José Ortega y Gasset: Por los caminos de la Historiología

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José Ortega y Gasset: Por los caminos de la Historiología

 

 

La historia  es futuro La vida humana  es  acontecimiento                                

Es  futurición

Es  temporalidad

De posibilidades en  el horizonte 

La vida  no es presente   ni pasado

Es  futuro

Ramón Rivas Aguilar

 

Para el filósofo  español  Don José Ortega y Gasset  la pregunta  por qué hay  historia,   es la pregunta de la pregunta  para   comprender  el fundamento de esa pregunta.  Solo es   posible historia porque  la vida  humana  varía    a lo largo del tiempo. La vida no es una piedra, un árbol,  un río, una montaña. La vida  no es una sustancia, una esencia, algo estático e inmóvil. No. Es  un acontecer, es una posibilidad que tiene  que proyectarse  hacia el futuro  a cada instante.  La vida es  quehacer.  Es  drama vital. Su cuerpo y su mente  no se han alterado   en el tiempo. Sigue igual. Porque cambia, entonces; porque adopta  formas    que impide   su inmovilidad:   porque es un ser  finito  y está consciente de mortalidad. Por lo tanto, es  un ser  histórico, un ser  que está en el tiempo  y se despliega con un pasado  y un presente hacia  el futuro.  En  ese marco, indica   que más que presente con un pasado, el hombre  es futurición.  Siempre mirando   hacia el futuro  con un presente y pasado que ha dejado de ser.  Allí,  reside la  grandeza y la miseria de la vida  humana  y su comportamiento  contradictorio y paradójico  en la temporalidad. No hay vuelta atrás. La historia, en esa  mirada  orteguiana, siempre es futuro. Descubrir ese   futuro es una faena vital de la vida humana y de su capacidad intelectual  para develar el mundo   histórico que tiene  que vivir. Un mundo histórico,   es como decir,  el espíritu  de la época  con un  esquema    de ideas   y  creencias      vigente    hasta su agotamiento.  Aparecerán otras vidas humanas,  con nuevas ideas  y creencias  que   se irán imponiendo   en el tiempo. Qué le  vamos a ser, como diría Ortega.

 En  esa dimensión vital,    la historia como  biografía de  las vidas humanas, una narrativa  que   explica el sentido  de esa relación de la vida y el tiempo histórico  mediante lo que él    denominó  la Razón Histórica. Es decir,  la trilogía  de la vida humana que se puede  explicar de forma racional y científica  partiendo  de esa relación vital: hombre, vida, acontecer,  mundo  y proyecto como  posibilidad  y concreción histórica mediante   el esquema  de las generación. Esa vida humana, su cambio y transformación, como fruto de esa    fuerza    del dinamismo  y movilidad se  comprende  mediante   la categoría  histórica: generación.  Para Ortega y Gasset, la generación como una relación vital  entre unas minorías  y unas multitudes  y un esquema de ideas y creencias   es la categoría  histórica  fundamental  para explicar  la variedad   de la vida humana   a lo largo del tiempo. La vida  humana, como  biografía, como narrativa  histórica,  con todo   su drama vital, su  esplendor,    su grandeza y su  tragedia. Nada de culto. Nada de adoración.  Nada de apología. Nada de santuario.

En ese horizonte vital,  afirma, por ejemplo,  que “Toda ejemplaridad  es antihistórica adorándolo  y cuando descubrimos  en algo  una norma  es que estamos  adorándolo  y no explicándolo”. Es decir, “La historia  es una explicación  y no un culto. La historia no es un culto” (1985, p.12).

Por ello, considera   que: “El historiador  que en su ruta accidentada  por los siglos  se detiene adorar  algunos de los innumerables  dioses transeúntes es un apostata” (p.12). Más adelante, añade” El historiador no puede  detenerse  y hacer posada: lleva  misión de viajero  y ha aceptado un destino errante. Puede armar en las encrucijadas y en las revueltas  de la cronología, pero  puede ser devoto ni  le es dado  arrodillarse.   Un viaje que se hace de rodillas es más bien un beato peregrinar” (p.12).

Por tanto, estamos  en   la presencia   de un nuevo  enfoque historiográfico  desde una perspectiva orteguiana, que él denominó historiología.  La historiología una ciencia histórica  que concibe la vida humana como   fin  último  el   quehacer vital de lo histórico.   Hay historia porque   la vida   varía  de distintas formas   y maneras   en  la temporalidad.   Es decir,  quien pretenda  comprender e interpretar  los procesos históricos tiene que partir  de ese axioma y, como  resultado   el camino de la narrativa, de  la biografía  humana.

En ese mismo orden de ideas,  Ortega  afirma  que sí  la Historiología  es una ciencia histórica,  significa un paso de importancia vital   para  comprender  como   ese enfoque historiográfico  puede predecir    los eventos históricos.  En tal sentido,   considera que el “El  historiador es un profeta  al revés”. El profeta  recibe    la inspiración divina  para anunciar al hombre     la nueva  sociedad  que se proyecta desde  el presente hasta alcanzar el futuro. En cambio, el historiador se nutre el pasado  para  predecir   el futuro.  

En fin,  la historiología,  como ciencia histórica,  un enfoque  filosófico  que le devuelve a la vida humana, como quehacer vital, su capacidad creadora e innovadora en los procesos históricos, como resultado del despliegue de su temporalidad, convirtiéndose  en un ser histórico   y todo el ritmo complejo  que  se gesta  en el nacimiento y el fin  de  las más vastas  de las civilizaciones  que  se han producido    a lo largo de la historia de la humanidad.  Por lo que no hay tregua con el pasado. La historia  siempre es  futuro porque la vida humana  es siempre  futuro.  


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