24 de noviembre de 1948: Revolución Vs. Contra-revolución (Democracia versus Militarismo y Bolivarianismo

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24 de noviembre de 1948: Revolución Vs. Contra-revolución
(Democracia versus  Militarismo y Bolivarianismo)
                       Ramón Rivas Aguilar

El 24 de noviembre de 1948, un golpe militar  desalojó del poder al Presidente Constitucional Don Rómulo Gallegos, quién había fuera  escogido  libremente por los venezolanos mediante  el voto directo, secreto y universal. Por vez  primera, en la historia de Venezuela, hombres y mujeres, mayores de 18 años, participaron en una contienda civilista, entre opciones y preferencias electorales, para  escoger libremente  sin imposición e intimidación al Presidente de República  y los demás representante ante los poderes públicos nacionales. Un hito histórico que marcó el nacimiento de la democracia en Venezuela. Sí. El 18 de 0ctubre de 1945,  una revolución política  que eliminó  a    una élite política y militar  de origen personalista,  militarista  y bolivariana, que había manejado el poder por más de 45 años. El nacimiento de la democracia   a partir de  tan importante evento político,  significó    un cambio estructural, un cambio discontinuó en torno  al fin  de  una forma de ejercer el poder   de gobernantes y gobernados  con el sello personalista, por un lado. Y   por el otro,  el nacimiento de  una forma de ejercer el poder,  entre gobernantes y gobernados, con el sello civilista y democrático.  Ese  proceso  histórico, novedoso y creativo,  promovió  la democratización de la sociedad venezolana  tanto en la vida política, material, social  y cultural. Por lo que Estado, democracia  y desarrollo  económico  y social,    una mutua inmanente,   que favoreció     a la gente, a los ciudadanos, al hombre de carne  y hueso,  que habían sido   excluidos históricamente  por    más de un siglo. Empequeñecer EL Estado   para  enriquecer  a la nación,  una de las frases históricas  que Don Rómulo Betancourt, pronunciara en sus giras políticas en aquellos años de tanto entusiasmo y esperanza. Una revolución. Sí. Una revolución en  las distintas esferas de la vida nacional. La más importante  que cambió  el destino vital del porvenir de Venezuela: la génesis de la democracia  y  proyección en el devenir. Es decir,  la muerte del mandatarismo  y la significación histórica del   poder civil  en el porvenir de Venezuela.
Una revolución política  que   reveló  el poder    de las masas  en  la provincia de Venezuela. En ese sentido,   en sintonía  con el signo histórico  de mayor relieve del mundo político del siglo XX planetario: el ascenso de los partidos  de masas    a lo largo y ancho  de la geografía mundial. En  la era industrial,  del maquinismo,  del urbanismo, que se desplegó a escala universal,  es que se puede comprender   una de las dimensiones  de mayor alcance del 18 de 0ctubre de 1945: la génesis  y la expansión de Acción Democrática como un partido de masas  que marcó  la historia política de  la Venezuela del siglo XX.  Esa era histórica  que había comenzado con el 18 de octubre,  es lo  que nos permite comprender el inicio del fin  de un orden político con la impronta del personalismo,  del Fisiocratismo  y del mundo de la caballería. Al mismo tiempo, la tesis sembrar el petróleo sufrió un cambio sustancial  en la naturaleza de su destino: el fundamento de esa imagen era  que el ingreso petrolero  debía ser  incorporado, única y exclusivamente, a la tierra.   Una visión fisiocrática, productivista y exclusivista. Con el  18 de 0ctubre,  esa imagen histórica  no sola para la tierra;  sino también para la industria y el capital humano. Una visión novedosa   que estableció una relación fundamental entre  el papel del capital humano  y  el desarrollo  económico, hoy tan en boga en el mundo  académico de las universidades más prestigiosas del planeta. Por ejemplo, el premio nobel  de economía  Gary Becker,  uno  de sus defensores  de  esa tesis, que se manejó en la era octubrista. Una visión  que refleja el espíritu de bienestar con  el desarrollo del industrialismo.  El petróleo y su impacto en el capital  humano y sus efectos en el proceso  material del país. Asimismo,  el establecimiento del  Estado  Docente  un duro golpe  al sector eclesiástico que tenía el monopolio de la educación en Venezuela. La instauración  del Estado Laico. De igual modo, una reforma agraria  con unas características heterodoxas   que, en definitiva,  afectó   la estructura  económica y social de los terratenientes.
No menos importante   los juicios de peculados   un mecanismo judicial para la moralización de la administración  pública. Finalmente,  el nacimiento  de una  política internacional,   una política de Estado, la doctrina Betancourt,  acorde con el espíritu democrático que desató el 18 de 0ctubre de 1945. Ruptura diplomática con aquellos gobiernos dictatoriales.  Una diplomacia internacional cuyo  principio básico era  establecer  relaciones de cooperación  en la paz y en la guerra  con gobiernos  civilistas y  democrático. Así, el 18 de octubre de 1945,  impulso  una política internacional contra  gobiernos  de origen  autoritario. Rompió relaciones  diplomáticas  con el gobierno de Franco (España), Trujillo (Santo Domingo), Strossner (Paraguay).
Todas estas reformas  de contenido revolucionario,  que  gestaron al  mismo tiempo, produjeron un  malestar  histórico  en  los hombres  que representaba el viejo orden político,  junto con los nuevos partidos políticos,  sectores militares, eclesiásticos, agrarios,  banqueros, petroleros, productores independientes,   no incluidos  el cartel de las siete grandes(1928),  conspiraron  hasta   que se dio  el golpe militar el 24 de noviembre de 1948. Se  impuso  una dictadura militar que se mantuvo por una década. Sin duda alguna, un nuevo orden político y económico, bajo la impronta de una junta militar y una  figura estelar  de las fuerzas armadas como lo fue el General Marcos Pérez Jiménez. La disolución  de la génesis y expansión de la democracia que se inició a partir de aquella fecha histórica,   no pudo erradicar del ánima venezolana  su pasión por la libertad  que tanto  sacrificio le costó   a la nación. Por supuesto, un aprendizaje histórico importante en la que no se puede negar   que también  los hombres del 18 de  octubre de 1945,  cometieron errores  que contribuyeron con el 24  de noviembre de 1948. El espíritu  jacobinista y revolucionario, allí  en ese escenario   histórico que conmovió a la sociedad venezolana,  cuyas consecuencias fueron difíciles de  prever. Estar allí,  como unos hombres que tomaron   decisiones  para cambiar el rumbo  histórico de una nación, debió ser complejo  y difícil,  para manejar  una situación política  en que había ocasiones  para     avanzar y retroceder, al mismo tiempo.   
En la  perspectiva   orteguiana, se impuso  el espíritu revolucionario ante  el hombre político y  el hombre magia. El revolucionario    quiere comenzar de cero. El político debe conciliar y negociar.  Al mismo tiempo, hacer la revolución y la contrarevolución.De allí, la importancia histórica del 23 de enero de 1958, en la  que se impuso el espíritu  de la política.  Es vital  tener presente    esa consideración de Ortega sobre   la autenticidad   de la política y de cómo  trascender  la  acción revolucionaria para  lograr  la convivencia democrática en el marco  de la complejidad, la diversidad  y la pluralidad de las ideas. Lo vital es   que cada ser humano  desarrolle  su proyecto de vida  sin afectar al otro, en un ambiente   de libertad, de respeto, de tolerancia y de  responsabilidad. Por lo tanto,  es esencial  la valorización de la  política  como el camino  para  fortalecer   el espíritu  de civilidad de la sociedad en  general, comenzando por rescatar la belleza del lenguaje  contra la  chabacanería,  la vulgaridad, la mediocridad  y toda  forma de expresión  que intenta  reducir  la política  a un  medio   para descalificar  y desprestigiar al otro  que tiene otra mirada y otra perspectiva. No. Política, ética y lenguaje  en aras  de fortalecer  y consolidar en la nación  el poder de la civilidad  como el faro  que le permitirá  a cada ser humano  construir su destino vital  sin ser objeto  de persecución y  de agresión, por quienes  detentan el poder  que pretende   reducir al hombre  a una simple máquina   biológica al servicio del estatismo y el personalismo. Por lo que  el político  debe  comprender que “La política es tener  una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado  en una nación….El Estado no es más que una máquina  situada dentro de la nación  para  servir a ésta. El pequeño político  tienden siempre a   olvidar  esta elemental relación, y cuando  piensa  lo que debe  hacerse en España, piensa en rigor, solo lo  que le conviene hacer en el Estado y para el Estado”. Además, señala Ortega,… que la autoridad  es  necesaria, como condición previa  para que la que la máquina del estado  funcione; pero con poseerla  no se ha hecho nada importante. La cuestión empieza  cuando nos  preguntamos: esa máquina  del estado, con sus economías y su autoridad, ¿cómo va a funcionar, a actuar  sobre la nación? Esto es lo decisivo: porque  la realidad  histórica efectiva  es la nación y no el Estado. El gran político ve siempre los problemas  de Estado a través   y en función de los nacionales. Sabe que aquél  es tan solo  un instrumento  para la vida nacional. Inversamente, el pequeño político, como se encuentra con el Estado entre las manos, tienden a tomarlo  demasiado en serio, a darle un valor absoluto, a desconocer  su sentido puramente instrumental…En definitiva,  quien vive es la nación... En la historia triunfa  la vitalidad de las naciones,  no la perfección formal  de los Estados… (1927, pág. 75-79).
Dice el pensador  de Guadarrama, “El revolucionario  es lo inverso de un político: porque al actuar, obtiene lo contrario  de lo que se propone. Toda revolución, inexorablemente- sea  ella roja,  sea blanca, -, provoca  una contrarrevolución. El político  es  el que anticipa  a este resultado, y hace a la vez, por sí mismo, la revolución  y la contrarrevolución”. (José Ortega Y Gasset. TRIPTICO. Mirabeau o el político. Revista Occidente, Madrid, 11927. Pág.48).



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