Luis González (Cronista Emérito de la cuidad de Valera): El 23 de Enero de 1958
El cronista Emérito de la Cuidad de Valera, Luis González (1925-2022) en la conmemoración de los 25 años de la democracia venezolana, escribió un trabajo, de aproximadamente de unas 44 páginas, sobre el 23 de enero de 1958, editado por el Ejecutivo del Estado Trujillo en febrero de 1983. Un trabajo de importancia histórica que describe los antecedentes políticos que formaron parte de ese acontecimiento cívico-militar que expulsó al tirano hacia las aguas del furioso mar del Caribe. Un paseo histórico desde la época de Gómez hasta el final de la dictadura. En ese trajín vital, destaca el significado político de la generación del 28 y su influencia en el porvenir del sistema político venezolano de origen civilista. Además, señala la importancia de Fabricio Ojeda, la figura política de mayor prestigio de la Junta Patriótica en el derrocamiento de la tiranía. De igual, modo relata el papel de los movimientos políticos y religiosos en la caída del gordito de Michelena. Asimismo, una pequeña historia del 23 de enero en la cuidad de Valera. De igual modo, describe el papel estelar del padre Andrade, con su célebre homilía que pronunció en la Iglesia de la Plaza San Pedro, provocando entusiasmo civilista y estampida a los hijos del tirano, torturadores y asesinos arrojados a los viejos cañaverales de los antiguos trapiches de la geografía trujillana. En unas de sus páginas, Luis Gonzalez asoma la imagen del rumor de que algo está pasado. La cosa esta fea. El hombre a está punto de caer. El temor embriaga con champaña las almas despiadadas de los aduladores del hombre de Michelena: “Caracas se hincha de rumores y expectativa a mediados desde 1957. Algo va a pasar, intuye la gente con sabiduría corazonada. Nadie sabe qué. Pero todos confían en que algo va a pasar” (p. 22).
En efecto. El rumor comienza a tener sentido, cuando la señal proviene de la Iglesia: “El primero de mayo, Día del trabajador, el Arzobispo de Caracas, Monseñor Arias Blanco, lee durante los oficios de Catedral, unas letras pastorales que conforman una e inesperada y audaz condena contra el gobierno. El gesto del alto prelado conmociona al régimen” (p. 22). El espíritu eclesiástico y sacerdotal desnudó a la tiranía. El evangelio, la cruz y la oración, la fuerza de la divinidad acompañó a un pueblo que vivía a oscura entre las sombras, como diría el poeta y místico San Juan de la Cruz. El resplandor del astro gigante en el ánima de una nación que echó a los avernos del caribe al odioso y oprobioso hombre de la cordillera andina. “El miedo se ha perdido”. El pueblo alegre y entusiasta al saber la noticia que recorrió al mundo: el tirano huyó.
Venezuela recuperó su ruta civilista: “en el alba de ese amanecer flamean los amarillos, azul y rojo de la libertad; por los aires del valle miles de voces y roncas de hombres y mujeres abrazados en marcha descomunal y convergentes, entre lágrimas y sonrisas estallan en GLORIA BRAVO AL PUEBLO QUE EL YUGO LANZÓ LA LEY RESPETANDO LA VIRTUD DE HONOR… (p.30)
Dentro de esa perspectiva histórica, Don Luis González, historiador, maestro del periodismo trujillano, reitera cuán importante fue la figura civilista y sacerdotal del Padre Andrade, cuando en un instante de la providencia sus palabras, en la vieja Iglesia de San Pedro, estremecieron los cimientos de la tiranía en el Estado Trujillo, la geografía andina, de hombres recios, valerosos y dignos. En un punto de la historia del civilismo trujillano, el cronista Luís González enaltece el gentilicio del padre Andrade que hizo del verbo el arma más poderosa contra el tirano de las altas montañas. Palabras que agiganta la mirada osada y rebelde de la mujer valerana que desde el interior de la iglesia dijo basta: muera la tiranía. Viva la libertad. La voz femenina libertaria de la mujer valerana recorrió como el relámpago del Catatumbo la geografía trujillana. En esas palabras escritas de Don Luis González se encuentra el texto del Padre Andrade Abajo Cadenas. En el mismo, se devela la degradación física y moral de una tiranía, que se enriquecía y empobrecía a la mayoría de los venezolanos. Para el Padre Andrade, el camino es la unidad, la unidad y la unidad para sacudirse los grillos del yugo y entrarle con fervor a la libertad, a la democracia.
En fin, un esfuerzo historiográfico del cronista Emérito Luís González sobre el análisis del el 23 de enero de 1958, desde una óptica trujillana, rompiendo, así, la manera de historiar ese evento desde el centralismo caraqueño. En otras palabras, se encuentran diversos modos de narrar 23 enero de 1958, en la vasta y compleja geografía trujillana, que abrió sus alas hacia la libertad, dejando en el pasado los resto de una tiranía que no pudo contener la pasión libertaria del trujillano.