Momentos estelares del proceso histórico venezolano: Emancipación (1810-1823), Guerra Federal (1859-1863) y Revolución Bolivariana (1998-2020)
Ramón Rivas Aguilar
Algo ha de enseñarnos nuestra propia historia, y con solo recordarla tenemos que convencernos de que todas las revoluciones habidas en el país, inclusive la de la independencia, han sido infecundas para la civilización y la libertad… La República no ha existido un solo día;… He ahí la obra de cien años de militarismo anárquico y despótico. (César Zumeta. El Continente Enfermo. Caracas, 1961. Pág. 182-183).
La República ha sido demolida. Germán Carreras Dama (La Razón. Entrevista, 2014)
Ya no existe la República, hay que crearla (José Rafael Herrera, 2022)
La refundación de la República (Conferencia Episcopal Venezolana, 2022)
Venezuela, tierra de gracia, vive la crisis histórica más significativa de su quehacer vital. Colapso, la palabra que expresa la magnitud de esa crisis: destrucción y barbarie. Solo comparable y guardando la distancia histórica con el proceso emancipador (1810-1823) y la Guerra Federal (1859-1863). Los identifica un denominador común: devastación material y cultural. Un poco de historia.
El imperio español(1498-1810) echó los cimientos de la sociedad colonial. En el seno de la misma, nació el pensamiento y la praxis republicana, repuesta intelectual al esquema político y teológico de la monarquía, del absolutismo, del estatismo, del intervencionismo, del mercantilismo y del proteccionismo. El resultado político, una guerra civil que dejó a la Provincia de Venezuela en un estado de ruina total. Se impuso una forma de ejercer el poder de origen personalista que se proyectó a lo largo del siglo XIX y los primeros 45 años del siglo pasado. De igual modo, la Guerra Federal dejó una estela de destrucción económica y social. No obstante, a pesar de tales circunstancias terribles para la nación, quedó en su espíritu como legado cultural el ideal republicano, liberal, federalista, civilista y democrático. El ideal republicano se recuperócon entusiasmo con el estallido de la Revolución de Octubre (1945-1948). En ese corto periodo histórico, los venezolanos asumieron su destino vital a través del voto mediante la conquista de la soberanía popular. Sin embargo, el experimento democrático que se inició con el 18 de octubre de 1945, tuvo una breve pausa de diez años de dictadura militar. No obstante, Se impuso el republicanismo y el civilismo con el surgimiento del 23 de enero de 1958 y su fortalecimiento y su consolidación hasta el año de 1998, cuando una casta de militares y civiles, una gama de políticos de la vieja izquierda marxista y bolivariana, conquistó el poder por vía electoral con el fin de demoler la república e instaurar una sociedad colectivista y comunal. En efecto, la Republica fue destruida. Ni república, ni buen salvaje, ni buen revolucionario, ni hombre nuevo ni el perfume ni la melodía que se deriva del mar de la felicidad. La historia revela destrucción y ceniza. Al mismo tiempo, de las cenizas emerge el resplandor. Se ha gestado en el seno de esa destrucción una sociedad de comerciantes que expresa la génesis y la proyección de una genuina revolución capitalista en el espíritu de millones de venezolanos. La acción humana, una fuerza empresarial, creativa e innovadora picotea el ánima de hombres y mujeres, esparcidos a lo largo y ancho de la geografía nacional, con una profunda y radical desconfianza sobre la cultura del subsidio, alimentada por el gran patrono, el Estado minotauro.Por vez primera en la historia material de la provincia de Venezuela se despliega un orden espontaneo, un proceso de mercado que revolucionará la vida económica, social y cultural del país. Las nuevas generaciones imbuidas de espíritu republicano y civilista, tienen la responsabilidad política de expresar de forma coherente esta Venezuela que esta germinando de forma espontánea a lo largo y ancho de la geografía nacional.
Es necesario una política macroeconómica para la estabilización de la economía del país, en el marco de un gobierno de transición que conduzca a la nación hacia la recuperación del republicanismo y del civilismo. De igual modo, reformas estructurales que conduzcan Venezuela hacia la conformación de una sociedad liberal. Es decir, una sociedad libre donde cada venezolano tenga la opción de enriquecerse material y espiritualmente acorde con su vocación y preferencia sobre la base de la autenticidad. Los valores del trabajo, de la competencia, de la cooperación, de la responsabilidad, de la honestidad, del respeto, de la tolerancia, de la solidaridad, de la generosidad, de la piedad, de la empresarialidad, de la creatividad y de la innovación en el marco de la división del trabajo, del intercambio y la transacción voluntaria y pacífica, cuyo ingrediente vital descanse en la confianza y en la ética. En ese ámbito, el Estado liberal protegerá los derechos naturales del hombre. Para ello, una carta magna que establezca los mandatos institucionales en defensa de la república, del federalismo, de los derechos naturales del hombre, del libre mercado y del libre comercio con las naciones. Se trata en definitiva, que se erradique “la nostalgia del rebaño” y la necesidad del encuentro vital con la grandeza intelectual y espiritual del liberalismo como el norte de nuestro destino vital como lo asumieron los pueblos de la cultura occidental en su historia.
Como lo expresó con tanta elegancia filosófica el pensador de Don José Ortega y Gasset: el liberalismo, antes que una cuestión de más o menos en política,es una idea radical de la vida: es creer que cada ser humano debe quedar franco para henchir su individual e intransferible destino” (Madrid, agosto, 1930).