Arturo Uslar Pietri: Capitalismo de Estado, Petróleo, Fisiocracia, democracia, raza y biología (1936-1945)
Ramón Rivas Aguilar
El diagnóstico de una existencia humana – de un hombre, de un pueblo, de una época- tiene que comenzar filiando el repertorio de sus convicciones. Son éstas el suelo de nuestra vida. Por eso se dice que en ellas el hombre está. Las creencias son lo que verdaderamente constituyen el estado del hombre. …Pero es un error definir la creencia como idea. La idea agota su papel y consistencia con ser pensada… La creencia no es, sin más, la idea que se piensa, sino aquella en que además se cree. Y el creer no es ya una operación del mecanismo intelectual, sí no que es una función del viviente como tal, la función de orientar su conducta, su quehacer. (Ortega y Gasset, 1997, pág. 1).
Un intento por explorar las creencias del escritor y novelista Arturo Uslar Pietri (1906-2006) sobre el rol del capitalismo de estado para promover las bases del capitalismo agrario mediante la renta petrolera, por un lado. Y, por el otro, sus convicciones sobre la democracia y su relación con la estructura racial del país. En ese sentido, el petróleo fuente vital para la creación de la riqueza nacional con el impulso del Capitalismo de Estado. La siembra del petróleo de contenido única y exclusivamente fisiocrática. Al mismo tiempo, examinó la naturaleza de la estructura social del país, desde una perspectiva positivista, con el propósito, según él, de modificar su composición social de origen español, indígena y africana, mediante un proceso de blanqueamiento y así alcanzar el progreso económico y espiritual de los venezolanos. Un sistema de creencias, cuyos antecedentes se encuentran en la vieja estructura de casta que había predominado en el mundo colonial, que se prolongó con la República, hasta desaparecer con la Guerra Federal. Esas creencias, renovadas y transformadas por el positivismo, en las élites gomecistas, lopecistas y medinistas.
Una de esas figuras intelectuales de gran prestigio de la cultura venezolana, miembro importante de los gobiernos de López y Medinas, Arturo Uslar Pietri, compartió la defensa de esos enfoques de origen racial para negar la libertad y la democracia a unas estructuras sociales, según su mirada, de “razas inferiores”. Un poco de historia.
El petróleo, en la perspectiva del novelista venezolano, un hecho histórico que cambió de manera radical la vida material y cultural de la nación. Por lo que el Estado y el petróleo el camino para planificar las bases de una sociedad agraria moderna, la imagen de la sociedad post-petrolera. Sembrar el petróleo, la frase histórica que entusiasmó al país para la conquista de la gran Utopía: Vuelta a la tierra. Única y exclusivamente los ingresos petroleros para potenciar las actividades agrarias, ganaderas y otras. Para él, era la referencia vital que provenía de la cultura agraria, anterior al petróleo: la economía vegetal, en palabras del novelista Ramón Díaz Sánchez. Asimismo, cultivó en su ánima prejuicios históricos contra el capitalismo, el industrialismo, el maquinismo y el individualismo que produjo “pobreza y miseria en la Inglaterra clásica”. Creencias, muy en boga, en aquellos momentos históricos en la que el parlamentarismo y el liberalismo vivían una profunda crisis histórica en el planeta (1899-1945). Por eso, en su ánima su desconfianza hacia al capitalismo liberal inglés.
De allí, la compresión de su cuestionamiento al liberalismo, al libre mercado y al libre comercio. No era el camino para estimular la riqueza nacional. El esquema válido para impulsar la economía del país era mediante el sistema proteccionista. Una economía nacional en la que el capitalismo de Estado jugaría un papel estelar.
Fue una de las figuras políticas de mayor prestigio intelectual en los gobiernos de López y Medina (1936-1945). Sus escritos en la prensa venezolana y en las publicaciones oficiales, en sintonía con los postulados del estatismo, del intervencionismo y del planismo para encauzar los ingresos petroleros hacia la constitución del capitalismo agrario. Así, en diversos números de la Revista de Hacienda, sus artículos resaltaron el papel del gasto público, el aumento del presupuesto y su influjo en el crecimiento económico de la nación. Al mismo tiempo, en desacuerdo con las ideas liberales de Santos Michelena.
El conflicto mundial (1939-1945), acentuó el estatismo y el intervencionismo, lo que produjo la suspensión de las garantías económicas y, como consecuencia, se suscitó una polémica política e ideológica entre el Estado y el sector privado. El Estado empresario y la guerra, le dio una “connotación totalitaria” a los gobiernos de López y Medinas, en palabras del empresariado nacional. Esas circunstancias internacionales y nacionales, dieron nacimiento a Fedecámaras, en el año de 1944(Rossana Hernández). Ese organismo empresarial en defensa del libre mercado contra el intervencionismo estatal. El año de 1944, una fecha histórica que define por vez primera la conciencia de clase del sector privado contra el estatismo. El Estado Liberal garante del progreso material y espiritual de la Provincia de Venezuela.
Pues, bien, el escritor y novelista Arturo Uslar Pietri, fue uno de los actores principales en esa faena histórica en defensa del capitalismo de Estado como el motor de la sociedad post-petrolera. En perspectiva, sembrar el petróleo la bandera política e ideológica que consolidó y fortaleció ese capitalismo de Estado que se prolongó en el tiempo hasta colapsar en las dos primeras décadas del siglo XXI. No comprendió los efectos de un enfoque de tal naturaleza que aceleró históricamente la bancarrota del país. Sí. Develó sus perversiones; pero sus creencias antiliberales impidieron la posibilidad de que ese capitalismo que había generado efectos desastrosos a la nación, fuera remplazado por un esquema de libre mercado y de libre comercio. Llegó tarde a esa comprensión histórica cuando se derrumbó la utopía comunista y socialista, el Estado de bienestar, la cultura del subsidio, en los ochenta y los noventa. Por esos años, en su sección Pizarrón (El Nacional), escribió sobre la “resurrección del liberalismo” que tanto cuestionó en la década de los treinta y cuarenta. Difícil para él, de larga tradición intervencionista ser consecuente con una economía de libre mercado. Solo se refería sobre la necesidad de una economía productiva y de competencia, nada más. Es decir, la vida intelectual que desarrolló sobre el papel del capitalismo de Estado se mantuvo a lo largo de su existencia. Algo que no fue posible en todo su esplendor cuando descubrió la dinámica liberal, a finales de los ochenta y noventa. Fue un defensor del capitalismo de Estado. No lo fue con el libre mercado, de manera radical. Llegó tarde. No fue coherente con las iniciativas de mercado que impulsó CAP, en su segundo gobierno (1989-1993).Todo lo contrario, pidió su renuncia.
Como se señaló anteriormente, Arturo Uslar Pietri, un teórico del capitalismo de Estado. Por lo que no se comparte la creencia que se propagó por la nación de que Arturo Uslar Pietri representaba la conciencia burguesa mejor organizada del capitalismo en Venezuela. Por el contrario, fue una de las mentalidades estatistas más significativas del pensamiento político del país del siglo XX venezolano. Sigamos abriendo las páginas de la historia.
En el año de 1944, el Partido Democrático Venezolano, Organización política del medinismo, promovió un Ciclo de conferencias La libertad Económica y La intervención del Estado. Este ciclo de conferencias, describe la mentalidad y la praxis estatista de la élite medinista. En la introducción del libro se recoge las diversas interpretaciones en torno al tema de la libertad económica y la intervención del Estado, en la que el historiador Mario Briceño Iragorry marca las pautas del estatismo y los límites para frenar los abusos del individualismo y del liberalismo.
Se inició el ciclo de conferencias, con el Dr. Arturo Uslar Pietri, titulada: La libertad económica y la intervención del Estado. Una exposición magistral en defensa del estatismo, del intervencionismo, del capitalismo de Estado y su censura al liberalismo económico. Una pieza intelectual que denota un conocimiento histórico de cómo el estatismo, una fuerza política e ideológica, se pierde en el tiempo. Por tanto, el estatismo anclado en lo más profundo de la historia de la humanidad. Lo que permitió al insigne escritor, decir: señores, ahí está en el corazón de la historia las primeras nociones del estatismo. Tal entusiasmo recorrió en el ánima de Uslar Pietri sobre los orígenes del estatismo, que lo conmovió una página del génesis del texto bíblico, que pareciera ser la primera noción del planismo económico. En palabras, del autor de Lanzas Coloradas:
Allá, en una página del génesis, hermosa y conmovedora, llena de idealidad humana, está un primer ensayo de planificación económica de “New deal”….un ensayo de aquel gran Ministro que se llamó José, que propuso al Faraón de Egipto. El primer plan económico que recuerda la historia, es el plan de las siete vacas gordas y de las siete vacas flacas.”(1945).
Después de un largo paseo histórico sobre el origen y la evolución del estatismo, señala como nace el liberalismo en la era moderna, cuyo exponente fundamental fue Adam Smith. Describe los mecanismos de mercado y sus efectos en la vida económica de las naciones, cuyos resultados fueron desastrosos para los trabajadores, en general. Una crítica sistemática contra los postulados del liberalismo económico, tal como lo hiciera Fermín Toro contra la usura (1845). Por lo que el liberalismo económico en el siglo XIX, una tragedia histórica. Al cesto Santo Michelena con su liberalismo económico nada que ver con la realidad nacional.
De allí, la necesidad de la intervención del Estado en la economía, en la mirada de Uslar Pietri. Por lo que el capitalismo de Estado el instrumento para la racionalización del ingreso petrolero y la conformación de la sociedad post-petrolera. Dentro de ese enfoque, no había cabida para el libre mercado, para el liberalismo económico. Por tanto, el Estado, el intervencionismo, el capitalismo de estado en aras de una economía nacional, protegida contra la competencia internacional. El proteccionismo, motor del desarrollo nacional. Nada de libre mercado, de libre comercio. Sembrar el petróleo, esencia del proteccionismo. Era la visión oficial del gobierno medinista y del Partido Democrático Venezolano. Así, lo indicó: “Este es, precisamente, el camino que ha tomado el gobierno de la nación. Este es el camino que ha tomado el P.V. D., y con él la inmensa mayoría de los hombres que en Venezuela en el interés nacional mucho más allá de un mezquino e inmediato interés personal mal entendido. Estas medidas han sido: la protección arancelaria, que ha continuado el sistema de contingentes de importación; el capitalismo de estado, que es muy importante en Venezuela, y por el cual la nación, , en función promotora de industria y en de gran banquero, como irónicamente se ha querido decir por allí, ha estado aportando dinero barato para que se funden industrias, para que emprendan labores agrícolas, para que algo quede de la riqueza petrolera y arraigue en tierra venezolana; las primas de exportación, el dólar-fruto, el sistema que ha establecido el control de cambio, y que permite que Venezuela siga exportando café,…. Termina esta cita, indicando lo siguiente: “Esta es señores, la que pudiéramos llamar la necesidad de la intervención, a grandes rasgos, en largos periodos y en forma permanente” (Arturo Uslar Pietri, 1944, pp.30-31). Guardando las distancias históricas capitalismo corporativista, capitalismo compinche, clientelar y empresarial; en fin, cultura del subsidio que tanto cuestionó de forma sistemática a través de sus libros y artículos de prensa a partir del 18 de octubre de 1945.
No obstante, esa postura estatista e intervencionista la mantuvo hasta la década de los ochenta y los noventa, sin que ello significara un viraje radical hacia la defensa del Estado liberal, del libre mercado y del libre comercio. Esas décadas, el momento vital para erigirse en un hombre auténticamente liberal, tal como lo hiciera ante la historia política de América Latina, el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Una oportunidad histórica para escribir una autobiografía intelectual con el firme propósito de reconstruir ese proceso de transición de una defensa del capitalismo de Estado a una defensa de los postulados del liberalismo, tal como lo hicieran Von Mises y Mario Vargas Llosas, respectivamente.
De allí, pues, que esa conferencia magistral sobre la Libertad Económica y la intervención del Estado (1944), la mantuvo en silencio por unas cuantas décadas. El libro que publicaron en el año de 1945, sobre La Libertad Económica y la Intervención del Estado, al cesto. Al olvido. Solo apareció su disertación La libertad Económica y la intervención del Estado, en la primera edición del Sumario de Economía Venezolana, editado en el año de 1945. En las posteriores ediciones, fueron obviadas. La razón era contundente para justificar ese descuido histórico. Esa conferencia, una lección magistral al culto del estatismo, al intervencionismo, con unos impactos negativos sobre la vida política y económica del país. Todos los intervencionismos y estatismos conducen hacia la configuración gobiernos centralistas, autoritarios y totalitarios. Esa mentira histórica que se inventaron los socialdemócratas de que hay estatismo bueno y malo es una soberana estupidez. Todos crecen de forma ilimitada para ahogar la acción humana. Por lo que el escritor venezolano no quería aparecer como un ideólogo del estatismo, cuando en el planeta en los ochenta y los noventa, entró en crisis el culto al intervencionismo con todas sus modalidad tanto en el mundo de la utopía como en el mundo de las democracias liberales. Develó en su ánima esa contradicción entre la agonía del estatismo, y el interés sobre el liberalismo en los nuevos tiempos. Cuando descubrí esas contradicciones y ambigüedades, en su pensamiento económico, en un ensayo que apareció en una revista en Valencia (1986), solo se le ocurrió, decir: una crítica inusual. Cuando fueron editadas sus obras completas sobre su pensamiento económico, en el año de 1991, no apareció esa conferencia que pronunció en el año de 1944, sobre la libertad económica y la intervención del Estado. Posteriormente, la Academia de ciencias económicas y sociales editó en un folleto, en el año de 1991, con otros trabajos sobre temas económicos venezolanos, su conferencia sobre La Libertad Económica y la intervención del estado (1944).
La Academia Nacional de Ciencias económicas llevó a cabo un homenaje al Dr. Arturo Uslar Pietri, en el año de 1991.Las intervenciones de Tomás Carrillo Batalla y la de Arturo Uslar Pietri, entre otras cosas, un intento inútil por negar las contradicciones y ambigüedades en la que había incurrido el autor de Lanzas Coloradas, en defensa del capitalismo de Estado y su viraje hacia una economía liberal. A pesar de que habló sobre los efectos perversos del capitalismo de Estado que parecía sustituir a la nación, no planteó en la década de los sesenta, setenta y ochenta una alternativa liberal. No. Convencido de que era posible una racionalización de ese estado poderoso, más eficiente y de mayor capacidad gerencial, para optimizar los recursos petroleros y encaminarse hacia la gran utopía. Aún más: apostó por las empresas de Guayana como el camino hacia la sociedad post-petrolera (1986). Lo que se percibe en esa conducta, un intento por silenciar una postura histórica: su defensa del capitalismo de Estado. Que el pudiera cambiar tal creencia en los nuevos tiempos, en una dinámica política que puso en tela de juicio las ideologías de la utopía y el estatismo, abriendo paso hacia liberalismo, era lo natural para estar en sintonía con las transformaciones de las sociedades, en general, como fruto de los eventos histórico. Ayer fuimos una cosa; hoy otra; mañana, en otros horizontes intelectuales. Que le vamos hacer, como diría el pensador Ortega y Gasset. Sí. Somos ambiguos, incoherentes, contradictorios y paradójicos. Cuál es el problema. José Martínez Ruiz (Azorín), figura estelar de la generación del 98, en su libro El Político, en uno de sus capítulos, dedicado al tema de la contradicción, dijo: “Ha escrito un filósofo que ni la contradicción es señal de falsedad ni lo es de verdad la incontradicción. Todo cambia en la vida, nada hay más contradictorio que la vida. A los veinte años, en plena ardorosa mocedad, pensamos de una manera, pensamos de otra manera cuando la edad ha ido transcurriendo y los entusiasmos se han enfriado… sí cambia la sensibilidad ¿cómo no ha de cambiar el pensamiento? No pasa día sin que traiga una rectificación a nuestros juicios. Sólo los insensibles que permanecen iguales. Lo que por nuestros ojos pasa va dejando un sedimento de ideas, de juicios, sentimientos, que se renuevan a lo largo del tiempo” (Azorín, el político, Espasa-CALPE, Madrid, 1957, pág. 38).Por lo tanto, para el prestigioso hombre de letras de habla hispana: “No reprochemos a nadie ni sus contradicciones ni sus inconsecuencias. No nos atemoricemos cuando se nos reprocha a nosotros. Obremos en cada momento según lo que estimemos oportuno, benéfico y justo (Azorín, ídem, pág. 38).
De allí, que la grandeza intelectual y moral de los ensayos de Montaigne, consiste según el escritor Francés, Andrés Gide, en aceptar…. en sí mismo las inconsecuencias y las contradicciones”. Como lo señala muy bien el autor de tan célebres ensayos:
… De los hombres, me creo menos fácilmente la constancia que ninguna otra cosa, y nada con mayor facilidad que la inconstancia. Nuestro proceder ordinario es ir tras las inclinaciones de nuestro apetito, a izquierda, a derecha, arriba, abajo, según nos lleve el viento de las circunstancias. Solo pensamos lo que queremos en el inste en lo que lo queremos, y cambiamos del mismo que ese animal adopta el color del lugar donde se le coloca. Lo que hemos proyectado en este momento, lo cambiamos en el acto, y al instante volvemos otra vez sobre nuestros pasos; no hay más que movimiento e inconstancia. No vamos, nos llevan, al igual que las cosas flotan, ya suavemente, ya con violencia, según esté el agua agitada o tranquila”.
El hombre es el único animal responsable que da cuenta de sus actos y de sus acciones. Como lo expresa el filósofo inglés John E. Smith, en un artículo “Un Animal Responsable”, traducido al español por el insigne maestro Don Guillermo del Olmo, en que revela el fundamento último del ser humano:
“La dimensión ética de la condición humana. El hombre es el único ente que se responsabiliza por lo que piensa y hace, el único ser capaz de reconocer el valor, la significación y el propósito de sus actos. En suma, el hombre es animal responsable, y si, en las circunstancias actuales, conserva todavía algún significado la honorífica expresión “la dignidad del hombre”, la razón para ello se encontrará en el hecho fundamental que al hombre se puede pedir cuenta de sí mismo y de sus acciones.”
Por otra parte, en cuanto al tema de la democracia y su relación con la cuestión racial y su perspectiva en la Provincia de Venezuela, fue pesimista. Tuvo una creencia sobre la democracia impregnada de elementos raciales. No escapó al influjo del cuerpo de creencias del positivismo sobre una manera de analizar los eventos históricos venezolanos, a partir de las diferencias raciales que “marcan el estancamiento o el progreso de las naciones”. Un tema muy en boga que se desarrolló a lo largo del siglo XIX y su impacto en las ideologías del totalitarismo que se desplegaron entre las dos guerras mundiales. Por lo que el tema de la política, la democracia y las razas, fue parte de sus reflexiones en la que tuvo un papel de importancia política entre 1936 y 1945.Convencido de que los venezolanos no estaban aptos para asumir responsabilidad histórica en un sistema democrático. Las notas raciales, como resultado de un largo proceso histórico, que dio origen a un tipo de estructura social, en la que el español, el indio y el negro, ninguna posibilidad histórica para vivir en un régimen de libertad. Por lo tanto, había que blanquear esas razas con un tipo de inmigrante para poder promover la modernización de la nación. Al mismo tiempo, formarlos como ciudadanos mediante el sistema educativo. Mientras tanto, tendría el control del poder con la finalidad de impulsar un tipo de democracia, democracia orgánica, con hombres fuertes, sanos y con un vigor espiritual de contenido patrio y bolivariano. En ese marco de creencias, los venezolanos alcanzarían la libertad. En sus manos, un cuerpo de creencias, la ideología bolivariana, el norte para mantener la unidad del país y sanar física y culturalmente a hombres y mujeres del territorio nacional.
En todo caso, Arturo Uslar Pietri defendió esa creencia desde una perspectiva antropológica y sociológica positivista sobre la composición étnica de los venezolanos, con el objetivo de justificar la negación de la democracia a hombres y mujeres que, psíquicamente y emocionalmente, no estaban aptos para vivir en libertad. Para lograr tal objetivo, es decir, la democracia y la libertad, era ineludible blanquear esas estructuras raciales con sangre nueva y modernizante. Esa desconfianza sobre un tipo de raza que no merecía ser parte del proceso histórico moderno de la nación, lo revela en un artículo que apareció en el universal sobre la inmigración (1937), en la que Arturo Uslar Pietri retrató sociológicamente las características y notas del español, del indígena y del africano, sin ninguna opción histórica. Sobre el primero, dijo que era “El tipo opuesto de hombres que había que fundar el moderno capitalismo. Tenía de la riqueza un concepto puramente consuntivo. Consideraba el trabajo como un menester de siervos (El Universal, 1937). En cuanto al segundo, estas fueron sus palabras: El indio era mucho más incapaz de valorización que el español. Nunca tuvo ni la capacidad ni la resignación para el trabajo sistemático. Al hablar del indio la pereza y vicio surgen constantemente de la pluma de los cronistas coloniales (El Universal, 1937). Y sobre el último, el africano, le negó toda posibilidad histórica: El negro, por su parte tampoco constituye un aporte que pueda beneficiar a la raza (El Universal, 1937). Por lo que el camino era blanquear la población venezolana con razas superiores para entrar de lleno al proceso de modernización de la nación. Un prejuicio histórico que impedía la posibilidad de que esas “razas inferiores”, “flojas y perezosas”, sin espíritu por el trabajo creador, disfrutaran de los bienes materiales y espirituales de la democracia. Había que mejorar esas razas y enseñar las letras de la libertad. Para ello, contaban con las Cívicas Bolivarianas y el ejercicio del magisterio del partido político PDV (1943), que se encargarían de promover los valores patrios en el espíritu del libertador Simón Bolívar. Uno de los teóricos del sistema educativo del lopecismo y del medinismo, Alejandro Fuenmayor, un brillante intelectual, diseñó la arquitectura educativa de la ideología bolivariana para inculcar en los niños y los jóvenes esos prejuicios históricos que justificaban la imposibilidad que razas inferiores asumieran responsabilidades republicas y cívicas. Era vital para alcanzar el ejercicio de la soberanía popular, producir hombres fuertes, física y espiritualmente, alimentar el cuerpo y el espíritu con los principios de la modernización. Pues, bien, un enfoque positivista sobre la sociología venezolana, una interpretación pesimista sobre el futuro del país, con ese tipo de estructura social no se alcanzaría el progreso material y cultural de la nación. En esencia,
la tesis racial, utilizada como argumento en la lucha cultural, significa en el fondo autoelogio de quién lo enuncia ¿Ha sucedido alguna vez que un teórico de las razas confiese con temor y vergüenza que la raza que él mismo pertenece es inferior? Siempre se trata de elevarse y de elevar a los suyos por encima de los demás; y a costa de los demás. La tesis racial es siempre hostil, siempre anti-algo; mala señal (J. Huizinga. Entre las Sombras del Mañana: diagnóstico de la enfermedad cultural de nuestro tiempo. Revista de Occidente, Bárbara de Braganza, Madrid, 1. 1935, pág.79-80).
Finalmente, fue uno de los fundadores. Del Partido Democrático Nacional, en el año de 1943. Un partido burocrático sin conexión alguna con las multitudes, tal como lo fuera Acción Democrática: un partido de masas. Una organización política de tal naturaleza, con la protección del gobierno nacional, provocaría una confusión estructural entre el estado, el gobierno, el partido y la sociedad, al estilo del gobierno de Guzmán Blanco, como lo señalara el historiador Carlos Siso:
No se puede pretender constituir un partido único de gobierno, porque eso sería crear una clase directora escogida según los méritos y simpatías adquiridas en un círculo y no por las condiciones personales y por los servicios prestados a la patria; porque eso sería crear un partido presidencial, sistema que dio resultados durante el predominio del partido liberal; porque eso sería constituir una oligarquía en el gobierno de una figura política; porque eso sería crear un régimen de privilegios y de exclusivismo que alejarían al Magisterio del pueblo, que le privaron del aura popular, porque eso sería en fin, crear un régimen que por sí engendraría el desprecio por todo lo que está abajo, el odio por todo aquel que piense ni sienta de acuerdo con las ideas y los sentimientos del círculo .Esta fórmula no cabe en un partido liberal, mucho menos en uno que no siente todavía el eco de las explosiones populares que se sucedieron al desaparecer largos periodos dictatoriales( Carlos Siso, 1985, p.399).
En esa misma dirección, el diputado Tinoco, prominente medinista, dijo: “En la constitución y en la actuación del PDV, existe un elemento de inmoralidad, es decir, el empeño de confundir la función pública con la confusión personal de los miembros del partido, cuya consecuencia más humana e inmediata no puede ser otra cosa que la perpetuación, a toda costa, en el poder” (Ahora, 2-10-45).
Un estilo arbitrario y antidemocrático a favor de unas minorías, ligadas a la política y a los negocios. El diputado Tinoco, lo expresó, así: “El poder del Estado y la nación, pasaron de hecho al partido que tales cosas liquida. Tal partido no puede llamarse democrático, porque es justamente contrario a la esencia misma de la democracia; abriga el propósito de abrigar en el seno suyo los poderes del Estado; usurpa, con engaño, atribuciones que la constitución señala a determinados organismos; exclusivistas al extremo de distribuir honores, riquezas y cargos de la nación a sus hombres; y de aprobar la suspensión de garantías en plena paz; y constituye, en resolución la base ya no de una dictadura, sino de una tiranía absorbente, de un gobierno totalitario, absoluto…Nos sorprende que la soberbia apetezca tanto. Lo que por una y sonroja es que haya quien gustoso lo consienta, lo aplaude y lo teorice. Tal vez fue la sentencia de otro famoso pensador italiano cuando nació el fascismo” (Ahora, 2-10-1945).
Pues bien, allí estaba la figura política y de gran prestigio del gobierno medinista Arturo Uslar Pietri. En consecuencia, fueron las creencias del escritor de las letras americanas, en una época histórica en la que el pensamiento positivista, la biología, la genética y la raza, temas de importancia vital influyeron en aquellos hombres que asumieron funciones de poder. Uno ellos, Arturo Uslar Pietri. Sus convicciones sobre la naturaleza del Estado, de la economía, del petróleo, de la democracia, estuvieron impregnados de esas representaciones mentales que sintieron un desprecio por unas “supuestas razas inferiores” que había que educar física, moral y espiritualmente con las fuentes de la modernidad. Sanear y poblar con sangre de razas superiores y así entrar al mundo de la cultura Occidental.
Entre 1936 y 1945, se produjeron de forma sistemática esas creencias en torno a la posibilidad histórica de una nación que se abriría hacia la modernización a través de un blanqueo de la población. En efecto. Las épocas históricas moldean a hombres y mujeres con algún papel político de importancia en el destino vital de sus naciones. Nadie escapa al impacto de las creencias que marcan la pauta de sus hombres y de los eventos históricos. Lo que sorprende es que sus protagonistas ocultan sus contradicciones, sus paradojas, ambigüedades y ambivalencias que se produce al calor de los ritmos de los fenómenos históricos. Así, las memorias como manera de embellecer el prodigio divino de sus protagonistas. Y, los defensores, los seguidores y los aduladores, se encargan de borrar las arrugas y los errores en la que estuvieron involucrados sus gobernantes, en general. No. El papel del historiador es mostrar las luces y las sombras de las figuras estelares que han participado directa e indirectamente en la dinámica de los hechos históricos. En este caso, se narra la importancia política de Arturo Uslar Pietri en un momento vital del proceso histórico venezolano en la que se definía el rumbo político de la nación (1936-1948).
Fue su época de oro con sus aciertos, sus alcances, sus luces y sus sombras. Su trayectoria vital entre 1948 hasta su muerte, el 2006, merece otro capítulo para develar su papel como hombre público que no dejó de ser importante en la vida política y cultural de un país que se encaminó por la libertad y la democracia.
Lo vital de este estudio histórico sobre una figura estelar en los gobiernos de López y Medina, como lo fue el escritor y novelista Arturo Uslar Pietri, es comprender como un sistemas de creencias, impregnaron el espíritu de un hombre, de unas élites y de unos gobernantes, que le impusieron un ritmo político a una nación, mediante una forma de ejercer el estado, el gobierno, la sociedad, desde la mirada positivista, con unos prejuicios históricos que obstaculizaron la constitución de una auténtica democracia para promover el desarrollo de la vida material y espiritual a miles de venezolanos que se le impidiera disfrutar plenamente de la libertad y de la riqueza petrolera. Les negaron la soberanía popular a los venezolanos. Como lo expresaron con claridad, uno de los más prestigiosos dirigentes de Acción Democrática, Valmores Rodríguez: “Hasta el 18 de Octubre de 1945 la historia del sufragio en Venezuela era la historia de su negación” Pues, bien, en ello reside la legitimidad histórica del 18 de 0ctubre de 1945: el nacimiento de la democracia venezolana.