José Antonio Paéz (1790-1873): Génesis y proyección de la sociedad económica de Amigos (1829-1848)

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José Antonio Paéz (1790-1873): Génesis  y proyección  de la sociedad económica de Amigos (1829-1848)

 

Ramón Rivas Aguilar

 

A

Domingo Briceño                                         

Insigne venezolano

Que miró a lo lejos

La grandeza y la belleza

 Del espíritu empresarial

Como la fuente de la riqueza material y cultural

 De las naciones

Un legado histórico  para algunas  organizaciones

Empresariales de hoy

Que aún persisten en la cultura del subsidio

 

 

 La  idea de  impulsar el desarrollo económico fue  una constante en el quehacer histórico  del siglo XIX (periodista Guillermo Muñoz). En esa dirección,  bajo  la impronta de José Antonio Paéz, uno de los próceres del proceso emancipador, constructor de la nación venezolana, en la mirada de Simón Plana,  promulgó el de decreto de creación de  la Sociedad Económica de Amigos del País (1829)  con  el propósito de impulsar las fuerzas económicas del país desde una perspectiva liberal. No había otro camino. Para tal propósito, esta sociedad creó cuatro comisiones  con el fin de mejorar las condiciones en el campo de la agricultura, el comercio, de artes y oficios y de población  e instrucción pública.

 

 

 

La comisión de agricultura debía cuidar de la mejora de esa fuente de la riqueza pública del país, introducir y propagar semillas, plantas, instrumentos y máquinas para los trabajos agrarios. Formar memorias y cartillas para explicar sencillamente al labrador y al ganadero los mejores medios de alcanzar éxito, esforzarse en perfeccionar las plantaciones y la cría de ganado, establecer un fondo de socorro a favor de la industria rural.

 

La comisión de comercio tenía que informar a los hacendados de modo exacto sobre el verdadero estado de los mercados de Europa, sobre las medidas que debían tomarse para evitar aquí los monopolios. Promover el fomento de los artículos comerciales del país; preparar el establecimiento de lonjas, bancos y casas de seguro; en fin, establecer cada año la balanza general de comercio de la República con el extranjero. La comisión de artes y oficios debía investigar y reducir a un cuadro todos los ramos de industria fabril que la república ofrecía; mejorar los procedimientos del taller y  buscar nuevos ramos de industria. Además, daría premios a los que estableciesen en el país un nuevo ramo de industria. Trataría de fundar escuelas de dibujo, de diseño, de arquitectura, pintura, escultura y música. La comisión de población e instrucción pública tendría que colaborar con las otras instituciones a la mejora y multiplicación de las escuelas primarias, ofreciendo métodos para la educación de ambos sexos; publicar un periódico destinado a las materias económicas que abarque el instituto de la sociedad; y concurrir a los exámenes públicos. Se ofrecerían a traer extranjeros honrados y laboriosos, facilitándoles auxilios y proporcionándoles acomodo y empleo en los ramos de industrias rurales o fabriles. Presentaría un estado de la población con un cuadro de las personas dedicadas a la agricultura, al comercio, a las artes y a los oficios (Roberto Moll. “lecciones de economía venezolana”. (Dictadas por el profesor Roberto Moll en la Universidad Central de Venezuela durante el año escolar durante el año 1941-1942). Revista de Fomento, nro. 93-94, julio-diciembre 1956, año XVII, Caracas, 1956, pp. 172-173)

 

 En esa perspectiva, Haydee Farías de Urbaneja   en un ensayo titulado: “La autoridad de la Sociedad Económica de Amigos del País en la política gubernamental venezolana en la década de 1830”, resaltó la naturaleza de esta institución: un ejemplo para los empresarios de hoy con la intención de establecer una relación entre el sector público y el sector privado en aras del bienestar nacional. Sobre este punto señaló:

 

 

 

La Sociedad Económica de Amigos del País fue una institución que agrupó a buena parte de la elite intelectual y política de la provincia de Caracas, y cuyo objetivo fue, por un lado, el de ilustrar tanto al gobierno como a la sociedad sobre la situación de la nación y sobre las soluciones adecuadas a varios de sus más acuciantes problemas, y por otro lado, el de promover las acciones públicas y privadas que hicieran efectivas aquellas soluciones y participar, en lo posible, en la realización de esas acciones (Revista Politeia. Instituto de Estudios Políticos, nro. 8, 1979, p.87).

 

En ese contexto, la promulgación de una nueva Constitución Nacional en 1830 y el desarrollo de un conjunto de medidas económicas y fiscales cimentaron las bases de una República y de una sociedad liberal, con sus propias contradicciones y paradojas. El objetivo era liberar la economía del peso estatista colonial y potenciar la riqueza natural mediante la acción de las económicas. Un paso para propiciar la iniciativa particular, los empresarios  de esa nueva etapa histórica.

Fue un intento por consolidar y fortalecer una sociedad agraria y así abrirse al comercio internacional. Desde esa perspectiva, se promovió un conjunto de medidas y, en particular se aprobó la Ley de Contratos en el año de 1835 para fomentar la base monetaria del país en función la economía mediante la acción   de mercado. Un decreto  que reveló   las bases esenciales de una economía de libre mercado, cuyas consecuencias  históricas  marcaron el carácter  ideológico de la vida política  del país a lo largo y ancho de la geografía  nacional. En efecto,   a raíz  de ese documento histórico trascendental,   nacieron dos posturas ideológicas  sobre cuál debería  ser el papel  del estado   en la economía  nacional: Estatismo versus Liberalismo. El  estatismo  en la mirada del partido liberal,  bajo la dirección  estelar  el líder político Antonio Leocadio Guzmán. La premisa  esencial del estatismo,   era la necesidad  de la intervención  en la economía con el fin de evitar  los desajustes económicos  provocados por la anarquía del mercado. La segunda,   defendida por el sector  conservador,  en   el entusiasmo liberal de Santos Michelena. Para el prestigioso liberal, el mercado era el indicador  para el desarrollo de las fuerzas  materiales de la Provincia de Venezuela. En ese sentido,  la hemerografía  del siglo xix es rica y fecunda en  la cantidad de artículos  que se desplegaron alrededor  del estatismo y liberalismo, en una sociedad extremadamente analfabeta. Así, se produjeron  conflictos políticos  y sociales   sobre la imagen de la usura en manos del control del estado   o en manos  del control del mercado. Una rica  lucha histórica con una riqueza intelectual  extraordinaria. A esto,  se   añade  las incoherencias  del esquema liberal (1830-1848) sobre  la preservación de la esclavitud y las restricciones  institucionales   sobre la soberanía  popular.

 

En fin, la creación de la sociedad económica de amigos, bajo la responsabilidad del Jefe político José Antonio Páez en el año de 1829,  una iniciativa histórica  para modernizar la economía del país e incorporarla al comercio internacional. Su Ministro de Hacienda, Santos Michelena,  el teórico, el técnico, tuvo el papel de sentar las bases de un Estado en sintonía con el espíritu liberal expresado en la Constitución de 1830. Como Ministro aceleró el fin de la vieja estructura colonial que impedía el desarrollo libre de la economía. Su gestión fue la de flexibilizar y hacer funcionar una estructura estatal para potenciar desde una perspectiva liberal la riqueza del país y así participar en la dinámica del comercio internacional. Un legado histórico en estos tiempos  de complejidad   e incertidumbre, en la  que los grupos empresariales (Fedecámaras), aun anidan la esperanza del estatismo y el rentismo. En otras palabras,  José Antonio Paéz, tan mal tratado por la  narrativa bolivariana y revolucionaria, padre  de la nación venezolana, de los primeros intentos de un estado laico, secular  y sin los privilegios militares, impulsó las bases del libre mercado   contra las viejas estructuras  estatistas, mercantilistas y rentista  de carácter imperial y colonial. Una expresión histórica e institucional de ese propósito, fue la creación  de la Sociedad Económica de Amigos,  la palanca para estimular la capacidad productiva  de la nación y estar   bajo   la impronta del comercio y el industrialismo inglés, en  concordancia con la división internacional del trabajo y las ventajas comparativas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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