Venezuela. Futuro incierto: de los fósiles convencionales a las energías inteligentes (2020)

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Venezuela. Futuro incierto: de los fósiles convencionales  a las energías inteligentes (2020)

Ramón Rivas  A.

 

Hoy, mes de marzo de del 2022,  el planeta ante el abismo del hongo nuclear y  una nueva configuración  del mundo petrolero global. Qué  ironía. La historia  en estos trajines cuánticos, complejos e inciertos. Aún, así, prevalecerá el hombre, su libertad y un mundo en que  se contemplará la belleza  y la armonía del orden natural y social sin las manchas  de las viejas chimeneas.

                                                                                                                  

 

Se dibuja en el horizonte planetario  la  génesis y la  expansión  de un mapa energético no convencional. Un paradigma energético  que revela el inicio del fin   del petróleo  como fuente de energía  para  alimentar  la maquinaria industrial  del mundo. Tiene sus días contados.  Tiempo. 40, 50  o 100 años; no lo sabemos. Lo importante es que  la humanidad  se encamina hacia esa perspectiva energética no convencional. Estar atento es vital para  percibir  esa transición  histórica, compleja, difícil  y silenciosa, de un tipo de energía a otra y su repercusión  a lo largo y ancho de la tierra. Por supuesto, que no es fácil  por la cantidad de problemas  técnicos y económicos   que tiene que enfrentar  quienes están trabajando en esa dirección.

Así, pues,  una civilización  cuya vida material y cultural  dependerá  de fuentes de energía, provenientes de las estrellas. El sol, no la única,  el gigante astro, suministrará  energía    a las naciones a lo largo y ancho de la tierra.En esa perspectiva, la dinámica empresarial  del globo   se  prepara para  la creación  de   gigantes híper-baterías  y novedosas estaciones de servicios para  estar en sintonía  con esa fuente de energía, el futuro  del mundo industrial,  digital y virtual.

Por lo que el futuro  petrolero venezolano, incierto y desconcertante. Aún más: con una industria petrolera como la actual,  en total  descalabro,  no tiene  posibilidad alguna  de sobrevivir en el tiempo. Los genios del  rentismo  cometieron el más grave de sus errores intelectuales, el  subestimar el poder de la ciencia y la tecnología en el  desarrollo  de  fuentes alternas de energía  para sustituir de forma gradual  al petróleo como fuente de energía  para el consumo mundial. Estaban convencidos  de la  tesis de la escasez del petróleo y, como consecuencia, el incremento de los precios del barril en el mercado internacional,  permitiría al país una larga  bonanza fiscal. Así, la Provincia de Venezuela, tierra de gracia,  viviría por unas cuantas décadas del precioso líquido. Al mismo tiempo,  promover  una geopolítica del petróleo para ganarse la confianza de naciones, de políticos e intelectuales enemigos del imperio americano. Asimismo, hoy el planeta disfruta de un mercado petrolero  mundial  sin que corra el riesgo de la escasez y, como consecuencia, sentir las políticas  de chantaje, de terrorismo y de embargos petroleros.  De igual modo,   ni hablar de la revolución energética en los EEUU que la convirtió en el mayor productor de petróleo y gas del mundo. De la misma manera, la conciencia ecológica planetaria una piedra en el zapato  contra todo  lo que huela a oro negro. La pandemia, ni  hablar. Y, por último, las voces agoreras del papa Francisco contra el demonio del oro negro.Estamos como la célebre  película  de los años setenta: Atrapados sin salida.

La ilusión del rentismo y  la geopolítica del petróleo, se avivó  con la Faja Petrolífera del Orinoco como la salvación de Venezuela y del mundo que apetece el estiércol del diablo. Construyeron  una gigantesca publicidad del gran reservorio para la  humanidad  de ese  yacimiento inmenso, mágico y misterioso con que cuenta  nuestra nación. Una fantasíaque, definitivamente, no  tiene opción en un planeta que orienta su enfoque  de la energía hacia un nuevo paradigma  energético. Fue  una creencia histórica que propiciaron  las élites políticas  sobre el  petróleo de la faja  como la  única   fuente de abastecimiento  para una humanidad sedienta  de esa  de energía para el proceso de industrialización mundial.  Se creyeron el cuento y lo convirtieron en una  leyenda histórica  de una Venezuela como la  potencia de energía  para la humanidad. En tal sentido,  la faja petrolífera del Orinoco, la fuente de la eternidad para una humanidad  que vería en  ella la revivificación de su  salvación.

Por supuesto,  lo que no significa de ninguna manera, de que Venezuela   deje  de producir petróleo. Nada de eso. Solo es posible  renovar la industria petrolera  de Venezuela en un contexto político favorable mediante una forma de gobierno republicano, federal, liberal y civilista. De igual modo, generar riqueza  en el marco de una economía de libre mercado y de libre comercio.  Es fundamental  una visión liberal que promueva la privatización  total de  las empresas del estado. Todas, sin  excepción. Un Estado Liberal cuya función fundamental es la defensa física y jurídica delos individuos; los derechos de propiedad y  la de la libertad de pensamiento. Un  estado liberal ajeno a  la actividad económica, mercantil, financiera. El problema del bienestar material y espiritual  es un problema que le compete a los individuos, más no al estatismo. De otra manera, porqué Texas es rico y Venezuela es pobre.

En ese marco, la empresa petrolera estatal  privatizada totalmente, en Venezuela,   impulsaría  una estrategia  empresarial que logre al mismo tiempo optimizar el petróleo al máximo en un mercado de competencia y echar  las bases  para transitar de una civilización tipo cero a una civilización tipo 1: de los fósiles convencionales a las  energías inteligentes.

Para  lograr una estrategia histórica de tal naturaleza, se requiere  de una generación, de unas minorías,  unas elites políticas   que impulse  una   reforma intelectual con el objetivo de trascender  las viejas creencias históricas  que los partidos políticos  han cultivado en el espíritu de la nación en torno a la  cultura del rentismo, del estatismo, del intervencionismo, del paternalismo,  del capitalismo compiche y de los esquemas colectivistas y comunales. Esa reforma intelectual se  fundamenta en una perspectiva liberal  que apuesta al desarrollo de una auténtica sociedad libre sin los vicios y las perversidad que genera  la cultura del subsidio.

El viejo orden político, estatista, rentista, colectivista, comunal, con sus gobernantes y gobernados, tiene  los días contados.  La apuesta al futuro  es el  camino que emprenden  los venezolanos desde el presente en la que emergen  espontáneamente los cimientos de una sociedad de libre mercado que dejará atrás el estatismo y la era  de las chimeneas.Asimismo,  estar en sintonía con un proceso civilizatorio que asoma el fenómeno de la singularidad que, representa  en definitiva, el salto cuántico  hacia un mundo donde la fuente de energía para estimular el desarrollo  material y espiritual  de las naciones, dependerá de fuentes alternas de energías, producto de la inteligencia. El economista Eduardo Punset  en su libro  viaje al optimismo (2011), escribió estas palabras significativas para el hombre de hoy: “lo que trasciende el presente es nuestro conocimiento, y no la disponibilidad de recursos”. Así,  lo expresó el físico inglés   Steven Cowley: en el futuro  las fuentes de energía dependerán  de nuestra capacidad  de pensar y  construir cosas,  no de lo que extraigamos de la   tierra.” Más adelante,  Eduardo Punset señala que: Steven Cowley  no tenía duda  de que en el curso  de los próximos cien años las tres únicas fuentes de energía a las que se recurriría  no dependería de los recursos naturales, sino del conocimiento. De la capacidad de crear  la tecnología  para acceder a ellas: la energía solar, la energía de fusión  mediante la creación  de centenares de pequeños soles esparcidos por el planeta y la energía nuclear  de fisión cuando  hiciera falta.”

Por lo tanto, el destino de la Provincia de Venezuela está en manos  de los jóvenes que tienen la responsabilidad histórica   de encauzar a la nación   hacia la constitución   de  una sociedad de libre  en correspondencia  con una civilización tipo 1. Una sociedad libre sin   atadura histórica con el estatismo y el olor contaminante de las viejas chimeneas.  El federalismo, la libertad individual, el mercado, la singularidad  y las energías inteligentes, signos  que marcan  la génesis  y la proyección de un proceso civilizatorio de carácter planetario y cósmico. Comenzó la transición histórica planetaria hacia  la configuración de un nuevo paradigma energético. No hay evasión posible.

 

 

 


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