La
crisis de las utopías y la importancia
de la libertad
Ramón
Rivas
Toda
fantasía ocupa un lugar significativo en la vida de los hombres. Ese medio
poderoso de la mente construye gigantescos sueños para hacer realidad uno de
los grandes deseos apetecidos universalmente: forjar paraísos. Por ello, todos
sin excepción, llevamos en nuestros corazones la esperanza milenaria. Por un
lado, el hombre cristiano con resignación espera la segunda llegada de Cristo.
Por otro, el proyecto liberal ve en el progreso el medio adecuado para la
salvación de los pueblos. Por ejemplo, Kant
estaba convencido que vendría una época en la que cristalizaría la paz
perpetua. El hombre que cambió el rumbo de la historia universal, Lenin,
concibió al comunismo como el sendero para lograr la felicidad eterna en la
tierra. Con el fin de la utopía y los paraísos revolucionarios emergió de nuevo
en el planeta una esperanza milenaria: el Islam. Creen estar convencidos de la
posibilidad de la dicha eterna en la tierra al desaparecer el egoísmo, la
envidia y el envilecimiento material y espiritual de los hombres. El proyecto
bolivariano ha sido otro de los grandes sueños para promover paraísos en el
tercer mundo. Entonces, viene la gran pregunta ¿Por qué fracasan las fantasías
milenarias? Tal vez nunca sepamos exactamente la razón de fondo. Seguramente,
la terrible realidad del presente hace que el hombre se impaciente e ideologice
y absolutice una creencia con el propósito de destruir dicho presente y echar
raíces a esa ilusión que oculta afanosamente en el alma. El no comprender en su
justa dimensión la naturaleza humana, es lo que lo desespera y se atreve a unas
cuantas aventuras históricas con resultados trágicos para el destino de los
pueblos. La caída del muro de Berlín y la desintegración de
La vida humana es un gran deber social- Dijo Louis Blanc _: El hombre
debe sacrificarse siempre a la sociedad - ¿Por qué? - Le pregunté de pronto.
Cómo puedes preguntar eso- Es claro que todo el propósito y toda la misión del
hombre es el bienestar de la sociedad. Pero no lo alcanzaremos nunca si todos
hacen sacrificios y nadie disfruta. Está usted jugando con las palabras. Sí,
debe ser mi confusión mental de bárbaro - Le contesté riéndome (Isaac Berlin,
1979: 174).
Sobre
este diálogo, Isaac Berlín capta la naturaleza de esta preciosa reflexión de
Herzen: "Con este pasaje alegre y aparentemente frívolo, Herzen resume su
principio central: Que la meta de la vida es la propia vida, que sacrificar el
presente a un vago e impredecible futuro es una forma de engaño que conduce a
la destrucción de lo único que es valioso en los hombres y en las sociedades,
al gratuito sacrificio de la sangre y la carne de los seres humanos en aras de
abstracciones idealizadas"(Berlin, 1979, p. 374).
En
fin, los sueños milenarios conducen a grandes tragedias históricas. Es el fin
del hombre para fraguar mundos imaginarios y llevar la felicidad a hombres y
mujeres de este planeta. Estos mitos universales se desmoronan como el fruto de
una conciencia civil y libertaria que rechaza esta forma de conducir la
historia de los pueblos. Sin embargo, la libertad como un fenómeno histórico
siempre está en peligro por aquellas fuerzas sociales y políticas que comienzan
a verla como un medio para justificar intereses personales de grupos y de
clases. La libertad no solamente peligra por quienes la conciben como un
instrumento de las clases dominantes sino por quienes también la defienden y la
ponen en peligro por sus abusos y desmanes del poder. Por tanto, para preservar
y proteger la libertad como único atajo para dignificar al hombre, es el de
someterla a un orden racional, civilizado y bajo el imperio de la ley. Es la
condición vital para darle continuidad a la convivencia humana en un marco
donde todos nos podamos desenvolver libremente sin los abusos, los peligros y
la tentación autoritaria.
