El 18 de Octubre de 1945 y la renovación
de la
frase Sembrar el Petróleo
Del fisiocratismo al industrialismo
Del economicismo al capital
social
El petróleo como inversión productiva
El
petróleo como inversión social
Ramón
Rivas Aguilar
La frase sembrar el petróleo, la frase más popular que se proyectó a lo largo y ancho
del siglo pasado y en las primeras décadas del tercer milenio. Esa frase se
vislumbró a partir de la década de los veinte cuando el petróleo se potenció con el descubrimiento
del barroso (1922). En efecto, una nueva
riqueza, el oro negro, producto del
orden natural, nada que ver con la vida
económica de siglos anteriores, que dependía del trabajo y de la explotación de la tierra. Sí. Agricultura, ganadería y petróleo, dos riquezas
totalmente distintas: una permanente y reproductiva y la otra finita no renovable. Esa distinción histórica,
es lo que hizo posible pensar sobre la idea de qué hacer con una riqueza, fruto de la
naturaleza, que se agotaría en cualquier momento. Seguramente, eso produjo en las élites las simbologías del catastrofismo, del cataclismo y de la hecatombe sobre un
mineral que repentinamente se agotaría,
con unas implicaciones dramáticas sobre
el porvenir de la vida económica y social de Venezuela. Es
decir, sembrar el petróleo para evitar
una catástrofe. Esa creencia catastrófica se arraigó por más de un siglo y la
mantenemos hasta el día de hoy. Sin
embargo, la realidad nos dice que tendremos
petróleo para más de seis siglos.
Pues, bien, el primero que asomó
esa frase fue el pensador
venezolano César Zumeta, en el año de
1923. Comentó en una carta enviada
al General Juan Vicente Gómez sobre el futuro del petróleo y la agricultura, en estos
términos: Cuando la veta de las minas se agote la nación
ya estaría en el más bello
floreciente de la agricultura y otras actividades. En todo caso
el padre intelectual de esa metáfora histórica, sin duda alguna, el
escritor y novelista Arturo Uslar Pietri (1936).
Ahora bien, la pregunta vital: qué hacer con el petróleo. De allí, la propuesta de sembrarlo con el fin de impulsar una sociedad
económica y social sin el ingrediente del oro negro. Un tipo de
sociedad agraria de origen capitalista
(1941-1945).En tal sentido, los ingresos
petroleros se invertirían íntegramente
en la agricultura, la ganadería y otras
actividades de la economía nacional. Un
tipo de inversión única y
exclusivamente fisiocrática. Una vuelta
a la tierra. Una vuelta a la madre egea. Era
la única representación histórica que habían heredado de los siglos anteriores. El olor a la
tierra, al cacao, al café, al ganado. Por esto, esa frase no tuvo nada que ver con un proceso de industrialización. Lo vital: era la tierra,
el surco y el ganado. Al mismo tiempo, la percepción intelectual de la
frase sembrar el petróleo nada tuvo que ver con la noción del capital social. Todo lo contrario, era una visión economicista, productivista y racista,
derivada de la cultura del pensamiento positivista
que nutrió el espíritu de esas minorías, heredera
de los valores de los mantuanos,
unas castas que despreciaban eso que llamaban pueblo. El espíritu de la época, el positivismo y el biologismo y el racismo constituyen tres representaciones: una en el campo de la
sociología, de la antropología y la otra en el campo de las
ciencias naturales que marcaron el
ánima de esa gente ilustrada del gomecismo y el
post-gomecismo.
Por tanto, el 18
de octubre de 1945, un golpe de Estado,
una rebelión cívico-militar,
desalojan del poder a las viejas
estructuras militares, políticas
y sociales que se habían mantenido en
el poder a lo largo de 45 años.
El Monopolio del poder, con unas creencias positivistas, renovando
con audacia e inteligencia el gendarme
necesario con el
peso de la tradición bolivariana. Esa revolución, significó una revolución política que les devolvió la
soberanía popular a los venezolanos que se la habían arrebatado desde 1811. Una
revolución al estilo clásico del científico Nicolás Copérnico. Una
revolución que representa una vuelta asimismo. Vuelta al pasado desde el presente para
recuperar esa soberanía popular y
proyectarla hasta el día de hoy. Una auténtica
revolución política no al estilo clásico de lo que proponían los marxistas. Nada, que ver. Al mismo
tiempo, el 18 de octubre de 1945 significó
una profunda revolución en el
ámbito del petróleo, la economía y la sociedad.
En ese sentido, el petróleo, en manos del Estado, ahora sería renovado con una perspectiva histórica
más allá del enfoque economicista y telúrico de la vieja sociedad personalista,
militarista, bolivariana y aristocrática. El petróleo, como fuente de riqueza, abarcaría dos dimensiones
significativas para el desarrollo
económico, social y cultural al alcance
de todos los venezolanos. Por un lado, el petróleo como inversión productiva para
impulsar un proceso de industrialización
mediante la acción de una burguesía industrial y agraria, sentando las bases de una nación de carácter capitalista. De
allí, la importancia de la creación de
Corporación de Fomento, en el año de
1946, que comenzaría a cumplir con esos propósitos, como era la profundización
del mercado nacional. Asimismo, se le
dio sentido institucional al Consejo de Economía Nacional (1936) como
parte central del modelo de industrialización de la nación,
sobre la base del dialogo y la
convivencia pacífica entre
el estado, el empresario y el trabajo en un esfuerzo común para promover el crecimiento económico nacional. Entre otros objetivos, de
importancia capital la abolición del
latifundio y el desarrollo de la reforma agraria con
tierras del estado. En todo caso
el problema de la tierra no fue
grave como en otras naciones. El Estado con petróleo
y tierras ahorró al país los
conflictos sobre ese aspecto, como lo fue en México, Perú, Bolivia. Y, por el otro, el petróleo
como inversión social para
fortalecer el capital humano con impactos
de importancia en el
desarrollo material de la nación. La
inversión en la infraestrura física, sanitaria, educativa, en viviendas, en aumentos de sueldos y salarios tanto del sector público, privado nacional e
internacional, una nueva manera de cómo y porque era necesario una revolución
política, económica, social y cultural para la gente, que trascendiera las viejas formas de cómo y porque había que distribuir la riqueza
hacia ciertos sectores de privilegios Y
otros, no. Con el 18 de octubre de 1945
comenzó de forma sistemática el
crecimiento de una clase media, con
una riqueza petrolera en aumento y con
una inmigración selectiva, con efectos
importantes en la vida material y étnica
del país.
Así, pues, el Estado, una voluntad
política y el petróleo mediante la
planificación democrática lograron dar un giro
copernicano a la frase sembrar
el petróleo que trascendió la vieja creencia del fisiocratismo y la no importancia del capital social como incentivo para promover la riqueza
nacional. En efecto, el petróleo como fuente de inversión productiva y como
fuente de inversión social hacia el fortalecimiento del capital
humano. Una síntesis histórica que se reflejó al mismo tiempo en el impulso
de un proceso de industrialización y en el impulso del desarrollo del capital social. Ambas
factores fueron de importancia vital con impactos en el
desarrollo de la vida material de la nación. Una nación moderna, con el inicio sistemático de la democracia,
del capitalismo, y de una clase media en
ascenso que se proyectó
poderosamente a lo largo de más de 40
años de vida democrática.
En fin, con el 18 de octubre de 1945 nace una nueva forma de abordar la frase
sembrar el petróleo: industrialización y capital social, bajo la impronta de la
planificación y la democracia. Sí. Una auténtica revolución tal como fue la revolución de Nicolás Copérnico. Para
el viejo orden, el centro era la casta política, económica, militar y
bolivariana del gomecismo, del lopecismo y del medinismo. La tierra y el
caballo. Para la revolución de
octubre 1945, el centro de la sociedad, la gente, las
personas, los ciudadanos, que se
fortalecieron y consolidaron en el tiempo
con políticas de industrialización
y políticas de capital social.