Venezuela, petróleo y perspectiva a la luz del quehacer filosófico de Aristóteles

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Venezuela, petróleo y perspectiva a la luz del quehacer filosófico de Aristóteles

 

A

Miguel Montoya

 

Ramón Rivas Aguilar

 

 

 

En el jardín de las pequeñas aves, el jardín de los gigantes pinos, el hombre  intenta descifrar de qué se trata esa cosa, ese ente natural y ente  de la técne (Aristóteles)  que cambió radicalmente el destino de la nación de Andrés Bello: el petróleo. ¿De qué se trata, entonces? Se trata de propiciar un novedoso camino  para establecer los principios y los fundamentos  del petróleo, un ente natural en que la inteligencia del hombre se apropió para transformarlo en un hecho histórico, derivando consecuencias significativas en la vida material y espiritual de la nación. Un intento. Se requiere  discernir  en su justa dimensión filosófica el  petróleo como un ente natural y como un ente de la técne (Aristóteles). De ahí la importancia del quehacer filosófico para descobijar el ser de un ente que estuvo dormitando por millones de años en el sótano de la naturaleza y el mortal  se le apropió  y lo trabajó con propósitos  prácticos. En su torbellino y atormentado cerebro produjo unas imágenes de ese  fenómeno natural hasta pronunciar un nombre,  su nota esencial: petróleo, piedra de aceite. Ese rasgo determina su ser, su logos, su  esencia.  La  ciencia ha hecho su tarea al desnudar desde el punto de vista de la química sus elementos fundamentales.  Nuestros indígenas le denominaron  Mene. Un aceite a flor de la naturaleza, utilizado con fines  medicinales y para el mantenimiento de sus pequeñas embarcaciones marinas. Los cronistas lo calificaron como el estiércol del diablo; una cosa sombría  que contiene en su interior los demonios del pecado. Sólo que el imperio, la ciencia y la tecnología convirtieron  al petróleo en una fuente de energía, múltiple y diversa para satisfacer  las  necesidades urbanas e industriales. A través de la ciencia y del ánima el  petróleo se transformó  un ente histórico y cultural. Fue arrebatado de la naturaleza para hacer de él un símbolo de carácter civilizatorio.

Durante todo el siglo pasado y los primeros años del siglo XXI, el petróleo la fuente de energía más importante para impulsar los procesos económicos planetarios. Ha sido el origen de la guerra y la paz; junto con el automóvil ha unificado los espacios geográficos y económicos del mundo y  se ha originado un imaginario planetario en el cual se le percibe como la maldición de los demonios. En ese sentido, Venezuela, la Venezuela del siglo pasado fue el fruto de esa riqueza natural, que  abunda en nuestro territorio. El petróleo ha dividido nuestra historia económica y social en dos grandes períodos históricos. Uno que comprende desde el año 20.000 hasta 1914, en el cual nuestras vidas materiales y espirituales giraron alrededor de la tierra, como resultado del trabajo productivo nacional. Luego, desde 1914 hasta hoy el petróleo se convirtió en el fundamento de la economía y cultural del país.

 

 

En otras palabras, cómo fue posible que una cosa como el petróleo, un ente natural, el venezolano lo hiciera parte vital de la economía y de la sociedad en general. Son problemas que requieren de una meditación filosófica. La política, la ideología y los esquemas económicos y sociales que han interpretado el fenómeno petrolero están agotados. Ahora le corresponde a la filosofía abrir una perspectiva para examinar al oro negro. Se requiere de una metafísica que establezca desde el punto de vista ontológico y epistemológico las características del ente y el ser del petróleo. De otro modo, cómo es que el petróleo es un ente natural y cultural y no es nada. Por los caminos de la filosofía. En ese sentido, la ontología y la episteme, la física, la metafísica  y el tratado del  ánima,  descubrir  los enunciados y los axiomas del pensamiento filosófico del  estagirita. Los primeros pasos metodológicos para abordar la nación y el petróleo  desde una perspectiva de  totalidad. El petróleo  como un hecho natural y un hecho histórico y cultural. El origen de  un ente natural  y su destino vital,  su Entelergia,  su acabamiento como ente natural   y como  un ente de  técne, de la episteme, de la ciencia y de la cultura.

 

 

 

Comprender la Venezuela dentro de esas dimensiones  del pensamiento  filosófico  del pensador helenista,  significa que los venezolanos tendrán la disposición política, intelectual y espiritual  para  echar los cimientos que trascenderán la cultura del subsidio. Vendrá la era post-rentista en la que la filosofía y la ciencia en el camino de  repensar la obra gigantesca  del filósofo de todos los tiempos: Aristóteles. La filosofía Aristotélica en la perspectiva de un proceso civilizatorio que está cambiando  radicalmente el origen y el destino de la historia de la humanidad. El intento más audaz y atrevido para dar razón de los principios  y los fundamentos y las causas últimas de ese nuevo orden civilizatorio, planetario, cósmico e intergaláctico. Un reto gigantesco para las próximas generaciones  asumir  el  desafío de hacer  de Venezuela una nación  en sintonía  con   esas  grandes transformaciones que se están suscitando en la historia universal. No hay evasión posible.

 

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