América Latina desde la perspectiva filosófica de José Manuel Briceño Guerrero Desviar la mirada 2014-2024

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América Latina desde la perspectiva filosófica de José Manuel Briceño Guerrero

Desviar la mirada

2014-2024

            Nació, vivió y murió.

Por aquellos días,  los año setenta,  un encuentro 

Maravilloso  con este gigante  del pensamiento

De América,  José Manuel  Briceño Guerrero.

Dejó en la impronta de un mortal  el fascinante y

Cautivante  mundo  del pensamiento  económico en

La Venezuela, Tierra De Gracia. Hasta hoy una de mis grandes  pasiones.

Mi  eterna gratitud.                                           

           

 

Un encuentro  vital  con José Manuel  Briceño  Guerrero

                                                    En la cuidad  del sol de los venados

Por esos avatares del azar y del destino, aventuré hacia las altas montañas de la cordillera andina y sentí  en mi alma la belleza de una ciudad que invitaba  a escarbar sobre la gigantesca imagen del resplandor del sol de los venados, remontando el lomo  de los viejos oasis picoteando  el horizonte. Por esos años, tuve el privilegio  de escuchar cosas maravillosas sobre un pensador que se planteó devolver a la América profunda la pregunta fundamental: la pregunta por el ser,  por el sentido y el significado  del ser: José Manuel Briceño Guerrero. Un camino  para develar sobre la naturaleza del hombre de América. Por tanto, asumió como destino y vocación  los senderos de la filosofía y la filología. Qué es la filosofía y  los orígenes del lenguaje, dos textos filosóficos que invitan a promover un campo fértil para explorar y examinar con creatividad el ritmo sinuoso y volátil del quehacer de la existencia humana  en nuestra América. Cuando se revisa las breves páginas del pequeño libro Qué es la filosofía, descubrimos una riqueza intelectual que nos pone en el atajo para enriquecer el acervo filosófico del continente americano.  Se hizo la pregunta por la cosa. Seguramente, uno de los primeros que pensó desde el oficio del pensar filosófico un esquema de pensamiento para explorar  la naturaleza   del  hombre americano. Sus libros, artículos, ensayos, seminarios, entrevistas y conversaciones informales son una muestra de lo que se está señalando en estas páginas.  Un  poco de historia.   

José Manuel Briceño Guerrero, nació en Plamarito, Estado Apure, Venezuela en el año de 1929 y murió en el año de 2014. El maestro Briceño, como solíamos cariñosamente llamarle, sintió la necesidad de la filosofía desde muy temprana edad. Algo lo impulsó hacia ese saber que tanto picoteó el ánima del pensador de Guadarrama. Algo lo impulsó. Sí. Percibió su vida como algo movedizo, como algo fugaz y efímero. Debió ser su preocupación vital por esa fuerza que es la vida y, como consecuencia abrió su pensamiento hacia el camino de la filosofía buscando respuesta a esa cosa que es la vida, fascinante, compleja, contradictoria y paradójica. La vida nos depara mucho que hacer, mucho: no hay tregua ni tranquilidad del espíritu. Entonces, JMBG tuvo que hacerse las primeras preguntas ¿Qué soy? ¿Qué es el espacio y el tiempo en el que vivo? ¿Qué sentido y significado tiene mi vida y la vida de los otros? Y ¿Cuál es nuestra conexión vital en el mundo histórico en  que vivimos y morimos? Así, seguramente, poco a poco fue naciendo en  JMBG el quehacer filosófico y fue creando un enfoque propio para tratar de comprenderse asimismo y al mismo tiempo al hombre   en América Latina como parte de la cultura Occidental y no Occidental.

JMBG descubrió en la intemperie que la vida es una carrera hacia la muerte tal como lo señaló en muchas oportunidades el filósofo de la Selva Negra Heidegger. Qué podemos hacer ante tan enigmático y complejo dilema en nuestra vida arrojada a una circunstancia, que nos es dada pero que tenemos que construirla e imaginarla como una novela para sobrevivir en el tiempo, que nos empuja indefectiblemente hacia el fin de la existencia. Pensar y develar en el ánima lo que nos define como proyecto de vida que sea auténtica, digna y responsable con nuestro ser. Es decir, vocación y autenticidad que revela el ser de cada humano para ejercer una vida de dignidad y responsabilidad. En esa perspectiva, JMBG descubrió en su ser el oficio de la filosofía como el camino que lo conduciría  a su verdadera vocación por explorar su ser. Cómo mostrarlo y al mismo tiempo descubrir ese ser en el hombre en América en el marco de la historia universal. La filosofía y la filología como los senderos para expresar el fundamento último de nuestro quehacer vital en una América en permanente evolución y transformación. Por supuesto, él nunca pretendió  alcanzar la trascendencia de los filósofos presocráticos de Aristóteles y Platón  para presentar una filosofía que abarcara al hombre en su totalidad en el cosmos. Por supuesto que no. En él, predominó la idea de una filosofía  para estudiar a América en el ámbito occidental: Qué somos, Qué tenemos de América, Qué hemos asimilado de otras civilizaciones. En tal sentido, trataba de buscar razones últimas que definieran nuestra vida en nuestro pasado, presente y proyectarnos hacia el futuro. Como decir, el fundamento, lo  absoluto,  lo permanente e  inmutable  en el devenir histórico.  

Ahora bien, dónde buscar esos saberes de la filosofía con el objetivo de cimentar las bases de un enfoque filosófico propio para discernir nuestro ser como hombre latinoamericano. Fue a Europa, a Viena a estudiar filosofía y filología. Se nutrió de esos saberes filosóficos y vino a América a inaugurar una nueva manera de hacer filosofía en una perspectiva no convencional. No como un profesor  para enseñar y divulgar escuelas y doctrinas filosóficas. No. Tampoco una filosofía impregnada de escolastismo y tomismo. No. Todo lo contrario, como hacen los verdaderos filósofos: la filosofía como quehacer vital y la necesidad de crear un lenguaje filosófico propio para escudriñar el ser latinoamericano. Diseñó un lenguaje filosófico que le permitió investigar y explorar por más de siete décadas qué somos en definitiva hombres y mujeres, arraigados en la geografía de América Latina.

Una trayectoria vital  que  impulsó  través de seminarios, conferencias, artículos, ensayos, entrevistas y libros tratando de investigar con pasión y obsesión nuestro modo  de vida, de nuestra existencia como parte de un proceso histórico que ha vivido América Latina en el torbellino de la historia universal. Así, el lenguaje filosófico de JMBG se enriqueció a través del tiempo: la Europa Primera, la Europa Segunda, los cuatro principios, el discurso salvaje. Con esos conceptos se fue aproximando a esa cosa tan fascinante y dramática, nuestra vida, la vida y la vida de otros en una América que no cesa de transformarse en el tiempo histórico.

América Latina, en su origen y destino vital, en su trama histórica y complejidad cultural en la que se mueven hombres y mujeres con diversos lenguajes y diversos discursos, encontrados y no encontrados como resultado de la impronta Occidental y no occidental. América Latina sintiendo el peso de la modernidad, mirándola, resistiéndola e inventando con palabras usos, comportamientos y formas no occidentales.

Así vemos, la reproducción de los cuatro principios en las estructuras económicas y sociales en la geografía de América Latina de ayer y hoy con las mismas notas y acompañantes de la sociedad colonial. Por ejemplo, el discurso salvaje nace como hierba a cada instante para no dejarse domar ni doblegar por las fuerzas del capitalismo. Todos esos conceptos, notas y acompañantes, producto de la reflexión filosófica de JMBG están en sus más diversos escritos que aparecieron entre 1962-1976. En esos escritos estampados en un conjunto de libros, JMBG describe una relación compleja entre América Latina y el mundo que modeló un mestizaje cultural, una simbiosis histórica y simbólica de aspectos esenciales provenientes de la cultura occidental y no occidental. Desde la cultura precolombina hasta hoy con sus aciertos, limitaciones, contradicciones y paradojas. Mostrar desde la fenomenología qué somos y de qué manera hemos evolucionado nos hemos transformado y desarrollado desde el descubrimiento de América.

No cabe la menor duda que para JMBG era la filosofía el camino que contribuyó a pensar y develar a través de nuestro lenguaje y discursos esa cosa absoluta, inmutable y permanente que es nuestra vida en América Latina. Somos lo uno, lo otro y lo diverso. Eso define nuestro ser, nuestra esencia, nuestro modo de presentarnos de distintas maneras, formas y usos. JMBG se hizo la pregunta por el ser, por el sentido y significado de nuestra existencia en un espacio y un tiempo marcado por la experiencia latinoamericana. Una relación vital entre el hombre de América en un mundo de complejidad y totalidad afectado por la modernidad que no deja de perturbar nuestras vidas a cada instante.

Sin duda alguna, JMBG propició una nueva forma de hacer filosofía para comprender en  su complejidad el ser latinoamericano. Una filosofía racional, crítica, autónoma e independiente rompiendo con el colonialismo cultural europeo, con los extremismos y  el escolastismo. Dejó abierto una filosofía, un lenguaje que, según él, América Latina no tenía  por qué seguir el camino de Occidente y someterse a la ideología del capitalismo ni del socialismo. Creía que esas ideologías no eran la salvación del hombre. Por ello, vio en el arte el sendero para alcanzar la plenitud del ser tal como lo manifestara en tantas oportunidades el filósofo alemán Federico Nitzcheze. Para JMBG, este filósofo alemán  fue importante en su vida espiritual e intelectual. Por cierto, siempre que visitaba su cubículo, en los Caciques, no dejaba de mirar en una de las paredes un bello retrato de Federico Nitzcheze. Se puede estar en desacuerdo o en acuerdo con la obra de JMBG para determinar si fue un filósofo o no; lo cierto es que en su soledad radical pensó a América Latina, dejando    un camino, una filosofía, un lenguaje filosófico para escudriñar  los misterio  de la existencia, de la   vida, en un mundo   en que tiempo  incesante  no da reposo  al espíritu.

La mayor ilusión del hombre  es creer

Que  el tiempo pasa. El  tiempo es la orilla;

Nosotros pasamos, él  parece caminar (Jean

Beaufret: Al encuentro de Heidegger,1993)

 

 

 

 

 

 


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