Arturo Uslar Pietri:La Revolución de octubre de 1945, el capitalismo de Estado y la Venezuela catastrófica (1945-2006)
En el imaginario del escritor y novelista venezolano, el 18 de octubre de 1945, el capitalismo de Estado y la Venezuela catastrófica, una y la misma cosa. Para él, ese evento histórico dio nacimiento al Capitalismo de Estado y, como consecuencia, la bancarrota material y moral de la nación. Tres creencias que mantuvo con sus escritos, artículos, conferencias y libros hasta el día de su fallecimientoen el año 2006. No superó aquella circunstancia histórica que lo arrojó al exilio, un jueves de aquella fecha como lo fue el 18 de octubre de 1945. Una pesadilla que, generó en esa figura de alcance literario,resentimiento contra el golpe cívico-militar que desalojó del poder constitucional al General Isaías Medina Angarita, escogido a dedo, por el Congreso Nacional, en el mes de abril de 1941.
Sí. El 18 de Ocubre de 1945 eliminó para siempre a unas élites políticas y militares que se habían arrogado por 45 años en el poder. El monopolio del poder, del tesoro nacional yde una ideología cesarista, personalista, militarista y bolivariana para legitimar una forma del ejercicio del Estado, de gobierno y la sociedad en general.En esa contienda histórica, uno de los grandes perdedores, el más prestigioso político e intelectual del Lopecismo y del medinismo, Arturo Uslar Pietri. El hombre ideal para ser el candidato presidencial de la República, para elecciones presidenciales, a realizarse en el año de 1946, como estaban pautadas por el Consejo Electoral Nacional.Lo que sorprende es que el medinismo, ante la enfermedad de Diógenes Escalante, el hombre de la transición hacia la reforma constitucional, el Presidente de la República posó su mirada en Ángel Biaggini. No imagino el rostro del autor de lanzas coloradas, con aquella decisión que lo atormentó toda su vida. En las propias filas del medinismo sintió que lo habían traicionado. No obstante, apostó por la reforma constitucional. El discurso que pronunciara Arturo Uslar Pietri, en la casa del PDV, en el año de 1944, en la que hizo una defensa sobre la necesidad de implantar el sufragio directo, universal y secreto para elegir al presidente de la República, una muestra de su oportunismo político.Cuarenta siete años después, en el año de 1992, en su libro Golpe y Golpe de Estado, se devela de cómo no creía en la reforma constitucional. Sobre este aspecto, el periodista y escritor Simón Alberto Consalvi, abunda en detalles: ” Yo supuse que Uslar Pietri había escrito sobre el 18 de 0ctubre y sobre su responsabilidad como gran consejero de Medina Angarita, y por qué se opuso a la elección directa, universal y secreta del presidente de la República. No lo hace, pero en el libro hay un párrafo que lo desnuda: ¿A nombre de que íbamos a conceder esa reforma, por el simple hecho de que lo exigiera un pequeño partido de 20000 militantes?” Ante esta aseveración del maestro de las letras, Consalvi, Responde: esa es la justificación de Uslar de su rechazo a las reformas. Una falsedad. Acción Democrática no era ese partiducho que Uslar Pietri ni el único sector que pedía la Reforma constitucional.” Más adelante, señala Consalvi, que en :” En Golpe y Estado en Venezuela, Uslar se “retrata como el personaje que no se recuperó nunca del 18 de 0ctubre de 1945 y descarga con toda su furia, y demuestra que fue el principal responsable de impedir la reforma. Esta es la razón por la cual Uslar rechazó la reforma: “La respuesta es simple. Haber aceptado la violenta posibilidad de lanzarse a una reforma constitucional intempestiva para complacer el capricho de un pequeño partido de oposición hubiera sido absurdo “. Sobre el punto, Consalvi, dijo: “¿Cómo puede hablarde reforma constitucional intempestiva cuando el debate sobre la reforma constitucional duró más de tres años? Uslar se falta el respeto asimismo. Se evidencia el menosprecio que sentía por la política abierta y plural.
Medina Angarita en el libro Cuatro años de Democracia es mucho más ponderado” (Simón Alberto Consalvi. Contra el olvido. Conversaciones con Ramón Hernández. Editorial Alfa. Caracas, 2011.Pág, 111-112).En otras palabras, el hombre de las letras venezolanas, en desacuerdo total con la reforma constitucional. Utilizó su influencia intelectual para persuadir al medinismo de que, una reforma de tal naturaleza, provocaría en la nación caos, desorden, violencia e ingobernabilidad. Unas creencias, unos prejuicios históricos que expresaron un total desprecio por la democracia.Una creencia histórica en que solo los divinos, los sabios, los herederos de Bolívar, tenían única y exclusivamente el monopolio del poder, tal como lo hicieron los príncipes y sus monarcas con el derecho divino de los reyes. Una convicción que se apropiaron con el tiempo los caudillos, los personalismos y los militarismos. Pues bien, el 18 de 0ctubre de 1945 cambio la forma de hacer política en la historia del siglo XX.
Sin embargo,su presencia política, en la era democrática, una experiencia que le permitiría no continuar con esa diatriba contra el acontecimiento octubrista. En efecto, consideró ese evento político como un hecho del pasado. Lo importante era mirar hacia el futuro de la nación (Humanismo Democrático, 1963, pág. 115).No obstante, su libro Golpe y Estado en Venezuela (1992), a lo largo de unas cuantas páginasdesató de nuevo su resentimiento contra el 18 de octubre de 1945.
Para él, ese golpe cívico-militar fue “una aventura de unos políticos y unos militares,” que dio inicio a un capitalismo de Estado que se prolongó en el tiempo y, como resultado, la destrucción material y moral de la nación. Un capitalismo de Estado, populista, paternalista y clientelar, socavó el desarrollo normal de una sociedad capitalista. Aún, así,mantuvo en el olvido su reflexión teórica y política sobre el capitalismo de Estado que contribuyó a impulsar entre 1936 y 1945.En ese periodo histórico tuvo un papel estelar en ámbito de una política económica que justificó el poder de la intervención del Estado en la economía nacional. El desarrollo de una economía nacional, de una economía proteccionista, subsidiada con la renta petrolera, bajo la impronta del estatismo y del rentismo. En ese lapso histórico, cuestionó el libre mercado, el libre comercio, las ideas liberales de Santos Michelena, el prestigioso intelectual del siglo XIX.Al mismo tiempo, Defensor radical del esquema proteccionista. Un esquema parasitario que solo favorecía a los productores; una clientela empresarial, protegida por el Estado. Se le puede considerar uno de los teóricos del capitalismo de Estado en Venezuela. Desde 1945, hasta la década de los ochenta y noventa, en sintonía con el capitalismo de Estado. En efecto, hizo cuestionamientos severos contra el capitalismo de Estado, por cuanto, según él, estaba creando una sociedad parasitaria, una sociedad, amamantada con el estatismo y el rentismo. Pero, no se planteó la posibilidad de transitar históricamente de un capitalismo de Estado a una economía de libre mercado. No. Convencido de la tesis de que ese capitalismo de Estado ameritaba un proceso de racionalización y gerencial para disminuir el peso de su poder en la economía del país. Una tesis muy ingenua y primitiva: creer que ese capitalismo de Estado, racionalizado y gerenciando, propiciaría un capitalismo normal. No.Mientras exista capitalismo de Estado, con un tipo de economía mixta, bajo el sello de la planificación, imposible una economía de libre mercado. Es un tipo de economía que jamás sus políticos y empresarios se someterían al juego del libre mercado.
Como candidato presidencial, en las elecciones del año de 1963, defendió en su plataforma electoral la necesidad del capitalismo de Estado para estimular el desarrollo de la economía nacional. De igual modo, lo hizo en los 70 y 80. Solo que en los noventa dio un viraje, sin que ello significara asumir plenamenteuna economía de libre mercado. Es decir, no tuvo el coraje intelectual de dar ese paso, tal como lo hiciera el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa. No estuvo a la altura intelectual del economista y abogado venezolano Joaquín Sánchez Covisa, de Enrique Pérez Dupuy, de Carlos Rangel, de Emeterio Gómez y otros, quienes defendieron con inteligencia, con elegancia y sabiduría el cuerpo doctrinal del fascinante y cautivante mundo del liberalismo, del libre mercado y del libre comercio. Lo que quiero decir, es que Arturo Uslar Pietri, un prestigioso hombre de las letras, con una proyección internacional, con un papel estelar en la política económica nacional, que promovió entre 1936 y 1945, con una presencia política e intelectual en la era democrática, con todos esos méritos, era el hombre ideal para erigirse en un verdadero liberal , defensor del libre mercado, del libre comercio. Su último libro Golpe y Estado en Venezuela (1992), revela la tragedia histórica de un hombre que quedó anclado en el 18 de octubre de 1945. Aún más: su última entrevista que apareció en la revista Primicia, denota su amargura, su odio y resentimiento contra un conjunto de expresidentes de la República, con unos calificativos que rallan en la chabacanería, una falta de respecto, independientemente, que se esté de acuerdo o en desacuerdo, con la conducta de cada uno de ellos como gobernantes.
Dentro de ese orden de ideas, al final de su vida acentuó su postura en contra de Betancourt y el 18 de 0vtubre, el capitalismo de Estado y la ruina del país. Por lo que Simón Alberto Consalvi en su libro Contra el Olvido (2011), consideró el texto de Arturo Uslar Pietri Golpe y Estado en Venezuela (1992), “el libro más hijo de puta que se ha escrito en el último medio siglo. Uslar Pietri publicó ese libro casi para celebrar el madrugonazo del 4 de febrero de 1992, como si se hubiera propuesto la revancha del 18 de octubre de 1945.Dice Uslar: “lo que ha ocurrido en Venezuela el 4 de febrero de 1992 se veía venir desde hace tiempo. El más superficial observador no podía dejar de darse cuenta del disgusto creciente de que la mayoría de la población, particularmente la clase media y los trabajadores, para no nombrar a los marginales y los desempleados, venía manifestando en muchas formas ostensibles con respeto a la gestión del gobierno. Al mismo tiempo, Consalvi afirma: “Me siento muy feliz de que Uslar Pietri escribiera este libro, en el que publica, como apéndice, las cartas que los notables le dirigieron al presidente de la república, pidiéndole la renuncia. Los papeles de la desestabilización y la erosión del régimen democrático. Lo que más me ha molestado no es el beneplácito de Uslar Pietri con el golpe de Estado; cada uno hace lo que considera debe hacer y espera que ocurra lo que prefiera ocurra, sino lo que escribe sobre el 18 de octubre de 1945, un hecho que siempre eludió o cuyas respuestas al respecto fueron elusivas.Por fin abordó el asunto, desde un extraño punto de vista: ataca a quienes dieron el golpe de Estado en Octubre, en particular a Rómulo Betancourt. No es que yo sea un cancerbero de la memoria de Betancourt ni que sorprenda el ataque. Betancourt fue atacado todo el tiempo, algo lógico en un hombre de tanta beligerancia, pero que Uslar Pietri esperará 47 años, desde 1945 hasta 1992, casi medio siglo, para decir lo que pensaba sobre Betancourt, para escribir agravios a Betancourt, personales y políticos, me parece sumamente deplorable. Alarmante”.(Simón Alberto Consalvi. Contra el olvido. Editorial Alfa. Caracas, 1992, pág. 111). En otras palabras, habla del Betancourt comunista, marxista, radical, antimperialista. Un pasado que había superado históricamente. Como muy bien lo indica Consalvi: no habla del Betancourt de la era democrática. Nada, de eso.
Raya en el cinismo, cuando describe a un Rómulo Betancourt, que “de esos años le quedó una insalvable antipatía por la libertad económica, por la economía de mercado, por el capitalismo, por la riqueza privada, por las ideas liberales… (Golpe y Estado en Venezuela, Caracas, 1992. Pág. 34). Es cierto que el padre de la democracia, siempre simpatizó con esas ideas. Pero, que lo diga Arturo Uslar Pietri, padre del capitalismo de Estado en Venezuela (1936-1945),queen ese periodo histórico, fustigó políticamente e intelectualmente las ideas liberales, el libre mercado, el libre comercio, es un contra sentido esa arremetida contra Rómulo Betancourt, con esas inclinaciones antiliberales. Qué extraña es la memoria del autor de la novela Lanzas Coloradas. El olvido intencional por traer al presente la célebre conferencia que pronunciara en el año de 1944, “La libertad Económica y la Intervención del Estado”, en la cual cuestionó hasta el extremo el modelo de libre mercado. Se erigió en defensor del estatismo y del planismo en aras de una economía que alcanzaría su sueño: la sociedad post-petrolera. Una conferencia sobre la defensa del capitalismo de Estado, olvidada, arrojada al ostracismo. Es la conferencia que ningún medinista y neo medinista le gustaría leer. No la conocen. Además, el libro que editó el Partido Democrático Venezolano, en el año de 1945, “La libertad Económica y la Intervención del Estado, en el espíritu de las diversas disertaciones que se encuentran en esas páginas, revela el cuerpo doctrinal sobre el papel del Estado en la economía y los límites que había que imponer al libre mercado. El capitalismo de Estado, de origen rentístico, para echar las cimientos de una economía post-petrolera. Un tipo de capitalismo agrarista. Un libro en el olvido. Los medinistas y neo medinistas, renovadores delas diversas escuelas historiográficas, sin la menor idea de ese libro que, aún, permanece en el ostracismo.
En fin, su espíritu quedó anclado en aquel jueves del 18 de Octubre de 1945. Su pensamiento político no trascendió el resentimiento contra el 18 de octubre, contra el capitalismo de Estado y, como resultado, la destrucción total del país. Una figura de importancia de las letras americanas, con un prestigio bien ganado en la vida de la nación, pudo erigirse en el más genuino liberal de la Venezuela del siglo XX, tal como lo fueran las mentes estelares más lúcidas del liberalismo del siglo XIX. No tuvo el coraje intelectual que asumió el novelista y político Mario Vargas Llosa, premio nobel de literatura, quién transitó de sus ideas de la utopía y del estatismo hacia los ideales de una economía liberal, de libre mercado y de libre comercio.