Donald Trump: la Paz Perpetua, el libre comercio y la riqueza de las
Naciones
Ramón
Rivas Aguilar
Por estos días
de tanta complejidad e incertidumbre que pareciera
Que el
mundo estuviera al borde del abismo con la locura de las guerras
Insensatas y
destructivas, se asoma la gigante mirada
del filósofo
De Prusia Immanuel Kant: en su ánima
su amor al republicanismo
Y el deseo ferviente de la Paz Perpetua el norte
para impulsar el bienestar
De las naciones.
El Rubio de Mar-a-lago, en la que Dios y
la historia
Lo colocan en
ese sendero para conquistar la Paz
Perpetua en este maravilloso y
hermoso planeta. Un camino. El reto histórico que marcará el destino de la Civilización Occidental y su proyección global.
La Europa del
renacimiento y de la ilustración, la cuna de la civilización Occidental, en llamas, como resultado del cisma religioso y de la aventura histórica del pequeño
gigante Napoleón Bonaparte, emerge la mirada del filósofo Immanuel Kant.
Sorprendido y preocupado por los conflictos religiosos
y políticos que se suscitaron entre el siglo
XVII, XVIII y parte del XIX, cuyas consecuencias serían
fatales para el futuro de la
historia universal. De Allí, su célebre
ensayo La Paz Perpetua (1797). Un
documento político contentivo de un
conjunto de artículos y principios como norte
para que las naciones promovieran acuerdos de paz y
así alcanzar el bienestar material y
cultural de los pueblos que
conforman la tierra. Estos artículos y
principios las bases
del progreso en el marco
de un auténtico comercio libre para evitar situaciones bélicas y guerrista entre los pueblos, por
ser lo más odioso y destructivo para la
vida humana. Sí.
Immanuel Kant, sin
duda alguna, encarna los valores
éticos más representativos del capitalismo como el camino para alcanzar la paz perpetua. El
capitalismo en esa perspectiva
filosófica y ética es incompatible con
la guerra. Como todos saben, la guerra es la salud de los Estados. En ese
sentido, se beneficia un tipo de
capitalismo compinche y corporativistas, con las grandes empresas que fabrican
armas para la guerra. Ello, en la mirada
de Kant es inmoral. Así, pues, este
filosofo prusiano, el hombre para estos estos tiempos
de tanta complejidad e incertidumbre que pareciera llevar a la tierra
hacia la hecatombe, por los frutos de la
manía guerrista, tiene en la figura histórica
de Donald Trump, Presidente de la nación
más poderosa de la historia universal,
un liderazgo político para
iniciar un acuerdo de paz entre las naciones y, como
consecuencia, el camino hacia el progreso. Un camino de fe y esperanza con voluntad y determinación para acabar con las guerras, la peste
de todos los tiempos. Una utopía. Por supuesto. Pero en el
ánima del Presidente de los
Estados Unidos, el más cuestionado
por esas corporaciones del mundo de las armas que con
sus plataformas tecnológicas fabrican enemigos de Occidente. Además, se
nutren y amplían sus fortunas con la guerra. Donald Trump tiene el temple para alcanzar ese objetivo tan deseado por
millones de personas que sufren física y espiritualmente el fuego del
guerrerismo y el belicismo. Asimismo, los
pueblos soportan la carga
impositiva para financiar esas
guerras, cuyos efectos son
nefastos y terribles: deudas
públicas, déficit fiscal, inflación, hiperinflación, pobreza y miseria.
Es doloroso mirar
el cuerpo, los rostros de los veteranos de guerras en un estado
deplorable, mientras las élites
del mundo militar corporativistas nutren sus fortunas con
las guerras. Por ello, apuesto a
la figura de Donald Trump en su papel decisivo en esta
tarea histórica que le toca como
es la de iniciar la paz perpetua en el mundo. De lo
contrario, la historia se encargará
de enjuiciarlo por no cumplir con
tan sagrado propósito: llevar la paz al
mundo y el progreso mediante el libre
comercio.