Miguel Montoya Maestro excepcional

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Miguel Montoya

Maestro excepcional

 

Hace un año, en el 2021, un 17 de abril murió  nuestro amigo, maestro y filósofo Miguel Montoya.  Para mi gusto, Miguel Montoya representa el filósofo de mayor  significado  histórico  de la historia intelectual de la Universidad de los Andes.  Pocos como él, conoció con profundidad y rigor  la obra filosófica de Aristóteles. Pocos como él,  en América Latina. Pocos como él,  en el mundo  académico  de las  Universidades del planeta.Sus reflexiones filosóficas sobre el pensamiento de Aristóteles  contribuyeron  a una mayor  compresión del pensamiento filosófico de Don José Ortega  y Gasset. Aún más: tuve la audacia de corregir  unos de los aspectos  fundamentales de contenido teórico que incurrió Ortega con una mala interpretación  de uno de los párrafos de la Metafísica de Aristóteles. De igual modo,  estimuló la importancia del pensar filosófico de Aristóteles  como sendero  para  examinar desde esa perspectiva  los fenómenos históricos. Los eventos históricos desde una mirada  de la filosofía.  Los caminos de la filosofía de la historia. Mirar los procesos históricos venezolanos  a la luz  del quehacer filosófico. Una tarea ardua  que  inicie  con Miguel Montoya  hace unas cuantas décadas. El tema de la libertad y  el oro negro  desde  la visión  filosófica.  En ese sentido,   le he dedicado un tiempo precioso  a estudiar  la ontología del petróleo  mediante los fundamentos filosóficos de Aristóteles. Una tarea  nada fácil. Asimismo,  quedó para el futuro  un proyecto que Miguel  acarició  como era propiciar una investigación  sobre la historia del pensamiento filosófico  de la  ciudad de Mérida y su Universidad. Un bello proyecto  que deben asumir  sus discípulos. Como historiador  Miguel Montoya pensó  la filosofía como herramienta vital para abordar los hechos históricos.  Fue su causa final.  Analizar  el fundamento último de los fenómenos históricos.  Entre otras cosas,  solía comentar  dos párrafos de Heidegger sobre la importancia filosófica  de Aristóteles en la  filosofía Occidental. La Física de Aristóteles  el libro de filosofía más importante de la cultura occidental. Y, la palabra Entelergia, el vocablo filosófico  de mayor   significado intelectual  en la filosofía Occidental.

En fin, el legado filosófico de Miguel Montoya se  agiganta en el tiempo. Un filósofo, un maestro, un auténtico maestro,  pocos como él. Único e inimitable.

 

Ha continuación las palabras que escribí sobre  Miguel Montoya días después de su fallecimiento.

 

 

Un filósofo,  un amigo, un maestro que enseñó cosas hermosas  como lo hicieron  los pensadores  de la antigua Grecia.Cautivó  en el ánima de generaciones y generaciones el amor por la filosofía.La inquietud por   los problemas filosóficos más complejos del mundo presocrático, de Platón y Aristóteles.Su pasión: Aristóteles. Con  deleite  descubrió  los principios  de la filosofía  del pensador que educó a Alejandro Magno para conquistar el imperio Persa. En esa faena filosófica, en la búsqueda  de una palabra magna, causa última de todo cuanto existe en el infinito: el movimiento.Satisfacción espiritual, en su soledad radical,  aldesabrigar en la obra de Aristóteles  el principio rector,  la raíz, el fundamento  sobre el origen y el  destino de los entes  que  aparecen  y desaparecen en el universo.

 

Su legado intelectual: devolvió al idioma  de  Cervantes el  lenguaje  del pensamiento filosófico de Aristóteles,  desdibujado y distorsionado por los teólogos   árabes y cristianos. Mantuvo el espíritu de la filosofía  en una nación  de  mentalidad  estatista, minera y rentista. Un milagro griego. La filosofía el camino para conquistar la libertad. Su labor editorialista fue  encomiable, fructífera y exitosa. La Revista de Filosofía, prestigio, calidad, rigor y profundidad  en los más diversos   artículos y ensayos sobre  el pensamiento filosófico. Los cursos y seminarios de filosofía comenzaban los martes; continuaban  los jueves y culminaban el viernes,  enseñando griego. Su cubículo, la biblioteca de filosofía y  el salón de clases, su morada, con sus  estudiantes en diálogo en torno al fascinante  mundo  filosófico.Una de esas tardes,   disertando  sobre una lectura de Heidegger sobre Aristóteles, descobijó el ser y el tiempo en  el ánima del pensador griego. El hombre, un ente natural y un ente del ánima,  sumergido en el tiempo, en la temporalidad. Un auténtico maestro.

 

Su tesis doctoral sobre Aristóteles (el movimiento), inédita, será de  lectura   obligatoria en cualquier universidad del planeta  donde se  enseñe  la filosofía  del  hijo de Nicómaco. Será tan importante como el Heráclito  De M.Marcovich, editado  en la ULA, en el año de 1957.

 

 

Salvó mi vida intelectual, en un momento  en  que sufría  una crisis espiritual,  confusa, desconcertante, derivada de  una insatisfacción  radical ante  los límites de la historia, la política y la ideología  para  comprender y transformar la sociedad en general. Un encuentro con la filosofía de la historia fue vital para discernir  el sentido,  el significado y la trayectoria  de los fenómenos históricos desde la perspectiva filosófica.  

 

 

Mi eterna gratitud  para este amigo  filósofo que en su andar recorrió el mundo griego y retornó a la cordillera de los Andes en su idioma original  al más gigante de los pensadores  de la filosofía que haya producido  la historia de la humanidad: Aristóteles

 

Mi admiración  y  respeto.  Modesto y silencioso, en su andar se le veía con esa sonrisa maravillosa que  irradiaba  sabiduría  sobre aquella isla,   una polis, Grecia, donde nació la filosofía y transformó  el  espíritu filosófico de la civilización Occidental. Una tarde radiante y temblorosa, cuando el sol de los venados remontaba  la cima de las altas montañas, develó la grandeza de los gigantes pensadores de la filosofía. Con destreza  desnudó  a través de las etimologías y las filologías el lenguaje filosófico de esas figuras que dedicaron  a descubrir  el fundamento último de todo cuanto brota en las inmensidades. 

 

Gracias, amigo, por esas enseñanzas que cambiaron   mi destino intelectual hacia  el   amor por la filosofía.

 

Ramón Rivas Aguilar

 

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