La Venezuela post-rentista: Hacia una República Liberal, federal, civilista,
democrática y de Libre Mercado
Todas
las cosas son ya dichas;
Pero
como nadie escucha hay que volver
A empezar siempre” (Andrés Gide, Revista Zeta)
Ramón Rivas Aguilar
La Venezuela de
hoy, en total bancarrota. Una Venezuela
desintegrada física y moralmente. Perdió el horizonte vital. Confusa y
desconcertada que no sabe qué hacer
y a qué atenerse. Carece de ideas-fuerza para entusiasmar a una nación
que prendió en su ánima su amor por la libertad. Allí reside la grandeza
y la fortaleza
espiritual que jamás gobierno alguno ha
podido arrebatar en los momentos históricos más difíciles y complejos que ha vivido en el
tiempo. Un poco de historia.
Los criollos, unas
minorías y unas generaciones en conexión vital con unas multitudes fundaron la
república federal y liberal (1811). En menos de trece años (1811-1823) con unas ideas-fuerza
erradicaron los fundamentos políticos, jurídicos, filosóficos y teológicos que
justificaron el poder del vasto imperio basado en la doctrina del derecho divino de los reyes. El
imperio español con sus familias y herederos, de origen alemán y francés, que se repartieron la riqueza material, territorial y cultural,
entre hijos e hijas, mediante matrimonios endogámicos, se esfumaron como la espuma del mar. Cuando se
revisa con sumo cuidado
los testamentos en la que aparecen
los repartos territoriales dentro
y fuera de Europa, se comprende cómo el
proceso emancipador en la Provincia de Venezuela fue tan violento, tan brutal y tanto bárbaro.
Asimismo, su repercusión en Hispano-América
fue gigantesca y extraordinaria para
poner fin aquel imperio que recibió las bendiciones sagradas del poder divino. Todo se vino abajo. Sí .El
poder de las ideas-fuerza republicana, en el espíritu de unas élites políticas
e intelectuales, fue fundamental para socavar aquella España imperial que no
solo se mantenía a través de las armas y el tesoro sino
también con el evangelio y las oraciones
que la iglesia, el papa y sus sacerdotes legitimaban el poder del
absolutismo y la monarquía.
Así, la herencia histórica de unas ideas-fuerza, la República liberal, se irradió entre la luz y la sombra a lo
largo del siglo XIX venezolano. En efecto, los levantamientos y las pugnas
entre los caudillos, falsificando el orden institucional con el objetivo de mantenerse en el
poder, con consentimiento según ellos,
del pensamiento del libertador. El resultado
histórico fue la destrucción material y
vidas que impidió la constitución de una auténtica república, federal, liberal,
civilista, democrática, de libre mercado
y libre comercio (Constitución de 1864). Aún más: con pérdidas significativas del
territorio nacional cuyas consecuencias políticas se han prolongado a lo largo de los siglos hasta hoy.
En esas
circunstancias tan complejas y difíciles, que derivaron del siglo XIX, no fue viable el camino republicano y
civilista para alcanzar el progreso
material y espiritual. Un siglo
sin Estado, sin gobierno y sin sociedad, en manos tribales que hizo imposible la
dinámica de la modernización para estar
a la altura de los tiempos históricos.
No obstante, ese siglo
de tanta violencia y barbarie, recibió el influjo del pensamiento positivista que abrió los caminos para explorar desde una
perspectiva científica una nueva manera de abordar los fenómenos históricos
nacionales. En efecto. Historiadores, sociólogos y antropólogos, propiciaron un clima
intelectual en la que delinearon las ideas-fuerza sobre la configuración de un
estado moderno, garantía y seguridad y estabilidad para un orden social que permitiese incorporarse al mundo de la
civilización occidental.
Las elites
políticas y la doctrina del positivismo, en la obra magna del cesarismo democrático
(1919), la clave para echar los cimientos del Estado moderno en la Venezuela
del siglo XX. El leviatán criollo, una imagen
para retratar la importancia de porqué fue vital la construcción de una
maquinaria estatal con el control de las
armas, del tesoro y del espíritu,
condiciones para que el capitalismo fuera el agente fundamental
de la riqueza pública en Venezuela. Ese papel histórico le correspondió a las élites políticas y
militares que condujeron la Venezuela
moderna entre 1899 y 1945: los generales, castro, Gómez, López y Medina.
El mérito histórico, la
construcción del Estado moderno y su evolución institucional y el tránsito político
de un gobierno autoritario y absolutica (1899-1935)
a un gobierno de legalidad (1935-1945).
El proceso histórico
de modernización que propiciaron las élites
y los hombres del ciclo andino,
sin duda alguna, fue fundamental
para que otras generaciones y
otras minorías de tendencias marxistas y reformistas despertaran su
entusiasmo republicano y civilista con la semana del estudiante y con muerte de Gómez, para encauzar a la
nación hacia constitución de la democracia. En ese sentido, los hombres
del ciclo andino, no creían en la democracia. Su límite histórico. Lo
que desató una pugna generacional entre los defensores de la democracia y los
defensores de la teoría de la democracia orgánica. Es decir, estos últimos,
convencidos de que psíquica y emocionalmente
los venezolanos no estaban aptos
pata vivir en democracia. Por lo tanto, había que educar el cuerpo y el espíritu con el
ABC de la democracia. Una mentira
histórica. El problema era todo lo contrario: no tenían la menor idea cómo
competir en un mercado político donde
las preferencias y los gustos por los
candidatos eran diversos y plurales. Tenían temor a la competencia política en un mercado de
confrontación de ideas y proyectos. Provenían de la cultura del monopolio que
heredaron por 45 años.
Por lo que fue inevitable el 18 de octubre de 1945.Un acontecimiento
político que demolió la cultura del
gendarme, del mandón y del cesarismo. En esos tres años, se establecieron los cimientos de la democracia venezolana. Un
aporte histórico de una revolución, de una generación, de un partido, de unas
ideas-fuerza democráticas y civilistas. No es casual que Don Rómulo Betancourt,
considerado padre de la democracia. De
igual modo, el 18 de Octubre de
1945, una revolución política que se
proyectó por América Latina, causando malestar a cuantos tiranos y dictadores
que intentaron derrocar el nuevo orden político instaurado por el 18 de 0ctubre
de 1945.
No obstante, una revolución política de tal naturaleza,
generó la reacción del viejo orden político cuya consecuencia fue su caída con
el 24 de noviembre de 1948. Sin negar el papel del jacobinismo y la
intolerancia de una generación que
asumía por primera el poder para destruir del viejo orden, en su caída
histórica. Una revolución política sin
ninguna contemplación con un pasado personalista, militarista, cesarista y
bolivariano, sin fe en el espíritu civilista
del venezolano. El costo político una dictadura
que duró una década.
El 23 de enero de
1958, una pedagogía sobre la importancia política de la unidad cívico-militar contra una tiranía que contó con el sable y la bota militar de unos cuantos países de América Latina.
Además, con el consentimiento de los EEUU.
Dentro de ese
contexto político, la firma del pacto de
punto fijo (23 de octubre de 1958) y la “Declaración de Principios y Programa mínimo de Gobierno suscritos por el Señor Rómulo de Betancourt, el
Contralmirante Wolfang Larrazábal y el Dr. Rafael Caldera, candidatos a la Presidencia de la República, en la Sede del Consejo Supremo Electoral el
6 de noviembre de 1958”, revela
la importancia histórica de encaminar a la provincia de Venezuela hacia conquista de la democracia, de la
libertad y hacia el fortalecimiento del capital humano y su impacto
en el desarrollo material y cultural de
los venezolanos. En ese sentido, el rol del estado, la planificación y la renta
petrolera en el desarrollo económico,
social y cultural del país: democracia y
capitalismo, bajo la impronta del
estatismo y el rentismo, con sus aciertos, límites, contradicciones y paradojas que se vio a lo largo del tiempo.
En efecto, la clase
política cometió el gran pecado histórico el no haber profundizado
y consolidado el sistema político
mediante la gran reforma. Es decir,
romper la columna vertebral del centralismo, del presidencialismo, del
estatismo y del planismo que se
acentuó y aceleró a lo
largo de los 40 años de
democracia (!958-1998).Lo que hubiese significado en perspectiva política la
importancia de La COPRE y las reformas
políticas y económicas , en el segundo gobierno de CAP. Con sus aciertos y sus errores, la nación habría alcanzado en el tiempo la configuración de un
Estado liberal, federal, de libre
mercado, de libre comercio. NO. Retornó
el viejo orden estatista y antifederal, nacionalista y proteccionista,
alcanzando su esplendor histórico con la
revolución bonita 1999-2020): Estado colectivista y comunal. Sus consecuencias
históricas a la luz del día. La nación
en total destrucción. Qué ironía. El gobierno de Maduro, implementando
una serie de medidas supuestamente neoliberales, una especie de
vuelta a un modelo político y económico
privatizador y anti estatista. El artículo del padre Luis Ugalde: “capitulación Revolucionaria, 30
de octubre 2020 (Portal de noticias. Emisora Costa sol, 93.1). Un retrato
exacto de esa política de viraje,
contradictoria y paradójica, que nunca debió ocurrir cuando la Venezuela republicana y
civilista se encaminaba hacia una perspectiva
liberal, federal y de libre mercado, en el segundo gobierno de CAP (1889-1993).
El país se trazó un camino histórico,
dentro de esa perspectiva, que la clase política, empresarial y cultural, se
opuso radicalmente hasta provocar la
caída política de CAP, cuyos resultados lo vive
hoy una Venezuela en total
destrucción.
Tanto nadar para
llegar a la orilla. Un adagio popular. El país oficial, con sus gobernantes y
gobernados, subsidiado con el poder del estatismo y el rentismo, los
responsables ante la histórica de aquella vasta conspiración política,
institucional, empresarial y cultural
de poner fin a un Gobierno
constitucional, presidido por el señor Carlos Andrés Pérez, 1989-1993, que
propició al mismo tiempo la reforma política y económica. La reforma
política tuvo el objetivo de desmantelar el presidencialismo y el centralismo para
devolverle a las provincias su espíritu descentralizador y federal. Es decir,
el país vital requería en ese sentido,
la elección de un primer ministro con un consejo de Estado con unas
funciones que reforzaría y fortalecería el poder de las provincias. El presidencialismo y todas sus notas al
cesto. Lo que liquidaría las célebres campañas presidenciales y los apetitos por la silla de Miraflores. Y, la reforma
económica se trazó como objetivo desmantelar el capitalismo de Estado y echar los cimientos institucionales de una economía de competencia. Fin del
estatismo y el rentismo. Reforma y apertura económica.
En ese sentido, CAP,
una figura histórica, tal vez una
de las figuras políticas más
significativas de la Venezuela moderna
del siglo XX, con una proyección importante en el escenario
mundial. Un hombre de firmeza y voluntad civilista y democrática. A pesar sus errores
y sus límites como político y
gobernante, no se le puede negar que luchó cuerpo a cuerpo por la defensa de la
democracia y su proyección en América
Latina. Su obra histórica que desplegó en sus dos gobiernos constitucionales,
revelan los dotes de un político en
sintonía con los tiempos históricos. El
V plan de la Nación (1976) y el Octavo Plan de la nación (1990), expresa
la naturaleza y la capacidad de un hombre a tono con su circunstancia histórica. En ese
sentido, capitalismo de Estado y libre mercado en el pensamiento y la
praxis de la política de CAP. Corrigió
el rumbo histórico de un
país que iba hacia el precipicio,
en que él no negó su responsabilidad. Hombre con
los tiempos de la historia. Lamentablemente, la clase
política no lo acompaño en esa
dinámica histórica, por qué se impuso el
odio, la envidia y la mezquindad. No le
perdonan que fuera un hombre exitoso como político y gobernante en la Venezuela del siglo pasado.
En todo caso, nos encontramos con una Venezuela devastada material y
espiritualmente. El fracaso histórico de un modelo político, económico y cultural que se
sustentó en una cultura del subsidio, del intervencionismo, del estatismo, del
planismo, del capitalismo de estado, del colectivismo, socialismo. Lo que
impidió en horizonte una auténtica sociedad libre sin los atavismo históricos del estatismo y
todas sus notas, enemigo de todo
lo que tuviera que ver con la acción humana, con la creatividad, con la
innovación y la empresarialidad,
fundamento último de la riqueza material
y cultural de las naciones.
Por lo tanto, para
salir de ese atolladero histórico, la Venezuela del insigne liberal Domingo Briceño, debe encauzar sus energías hacia
la constitución de una auténtica república liberal, federal, civilista,
democrática y de libre mercado en sintonía
con un orden civilizatorio que delineando el futuro de la humanidad
mediante un paradigma energético más
allá de los fósiles convencionales.
Por ello, pensar en
la Venezuela post-rentista es pensar en
una Venezuela que debe olvidar la
imagen del dorado del oro negro y de la interrogante de los arrogantes expertos
petroleros: “Entonces, de qué vamos a vivir”.
La fundación Empresas
Polar presentó al país el más hermoso
atlas geográfico que revela la
diversidad y la pluralidad histórica,
demográfica y natural de cuánto
existe en el suelo venezolano para impulsar
la riqueza material y cultural. Es decir, la Venezuela post-rentista en un ámbito republicano,
liberal, federal, civilista, democrático y de libre mercado, ´más allá de esa
fantasía histórica que enloquece a los
venezolanos: el dorado de la faja. Las provincias que conforman
el territorio nacional, Libre e independiente, del presidencialismo, del
estatismo, del centralismo, del planismo y el rentismo, para impulsar con el
espíritu de empresarialidad de los venezolanos el bienestar material y cultural
de todos.
Los venezolanos,
manejando la riqueza del
país con
empresarialidad, creatividad e innovación sin la injerencia del Estado, basado en el artículo 1 del
decreto del Libertador (Quito,24-10-1829), tan olvidado por los políticos y
expertos petroleros, que reza, así:
Conforme
a las leyes, las minas de cualquier clase corresponden a la República, cuyo
gobierno las concede en propiedad y
posesión a los ciudadanos, que las pidan, bajo las condiciones expresadas en
las leyes y ordenanzas de minas, y con las demás que contiene ese decreto.
Como se puede
apreciar, en el ánimo de Bolívar predominó
la imagen privatizadora y empresarial de los ciudadanos. Aún más:
Bolívar, con esta visión empresarial leyó con detenimiento las Ordenanzas de las Minería de Nueva
España, promulgada por Carlos III, en el año de 1783. Los dos primeros
artículos que corresponde al Título Primero, Título 5, Del
dominio Radical de las Minas y su concesión a los Particulares, y sus derechos, que por
este deben pagar,… fueron importantes para el pensamiento económico del
Libertador. El reza así:
I.
Las Minas son propias de la Corona
Real, Así, por su Naturaleza y
Origen, Como por su reunión, Dispuesta
en la Ley Cuarta, Título Trece, libro
Sexto de la Nueva Recopilación.
II.
Sin Separarse del Real Patrimonio, Se le Conceden a Los Vasallos, en Propiedad y Posesión, de tal
manera que puedan Venderlas, Permutarlas, Arrendarlas,
Donarlas, Dejarlas en Testamento Por Herencia o Mando, o de Cualquier manera Enajenar el derecho, que ellos tienen, en los
mismos términos, que lo tiene en personas que puedan adquirirlos…
En otras palabras, en ambos decretos se refleja el
espíritu de empresarialidad tanto de la
Corona como la República. Continuidad histórica. Solo cambia la naturaleza
del poder .En un caso la Corona; y, en el otro la República. Lo que sorprende es el olvido
de estas disposiciones institucionales que rigen el marco de la minería,
en la que se les confiere el derecho a los ciudadanos que puedan tomar en
propiedad y posesión las las minas, otorgadas
por la corona o la República.
En la Venezuela post rentista, republicana, liberal,
federal, civilista, democrática y de libre mercado debe prevalecer el espíritu
de empresarialidad implícito en este decreto del 24 de octubre de 1829. En este
sentido, el experto petrolero Quiroz Corradi deja esta reflexión que recoge en
esencia este decreto:
El decreto del Libertador de 1829 –no
le trasfirió las minas de la corona al Estado. Las colocó en la cabeza de la
república. Hay varias diferencias. La corona era el Estado, era el gobierno,
era lo individual, (el rey), mientras el concepto de república para Bolívar era
igual al de nación que somos todos los ciudadanos venezolanos. Tan es así, que
el artículo 2 [1] de ese decreto le permite a la República ceder o vender la
propiedad de las minas a los venezolanos que cumplan con ciertos requisitos. De
manera que ese decreto no estatiza el petróleo, al contrario, permite que se
les ceda la propiedad del petróleo a los ciudadanos, como siempre ha debido
ser. Creo que hay que rehabilitar a Bolívar y no seguir atribuyéndole la
estatización del petróleo (Quiroz Corradi. Periodista y experto petrolero. Blog
Píldoras de un mismo frasco. “TIPS petroleros: 3-12-2014)