Importancia de
la enseñanza de la historia de la Universidad de los Andes
Las fechas son mero azar
Quienes lideran
las gesta republicana
Merideña son
precisamente los eclesiásticos;
La primera
generación de los discípulos formados en
el seminario merideño, quienes reivindicaban así la inmensa cantidad de
trámites que habían realizado para obtener el título de Universidad Real y
Pontificia para la casa de la ciudad y
que tantas veces se les había negado.
Una universidad
ya no puede seguir anclada en atavíos
monacales, pero tampoco puede
uncirse a los dictados de una revolución sin derroteros (Miguel Montoya Salas, Maestro
excepcional).
Ramón Rivas
Aguilar
Me Pregunto ¿qué hace
aquí un efímero que un día salió de una sabana para contemplar en el horizonte
el resplandor del sol de los venados que remonta el lomo de las altas montañas
de la cordillera andina? Insisto. Tal vez nada. En todo caso, algo tengo que
decir. Un encuentro con la filosofía pudiera ser un buen camino para subrayar
la importancia de la enseñanza de la historia de la Universidad de Los Andes. Una
mirada. Por supuesto, no la única.
En efecto, Don José
Ortega y Gasset, el más exquisito filósofo de habla hispana, fue el filósofo
que picoteó el ánima de un individuo para interpretar la relación vital de la
vida y el mundo desde una perspectiva filosófica y así escudriñar los hechos
históricos desde el oficio del pensar filosófico. Se trata pues de recuperar
desde la filosofía la conciencia histórica para entender los retos y desafíos
de una universidad como lo es la Universidad de Los Andes para estar en
sintonía con las gigantes transformaciones que se están suscitando en la era
global. La filosofía de la historia el
sendero que nos permitiría abordar la importancia de enseñar la historia de la
Universidad de los Andes y vivificarla en el tiempo. Es decir, Desde el presente mirar hacia el pasado y proyectarse
hacia el futuro, un buen camino. La
memoria histórica, ese afán por recordar desde acá y así prolongarse hacia el
horizonte vital es el atajo para revalorizar la importancia de la enseñanza de
la historia de Universidad de Los Andes en un momento crucial en que las
universidades, en el mundo globalizado, están envejeciendo y se corre el riesgo
de que las humanidades estarían a punto de perecer.
Ante el desconcierto
y la confusión vital sin saber qué hacer y a qué atenernos, cómo confrontar
tamaño desafío histórico para la Universidad de Los Andes y así conectarse con
un planeta que pretende con la ciencia y la tecnología trascender sus fronteras
naturales con el fin de develar los
misterios de la vida en un universo en expansión. Insisto. La memoria histórica
es vital para escarbar desde la filosofía qué es la universidad, cuál es su
sentido, su significado y su proyección
en el mundo, en la región y el país.
Descubrir los saberes que produjeron teólogos,
religiosos y laicos desde la génesis del Seminario San Buenaventura hasta
alcanzar su estadio superior en la era democrática, constituye una tarea
compleja para las futuras generaciones de historiadores que tendrán que asumir
la responsabilidad de esta cátedra con distintas miradas y perspectivas. Por
tanto, la filosofía de la historia es una herramienta teórica que ayudaría a examinar la génesis y el destino de
nuestra institución universitaria a través de esa bella trilogía gramatical que
tanto fascinó a San Agustín: el presente, el pasado y el futuro.
San Agustín, uno de
los teólogos privilegiados del cristianismo, en sus Confesiones describe en unas cuantas páginas esa trilogía de profundas raíces judeo-cristianas.
Esa connotación trilógica, la expresó de la siguiente manera: Presente del
presente (intuición); presente del pasado (memoria) y presente del futuro (expectación):
Lo
que ahora es claro y manifiesto es que no existe los pretéritos ni los futuros,
ni se puede decir con propiedad que son tres los tiempos: pretérito, presente y
futuro; sino que tal vez sería propio decir que los tiempos son tres: presente
de las cosas pasadas, presente de las cosas presente y presentes de las
futuras. Porque esas son tres cosas que existen de algún modo en el alma y
fuera de ella ya no veo que existan: presente de cosas pasadas (la memoria),
presente cosas presentes (visión) y presente de cosas futuras (expectación)
(San Agustín. Las Confesiones, p. 585).
No hay que olvidar
que la memoria está en las cosas que recordamos, las cosas que provienen del
mundo de los sentidos. La memoria y el tiempo están conectados vitalmente. Es
decir, el poder recordar desde el presente; volver al pasado y mirar hacia el
futuro, es lo que los filósofos llaman conciencia histórica. De lo contrario,
quedaríamos en un presente eterno, perplejo sin pasado y sin futuro. El presente,
el pasado y el futuro son actos únicos, diversos sometidos al tiempo. Los
hechos históricos no parecieran tener origen y destino: son procesos continuos
que generan cambios e innovación sin ruptura absoluta.
Quienes se atrevan a
hablar de esa manera, están desviando la mirada sin espíritu crítico y objetividad
sobre los fenómenos históricos. El pensador de Guadarrama, Don José Ortega y
Gasset, en sus artículos, ensayos, conferencias y conversaciones informales fue
insistente en la idea de que sería una barbaridad quienes pretendan explorar
desde el presente un futuro incierto sin conexión con el pasado:
El
defecto más grave del hombre es la ingratitud… El ingrato olvida que la mayor
parte de lo que tiene no es obra suya, sino que le vino regalado de otros los
cuales se esforzaron en crearlo y obtenerlo. Olvidar el pasado, volverle la
espalda, produce el efecto al que hoy asistimos: la rebarbarización del hombre.
Hemos heredado todos aquellos esfuerzos en forma de creencias que son el
capital sobre el que vivimos… tener conciencia de que se es heredero es tener
conciencia histórica. (Ortega y Gasset, 1959, pp. 28-29-30-31).
En ese mismo orden,
Ortega y Gasset vio en la filosofía de la historia el instrumento para discernir
los hechos históricos con sentido, con significado y proyección. Los hechos
históricos no como retazos, caóticos, desordenados sin conexión y concatenación
sino como procesos, concatenados y con
niveles de jerarquía.
Pues bien, desde esa
perspectiva es por lo que se destaca la importancia de la enseñanza de la
historia de la Universidad de los Andes. Desde la filosofía de la historia, tal
como brevemente lo hemos señalado en estas páginas. Ello daría la oportunidad
de generar una síntesis de la génesis y proyección de nuestra institución en la
vida del país con raíces ancladas en el más profundo quehacer de nuestro
proceso histórico. Es un momento de importancia para evaluar parcial y
provisionalmente lo que ha significado el nacimiento de la Cátedra de Historia de
la Universidad de los Andes. En estos años de existencia de esta cátedra el
intento por reconstruir la historia de la Universidad mediante
una revisión sistemática de quienes se
preocuparon por historiarla. Esto, se puede observar en las distintas Lecciones Universitarias, en los artículos, en los libros, en las tesis de pregrado y
posgrado y en las entrevistas formales e informales. Sin ir muy lejos: la
edición del Boletín del Archivo Histórico de la Universidad de los Andes es una
forma determinada de escribir, de
relatar, de enseñar, de difundir e historiar la Universidad de los Andes. La forma como se han narrado los hechos, se han precisado las fechas y las
cronologías relacionadas con la historia de la universidad.
No obstante, no se debe obviar los fundamentos teóricos de
la filosofía de la historia para visualizar en conjunto y en perspectiva lo que
ha representado la universidad como
origen y destino vital en la nación.
En los próximos cien
años contaremos con futuros historiadores que relatarán con distintas visiones
y enfoques la historia de la universidad. No nos convirtamos en historiadores
oficiales. No. Abramos el espíritu hacia nuevas maneras de hacer historia de la
universidad con la impronta del espíritu imperial, teológico, religioso
hispánico, republicano y hasta postmoderno.
Por tanto, la Cátedra
de Historia de la Universidad de los Andes ha
contribuido con el desarrollo
de la memoria histórica de esta
institución y de sus protagonistas a través de sus biografías, de sus saberes,
de sus ideas, de sus circunstancias y de su influjo intelectual en la vida de
los Andes y del país. Con el tiempo, descubriremos una síntesis histórica del
Seminario y la Universidad con conexiones profundas a un
pasado difícil de desligar del viejo imperio, del espíritu teológico y religioso,
del espíritu laico y del espíritu republicano como un continuar en el devenir
con aciertos, limitaciones, contradicciones y paradojas. Así, la labor de la
Cátedra ha sido también una oportunidad para expresarles gratitud a los
fundadores de la ciudad de Mérida por haberse gestado en su seno una
institución de tal naturaleza. Una universidad que ha contribuido y seguirá
contribuyendo a la difusión del saber y su impacto cultural en la geografía de
los Andes y en la provincia de Venezuela.
Dos figuras estelares
del pensamiento venezolano, dos merideños, dos egregios de la cultura universal,
el ensayista Don Mariano Picón Salas y el historiador Carracciolo Parra Pérez
señalaron que el nacimiento de la Universidad de los Andes y su proyección en
el tiempo, es el acontecimiento cultural de mayor significado intelectual que
se haya producido en el largo corredor de la geografía andina. Una universidad
dentro de la ciudad y una ciudad dentro de la universidad y la defensa moral de
esta institución para preservarla en el tiempo. Dos reflexiones que ha enaltecido
el gentilicio venezolano en el mundo. De allí, la importancia de la enseñanza
de la historia de la universidad de los Andes y su proyección cultural en el devenir.
En fin, historia y filosofía son el engranaje
vital para mirar el origen y la proyección de la universidad de los Andes en el tiempo
para que las generaciones de
ayer, de hoy y las del futuro puedan comprenderla como una totalidad en la que están presente eternamente el
espíritu del Seminario San Buenaventura con la Universidad. Esta relación vital
entre seminario y Universidad se resume en esta bella reflexión del filósofo alemán,
Federico Nietzsche:
Entre
todos los habitantes de este planeta,
los árboles me parecen los más nobles.
Despliega sin duda el más perfecto sentido de la simetría. Continuamente tratan de elevarse
sin abandonar sus raíces que se hunden
más y profundamente en la tierra que lo engendró (Tomo I. P. 280)