Juan Vicente Gómez: petróleo y Agricultura

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Juan Vicente Gómez: petróleo y Agricultura

 

 

Ramón Rivas Aguilar

 

Gómez  un fervoroso bolivariano.  Rindió honores al hombre de la patria durante 27 años. El 17 de diciembre de 1935, una enfermedad acabó con su vida y su Bolívar al que tanto admiraba entró en melancolía y nostalgia. Fue un hombre leal con el pensamiento político del Libertador y estaba convencido que el único camino para la convivencia de los venezolanos era la muerte de los partidos políticos tradicionales. Éstos eran facciones y grupos caudillezcos que no contribuían en nada a la estabilidad política y económica de la nación. Por ello, el discurso oficial a partir de 1908 borró toda palabra  que tuviera que ver con la imagen de grupo, de facción, de partido y caudillo. El espíritu de Bolívar y la violencia organizada pusieron fin a esa visión política que provocaba malestar y destrucción de la vida nacional. En tal sentido, construyó  un Estado y una nación en sintonía con los tiempos históricos. Pues bien, el General Juan Vicente Gómez,  heredero de una cultura fisiocrática que se había consolidado y fortalecido a lo largo del siglo XIX. En efecto, estuvo ligado profundamente a la agricultura, a la ganadería y a otras actividades similares. Vió en la tierra y  en el cacho la fuente de riqueza fundamental que engrandecía y enriquecía a toda nación. En esa perspectiva, promovió un conjunto de decretos, reglamentos y leyes con el propósito de favorecer el desarrollo de la agricultura y la ganadería. En los primeros años de su gobierno se recuperaron esas actividades que permitieron el crecimiento económico agrícola.  En otras palabras, todo su esfuerzo individual y político fue para restituir la vida rural  que había caracterizado al país a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, sabía que el fenómeno petrolero también debilitaría a esas fuerzas económicas y sociales tan importantes para la vida de una sociedad en general. Por cierto, en la mayoría de su mensajes pocas referencias hay sobre la cuestión petrolera. Es a partir de 1922 con el Barroso que el petróleo se convertiría en una amenaza para la vida rural. Era posible que la abundancia fiscal impulsaría  un auge masivo de las importaciones que afectaría el desarrollo de la agricultura y otras actividades vinculadas a la tierra. El general Juan Vicente Gómez comenzó a plantearse algunas interrogantes sobre esta dinámica paradójica y contradictoria que estaba modificando el destino material y cultural del país. ¿Qué hacer? ¿Cómo conciliar la riqueza petrolera con la agrícola? Tal vez en su imaginario se le haya ocurrido pensar en la posibilidad de sembrar el petróleo. Aún así, manejó con certeza la renta petrolera para profundizar la vialidad y subsidiar a la agricultura cuando la situación lo requería, como fue el caso de la creación del Banco Agrícola en 1928 y el trato preferencial que le dio a los rubros agrícolas con la revalorización del bolívar en el año de 1934. Nunca dejó de pensar en el campo. Imagino aquella tarde, en su hacienda, en Maracay, pensando qué hacer con el petróleo. En silencio se le pudo haber ocurrido que no había otro atajo que el sembrar el petróleo para alimentar la tierra con sus rubros y el mugido de sus vacas. Su preocupación por las cuestiones agrarias fue fundamental. No obstante, no descuidó su papel en fomentar y estimular una legislación petrolera al servicio de la patria. No cabe la duda, que el General Juan Vicente Gómez fue  protagonista clave para sentar las bases de la industria petrolera en el país. No compartimos el juicio de una izquierda y una derecha que ha intentado negar a lo largo de nuestra historia el rol del General en la construcción de la industria petrolera nacional.  Sobre este aspecto, uno de sus hombres más leales dijo:

 

En 1908 no se exportaba de Venezuela ni un barril de petróleo. En 1934 la producción ascendía a 142, 072,329 barriles, más del doble que la Rumania, más del triple que la de Persia, cerca del cuádruple que la de México. En 1908 no figuraba en la lista de los productores de este artículo. En 1925, ocupaba el segundo lugar. En 1908 no percibía el tesoro nacional ni un centavo por renta de petróleo. En 1934, esta renta ascendió a la suma de bolívares 52.940.386, 95 por derechos liquidados, según la última memoria del Ministerio de Fomento del Congreso. Estos resultados son verdaderamente extraordinarios, y por sí solos constituyen la mejor alabanza del sistema seguido, hasta obtener tan evidente éxito, por las administraciones que ha presidido o  inspirado el General Gómez durante el tiempo apuntado ( Pedro Manuel Arcaya. Venezuela y su actual régimen, Washington, 1935, p. 168).

 

 

Como se puede observar, al General  le encantaba la vida bucólica, veía con cautela el bullicio de los taladros y le fascinaba fabular, en su hamaca, sobre esas dos  formas de riqueza que han marcado para bien o para mal el destino material y espiritual de la nación.  En fin, percibimos en su imaginario un juego cíclico entre el deseo de permanecer en  la tierra,  en la posibilidad de aumentar la producción petrolera y la necesidad  de llenar estos barriles de productos agrícolas.  Es la visión de una filosofía de la historia que se construye sobre la base de los ciclos. Todo vuelve al principio. El principio vuelve al final. El final vuelve al principio. La imagen del  ciclo en la perspectiva de la filosofía de la historia del mundo helenístico.


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