¿Cómo juzgará la historia a Carlos Andrés Pérez?
(1976)
Ramón Rivas Aguilar
Un hombre maravilloso tuvo la genial intuición de que para salvar a Roma erapreciso exaltar la provincia. Este hombre, para mi gusto el más grande que ha existido nunca, se llamaba César y era de la gente julia…, comprende que el Estado tiene que cambiar de forma y de fondo. Es preciso inventar nuevas instituciones y despertar nuevas energías sociales de especie orgánicas….La República es ya solo un vocablo decía el genio de César. El intento de superar la limitación romana costó la vida a César. Ninguna otra mente antigua logró ver de nuevo su idea.En grande o en pequeño, toda historia nacional llega a un punto en que para recrecer necesita dejar descansar la vieja capital y esperarlo todo de la provincia: un momento en que es preciso despertar la periferia del gran cuerpo político y gritar > ¡Eh, vosotras las provincias: es preciso que dejéis ser provincianas . He aquí llegada la hora que aprontar vuestros impulsos intactos ¡El Estado renacerá de vosotras o no renacerá! ¡Eh, las provincias: de pie! >( José Ortega y Gasset, Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1985, p.99-100).
Un lúcido ensayo del periodista e historiador Jorge Olavarría, director de la célebre revista Resumen, que apareció el 14 de noviembre de 1976, Vol. XIII, N. 58.Es decir, En el momento en que el Presidente Constitucional Carlos Andrés Pérez ejercía el poder a mitad de su periodo. El ejercicio intelectual de un historiador en el propio desarrollo de los acontecimientos históricos.Un intento por mirar de cómo se evaluaría el rumbo histórico de la nación, bajo el influjo del gobierno de Carlos Andrés Pérez, culminada su gestión de gobierno.Un juicio histórico que no significa de ninguna manera una justificación histórica. Se trata desde la perspectiva de un historiador comprender el papel del hombre en sus circunstancias, sus alcances y límites, en este caso a CAP, tomando decisiones en el marco de un Estado y de un Gobierno con implicaciones en la vida del país y del mundo internacional. El líder político, el hombre y su mundo, consciente de su responsabilidad política para orientar a la nación hacia una nueva perspectiva histórica. Un proceso complejo y difícil en la toma de decisiones, unas acertadas, otras no, con sus propias indecisiones y temores, tratando de empujar el país hacia un rumbo determinado de la historia de Venezuela en sintonía con la dinámica planetaria. Dentro de ese horizonte vital, CAP, como parte de una generación, con una propuesta de gobierno (1973), con un gabinete, con políticos y gerentes, delineó técnica y operativamente las propuestas claves que representarían el fin de un ciclo histórico y la génesis de otro(leyes y decretos). Por lo que no es casual que el ensayo lo escribiera Jorge Olavarría en el año de 1976.Una fecha histórica que simboliza el acto de la nacionalización de la industria petrolera, así como también la nacionalización del hierro (1975).El momento vital que explica el fin de una era y el nacimiento de otra. Una encrucijada histórica para Carlos Andrés Pérez, consciente de que el viejo orden histórico moría; ahora echar andar las bases institucionalesde un nuevo orden con consecuencias, muchas de ellas no deseadas, dado la complejidad de la realidad con tantas facetas y determinaciones difíciles de aprehender. En ese sentido, la Gran Venezuela, el norte de un nuevo Estado, un nuevo Gobierno y una nueva nación y su filosofía política el V Plan la nación. Echar andar una geografía política y humana, de un territorio como Venezuela, en correspondencia con el mundo internacional, con esos parámetros programáticos, políticos, institucionales y filosóficos, es lo que explica en CAP un visionario. Un dilema histórico que se le planteó en aquellas circunstancias nacionales y mundiales. Continuar con el viejo orden o iniciar otro. Nacionalizar o no los recursos mineros en manos de las transnacionales. Qué hacer con los ingresos petrolero. Cómo enfrentar los retos y desafió para formar los recurso humanos, técnicos, gerenciales y culturales para estar en sintonía con la gran Venezuela. Cómo serían las nuevas relaciones internacionales.
Tomar decisiones sobre estos aspectos centrales para marcar o no el rumbo histórico de la nación, nada fácil para CAP, asumir compromisos y riesgos que significarían el nacimiento de un nuevo estado, gobierno y nación. Con la claridad de un líder político como CAP con sus aciertos, indecisiones y temores, tuvo la firmeza y la voluntad histórica de asumir la responsabilidad política con todo tipo de consecuencia, hacer de Venezuela una gran nación para ocupar un lugar digno en el concierto de las naciones. Esta es una interpretación partiendo delensayo de Jorge Olavarría, que promovió una perspectiva metodológica para evaluar en el futuro la obra histórica del primer gobierno de CAP. En otras palabras, Jorge Olavarría, como historiador alguno, presenta una metodología de una importancia vital para cualquier estudioso de figuras históricas de Venezuela. Un enfoque global que parte de un conjunto de aspectos que se conectan como una totalidad, a saber: La dimensión humana, La dimensión política, la dimensión económica, la conciencia humana, la conciencia económica y el juicio histórico. No tengo la menor duda, de que esa metodología que nos presenta el periodista e historiador Jorge Olavarría para evaluar con esas variables de cómo y porqué qué la historia juzgaría a CAP, su primer gobierno, válido para su segundo gobierno y su proyección histórica. Dos momentos y dos épocas históricas totalmente distintas en la que la figura central fue CAP.
El esquema metodológico que describe Jorge Olavarría para tal propósito, es que percibe a CAP como un líder político con una capacidad de entusiasmar a las masas, que innovó el proceso electoral venezolano y sorprendió al mundo político, en aquellos años, considerado como un hombre “asesino y torturador”. Una capacidad política extraordinaria que le devolvió la fe al Partido de Acción Democrática y logró alcanzar la Presidencia de la República, en las elecciones presidenciales del año de 1973. Asimismo, tuvo en sus manos el control de los poderes nacionales, así, como también, ventajas económicas, derivada de los ingresos petroleros. Entre otras cosas, señala Jorge Olavarría sobre CAP, un rasgo extraordinario en él: su gran nobleza. Un hombre sin odio, sin rencor y resentimiento. Lo demostró en su primer gabinete, cuando nombró a unos cuantos ministros que le adversaron de manera despiadada cuando fue Ministro de Relaciones Interiores, en el primer gobierno de Betancourt (1959-1964).
Ahora bien, lo importante del trabajo de Olavarría es que destaca cómo CAP estuvo consciente de ese marco de complejidades nacionales e internacionales y el papel que le correspondería asumir para promover las grandes transformaciones políticas y así cambiar el rumbo histórico de la nación con proyección internacional. El punto nodal de esas transformaciones históricas solo era posible a partir de la nacionalización de la industria petrolera, mérito histórico que nadie le arrebatará a CAP, en palabras de Jorge Olavarría. Sin embargo, él hace tres observaciones importantes que son esenciales para evaluar en su dimensión política los resultados del primer gobierno de CAP:La limitación de los recursos humanos, de los gerentes y políticos con capacidad y profesionalismo en la administración pública y el capital humano. Tres problemas fundamentales que tuvieron que atacar para lograr los propósitos que demandaría la Gran Venezuela: un nuevo estado, un nuevo gobierno y una nueva sociedad. En fin, el tiempo dirá hasta donde fueron los alcances y límites de una propuesta histórica de tal magnitud. Lo cierto es que CAP, un visionario, que tuvo el temple vital de mirar desde el presentecon una capacidad política y un saber acumulado la Venezuela del futuro.
Dentro de ese horizonte vital, con esa misma metodología que nos presenta Jorge Olavarría para examinar la obra histórica del primer gobierno de CAP, resulta válida para interpretar su rol político en su segundo gobierno constitucional (1989-1993), en circunstancias totalmente distintas. Dos épocas, dos momentos, dos propuestas que marcaron el rumbo del país. Ambas periodos, con un denominador común: trascender el estado rentista. Una, en el marco de un poderoso capitalismo de Estado; la otra, en el ámbito de una economía de competencia.
Lamentablemente, la clase política del viejo orden estatista, rentista,colectivista y socialista (derecha e izquierda) conspiraron hasta imponer la contra-reforma y, como consecuencia, ante nuestros ojos una Venezuela en bancarrota.
Por tanto, la figura histórica de CAP con sus aciertos, límites luces y sombras, se agiganta en el horizonte como el hombre, el político y el estadista que más contribuyó a las grandes transformaciones de la Venezuela del siglo XX. Se trata de restituir la memoria histórica de un hombre, profundamente civilista, que hizo de su voluntad política una fuerza poderosa para cambiar radicalmente el destino vital de Venezuela, en dos épocas históricas, complejas y distintas, con el mismo propósito: trascender el Estado rentista y constituir las bases de una auténtica sociedad del trabajo en sintonía con la dinámica planetaria.
En ese ámbito, una Venezuela en total bancarrota, ¿Qué hacer? Constituir las bases materiales y culturales de esa Venezuela que CAP soñó, fantaseó y transformó.Hoy, en cenizas. Para esto, se requiere de un liderazgo de estatura política e intelectual, de unas minorías selectas y de unas muchedumbres con el fin de construir la Venezuela del futuro como una gigante empresa histórica. Una revelación, una fe, una esperanza que toque el corazón de los venezolanos y sientan la responsabilidad de que esta es una obra profundamente futurista. Un reto y un desafío político, la más difícil y la más compleja de nuestra historia. En otras palabras, de lo que se trata es hacer otra Venezuela, otra nación, con su historia, memoria y tradición. Este es problema central que se tiene que asumir históricamente: Vertebrar el país y hacer de las provincias la nueva protagonista del quehacer histórico nacional.
Dejad tranquila la silla presidencial en los viejos anticuarios.La nueva historia de Venezuela será la historia de las provincias o no lo será. En ese horizonte vital, el espíritu de CAP trasciende en los tiempos venideros. Ese es el norte de la Venezuela del porvenir. Liderazgo político que no comprenda esa perspectiva política quedará en el rincón de los recuerdos. Como lo señala muy bien el filósofo español Don José Ortega y Gasset: “la gran reforma equivale casi a la inauguración de un pueblo. “Para esto, es vital una revelación que movilice a los venezolanos para la conformaciónde una nación que radicará en las Provincias. Por supuesto, nada que ver con el modelo político de Cataluña. Nada de eso. Hacer un venezolano más fuerte, más dinámico, más vigoroso y más activo para echar andar esa idea gigantesca como es la de edificar una nación. Es el reto histórico, el más maravilloso de cualquier ser humano que sienta en su ánima que es parte vital de esa misión.
Una tarea difícil y compleja, que pasa por la constitución de un vasto movimiento político para recuperar la libertad y la democracia e iniciar un proceso de transición histórica hacia la gran empresa, la gran tarea política, la gran reforma: echar los cimiento de una nueva nación sin que ello signifique una ruptura con nuestro pasado histórico.
Por tanto, la celebración del Centenario de Carlos Andrés Pérez, debe estar en sintonía con ese propósito vital que representa para los venezolanos el reto político más importante de nuestro quehacer vital de nuestra historia.
En fin, el ensayo de Jorge Olavarría, ¿Cómo Juzgará la Historia a CAP? Nos permite con cierto grado de insensatez mirar la obra histórica de los dos Gobiernos de Carlos Andrés Pérez, en una perspectiva política de suma importancia para una Venezuela en total bancarrota. Cuáles fueron los alcances y los límites de su gestión como gobernante tanto en la vida nacional como en la vida internacional. Una comprensión histórica de la naturaleza de su acción de gobierno, es clave para determinar cómo y de qué manera su obra política, como hombre de Estado, como estadista, se pueda continuar, transformar, renovar y trascender en una etapa de la historia de la humanidad que demanda libertad, democracia, procesos de descentralización, federalización, libre mercado, interconexión de saberes y conocimientos, de procesos culturales, religiosos, históricos, ecológicos y nuevos paradigmas de fuentes de energías.
Pues, bien, en ese escenario de complejidades planetarias, Carlos Andrés Pérez, un estadista, un visionario, un profeta.