Caracciolo Parra Pérez (1888-1964) Padre del Rentismo

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Caracciolo Parra  Pérez (1888-1964) Padre  del Rentismo

 

Ramón Rivas   Aguilar

 

 

Vivir  del petróleo: nueva forma de Acumulación de Capital

La Venezuela  urbana e Industrial (siglo XX)

 

Con el petróleo,  el oro negro,  nació una   forma novedosa  de  acumulación de capital   que propició la  Venezuela  moderna,  urbana e industrial. Se impuso una cultura minera,   dejando  atrás un pasado vergel.  

Vivir  del  Petróleo,  en la  provincia de Venezuela, en la  pequeña Venecia, con las aguas del  Coquivacoa  y las turbulentas aguas del Caroní y el  Orinoco. Vivir  del petróleo,  más  allá  de su dilema histórico:   sí es una bendición o una maldición. Vivir del petróleo  más allá de  su visión optimista o pesimista. Vivir del petróleo más allá  del estiércol del diablo,  de la conserva  del diablo, del excremento  del diablo y del  minotauro devorador   y destructor. Esas imágenes que han sido representaciones  del petróleo,  que en definitiva,   han creado en el ánima de un país una ambigüedad, una unidad de contrarios  y una paradoja como    síntesis que expresa su contenido  vergel- minero que ha sido cuestionado por unos cuantos herederos de las ideas de Platón y de la eneada de Plotino. El petróleo,  un cuerpo, una materia   en estado  de mundanidad y putrefacción.  Solo es posible  la salvación de la nación con   la   tesis de  sembrarlo y así  develar el paraíso sin la contaminación del oro negro. Así, se destaca el espíritu del insigne historiador merideño  Caracciolo  Parra  Pérez, que sostuvo la idea de “vivir del petróleo”. Un poco de historia.


Caracciolo  Parra Pérez,  uno de los más lúcidos historiadores  de la Venezuela   intelectual    del  siglo XX.  Su pasión fue el estudio de la problemática y la complejidad de los eventos históricos que se desplegaron a lo largo  del proceso  colonial y republicano, por un lado. Y, por el otro, su participación política y diplomática en los gobiernos  de Gómez, López y Medina,  respectivamente. En ese afán intelectual,  por  discernir los resortes  del proceso histórico  venezolano de la colonia y de la República, no dejó   de  apuntar su mirada  hacia una riqueza minera como el petróleo,  que estaba transformando  la vida material, social y cultural de una país,  que comenzaba   a dejar en el pasado el mundo bucólico   de tanta fascinación  para los poetas del siglo XIX. En ese sentido,   dejó claro  sus ideas sobre el significado del petrolero   un tema   ausente   de la literatura  económica  de la época.  Un tema  novedoso   e interesante que requería de  alguna manera  una forma de comprensión e interpretación   más allá   de los viejos criterios.  En fin, aguzar la mente,  la inteligencia  sobre cómo y de qué  manera   se debía abordar  la cuestión petrolera  que marcaría el futuro  de la  Provincia de Venezuela.


Dentro de esa perspectiva,   más allá   de la tesis clásica  del marxismo sobre el enfoque de la  renta y las ideas  Uslar Pietri  sobre el fenómeno   del  oro negro. Caracciolo Parra Pérez,   un protagonista en   aquel momento   de la historia   de Venezuela, llegó a una  conclusión    provocativa y polémica al señalar que Venezuela debía “vivir del petróleo”. Esa afirmación de este insigne historiador un antecedente de la idea del rentismo en Venezuela. Esta tesis   sostenía que era vital  aumentar los impuestos  a las compañías petroleras extranjeras,  fortalecer  el  bolívar  y   con un programa  económico   impulsar   el crecimiento de la agricultura y la industria. Por supuesto,   no estaba  pensando  que el petróleo se agotaría. Una intuición  que con el desarrollo de los acontecimientos le dio la razón. Lo real hasta el día de hoy es que  se ha   vivido  del petróleo y a la vez ha permeado la idea de sembrarlo. Como diría Cicerón: “hasta cuando Catílina; hasta cuándo Catílina”.

 

Hoy,  en el   ámbito   de un proceso  de complejidad global,   en un mundo  de la diversidad  y pluralidad  de las energías nunca  vista en la historia  de la humanidad, el petróleo  sigue siendo la fuente  de energía  más importante en   el planeta. Hasta ahora   no  tiene sustituto.   Solo las fuentes alternas  de energía, una posibilidad histórica   de largo aliento, en los amantes de ecologismo con la ilusión   de un mundo verde,  de un planeta floreciente  de flores y frutos sin petróleo. La arcadia, la tierra  prometida,  que entusiasmó al bueno de Cristóbal Colon, cuando  develó ante  sus ojos al buen salvaje, mutando  con la hoz y el martillo en el buen revolucionario.


Hoy en el marco del mundo  global y la importancia  del petróleo  en  nuestro país  y su impacto  en la geopolítica  planetaria, se pudiera reflexionar sobre la idea   de utilizarlo  como  fuente de acumulación de capital  para impulsar las fuerzas productivas y relaciones de producción  capitalista   a lo largo  y ancho   de la geografía  de la Provincia de Venezuela. Al mismo tiempo, utilizar una parte de los ingresos petroleros el petróleo  para potenciar las diversas fuentes alternas de energía de energías. El petróleo  como la columna vertebral  del desarrollo  nacional y  su  papel  de importancia energética  en las Américas y el  mundo, más allá  de si  fue una bendición o una maldición. Por tanto, vivir del petróleo en la nueva era  civilizatoria más allá  del falso dilema de si es una maldición o una bendición.   

 


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