William Faulkner: Estallido Nuclear y fin
de los Tiempos
¿Cuándo estallaré en mil pedazos?
“No creo
en el fin del hombre
“El hombre
es inmortal”
William Faulkner
Ramón Rivas Aguilar
La tierra al borde
del abismo. Se asoma peligrosamente la imagen del hongo nuclear, cuyas
consecuencias serían fatales para el
destino de la vida
en esta morada, bendecida por los dioses. En efecto,
se vislumbra una confrontación nuclear a escala universal,
que abrazaría en llamas todo lo que representaría para el hombre su vida, sus dioses, sus religiones, su flora
y su fauna. En ese sentido, la guerra Rusia-Ucrania y los
conflictos en el Medio Oriente,
señales de esa posibilidad nuclear que arrastraría a los imperios y a las naciones a una
guerra nuclear que haría pedazos en
segundos todo lo que representa la vida
en la tierra. El fin de los tiempos. Una hecatombe.
Todo
comenzó al culminar la Segunda Guerra Mundial
(1939-1941), cuando el hombre sintió por
vez primera en la tierra el horror nuclear (Hiroshima y Nagasaki). Una experiencia de tal naturaleza, pudiera
provocar en el tiempo
la posibilidad de arrasar con la
vida en nuestro hogar, parte del
engranaje cósmico del sistema solar. El miedo nuclear
latente en nuestro siglo
pasado, se acentúa en estos días de los primeros signos de una guerra nuclear. No lo sabemos. Pero,
el miedo está allí, en nuestras almas.
Las grandes
potencias y naciones, con sus recelos y desconfianza mutua, en su poder
el arma mortal de destrucción masiva, que en segundos bastaría
mover el mecanismo que
desataría el estallido nuclear
con los impactos que todos imaginamos. Es
decir, ninguna potencia y nación tienen el monopolio natural del arma nuclear lo que denota que el
peligro es mucho mayor y de alcance
planetario, en caso de un conflicto de tal dimensión.
Pues, bien, solo un hombre, un novelista, un poeta, una
de las grandes figuras de la literatura universal, tuvo la dignidad, el valor, el coraje y la responsabilidad de expresarle al mundo sobre los
peligros de un estallido nuclear que en
unos segundos destruiría la vida en la tierra:
William Faulkner. Sí. La Academia Suecia
le otorgó el Premio Nobel de literatura, en el año de 1950.Pronunció un
discurso breve y conciso, cuyas palabras,
sabias y sagradas, se irradiaron
al otro día, recorriendo el mundo. El
público selecto, en murmullo y algarabía, ni la menor
idea de esas palabras que impactó
a la tierra, con su honda
reflexión sobre el tema nuclear y el papel que le
correspondería a los
poetas en aquellos días sin saber
si la vida continuaría en nuestro
planeta.
El poeta. El
novelista, aquel mortal, granjero, fascinado
con su orden natural y sus animales, en esas palabras cruciales que reveló
en unos instante en que
momento podría desaparecer la vida
en este hogar, único
en el cosmo: “ Nuestra tragedia actual radica en un temor físico universal sentido por tanto tiempo, que ya no podemos
ni siquiera soportar. Ya no hay dificultades del espíritu. Solo queda la pregunta:
¿cuándo estallaré en mil pedazos?
Por esta causa, el joven- hombre o mujer - que hoy escribe ha olvidado
los problemas del corazón humano en conflicto consigo mismo, que son los
únicos capaces de producir buena literatura porque sólo de ellos
vale la pena escribir, sólo ellos valen
la agonía y el sudor. Creo que el
hombre no solo perdurara, sino que
prevalecerá. Es inmortal, no porque el hombre, no solo entre las criaturas tenga
una voz inagotable, sino porque tiene un alma, un espíritu, capaz de compasión,
sacrificio y resistencia”. Más
adelante, señala cuán vital es la importancia del poeta, del escritor,…“Escribir sobre esas cosas. Privilegio suyo, es ayudar
al hombre a que perdure elevando
su corazón, recordándole el
coraje, el honor, la esperanza, el
orgullo, la compasión y la piedad( y el sacrificio que ha sido la gloria de su pasado)”. La voz del poeta necesita ser no
solo el testimonio del hombre; pue ser
también uno de los soportes que lo ayuden a perdurar y prevalecer.
Hoy, la
pregunta es ¿Cuándo estallará el planeta
en mil pedazos? En el horizonte de nuevo la amenaza de la imagen inocente del hongo nuclear. Qué le pasa al hombre,
arrojado a un mundo
sin sentido y sin perspectiva,
en una locura hacia
su propia autodestrucción. Cuando
estamos al borde del abismo
emerge la figura del poeta con su
buena literatura para expresar sacar del corazón los sentimientos de la piedad, de la bondad, de la generosidad, de la dignidad, del el coraje y del el compromiso con el
hombre de carne y hueso, el hombre que labra su destino vital, día y noche,
soporte material y espiritual de las naciones y de los pueblos. La paz
perpetua, en el ánima de Kant, un deseo
universal ante los demonios del fugaz mortal
que coquetea peligrosamente con
el hongo nuclear como el arma más destructora
que se han producido en la historia universal. El poeta salva al hombre.