La
creación del Primer Instituto Venezolano de Ciencias Sociales (1874)
A
Luis
Villalba Villalba
En la naturaleza de
los procesos históricos del siglo XIX venezolano, un denominador
común han sido las guerras civiles. Para
los estudiosos de un periodo con tales
características, era
imposible el orden y el progreso. Un
siglo sin Estado, sin gobierno y sin sociedad.
Un siglo de despotismo, militarismo
y bolivarianismo con creencias
arraigadas en el ánima de los herederos
del libertador. Un siglo entre la sombra,
el caos y la ingobernabilidad. El
siglo XX representaría el resplandor y porvenir de Venezuela.
El año de 1903, una
fecha histórica que representa para la nación el fin de las guerras civiles. El siglo XX, el siglo del orden del progreso,
de la civilización. El nacimiento del Estado, del gobierno y de la sociedad. Atrás había quedado la
vida pastoril, telúrica,
tribal, épica y guerrerista. Sin duda alguna, el siglo XX representa lo
mejor del proceso histórico
nacional.
Se puede considerar
que el siglo XIX transcurrió entre la barbarie
y la violencia. Una pugna histórica entre personalismo
y el civilismo, entre el
federalismo y el centralismo y entre el
estatismo y el liberalismo, una odisea intelectual que revela que detrás
de las armas, de los fusiles y de los sables hervía en el ánima de los venezolanos un mundo de ideas y de creencias.
En efecto, el republicanismo y el
personalismo dos fuerzas
ideológicas que movieron el
alma a lo largo de la geografía
nacional. Así, los hombres y sus ideas,
el republicanismo y el personalismo dos posturas, dos creencias que
impactaron los eventos históricos de ese periodo.
Cómo explorar las razones históricas que indujeron al país a una situación política
que, en definitiva, era ingobernable. Por supuesto, algunos momentos de estabilidad política que no lograron el propósito
final: reconstruir las bases de
una auténtica república. “La república
no ha existido un solo día”; en palabras de César Zumeta unos los
pensadores más prestigiosos de la Venezuela intelectual del siglo XIX y XX.
Destrucción y devastación: “he ahí la
obra de militarismo anárquico y despótico”, expresión contundente del autor de El Continente Enfermo (Caracas, 1961). El historiador y positivista José Gil Fortoul, comparte la tesis de César
Zumeta sobre los efectos perversos y nefastos del personalismo en el siglo
XIX. No obstante, afirma que el
personalismo, con esa carga de barbarie y violencia, con las consecuencias que todos conocen sobre el destino sombrío
de la República, tuvo aportes significativos que no se deben negar y con un legado positivo para la Venezuela del siglo pasado (El hombre
y la historia y otros ensayos. 1941, p.95). Se preguntaba cómo resolver una situación
historia de tan complejidad e incertidumbre. Para él, con una nueva doctrina
sociológica para poder escudriñar los factores históricos y culturales que indujeron a un
mundo histórico que obstaculizaba el orden y el progreso. Ese
camino lo abonó la doctrina del
positivismo que de forma racional y crítica
examinó desde una perspectiva científica
esa Venezuela de la violencia (1941, p. 96).
Para ese
entonces, el capitalismo, el liberalismo, el maquinismo, el industrialismo y el
desarrollo de las ciencias naturales, estaban en una fase de desarrollo y expansión con efectos significativos en el mundo.
La biología, la física y la
química se constituyeron en las ciencias del porvenir. Fue la biología la de mayor alcance intelectual para examinar el origen del hombre, su evolución
y su destino, con una nueva
teoría, la teoría de la evolución, la
teoría de C. Darwin, cuyos impactos intelectuales
tuvieron una importancia en aquella
Venezuela que buscaba su rumbo
vital desde el republicanismo. El positivismo, en la mirada de hombres de las ciencias naturales y sociales, fue una
revolución intelectual en el
espíritu del siglo XIX. Así, la biología
con la teoría de la evolución, fue la ciencia para explicar el origen natural, social y cultural de la sociedad venezolana y descubrir el origen
de la violencia, la barbarie y el caos que impedían el progreso y así
determinar cuál sería el camino correcto
para alcanzar el republicanismo y la
civilidad.
El positivismo y su
influencia en la vida intelectual del siglo XIX, una concepción materialista, puso fin
a la visión de la historiografía del romanticismo, del heroísmo y bolivarianismo y de la concepción metafísica y teológica
de la historia como proyecto vital de la divinidad. Entre la violencia y la barbarie,
aquellos hombres egregios de espíritu científico, en ese afán
intelectual para discernir las causas del atraso histórico de Venezuela y cómo alcanzar el progreso. Entre el fuego de los fusiles y
los salones de clases, laboratorios
y peregrinaje en el mundo natural reflexionaron
sobre esos temas con una pasión
científica y venezolanista.
Como resultado de ese
proceso histórico que vivió la
Venezuela del siglo XIX, complejo,
difícil, contradictorio y paradójico que
parecía no encontrar su rumbo político, se creó el Primer Instituto
Venezolano[R1]
de Ciencias Sociales, en el año de 1874,
en el primer periodo de gobierno del General Antonio Guzmán Blanco. Una
iniciativa científica que congregó a los más prestigiosos hombres del
positivismo para abordar desde una
perspectiva positivista las
causas del atraso histórico de la nación y cual debería seguir el camino para alcanzar
el orden y el progreso. Una concepción materialista que utilizó las herramientas de las ciencias naturales,
como la biología, la física, la química y otras con el fin de
concebir la sociedad como un todo orgánico, biológico y cultural.
Así, la teoría de la evolución, un campo fértil de postulados para
examinar el origen, la evolución
y la transformación de los procesos históricos del país. Una herramienta teórica con implicaciones de
importancia vital en la
configuración de la dinámica de modernización que estaba impulsando el gobierno de Antonio Guzmán Blanco. Así, el desarrollo de las ciencias naturales y
sociales, ampliaron el conocimiento
sobre el mundo geográfico, antropológico,
etnológico, sociológico, histórico y cultural de Venezuela. El reino de la ciencia contra la metafísica, la divinidad,
la providencia y el mundo de la
épica y del militarismo, viejas formas del pensamiento tradicional.
En términos concretos, se puede apreciar la constitución del Estado Laico, la
separación de la iglesia del poder
temporal y la teoría de la evolución
como una nueva manera de comprender
la historia de la naturaleza y la sociedad. Un duro
golpe contra la teoría del creacionismo, que generó
polémicas interesantes, en ese
siglo de tanta violencia y
barbarie, desde la mirada
historiográfica del siglo XX.
Dentro de esa
perspectiva, tiene una importancia historiográfica para los
interesados
en los problemas teóricos para analizar la estructura social de
Venezuela, el libro del historiador Luis Villalba Villalba , titulado: El
Primer Instituto Venezolano de Ciencias
Sociales(1874), que recoge una fuente documental de primera mano, que representa un paso de importancia histórica
para el impulso de las ciencias
naturales y sociales con el fin analizar
los procesos históricos de la nación,
desde una perspectiva científica. Esta selección de documentos con una
presentación de Luis Villalba Villalba, incorpora el discurso de
su primer presidente el positivista Rafael Villavicencio. Su discurso de inauguración expresa los postulados fundamentales del positivismo y su importancia para investigar la esencia de los procesos
históricos del país. Un enfoque materialista
del orden natural y social, más allá
del romanticismo bolivariano
y de la teoría del creacionismo. Nace una nueva historia
natural y social. Una historia natural sobre los fundamentos de la doctrina del evolucionismo y una historia de Venezuela
sobre bases materialistas. Es decir,
a la luz de la ciencia se explica el funcionamiento de las leyes
que rigen el comportamiento de la
naturaleza y la sociedad, más allá de la metafísica. En ese marco,
el positivista Rafael
Villavicencio argumenta que sobre los
temas para analizar los hechos históricos desde la doctrina positivista, éstos
nos escapan al juicio de la
historia. El hombre y la historia,
cualquiera sea su importancia
política en la dinámica de los acontecimientos en la sociedad en general. Una concepción de la
historia sobre bases evolucionistas y
deterministas. Así, son las causas
naturales y sociales la razón de los fenómenos históricos.