José Ortega y Gasset: Estatismo y Decadencia de Occidente
La rebelión de las masas. Fin del liberalismo
(9 de mayo de 1883- 1 de octubre, 1954)
Ramón Rivas Aguilar
Corría los años 20. Los años dorados del capitalismo americano. No obstante, la Primera Guerra Mundial y la Crisis del año 29, dos eventos históricos que mostraron la fragilidad de Occidente. Se creía inmortal con los postulados del renacimiento, de la ilustración y de los enciclopedistas. Era la imagen del progreso el camino de la prosperidad material y espiritual. De repente, en un instante se volatizó esa fe en el progreso. Europa perdió su rumbo histórico. No sabía qué hacer y a qué atenerse. Un presente sombrío. Un futuro incierto. El poeta francés Paul Valéry, en una de sus cartas célebre dejó correr este párrafo estremecedor sobre el futuro de nuestra civilización:
Nosotras, las civilizaciones, sabemos ahora que somos mortales… Sentimos que una civilización tiene la misma fragilidad que una vida (Política de Espíritu. Losada, 1997, p.29)
Así, una crisis histórica que puso en tela de juicio el futuro de Occidente. La confusión y el desconcierto vital en millones de hombres y mujeres sin la menor idea de aquellos fenómenos históricos que estaban cambiando sus vidas individuales y colectivas. Reinaba el pesimismo histórico. Todo se vino abajo. Qué hacer. Una vuelta atrás. Una mirada al pasado para comprender las causas que habían trastocado el destino de Occidente. Una búsqueda de los intelectuales comprender qué era lo que estaba pasando. De allí, la importancia de la filosofía de la historia una rama del saber que se proyectó intelectualmente para explorar las razones de la decadencia de Occidente. Se trataba de la crisis del proyecto liberal, del capitalismo, del parlamentarismo y de las democracias. Eran los signos de la decadencia de Occidente, de los viejos tiempos y de las cenizas que daban paso a procesos inéditos que desde el punto de vista sociológico marcarían la nueva era de la historia universal. Por un lado, el ascenso de las masas en los escenarios de las sociedades en general. Y, por el otro, el auge de los totalitarismos con el fin de restaurar para los pueblos de la tierra el reino del paraíso. Los mesianismos y las esperanzas laicas, los nuevos mesías en esos tiempos de complejidad e incertidumbre. Y, la presencia del estatismo, que combinó de manera dialéctica la salvación de la humanidad.
En ese sentido, nace la mentalidad y la praxis del culto al Estado. El culto al Estado que desplaza al individuo y organiza y regula vida de cada uno como un siervo, un esclavo en manos del gran amo sea de izquierda o sea de derecha.
Pues, bien, la Rebelión de las masas, el más lúcido de los libros sociológicos que se haya escrito en el silo XX, representó un gigantesco esfuerzo intelectual de un filósofo de la talla de José Ortega y Gasset, por discernir las causas fundamentales sobre la naturaleza de un proceso histórico que propició el papel estelar de las masas, las nuevas formas del totalitarismo y su conexión estructural con el estatismo. El culto al estatismo el nuevo peligro para el futuro de Occidente. En efecto, anuncia la muerte del liberalismo, del individuo, de su libertad, de sus valores. Y, como sustituto histórico el estatismo, la democracia morbosa, el tribalismo y el colectivismo. Un proceso de invidualización hacia el espíritu del rebaño. Corría los años 20. La ilusión del fin de la historia la esperanza de la renovación del liberalismo y del capitalismo, por los años ochenta y noventa del siglo pasado. Una ilusión, más. El estatismo y sus más diversas formas, en estos tiempos que parecieran estar corriendo los años 20. No obstante, se siente en el seno del planeta una fuerza poderosa de una revolución liberal que está animando a millones de seres humanos hacia la conquista de la libertad y su espíritu de empresarialidad para el progreso material y cultural de las naciones. Se intuye una rebelión individual contra la rebelión de las masas, contra el estatismo y el colectivismo y el tribalismo. En otras palabras, la rebelión del individualismo significa el inicio del fin de la rebelión de las masas y su soporte fundamental: el estatismo.