Qué enseña la historia, nuestra historia César Zumeta (1860-1955)

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Qué enseña la historia, nuestra historia

César Zumeta (1860-1955)


Ramón Rivas 


César Zumeta, testigo excepcional del proceso histórico venezolano de los siglos XIX y XX, 

agudo  pensador,  afirmó  que las revoluciones  en Venezuela  resultaron un total fracaso  histórico y devastador para  el porvenir  de la Provincia  de Venezuela. Pudiera ser considerado como una figura intelectual de Hispanoamérica con una visión pesimista. Todo lo contrario, fue un hombre de su tiempo histórico, que vivió y comprendió los eventos  políticos de mayor alcance en la vida de las naciones de América y Venezuela. En ese sentido, examinó cómo los próceres  de la emancipación, los libertadores  bolivarianos,  se erigieron  en los portadores  de la providencia divina  para culminar  la obra inconclusa que había  dejado en el camino Simón Bolívar.  No obstante, el fruto  de ese  proceso  histórico,  la emancipación,  glorificado  por los  historiadores  y poetas,  desencadenó  unas   fuerzas políticas    de  carácter  personalistas,  militaristas y  despóticas. Así,  la barbarie, la violencia, la anarquía, el desorden,  el caos y la ingobernabilidad fueron los signos  que marcaron la tragedia  histórica   a lo largo y ancho  del siglo XIX. Según este insigne pensador César Zumeta,  casi ocasionó la disolución  social porque no se vivió un día de  paz  en la República. A lo  largo de sus escritos  dispersos publicados  por  la prensa venezolana,  Zumeta reitera lo nefasto de la noción de revolución de los llamados salvadores de la humanidad. Según él, una peste histórica que plagó aquel siglo  XIX violencia y destrucción material y cultural. 

En palabras  de este intelectual,  que recorrió América  con su  pluma junto con José Martí y José María Vargas Vilas, describe  con  claridad lo  que nos enseña nuestra historia  sobre    esa imagen revolucionario fatídica que tanto daño  histórico  ocasionó  a la república:  

Algo  ha de enseñarnos  nuestra propia  historia, y con sola recordarla tenemos para convencernos de que  todas las revoluciones habidas en el país, inclusive la de la  independencia, han sido infecundas para la civilización y la  libertad. La de emancipación  nos dio el territorio empobrecido, por tres lustros de pelea, en sangre  y población; reducidas a cincuentas sus quinientas millas cuadradas de terreno cultivado; disminuida a la mitad de  la cría; destruidos el comercio de tabaco de Barinas  con que se proponía pagar, estancándolo la deuda de Colombia y el de fibras; aniquiladas las misiones que garantían la inmanencia de nuestra soberanía en las Guayanas y eran las bases de la  explotación  de esa inmensa comarca, más rica  aún que la poblada. Políticamente, cambiamos el régimen  de las capitanías generales, por el patriarcado  del General Páez, y a través de desórdenes llegamos  a la dinastía  de Monagas y el aniquilamiento  del poder de Páez para  tras sangriento  intervalo  de las dictaduras  de Guzmán Blanco, Crespo y Castro. La República  no ha existido  un solo día;... He ahí la obra de cien  años de militarismo  anárquico y despótico… 

Como se puede apreciar,  un retrato  histórico desgarrador de un siglo   en manos    de los revolucionarios,  de los hijos  del libertador,   sin ningún signo  de republicanismo y civilismo. En ellos, las pasiones, los odios, los resentimientos y las envidias como manifestaciones psicológicas con el afán de arrasar y destruirlo todo.  Esa fue la herencia  histórica  que dejó    la Revolución  Francesa   en el espíritu europeo  y su impacto  nefasto en la historia universal. La revolución responsable política e intelectual del poder del estatismo, del intervencionismo y del totalitarismo con el firme propósito de socavar la libertad individual en aras del todopoderoso Estado.

Por tanto,   para César Zumeta  para superar   el peso  del personalismo y el militarismo que tanto daño moral y material  provocó a la Provincia  de Venezuela, es  necesaria la   restitución de  las bases del republicanismo, del liberalismo, del civilismo,  del federalismo, de la responsabilidad individual, del trabajo,  del ahorro y de la disciplina. En otras palabras,  recuperar las bases  del civilismo  con el fin  de impedir la desaparición de la ciudadanía, la fuente de la riqueza material y espiritual de una nación. En esa perspectiva histórica, una auténtica  revolución civilista  cuyo soporte  descansa  en una historia  cuyo signo  imperante  es de origen   republicano. 

Entre otras cosas,  César  Zumeta  para el historiador  Luis Beltrán Guerrero,   lo  considera  el padre  de la crítica histórica que  echó al cesto    los viejos criterios    de  hacer  biografías   sobre la base  de  la  adulación y el romanticismo y el  ornamentalísimo    Nada de eso. Así,  dice el prestigioso  escritor,  Luis Beltrán Guerrero, sobre ese aspecto:

La biografía de los hombres que han alcanzado proporciones históricas, es la análisis de la influencia ejercida por ellos en el dominio en que culminaron ¿Qué encontraron, qué dejaron? ¿Qué destruyeron, qué fundaron? Es eso lo que la crítica pregunta y eso lo que el biógrafo está obligado a responder. Ese trabajo no está hecho en Venezuela, ni siquiera respecto a Bolívar, Páez, Piar, Soublette, Falcón, Zamora, respecto a los fundadores de la república y de sus partidos. La obra de Larrazábal es un himno no un estudio serio del Libertador, que resultará más grande cuando se le estudie como hombre…”. En  un breve párrafo  una pieza historiográfica para los historiadores  que siguen   en esa visión convencional  de erigir   por encima de la temporalidad el heroísmo y el guerrerismo  de los próceres   de la independencia y de toda la herencia dejada a lo largo   de los siglos.  Una necedad histórica.   



Por tanto,  César Zumeta nos deja una reflexión histórica sobre lo trágico que significó  para la Venezuela del porvenir, la creencia que las revoluciones representan   la salvación  de la nación.  El  fruto  de esa creencia constituyó la catástrofe del siglo XIX venezolano.  

Por esto, los civilistas del siglo XX, hicieron todo el esfuerzo histórico para edificar los  cimientos  de la República, como una conquista de los venezolanos a partir de la  convivencia  pacífica  y de la riqueza petrolera  para el progreso  de todos.  Una lección histórica  para aquellos  ilusos que han creído que las revoluciones revelan el camino  de la tierra prometida.  Un error histórico de consecuencias nefastas para las sociedades.  

César Zumeta,  un pensador  que colocó en su justa dimensión intelectual el enfoque  crítico como   el camino  para evaluar el proceso histórico y la importancia de sus protagonistas en el destino  de una nación. Es decir, desde  la grandeza, la miseria, las contradicciones y  las paradojas del hombre de carne  y hueso con  su  carga moral divina y terrenal. Una perspectiva crítica para  comprender e interpretar  a los hombres  y su significado en los eventos históricos. 


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