El 23 enero de 1958 en la ciudad del sol de los venados
La ciudad que está edificada sobre un monte,
No puede ser escondida. (P.N. Tablante Garrido. Escudo y Lema de Mérida. Mérida, 1958. Pág. 15)
Ramón Rivas Aguilar
La ciudad que se dejó cautivar por la belleza y la magia del sol de los venados, remontando el lomo de las montañas sagradas de la Cordillera de lo Andes, se develó con las primeros aviones que aterrizaron en el aeropuerto Alberto Carnevali, en el año de 1945. La Trasandina (1925) y el aeropuerto Alberto Carnevali impulsaron la modernización del Estado y contribuyeron a poner fin a un régimen político de origen autoritario, antidemocrático y patriarcal Sus ideólogos, brujos y adivinos, recubrieron a esos caudillos de poderes absolutos y divinos. Se creían los hijos del libertador y pretendían ejercer el poder al estilo de la doctrina del derecho divino de los reyes. Despreciaban al pueblo y se empavonaban con el perfume aristocrático de Las montañas.
Los libertadores derribaron las bases políticas y teológicas del imperio español. Sin embargo, se impuso el ideal del militarismo heroico y, como consecuencia, se apoderó de la riqueza pública y conformó grupos tribales y regionales con el objetivo de mantenerse en el poder hasta el fin de los tiempos. Por ello, el militarismo heroico y su carga simbólica de los valores patrios fue el problema fundamental que impidió la convivencia democrática y el crecimiento económico de manera racional y eficaz a lo largo del siglo XIX y parte del XX. Los poetas, novelistas y aduladores se encargaron de reforzar esa creencia tan nefasta para el destino de nuestra nación.
La semana del estudiante (1928) abrió una posibilidad histórica que se asomó significativamente con el 18 de octubre de 1945. El vuelo de los aviones de la Fuerza Aérea de Venezuela iluminó un nuevo horizonte en una nación decidida a vivir en un sistema civilista y democrático. Con el 18 de octubre de 1945 moría el mito del mandatario y del militarismo heroico y se instauraba el poder civil. La promulgación de la constitución nacional el 5 de abril de 1947 recogió los postulados esenciales de la democracia. De igual modo, se planteó la abolición del latifundio y la necesidad de impulsar la industrialización del país. Asimismo, la configuración del Estado social. Es decir, la ideología democrática sepultaba La ideología bolivariana y militarista. El voto, la expresión simbólica del juego democrático, de la competencia, de las preferencias y de la alternabilidad del poder frente al mito del mandatario y de la manía psicológica y narcisista del fundamentalismo y del mesianismo. Sin embargo, el 24 de noviembre de 1948, emergió de la tumba de los tiranos y déspotas, la representación del mandatario que perduró hasta el 23 de enero de 1958. Los hombres y mujeres del Estado jugaron un papel de importancia en la caída del tirano y del inicio de la democracia en la cuidad que se deja mirar por los destellos misteriosos del relámpago del Catatumbo. La historia y La geografía de Mérida es parte vital de una nación que consolidó y fortaleció su amor por la libertad, la igualdad y la justicia. Su espíritu institucional lleva el sello de religiosidad que marcó la ruta libertaria de la cordillera andina. Así, los ciudadanos de esta bella región, se la jugaron en la independencia y lucharon contra la cultura del caudillismo y el militarismo en su quehacer histórico. No es casual el nacimiento de los primeros movimientos políticos, sociales, religiosos y culturales a raíz de la muerte del General Gómez, en una cuidad que hervía en su corazón la pasión libertaria. Esa pasión libertaria la sellaron con el 18 de octubre de 1945. El liderazgo de Acción Democrática asumió la responsabilidad histórica de impulsar el proceso democrático en una región en manos de unos caciques y unos aristócratas que no entendieron la dinámica de los tiempos. Esos hombres, como Alberto Carnevali, Rigoberto Henrique Vera, Edilberto Moreno, Julio Verne Calderón, Bernardo Aranguren, el maestro Gustavo Amador López, Jesús Moreno Rangel, Olegario Carnevalli y otros, potenciaron el sentimiento libertario a lo largo de las altas montañas y cordilleras andinas, dejando en el alma de esos campesinos la fe y la esperanza de un régimen de libertad. No obstante, el mito del mandatario reapareció el 24 de noviembre de 1948. Cuando menos lo creían, el pueblo valeroso de Mérida con sus estudiantes de los liceos y de la universidad, de las mujeres y hombres, de los sacerdotes, de los trabajadores del sector público y privado, de los militares, el pueblo, con su espíritu unitario, volcó a la calle y el hombre de la cachucha huyó a esconderse en el nido de los tiranos de Centro América. Fue el encuentro con la democracia y la reconciliación nacional. Ni perseguidos ni perseguidores. Todos a consolidar un sistema de libertad para mejorar la calidad de vida del venezolano mediante el capitalismo. El Pacto de Punto Fijo y un Programa Mínimo de Gobierno, expresaron esa aspiración nacional. A pesar de los avatares de la política y de la economía, no hay forma de extirpar en el venezolano el deseo de vivir en libertad. Perdurará en el tiempo el poder del civilismo como fuente de riqueza material y espiritual. Es la fuerza inmutable que ha definido la personalidad histórica de la Provincia de Mérida, que ha estado por encima de la barbarie, de los personalismos, de las traiciones, de las mezquindades y de las conspiraciones. Lo cual no han impedido arrancar del alma del merideño su pasión por la libertad. Las fuerzas del civilismo y de religiosidad que caracterizan la ruta histórica de la ciudad de Mérida, las fuerzas del futuro y de la esperanza.