El Estado, el mayor el peligro (1929)
Ramón Rivas Aguilar
El Estado, el mayor peligro (1929), el título XIII de la
Rebelión de las masas, el texto
sociológico de mayor importancia intelectual que se haya escrito en el siglo pasado. Su
primera edición apareció en el año de
1929. Una lectura obligatoria para quién
tenga interés en comprender e
interpretar la génesis del estatismo y el ascenso del hombre masa dos eventos históricos
que marcaron el destino de la
civilización Occidental.
Ortega y
Gasset, presenta una radiografía sociológica sobre el nacimiento y la proyección
social del hombre masa y su
impacto en la vida de las naciones europeas. Al mismo tiempo, cómo el Estado un
garante de la seguridad, de la vida y de
la propiedad, se convirtió en un
peligro para el desarrollo de las libertades individuales, los soportes
del progreso y la civilidad. Así,
el pensador de Guadarrama, captó una relación dialéctica entre el Estado y el hombre masa que
representó el mayor peligro para el
liberalismo y para el capitalismo. El Estado
y el hombre masa, enemigos del liberalismo. El estatismo, la nueva forma de ejercer el poder que, según, Ortega y
Gasset iba a significar la muerte
del individualismo y, como
consecuencia, la decadencia de
Occidente. En la voz de Ortega había que
salvar a Occidente de ese
virus letal del estatismo que
conduciría a la civilización
Occidental hacia el desastre. Una voz en el desierto. En palabras de este insigne pensador de la filosofía, que vio en el
horizonte, que estuvo
allí, en su mundo, en su circunstancia
lo que podría representar el
estatismo para el futuro de las naciones europeas:
“El Estado, el mayor peligro que hoy
amenaza a la civilización: la estatificación de la vida, el
intervencionismo, la absorción de toda espontaneidad social por el Estado; es decir, la anulación de
la espontaneidad histórica, que y en definitiva
sostiene, nutre y empuja los destinos humanos (1929).
Así,
entonces, “el resultado de esta tendencia será fatal… la sociedad tendrá que vivir para Estado…el,
hombre para la máquina del Estado (p.183)
Por
lo tanto, “el estatismo es la forma superior
que toman la violencia y la
acción directa constituidas en normas…A través
y por medio del estado,
máquina anónima, las masas actúan
por si misma (183).
¿Cómo no que
bajo el imperio de las masas se encargue el estado de aplastar la independencia del individuo, del grupo, y agostar
así definitivamente el porvenir (p. 186).
En todo
caso Ortega revela cómo los europeos
comienzan a sentir un placer por el
rebaño, lo tribal, lo colectivo dejando atrás el poder del individualismo. “No se sabe;
pero es un hecho que a estas horas gran número de europeos sienten una lujuriosa
fruición en dejar de ser
individuos y disolverse en lo colectivo (p.298). Cómo
fue posible ese giro histórico,
cuando sabemos que la
“La historia de Europa ha sido
hasta ahora una educación y fomento de la individualidad. Se había propuesto que la vida tomase cada vez mayor intensidad
la forma individual. Es
decir, que al vivir, cada cual
se sintiese único, responsable de sí mismo, en el goce como en el
deber y en el dolor” (p.298).
Todo lo contrario, en esa nueva fase histórica donde
el estatismo se siente como una
necesidad imperiosa para los políticos el
hombre masa, ante el reto y desafió que se desprende de la existencia humana como es
asumir con dignidad, coraje y
la responsabilidad moral
la libertad como el norte vital
para su desarrollo material y espiritual, sin las muletillas del estatismo. Se entregaron y
embriagaron con el rebaño, con el
tribalismo, lo colectivo, con toda la
mentalidad y la praxis del totalitarismo y todas las formas políticas e ideológicas
que idolatraron el culto al Estado. Todo ello, lo vio venir
Ortega y Gasset en aquellos años que comenzaba a germinar el nacimiento
y la proyección del
estatismo que arroparía todo el siglo XX y parte del tercer milenio.
En ese sentido, Ortega dio
razones para explorar
ese odio hacia el individualismo que
se nota en los rostros del hombre
masa:
“Probablemente el origen de esa está furia anti individual está en que las
masas se sienten allá en el fondo íntimo débiles y medrosas
ante el destino. En una página agudísima
y terrible hace notar Nietzsche cómo en las sociedades primitivas, débiles
frente a las dificultades de la existencia, todo acto individual,
propio, original, era un crimen,
el hombre que intentaba hacer su vida señera, un malhechor. Había que
comportarse en todo conforme a uso común (230). Por tanto, “Ahora,
por lo visto, vuelven muchos hombres a sentir nostalgia
del rebaño. Se entregan con
pasión a lo que ellos había
aún de ovejas. Quieren marchar
por la vida bien juntos, en ruta colectiva,
lana contra lana y la cabeza caída.
Por eso,
en muchos pueblos de Europa andan buscando un pastor y un mastín (p.230).
En fin, aquella
profecía del pensador de Guaderrama sobre los peligros del estatismo y el hombre masa para el porvenir de la Civilización Occidente, se mantiene en
estos tiempos de complejidad, de incertidumbre y de tanta confusión vital. Es necesario un debate intelectual en el espíritu de las naciones a fin de rescatar
las reflexiones de Ortega y
Gasset sobre ese tema central en torno a la naturaleza del estatismo y del hombre
masa con el propósito de liberar
al hombre de hoy de esas nuevas
fuerzas civilizatorias que están moldeando
con tecnologías sofisticadas
la forma de ejercer la maquinaria estatal y los usos
sociales con dinámicas virtuales y digitales. Es decir, la
posible amenaza de los avances de la tecnología que están masificando y despojando
al hombre de espíritu liberal y libertario. Hoy, en
este siglo de nuevo el mayor peligro del
estatismo.