Arturo Uslar Pietri: Capitalismo de Estado, Petróleo, Fisiocracia, democracia, raza y biología (1936-1945)

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Arturo Uslar Pietri: Capitalismo de Estado, Petróleo, Fisiocracia, democracia, raza y biología (1936-1945)
Ramón Rivas Aguilar

El diagnóstico de una existencia humana – de un hombre, de un pueblo, de una época- tiene que comenzar filiando el repertorio de sus convicciones. Son éstas el suelo de nuestra vida. Por eso se dice que en ellas el hombre está. Las creencias son lo que verdaderamente constituyen el estado del hombre. …Pero es un error definir la creencia como idea. La idea agota su papel y consistencia con ser pensada… La creencia no es, sin más, la idea que se piensa, sino aquella en que además se cree. Y el creer no es ya una operación del mecanismo intelectual, sí no que es una función del viviente como tal, la función de orientar su conducta, su quehacer. (Ortega y Gasset, 1997, pág. 1).

Un intento por explorar  las creencias del escritor y novelista Arturo Uslar Pietri (1906-2006)   sobre el rol del capitalismo de estado  para promover las bases del capitalismo agrario mediante la renta petrolera, por un lado. Y, por el otro, sus convicciones sobre  la democracia  y su relación  con la  estructura racial del país. En ese sentido, el petróleo fuente vital para la creación de la riqueza nacional   con el impulso del Capitalismo de Estado. La siembra del petróleo de  contenido  única y exclusivamente  fisiocrática.  Al mismo tiempo,  examinó  la naturaleza de la estructura social  del país, desde una perspectiva positivista,    con el propósito, según él, de  modificar su  composición social    de   origen    español, indígena y africana, mediante un proceso de blanqueamiento y así alcanzar  el progreso económico y espiritual de los venezolanos. Un sistema de creencias, cuyos antecedentes se   encuentran en la  vieja estructura de casta que había predominado  en el mundo colonial, que se prolongó con la República,  hasta desaparecer  con la Guerra Federal.  Esas creencias, renovadas y transformadas por el positivismo,  en  las élites gomecistas, lopecistas y medinistas. 

Una de esas  figuras intelectuales  de  gran  prestigio de la cultura venezolana, miembro  importante de los gobiernos de López y Medinas, Arturo Uslar Pietri,    compartió la defensa  de esos enfoques de origen racial para negar   la libertad  y la  democracia a unas estructuras sociales, según su mirada, de “razas inferiores”. Un poco de historia.
El petróleo, en la perspectiva del novelista venezolano, un hecho histórico que cambió de manera radical  la vida material y cultural de la nación. Por lo que   el Estado y el petróleo el camino  para planificar  las bases de una sociedad agraria moderna,   la imagen de la sociedad post-petrolera. Sembrar el petróleo, la frase histórica que entusiasmó  al país para la conquista de la gran Utopía: Vuelta a la tierra.  Única y exclusivamente  los ingresos petroleros  para potenciar las actividades agrarias, ganaderas y otras. Para él, era la  referencia vital   que provenía de  la cultura agraria,  anterior al petróleo: la economía vegetal, en palabras del novelista Ramón Díaz Sánchez. Asimismo,  cultivó en su ánima prejuicios históricos  contra el capitalismo, el industrialismo, el maquinismo y el individualismo que produjo “pobreza y miseria en la Inglaterra clásica”.  Creencias,  muy  en boga,  en aquellos momentos históricos en la  que el parlamentarismo y el liberalismo  vivían una profunda crisis histórica en el planeta (1899-1945).  Por eso,  en su ánima su desconfianza  hacia  al capitalismo liberal inglés.

De allí,  la compresión  de  su cuestionamiento al liberalismo, al libre mercado y  al libre  comercio. No era el camino para  estimular la riqueza nacional. El esquema válido para impulsar la economía del país era mediante  el sistema proteccionista. Una economía nacional en la que el capitalismo de Estado  jugaría un papel estelar.
Fue  una  de las figuras  políticas de mayor prestigio intelectual  en  los gobiernos de López y Medina (1936-1945). Sus escritos en la prensa venezolana y en  las publicaciones oficiales,   en sintonía con   los postulados  del estatismo, del intervencionismo y del planismo para encauzar los ingresos petroleros  hacia la constitución  del capitalismo agrario. Así, en diversos números de la Revista de Hacienda,  sus artículos  resaltaron  el papel  del gasto público, el  aumento del presupuesto  y su influjo en  el crecimiento económico de la nación. Al mismo tiempo,  en desacuerdo   con   las ideas liberales de Santos Michelena.

El conflicto mundial (1939-1945), acentuó el estatismo y el intervencionismo, lo que produjo la  suspensión de las garantías económicas y, como consecuencia, se suscitó una polémica política e ideológica entre el Estado y el sector privado. El Estado empresario  y la guerra,  le dio una “connotación totalitaria”  a los gobiernos de  López y Medinas, en palabras del empresariado nacional. Esas circunstancias   internacionales y nacionales, dieron nacimiento a Fedecámaras, en el año de 1944(Rossana Hernández). Ese organismo empresarial en defensa  del libre mercado contra el intervencionismo estatal. El año de 1944, una fecha histórica que define  por vez primera la conciencia de clase  del sector privado contra  el estatismo. El   Estado Liberal  garante del  progreso material y espiritual de la Provincia de Venezuela. 
Pues, bien,  el escritor y novelista Arturo Uslar Pietri,  fue uno de los actores principales en esa faena  histórica  en defensa del capitalismo de Estado  como el motor de  la sociedad  post-petrolera. En perspectiva, sembrar el petróleo   la bandera política e ideológica que consolidó y fortaleció ese capitalismo de Estado que se prolongó en el tiempo  hasta colapsar en las dos primeras décadas del siglo XXI. No comprendió los efectos  de un enfoque de tal naturaleza que aceleró  históricamente la bancarrota del país. Sí. Develó sus perversiones; pero sus creencias antiliberales  impidieron la posibilidad  de  que ese capitalismo que había generado efectos desastrosos a la nación, fuera remplazado por un esquema de libre mercado y de libre  comercio. Llegó tarde a esa comprensión histórica cuando se derrumbó la utopía comunista y socialista, el Estado de bienestar, la cultura del subsidio, en los ochenta y los noventa.  Por esos años, en su sección   Pizarrón (El Nacional),  escribió  sobre la “resurrección  del liberalismo” que tanto cuestionó en la década  de los treinta y cuarenta. Difícil para él,  de larga tradición intervencionista ser consecuente con una economía de libre mercado. Solo  se refería sobre la necesidad de  una economía productiva  y de competencia, nada más. Es decir,  la  vida intelectual que desarrolló sobre el papel  del capitalismo de Estado se mantuvo a lo largo de su existencia. Algo que no fue posible en todo su esplendor  cuando  descubrió la dinámica liberal, a finales de los  ochenta y noventa. Fue un defensor  del capitalismo de Estado. No lo fue  con el libre mercado, de manera radical. Llegó tarde. No fue coherente  con  las iniciativas de mercado que impulsó CAP, en su segundo gobierno (1989-1993).Todo lo contrario, pidió su renuncia. 

Como se señaló anteriormente,  Arturo Uslar Pietri,  un teórico del capitalismo de Estado.  Por lo que no se comparte   la  creencia  que se propagó por la nación de que Arturo Uslar Pietri representaba  la conciencia burguesa  mejor  organizada  del capitalismo en Venezuela. Por el  contrario, fue una de las mentalidades estatistas  más significativas del pensamiento político del país del siglo XX venezolano. Sigamos abriendo las páginas de la historia.
En el año de 1944, el Partido Democrático Venezolano,  Organización política del medinismo,  promovió un Ciclo de conferencias La libertad Económica y La intervención del Estado. Este ciclo de conferencias, describe  la mentalidad y la praxis  estatista de la élite  medinista. En la introducción del libro se  recoge las diversas  interpretaciones  en torno  al tema de la libertad económica y la  intervención  del Estado, en la que  el historiador Mario  Briceño Iragorry marca las pautas   del  estatismo  y los límites para frenar los abusos del individualismo y del  liberalismo.
 Se inició el ciclo de conferencias,  con el Dr. Arturo Uslar Pietri, titulada: La libertad económica y la intervención del Estado. Una exposición  magistral  en defensa del estatismo, del intervencionismo, del capitalismo  de Estado  y su  censura  al  liberalismo económico. Una pieza intelectual que denota  un conocimiento histórico  de cómo  el estatismo, una  fuerza política e ideológica,  se pierde en el tiempo. Por tanto, el estatismo anclado en lo más profundo de la historia de la humanidad. Lo que permitió al insigne  escritor, decir: señores, ahí está en el corazón de la historia las primeras nociones del estatismo. Tal entusiasmo  recorrió en el ánima  de Uslar Pietri sobre los orígenes  del estatismo,  que lo conmovió una página del génesis del  texto bíblico, que pareciera ser  la primera  noción  del  planismo económico. En palabras, del autor de Lanzas Coloradas: 
Allá, en una página del génesis,  hermosa y conmovedora, llena de idealidad humana, está un primer ensayo  de planificación económica  de “New deal”….un ensayo de aquel gran Ministro que se llamó José, que propuso al Faraón de Egipto. El primer plan económico que recuerda la historia, es el plan de las siete vacas gordas y de las siete vacas flacas.”(1945).



Después de un largo paseo histórico sobre  el origen y la evolución del estatismo, señala como nace el liberalismo en la era moderna, cuyo exponente  fundamental fue Adam Smith. Describe los mecanismos de mercado y sus efectos en la vida  económica de las naciones, cuyos resultados fueron desastrosos para los trabajadores, en general. Una crítica sistemática contra los postulados del liberalismo económico,  tal como  lo hiciera Fermín Toro contra  la usura (1845). Por lo que el liberalismo económico en el siglo XIX, una tragedia histórica. Al cesto Santo Michelena con su  liberalismo económico nada que ver con la realidad nacional.
 De allí,  la necesidad de la  intervención del Estado en la economía, en la mirada de Uslar Pietri. Por lo que  el capitalismo  de Estado el instrumento para la racionalización del ingreso petrolero  y   la conformación de la  sociedad post-petrolera. Dentro de ese enfoque, no había  cabida para el libre mercado, para el liberalismo económico. Por tanto,  el  Estado, el intervencionismo, el capitalismo de estado  en aras  de una economía nacional, protegida  contra   la competencia internacional. El proteccionismo,  motor  del desarrollo nacional. Nada de libre mercado, de libre comercio. Sembrar el petróleo, esencia del proteccionismo. Era la  visión oficial del gobierno medinista y del Partido Democrático Venezolano. Así, lo indicó: “Este es, precisamente, el camino que ha tomado el gobierno de la nación. Este es el camino que ha tomado el P.V. D., y con él la inmensa mayoría  de los hombres que en Venezuela  en el interés nacional  mucho más allá  de un mezquino e inmediato  interés personal mal entendido.  Estas medidas han sido: la protección arancelaria, que ha continuado el sistema de contingentes de importación; el capitalismo de estado, que es muy importante  en Venezuela, y por el cual la nación, ,  en función promotora de industria y en  de gran banquero, como irónicamente     se ha querido decir por allí, ha estado aportando dinero barato  para que se funden  industrias, para que emprendan  labores agrícolas,  para que algo quede de la riqueza petrolera y arraigue  en tierra venezolana; las primas de exportación, el dólar-fruto, el sistema que ha establecido el control de cambio, y que permite que Venezuela  siga exportando café,…. Termina esta cita, indicando  lo siguiente: “Esta es señores, la que pudiéramos llamar  la necesidad  de la intervención, a grandes rasgos, en largos periodos  y en forma permanente” (Arturo Uslar Pietri, 1944, pp.30-31). Guardando las distancias históricas capitalismo corporativista,  capitalismo compinche, clientelar y  empresarial; en fin, cultura del subsidio que  tanto cuestionó de forma sistemática a través de sus libros  y artículos de prensa a partir del 18 de octubre de 1945.
No obstante,  esa postura estatista e intervencionista la mantuvo  hasta la década de los ochenta y los noventa,  sin que ello significara un viraje radical  hacia  la defensa  del   Estado liberal, del  libre mercado y del   libre comercio. Esas décadas,    el momento vital para  erigirse  en un hombre auténticamente liberal,  tal como  lo hiciera    ante la historia política de América Latina,  el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Una oportunidad histórica para  escribir  una autobiografía  intelectual con el firme propósito  de reconstruir ese proceso de transición  de  una defensa del capitalismo  de Estado  a   una defensa  de los postulados del liberalismo,  tal como  lo hicieran Von Mises  y Mario Vargas Llosas, respectivamente.   
De allí, pues, que  esa conferencia magistral sobre  la Libertad Económica y la intervención del Estado (1944),  la mantuvo en silencio por unas cuantas décadas. El libro   que publicaron en el año de 1945, sobre La Libertad Económica  y la Intervención del Estado,  al cesto. Al olvido. Solo apareció su  disertación La libertad Económica  y la intervención del Estado,  en la primera edición del Sumario  de Economía Venezolana, editado en el año de 1945. En las posteriores ediciones, fueron obviadas. La razón era  contundente para justificar ese descuido histórico.  Esa conferencia,  una lección magistral al  culto del  estatismo, al intervencionismo,  con unos impactos negativos sobre la vida política y económica del país. Todos  los intervencionismos y estatismos conducen hacia  la configuración  gobiernos centralistas, autoritarios y totalitarios.  Esa mentira histórica  que se inventaron los socialdemócratas de que  hay  estatismo  bueno y malo  es una soberana estupidez. Todos  crecen de forma ilimitada para ahogar la acción humana. Por lo que  el escritor venezolano  no quería  aparecer como  un ideólogo  del estatismo, cuando  en el planeta  en los ochenta y los  noventa,  entró en crisis  el culto al intervencionismo  con todas sus modalidad  tanto en el mundo de la utopía como en el mundo de las democracias liberales. Develó en su ánima esa contradicción entre  la agonía del estatismo, y  el interés  sobre el liberalismo en los nuevos tiempos. Cuando descubrí  esas contradicciones y ambigüedades,  en su pensamiento  económico,  en un  ensayo que apareció en una revista en Valencia  (1986),  solo se le ocurrió, decir: una crítica inusual. Cuando  fueron editadas  sus obras completas  sobre su pensamiento económico, en el año de 1991,   no apareció esa  conferencia  que pronunció  en el año de 1944, sobre la libertad económica y la intervención del Estado. Posteriormente, la Academia de ciencias económicas y sociales  editó en un  folleto, en el año de  1991, con otros trabajos  sobre temas económicos venezolanos, su conferencia sobre La Libertad Económica y la intervención del estado (1944). 
La Academia Nacional de Ciencias económicas  llevó a cabo un homenaje  al Dr. Arturo Uslar Pietri, en el año de 1991.Las intervenciones de Tomás Carrillo Batalla  y la de Arturo Uslar Pietri, entre otras cosas, un intento inútil por   negar las contradicciones y ambigüedades en la que había incurrido el autor de Lanzas Coloradas,  en  defensa del capitalismo de Estado  y  su viraje hacia una economía liberal.  A pesar  de que   habló sobre  los efectos perversos del capitalismo de Estado que parecía sustituir a la nación,  no planteó  en la década de los sesenta, setenta y   ochenta  una alternativa liberal. No. Convencido de que era posible una racionalización  de ese estado poderoso,  más eficiente y de mayor capacidad gerencial, para optimizar los recursos  petroleros y encaminarse hacia la gran utopía. Aún más: apostó  por las empresas de Guayana   como el camino hacia la sociedad post-petrolera (1986). Lo que se percibe en esa conducta,  un  intento  por silenciar  una postura histórica: su defensa del capitalismo de Estado. Que el  pudiera cambiar  tal creencia   en los nuevos tiempos,     en una       dinámica política que puso en  tela de  juicio  las ideologías de la utopía y el estatismo, abriendo paso hacia  liberalismo,   era  lo natural  para estar en sintonía  con las transformaciones de las sociedades, en general, como fruto de los eventos histórico. Ayer fuimos una cosa; hoy otra;  mañana, en otros horizontes intelectuales. Que le  vamos hacer, como diría el pensador Ortega y Gasset. Sí. Somos ambiguos, incoherentes, contradictorios y paradójicos. Cuál es el problema. José Martínez Ruiz (Azorín), figura estelar de la generación del 98,  en su libro El Político, en uno de sus capítulos, dedicado al tema de la contradicción,  dijo: “Ha escrito un filósofo que ni la contradicción  es señal de falsedad  ni lo es de verdad  la incontradicción. Todo cambia en la vida, nada hay más contradictorio que la vida. A los veinte años, en plena ardorosa mocedad, pensamos de una manera, pensamos de otra manera  cuando la edad  ha ido transcurriendo  y los entusiasmos  se han enfriado… sí cambia la sensibilidad ¿cómo no ha de cambiar  el pensamiento? No pasa día     sin que traiga una rectificación  a nuestros juicios. Sólo los insensibles que permanecen iguales. Lo que por nuestros ojos pasa va dejando  un sedimento de ideas, de juicios, sentimientos, que se renuevan a lo largo del tiempo” (Azorín, el político, Espasa-CALPE, Madrid, 1957, pág. 38).Por lo tanto,  para el prestigioso hombre de letras de habla hispana: “No  reprochemos  a nadie  ni  sus contradicciones  ni sus inconsecuencias. No nos atemoricemos  cuando se nos reprocha  a nosotros.     Obremos en cada momento según lo que estimemos oportuno, benéfico  y justo  (Azorín, ídem, pág. 38).
 
De allí,   que la grandeza intelectual y moral de los ensayos de Montaigne, consiste según el escritor Francés, Andrés Gide, en aceptar…. en sí  mismo  las inconsecuencias y las contradicciones”. Como lo señala muy bien el autor de  tan célebres ensayos:

… De los hombres, me creo  menos fácilmente  la constancia que ninguna otra cosa, y nada  con mayor  facilidad  que la inconstancia. Nuestro proceder  ordinario  es ir  tras las inclinaciones de nuestro apetito, a izquierda, a derecha, arriba, abajo, según nos lleve el viento  de las circunstancias. Solo pensamos lo que queremos  en el inste en lo que lo  queremos, y cambiamos  del mismo que ese animal  adopta  el color del lugar  donde se le coloca. Lo que hemos proyectado en este momento, lo cambiamos en el acto, y al instante  volvemos otra vez  sobre nuestros pasos; no hay más que movimiento  e inconstancia. No vamos, nos llevan,  al igual que las cosas flotan, ya suavemente, ya con  violencia, según  esté el  agua  agitada  o tranquila”. 
El hombre es el único animal responsable  que da cuenta de sus actos y de sus  acciones. Como lo expresa el filósofo inglés John E. Smith, en un artículo “Un Animal Responsable”, traducido al español por el insigne   maestro  Don Guillermo del Olmo, en que  revela el fundamento  último del ser humano: 
“La dimensión ética de la condición humana. El  hombre es el único  ente  que se responsabiliza por lo que piensa y hace, el único ser  capaz de reconocer  el valor, la significación  y el propósito  de sus actos. En suma, el hombre es animal responsable, y si,  en las circunstancias  actuales,  conserva todavía algún significado  la honorífica  expresión “la dignidad del hombre”, la razón  para ello se encontrará en el hecho fundamental  que al hombre  se puede pedir  cuenta de sí mismo   y de sus acciones.”
Por otra parte,  en cuanto al  tema de la democracia y su relación con  la cuestión racial y su perspectiva en la Provincia de Venezuela, fue pesimista. Tuvo una creencia  sobre la democracia impregnada de elementos raciales. No escapó al influjo del cuerpo de creencias  del positivismo sobre una manera de analizar los eventos históricos venezolanos,  a partir  de  las  diferencias raciales que “marcan el estancamiento o el progreso de las naciones”.  Un tema muy en boga  que se desarrolló a lo largo   del siglo XIX y su impacto en las ideologías del totalitarismo  que se desplegaron entre las dos guerras mundiales. Por lo que   el tema de la política, la democracia  y las razas,  fue parte de sus reflexiones en la que tuvo  un papel  de importancia política entre 1936 y 1945.Convencido de que los venezolanos no estaban aptos para asumir responsabilidad histórica en un sistema democrático. Las notas  raciales, como resultado de un largo proceso histórico,  que dio origen a un tipo de estructura social, en la que el español, el indio y el negro,  ninguna posibilidad histórica  para vivir en un régimen de libertad. Por lo tanto, había que blanquear esas  razas  con  un tipo de inmigrante para poder  promover la modernización  de la nación.  Al mismo tiempo, formarlos  como ciudadanos mediante el sistema educativo. Mientras tanto,  tendría el control del poder con la finalidad   de impulsar   un tipo de democracia, democracia orgánica, con hombres fuertes, sanos y con  un vigor espiritual de contenido patrio y bolivariano. En ese marco de creencias,   los venezolanos   alcanzarían  la libertad. En sus manos,   un cuerpo de creencias, la ideología bolivariana,  el norte  para mantener la unidad del país y sanar física y culturalmente a hombres y mujeres del territorio nacional. 
En todo caso,  Arturo Uslar Pietri defendió esa creencia    desde una perspectiva antropológica y sociológica positivista  sobre la composición étnica de los venezolanos, con el objetivo de justificar   la negación de la democracia  a  hombres y mujeres que, psíquicamente  y emocionalmente, no estaban aptos  para vivir  en libertad. Para lograr tal objetivo, es decir,  la democracia y la libertad, era ineludible  blanquear esas estructuras raciales con sangre nueva y modernizante. Esa desconfianza sobre un tipo de raza que no merecía ser parte del proceso histórico moderno de la nación,  lo revela en   un artículo que apareció en el universal  sobre la inmigración (1937), en la que  Arturo Uslar Pietri  retrató sociológicamente las características y notas del español, del  indígena y del africano, sin ninguna opción histórica. Sobre  el primero, dijo que era “El tipo  opuesto de hombres que había que fundar el moderno capitalismo. Tenía de la riqueza un concepto puramente consuntivo. Consideraba el trabajo  como un menester de siervos (El Universal, 1937). En cuanto al segundo, estas fueron sus palabras: El indio era mucho más incapaz  de valorización que el español. Nunca tuvo ni la capacidad ni la resignación  para el trabajo sistemático. Al hablar del indio  la  pereza y vicio surgen constantemente  de la pluma de los cronistas  coloniales (El Universal, 1937). Y sobre el último, el africano,  le negó toda posibilidad histórica: El negro, por su parte tampoco constituye  un aporte que pueda beneficiar a la raza (El Universal, 1937). Por lo que el camino era blanquear la población venezolana  con razas superiores  para entrar de lleno al proceso de modernización de la nación. Un prejuicio histórico que impedía la posibilidad de que  esas “razas inferiores”, “flojas y perezosas”, sin espíritu por el trabajo creador,  disfrutaran  de los bienes materiales y espirituales  de la democracia. Había que mejorar esas razas  y enseñar las letras de la libertad. Para ello,  contaban con las Cívicas Bolivarianas  y el ejercicio del magisterio del partido político PDV (1943), que se encargarían de promover   los valores patrios en el espíritu del libertador Simón Bolívar. Uno de los teóricos del sistema educativo del  lopecismo y del medinismo,  Alejandro Fuenmayor, un brillante intelectual, diseñó la arquitectura educativa  de la ideología bolivariana para inculcar en los niños  y los jóvenes esos prejuicios históricos que justificaban la imposibilidad que razas inferiores asumieran responsabilidades republicas y cívicas. Era vital para alcanzar el ejercicio de la soberanía popular,  producir hombres fuertes, física y espiritualmente, alimentar el cuerpo  y el espíritu con los principios de la modernización. Pues, bien, un enfoque positivista sobre la sociología venezolana,   una interpretación pesimista sobre el futuro  del país,   con ese tipo de estructura social no  se alcanzaría  el progreso material y cultural de la nación. En esencia,  
la tesis racial, utilizada  como argumento  en la lucha cultural, significa en el fondo autoelogio de quién  lo enuncia ¿Ha sucedido alguna vez que un teórico  de las razas confiese  con temor y vergüenza  que la raza que él mismo  pertenece  es inferior? Siempre se trata  de elevarse  y de elevar  a los suyos  por encima de los demás; y a costa de los demás. La tesis racial  es siempre hostil, siempre anti-algo; mala señal (J. Huizinga. Entre las Sombras del Mañana: diagnóstico   de  la enfermedad  cultural de nuestro tiempo. Revista de Occidente, Bárbara de Braganza, Madrid, 1. 1935, pág.79-80). 
Finalmente,   fue  uno de los fundadores.  Del Partido Democrático Nacional, en el año de 1943. Un partido burocrático   sin    conexión  alguna con  las multitudes, tal como lo fuera  Acción Democrática: un partido de masas. Una organización política de tal naturaleza,  con la protección del gobierno nacional, provocaría una confusión estructural   entre el estado, el gobierno, el partido y la sociedad,  al estilo  del gobierno de Guzmán Blanco, como  lo señalara  el historiador Carlos Siso: 
No se puede pretender constituir un partido único de gobierno, porque eso sería crear  una clase directora escogida según los méritos y simpatías adquiridas en un círculo  y no por las condiciones personales   y por los servicios prestados a la patria; porque  eso sería crear un partido  presidencial, sistema que dio resultados durante el predominio del partido liberal; porque eso sería constituir  una oligarquía  en el gobierno de una figura política;  porque eso sería crear  un régimen de privilegios  y de exclusivismo que alejarían al Magisterio  del pueblo, que le privaron  del aura popular, porque eso  sería  en fin,  crear un régimen que por sí  engendraría  el desprecio  por todo lo que está abajo, el odio  por todo aquel  que piense ni sienta de acuerdo con las  ideas   y los sentimientos del círculo .Esta fórmula no cabe en un partido liberal, mucho menos  en uno  que no siente todavía  el eco de las explosiones  populares que se sucedieron  al desaparecer  largos periodos dictatoriales( Carlos Siso, 1985, p.399).
En esa misma dirección, el diputado Tinoco, prominente medinista, dijo: “En la constitución  y en la actuación del PDV, existe un elemento de inmoralidad, es decir, el empeño de confundir  la función pública con la confusión personal de los miembros del partido, cuya consecuencia  más humana e inmediata  no puede ser otra cosa  que la perpetuación, a toda costa, en el poder” (Ahora, 2-10-45). 
Un estilo arbitrario  y  antidemocrático  a favor de unas minorías,  ligadas    a la política y   a los  negocios. El diputado Tinoco,  lo expresó, así: “El poder del Estado y la nación, pasaron de hecho al partido que tales cosas liquida. Tal partido   no puede llamarse democrático, porque es justamente contrario  a la esencia misma de la democracia; abriga el propósito de abrigar  en el seno suyo  los poderes del Estado; usurpa, con engaño, atribuciones que la constitución  señala a determinados organismos; exclusivistas al extremo de distribuir honores,  riquezas  y cargos de la nación a sus hombres; y de aprobar  la suspensión de garantías en plena paz; y constituye, en resolución la base ya no de una dictadura, sino de una tiranía absorbente, de un gobierno totalitario, absoluto…Nos sorprende  que la soberbia apetezca tanto. Lo que por una y sonroja  es que haya quien gustoso  lo consienta, lo aplaude y lo teorice. Tal vez  fue la sentencia  de otro famoso pensador italiano  cuando nació el fascismo” (Ahora, 2-10-1945).

Pues bien, allí estaba la figura política y de gran prestigio del gobierno medinista Arturo Uslar Pietri. En consecuencia, fueron  las creencias   del escritor de las letras  americanas,  en una época histórica en la que el  pensamiento positivista,  la biología, la genética y la raza,  temas de importancia vital   influyeron  en aquellos hombres que asumieron funciones de poder. Uno ellos, Arturo Uslar Pietri. Sus convicciones  sobre la naturaleza del   Estado, de la economía, del petróleo, de la democracia, estuvieron  impregnados  de esas representaciones mentales  que sintieron un desprecio  por unas “supuestas razas inferiores” que había que educar  física, moral y espiritualmente con las fuentes de la modernidad. Sanear y poblar con sangre de razas superiores y así  entrar al mundo de  la cultura  Occidental.
Entre 1936 y 1945,   se produjeron de forma sistemática    esas  creencias en torno  a la posibilidad histórica de una nación  que se  abriría hacia la modernización  a través de un blanqueo de la población.  En efecto. Las épocas históricas moldean   a  hombres y mujeres con  algún papel político de importancia en el destino vital  de sus naciones. Nadie escapa al impacto  de las creencias que marcan la pauta de sus hombres y de los eventos históricos. Lo que sorprende es que sus protagonistas  ocultan sus contradicciones, sus paradojas, ambigüedades  y ambivalencias  que se produce al calor de los ritmos de los fenómenos históricos. Así,  las memorias como manera de embellecer   el prodigio divino de sus protagonistas. Y, los defensores, los seguidores y los  aduladores,  se encargan de borrar   las arrugas y  los errores  en la que estuvieron  involucrados sus gobernantes, en general. No. El papel del historiador es mostrar  las luces y las sombras  de las figuras estelares que han participado  directa e indirectamente en  la dinámica de los hechos históricos. En este caso,   se narra   la  importancia política  de Arturo Uslar Pietri en un momento vital del proceso histórico venezolano  en la que se definía  el rumbo  político  de la nación (1936-1948).
Fue su época de oro con sus aciertos,  sus alcances,  sus luces y sus  sombras. Su trayectoria vital entre 1948 hasta su muerte, el 2006,  merece otro capítulo para develar su papel como hombre  público que no dejó de ser  importante  en la vida política y cultural   de un país que se encaminó por la libertad y la democracia.
Lo vital  de este estudio histórico sobre una figura estelar en los gobiernos de López y Medina, como lo  fue el escritor y novelista Arturo Uslar Pietri, es   comprender  como un sistemas de creencias, impregnaron  el espíritu  de un hombre,  de unas élites y de unos gobernantes, que le impusieron un  ritmo  político a una nación, mediante  una forma de ejercer  el estado, el gobierno,  la sociedad, desde la   mirada  positivista,  con unos  prejuicios históricos que  obstaculizaron  la constitución  de una auténtica  democracia  para promover el    desarrollo de la  vida material  y espiritual   a miles de venezolanos  que se le impidiera   disfrutar plenamente  de la libertad   y de  la riqueza petrolera. Les negaron la soberanía popular a los venezolanos. Como lo expresaron  con  claridad, uno de los más prestigiosos dirigentes de Acción Democrática, Valmores Rodríguez: “Hasta el 18 de Octubre de 1945 la historia del sufragio en Venezuela era la historia de su negación” Pues, bien,   en ello  reside la legitimidad  histórica del 18 de 0ctubre de 1945: el nacimiento de la democracia venezolana.
 


  

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