tema petrolero.

 

Desde la Cátedra de Economía Política, en la vieja y nueva facultad de humanidades, se impulsó un conjunto de investigaciones sobre el petróleo tanto nacional como regional. Así, como también,  la literatura se convirtió  en una fuente fundamental para la reconstrucción de los procesos históricos petroleros a lo largo y ancho de la geografía venezolana. La  teoría de la renta fue el norte teórico para formular  hipótesis que permitirían  interpretar  el petróleo desde otras miradas.  Su legitimidad académica, como muy bien lo  indica  en el extraordinario ensayo de Fabio Maldonado Veloza, ya comentado en páginas anteriores.

 

 

La década de los setenta, fue una década fructífera para la discusión de los temas petroleros más complejos que se desplegaron en esos años. En efecto, la crisis energética (1973); el embargo árabe-Israelí (1974), la nacionalización de la industria petrolera  y el  destino  del ingreso fiscal en la vida nacional, fueron aspectos esenciales que animaron  la discusión  en esos días cuando  el planeta iniciaba  el proceso  de la globalización,   como resultado de  la expansión de las comunicaciones y su impacto en las próximas décadas, cambiarían  de manera radical el rumbo histórico de la civilización Occidental y la Oriental. Sin percatarnos que en el momento que estábamos  viviendo  el glorioso  acto de la nacionalización de la industria  del petróleo,  germinaba ante nuestros ojos  el fin de la utopía  y la expansión  de la democracia  y el libre mercado. Se estaba cimentando una gigantesca red mercantil en el planeta  que, en perspectiva, modificaría el comportamiento de los estados nacionales y todos sus  componentes ideológicos.    

 

La década de los ochenta, la década que significó cambios muy importantes en la vida petrolera nacional. La nacionalización de la industria petrolera desde el punto de vista teórico y político puso fin al nacionalismo que se había constituido por unas cuantas décadas. Se dio inicio a una nueva era en que PDVSA se  proyectó en el interior del país y en  el mundo internacional. Fue el auge del pensamiento liberal y de las nuevas maneras de enfocar los fenómenos históricos nacionales.

 

La década de los noventa, la época en que se inició  la apertura petrolera. Se desató una  interesante polémica entre el fantasma del nacionalismo rentista y estatista y las fuerzas liberales en torno al destino de nuestra industria en el marco de la interdependencia y la globalización planetaria.  

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