El
Marqués de Rojas
¿Porque
no podemos ser felices los venezolanos?
Ramón Rivas Aguilar
El Marqués de Rojas
(1828-1907), uno de esos pensadores del
siglo XIX venezolano que afincó sus reflexiones sobre la grandeza y la tragedia
de nuestra patria. En efecto. Fue pesimista ante el camino que inició el país a
partir del año de 1848. Ante esa fecha histórica, el periodo 1830-1848 fue un período estable política y económicamente y
donde la demagogia brilló por su ausencia. No obstante, emergió un liderazgo
caudillezco con las imágenes políticas y las primeras nociones sobre el partido
liberal y el partido conservador. A partir de ese momento histórico, aparecen los “oligarcas, los godos” como responsables
del desastre en la que se encontraba sumida la República. Fue el inicio de una
profunda inestabilidad política que puso en tela de juicio el destino de la
patria de Bolívar, según las meditaciones del Marqués de Rojas. En ese
torbellino caótico y fragmentado por la violencia y las pasiones de unos
demagogos, se hizo unas cuantas
interrogantes sobre la naturaleza de esa crisis que comenzaba a padecer
Con
juicio, abríamos vivido en paz; nuestra agricultura estaría próspera y no
pediría al gobierno que la redimiese de sus deudas; el comercio y las
industrias estarían florecientes y todos pasaríamos una ida de flores en esta
tierra sobre la cual derramó
Sin
embargo, Tirabeque utilizando la picaresca criolla dijo con tanta sutileza: Y
con juicio, mi amo habríamos ganado
unos realitos para irnos de aquí, porque esta tierra no se compone y seguirá
toda su vida sicut erat in principio. El
amo respondió –Calla, Tirabeque, y déjame en paz que voy a dormir.
Asimismo, Tirabeque
escuchó una frase que lo aterrorizó ¡Mueran los godos, abajo los godos! Y
preguntó ¿Cómo es eso amo? A lo que respondió el Marqués de Rojas: No te
preocupes Tirabeque, los godos y los oligarcas son inventos de unos caudillos
para justificar cualquier tipo de asalto al poder, de violencia, de intimidación
y de latrocinio:
Lejos
de acabarse se han multiplicado. Ahora son godos todos los que no se prosternan
ante el régimen actual. Godos son los antiguos libertadores que dieron a la
patria su sangre y su hogar para conquistar su independencia y redimirnos de
los godos. Godos son los padres de familia que cuidaron la niñita hasta cumplir
sus 17 abriles [1830-1848], con tanta asiduidad como honradez. Godos son los hombres más
prominentes del partido liberal que expusieron su vida en cien combates en
oposición a los godos. Godos son todos, menos los que están dirigiendo en la
actualidad la cosa pública, que son los únicos patriotas ¿Entiendes, Pelegrin?
-¿Qué si lo entiendo, mi amo?
Finalmente, el
Marqués de Rojas describe la naturaleza
de unos partidos políticos y de unos liderazgos que sólo lo movían el odio, la
pasión y el personalismo:
Aquí
existen Tirabeque dos partidos que desde su infancia y aún antes de hacer pánico
se declararon idólatras, y jamás, ni un solo día, rindieron culto ni a las
ideas ni a las doctrinas, pero si adoraron a sus caudillos. Adoraron primero al
niño Simón, adoraron después al niño José Antonio, más tarde al niño José
Tadeo, y ahora, tú sabes, Pelegrin, a quien adoran. Y como los pueblos fueron
educados en esa escuela, y las cosas públicas y demás aprovechamientos para
ello fueron postergadas, surgieron, como de esperarse, los gobiernos
personales, y comenzaron las vivencias y pelearon, y se batieron, y se mataron,
y siguen matándose todavía.
En fin, una reflexión
para estos tiempos de tanta
complejidad e incertidumbre en la que la Provincia de Venezuela perdió
su rumbo histórico
por carecer precisamente, de
juicio. Sí. La idea histórica del buen salvaje y del buen revolucionario, del personalismo,
del militarismo, del democratísmo, del mandatarismo, del estatismo, del intervencionismo y del planismo bajo la impronta
del culto bolivariano, con la pretensión
de convertir la patria en la más
culta y más poderosa de la tierra. La idea de que somos un país potencia es favorita
para el liderazgo político. Los analistas y expertos han sostenido que
Venezuela con sus recursos naturales, con su petróleo, con su oro, hierro, bauxita
y con la faja se resolvería los
problemas para un milenio. En las actuales circunstancias lo que requerimos es
un país civilista, decente, responsable, sereno, digno, empresarial, creador e
innovador para impulsar la
riqueza material y cultural en un
ambiente de libertad, de cooperación
social sin odio, sin resentimiento, sin frustración y envidia.
Se requiere de juicio para conducir a
Venezuela en estos tiempos de crisis.