Gómez: Estado, liberalismo, Imperio y petróleo

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Gómez: Estado,  liberalismo, Imperio y  petróleo

Ramón Rivas Aguilar

 

La literatura política e ideológica  que se  desplegó   a lo largo  del siglo XX y parte del tercer milenio, construyó una matriz de opinión  negativa sobre  la  personalidad de Juan Vicente Gómez: un bárbaro,  un analfabeto y un entreguista  a los grandes  poderes imperiales  del oro negro. Una de las frases históricas que aparece  en una cantidad  de libros, ensayos y artículos es una muestra de la  falsificación  del gobierno de Juan Vicente Gómez, tal vez  la  más perversa y distorsionante que se la  atribuye al general: “ hagan ustedes  las leyes  que son los que saben de petróleo”.  Una frase histórica, cargada de prejuicios que no tiene ningún asidero histórico documental. Una bofetada a la inteligencia  venezolana. Jamás gobernante  alguno  se le hubiese ocurrido pronunciar una frase de tal magnitud, vulgar  y grosera. Por supuesto, se comprende el odio histórico de sus enemigos exiliados, encarcelados y asesinados que no reconocería en la   obra de Gómez  un proceso de modernización de la nación,  en manos  de unas oligarquías de  terratenientes  y de poderosos imperialistas.  Pero, es importante a  la luz de los nuevos tiempos histórico  un examen sereno, racional  y crítico sobre la obra histórica de Gómez, de una generación y de una nación, que para viene o para mal,  cambió el destino vital de la Venezuela del siglo XX. Una manera distinta de enfocar  la vida histórica de una figura como  Juan Vicente  Gómez, que tuvo que lidiar con una Venezuela rural, telúrica, épica y caudillezca cuyo  símbolo vital era las armas para la guerra,  para los levantamientos y  para las revoluciones  que hacía ingobernable  a un país como lo fue en  el siglo XIX.

Fue en el año de 1903,  una fecha histórica  que puso fin  a las guerras civiles  que se prolongaron por  más de un siglo. Gómez, pacificó  al país y construyó las bases esenciales de un Estado moderno. Paz y seguridad  para darle entrada  a un proceso de modernización mediante una política liberal   que abrió los espacios   de la riqueza minera  al capital  petrolero internacional. Dentro de esa perspectiva, la Venezuela rural  transitó  hacia una sociedad minera, urbana e industrial como resultado del impacto  del oro negro en la vida nacional. En otras palabras,  de la primera revolución industrial  con la  fuente de energía más significativa con el carbón, con  la máquina de vapor y con el  maquinismo e industrialización hacia  la segunda revolución industrial,  con el petróleo,  con  el motor de combustión interna.  Una gigantesca   revolución política, económica, social y cultural   que representó el paso histórico   del caballo al parque automotor.Consciente e inconscientemente,  ese fue  el proceso histórico  que  tuvo que asumir Gómez, una generación y unas  élites políticas, militares  e intelectuales  para darle entrada  a la Venezuela moderna en el siglo  XX.  Por supuesto,  ello fue posible  en el marco  de una forma de ejercer el poder con características autoritarias, absolutista, despóticas y nepóticas. Un gobierno  con el control de las armas, el control de las   leyes,  el control del tesoro y el control de las  ideas. El monopolio  de la violencia organizada y  la ideología  bolivariana, con el célebre  culto  a la figura del libertador,  sustento espiritual  y simbólico del césar  democrático  en la imagen de Gómez.

En ese sentido,  la figura de Gómez, el tirano liberal, en  la obra de Manuel Caballero, y sus minorías selectas,  los más selectos  de la intelectualidad  del positivismo fueron la clave histórica para comprender el nacimiento, el  auge y  la expansión de la industria petrolera a lo largo y  ancho de la  geografía  nacional(1908-1935). En ese sentido, nace una nueva cartografía  con el sello del oro negro.  Una geografía económica  que revela las cuencas y los yacimientos  petroleros entre Occidente y Oriente.  Así, el Zumaque (1914) y la Rosa (1922), constituyen  los ejes  de una Venezuela  petrolera que jugaría  un papel estelar   en el escenario  petrolero  mundial por más de un siglo.  Asimismo,  una legislación minera, con un conocimiento sistemático sobre la complejidad del mundo petrolero,   como fruto  de  una curva de aprendizaje  que  se logró con el tiempo(1910-1934).En esa  tónica, se destacan dos lustres venezolanos, Pedro Manuel Arcaya y Gumersindo Torres, que  estudiaron   el tema petrolero  nacional e internacional,  que participaron   en  el establecimiento de  una legislación  minera  favorable a  la  nación . Ambos, fueron los redactores del mayor números de leyes  de hidrocarburos; no los técnicos  de las compañías extranjeras.  Corrupción, amiguismo, irregularidades, por supuesto .Pero, eso no quita el mérito histórico a Gómez  y a  una generación el contribuir con  los cimientos para dar  origen  a la industria petrolera y su proyección en el tiempo     que cambió para siempre el siglo  de la Venezuela XX. 

 

 

Por tanto, es vital renovar los estudios petroleros  que se han  realizado en torno a la figura  de Gómez,  más allá  de esa fraseología que le   adjudica   una literatura    política de izquierda y derecha,  un tipo de versión sobre el analfabetismo, la barbarie, la crueldad y  genuflexión ante los poderes  imperios del mundo petrolero. La creencia histórica, una aceptación colectiva de tan perniciosa  frase: hagan ustedes las leyes  que son los que saben de petróleo.  De ser cierta esa frase  histórica,  sería irracional ver cómo los expertos petroleros de las compañías petroleras  extranjeras redactaron unas leyes de hidrocarburos  que dieron origen al Estado rentista y que permitieran que  las concesiones  se otorgarán,  primero, a los dueños de  la tierra y luego traspasada  a las concesionarías. Al mismo tiempo, se promulgaron la ley sobre la contaminación  y ley del trabajo (1928).

En otro  orden de ideas,  esa literatura política e ideológica  separó  históricamente   la figura de Gómez de la figura de  Gumersindo Torres.  Perversa y perniciosa  como la frase  célebre  histórica  que se le imputa a Gómez.  Juan Vicente Gómez, el eje del mal,  el entreguista  y  sumiso   al imperio inglés y Gumersindo Torres, en el limbo divino,  el eje del bien,  el patriota y el nacionalista.  Sobre ese aspecto,  es vital refrescar   las Memorias de Gumersindo Torres, de lectura obligatoria para comprender  toda  la complejidad petrolera que se desarrolló en el periodo gomecista. Por ejemplo, él señala  que Pedro Manuel  Arcaya,  una figura  relevante  del gomecismo,   tuvo un papel  fundamental en la elaboración  de las leyes   de hidrocarburos que se promulgaron  en aquella época histórica.


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