Elogio a la Renta

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Elogio a la renta

 

Ramón Rivas

 

                                                                                  

 La renta petrolera la fuente de acumulación de capital más importante de la historia económica y social de Venezuela. En menos de ocho décadas,  promovió un proceso de modernización en sintonía con los nuevos tiempos. En efecto, aceleró el tránsito histórico de una sociedad agraria a una sociedad minera, urbana e industrial. De igual modo, cambió radicalmente la percepción que teníamos los venezolanos sobre una riqueza ajena al esfuerzo nacional. Anterior al petróleo, en el imaginario del venezolano prevaleció la visión fisiocrática. Con el petróleo se transformó  en una visión en la que revela   el símbolo de una nueva riqueza: una mercancía ajena al esfuerzo productivo nacional.

 

 

De acuerdo a los hechos históricos, se puede observar como en las sociedades prehispánicas la vida material estuvo ligada al mundo mágico religioso. Sus hombres y mujeres creían que el bienestar material dependía de Unas fuerzas ocultas  que animaban la naturaleza para dar frutos y así satisfacer las necesidades materiales. Posteriormente, en la ideología del imperio  la tesis de  que la prosperidad de las naciones dependía de los metales preciosos.  

 

 

En ese largo proceso histórico, la España imperial asumió el carácter empresarial con el monopolio del tabaco y del cacao con el propósito de  controlar el proceso productivo y de comercialización a lo largo y ancho de la Provincia de Venezuela. Ante esta circunstancia, emergió el proceso emancipador que significó una ruptura con la España imperial con el fin de impulsar el libre comercio con la Inglaterra liberal Un esfuerzo para adoptar tan gigantesca tarea histórica. Nada menos que el tránsito de una economía del cacao a una economía del café que perduró hasta los años veinte, cuando se inició sistemáticamente la explotación de la industria petrolera. A pesar de esa tarea tan elogiosa, seguíamos siendo un país pobre y el Estado no tenía los recursos financieros para emprender un proceso de modernización. El café, la única riqueza importante, afectada por la competencia internacional, no pudo incrementar significativamente una acumulación de capital como para ampliar sus fronteras productivas e impulsar otras actividades económicas.

 

La segunda revolución industrial, el desarrollo de la industria petrolera en los Estados Unidos, el aumento del parque automotor y el azar geológico convirtieron a Venezuela en la potencia petrolera más importante del hemisferio occidental,  después de los EEUU.  Así, los  descubrimientos geográficos que se iniciaron a partir 1910  una muestra  que nuestro país navegaba en  petróleo.

 

Un momento crucial en la historia de Venezuela para impulsar la modernización con el petróleo y así salir del estado de pobreza en cual se encontraba la mayoría de las regiones del país. El Estado terrateniente se convertiría en el agente más importante del desarrollo económico. Una oportunidad para propiciar las condiciones hacia el capitalismo, difícil en una economía del tabaco, del oro y del café. Una riqueza en manos del estado y una voluntad política capaz de estimular un proceso de acumulación de capital. Un cambio estructural que transformó radicalmente  la base material y cultural de la nación.

 

En ese contexto, se produjo la privatización de la renta y el nacimiento del capitalismo rentístico. Fue una revolución de la vida material y cultural de la nación. Ante nuestras vidas dependían de la tierra; ahora de una riqueza en manos del Estado que posibilitó el paso de lo rural a lo urbano; el paso del caballo al automóvil; el paso de una conciencia regional a una conciencia nacional.  

 

Sin embargo, no hubo una ruptura absoluta con las viejas sociedades agrarias que se forjaron a lo largo de unos cuantos siglos. Ironía de la historia. El gran esfuerzo del liderazgo político e intelectual del siglo pasado fue hacer del estado y de esta riqueza una vía para retornar a una economía fisiocrática la que tanto añoró el humanista Andrés Bello. Sembrar el petróleo (1936) fue un intento de  una política económica de volver a las imágenes idílicas de los poetas bellistas. Fue una idea que invadió la psiquis de nuestros gobernantes. Cada uno de ellos dentro de su perspectiva ideológica y política no escapó al influjo magnético de la célebre frase del insigne novelista. En fin, sin la renta petrolera el país jamás hubiera alcanzado los niveles de modernización económica, social y política  que tanto costó al mundo europeo y norteamericano. Cuando se revisa la historia económica de esas naciones,  se observa lo difícil que fue el paso de las sociedades feudales a las sociedades capitalistas. Fueron siglos de luchas políticas y sociales para crear una sociedad moderna. Fue un proceso traumático, complejo y contradictorio.

Aproximadamente, unos quinientos años, equivalentes a unos 182.135 días, el tiempo histórico que esos países tuvieron que transcurrir para forjar el capitalismo. En Venezuela, fueron unas cuantas décadas en las que  el Estado propulsó un proceso de modernización sin los costos económicos y sociales que sufrieron los países europeos. En menos de setenta años, aproximadamente unos 31.755 días, el Estado, el petróleo y una voluntad política aceleraron el paso de una sociedad tradicional a una sociedad moderna. No obstante, no fue fácil aún así un proceso de modernización que se estimuló con el petróleo. Por un lado, hubo tensión histórica entre el sector privado y el público en torno a la conducción del proceso económico del país. Una constante histórica durante todo el siglo XX. Hoy, en los inicios del siglo XXI persiste esa pugna. Por otro lado, el país sorteó con voluntad e inteligencia creadora unas cuantas turbulencias económicas y sociales determinadas por el ritmo del fenómeno petrolero en estos últimos cien años. Hoy, un proyecto político de origen bolivariano y revolucionario, busca afanosamente  sembrar el petróleo  a lo largo y ancho de la geografía venezolana y latinoamericana. Un intento por sentar Las bases  de un supuesto socialismo rentista. En todo caso,  es la fantasía  de nuestros gobernantes  en hacer del petróleo la vía para retornar a la naturaleza. De nuevo  en nuestro imaginario las ideas alocadas del católico ginebrino. Sin embargo, la abundancia fiscal ha provocado una paradoja significativa  en el desarrollo económico del país. Por un lado,  han fracasado los intentos de socialización  de la producción; y, por el otro,     impulsó   una red  de negocios  en el país y las demás regiones de América Latina. La instauración  de un socialismo rentista, dependiente de una renta internacional,  es inviable en el marco del capitalismo global. Es decir, las fuerzas del mercado y el espíritu democrático son obstáculos para la configuración de un esquema de sociedad que intenta suprimir  el intercambio mercantil, la base de riqueza de  todo proceso civilizatorio. En ese mismo orden, el desarrollo de una conciencia ecológica planetaria  y el auge de las fuentes alternas de energía,   fuerzas sociales y económicas que, a mediano y largo plazo,  moderarán significativamente el precio del barril del petróleo. Por ejemplo,  el etanol provocara una profunda revolución en las fuerzas  productivas  de los países del tercer mundo. Estas naciones, adaptarán sus esquemas productivos de acuerdo a las ventajas comparativas y la división internacional del trabajo impulsado por la producción de etanol. Pues bien, en el planeta tierra la gasolina  será endulzada por los fecundos cañaverales, una semilla que llegó a través  de los vientos marinos, las brisas que embellece en silencio  el juego inocente de los delfines. El petróleo, su olor penetrante que se desliza misteriosamente por las aguas del lago, se perderá entre las tinieblas del bello bosque salvaje. EL Sol radiante y chispeante,  con esa fuente perenne día  y noche  iluminará por milenios  la vida de los seres vivos en nuestro planeta.  

(Mérida, 20-12- 2016)                

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