Federico Nietzsche y las cuatro tiranías: La celestial, la del Estado, la del socialismo y la de la democracia

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Federico Nietzsche y las cuatro tiranías: La celestial, la del Estado, la del socialismo y la de la democracia

 

                                                                                                             Ramón Rivas

A:

Javier Milei

En ese afán vital  de  ir más allá  de las  cuatro

Tiranías La posibilidad histórica  de echar   los

Cimientos   de una  sociedad  Anarcocapitalista con sus

Sus aciertos,  sus límites, contradicciones  y paradojas.

En ese trajín histórico   despierta  en el  mundo   el camino  libertario

Para alcanzar  en el devenir   un proceso civilizatorio anarco capitalista.

Una utopía. Sí.  Pero   abrió  ese sendero   que confunde  y  desconcierta a los adoradores   del Estado, del Leviatán, del devorador  de la acción humana, que

Pretende  mantener  a la humanidad como un rebaño, una manada al servicio del gran amo. El goce  libertario en el ánima  de millones  y millones  de hombres y  mujeres hartos  de la cultura  del estatismo enemiga de todo espíritu empresarial. Así Javier Milei  un anarco capitalista   a la altura de los tiempos histórico   parte vital  del espíritu intelectual   de la historia universal ¡Viva la libertad carajo ¡

 

 

 El anticristo, uno de los textos que cautivó a un adolescente que desconfió de la belleza divina. Fui un ateo furibundo. El ateísmo que se propagó por la sabana de los truenos, se profundizó con una lectura de un libro del filósofo alemán que estremecería el alma europea: Zaratustra. En una de sus páginas escribió aquella frase que, en definitiva, alteró el curso de la arquitectura filosófica, teológica y religiosa de la civilización occidental: ha muerto Dios. El nihilismo se apoderó de esa civilización que vivió su vida espiritual a través del antiguo y nuevo testamento. Europa entró en pánico, y los cimientos de su fundación se desvanecieron. Ese hombre excepcional, olfateó una humanidad cuyo signo fundamental debería descansar en   el superhombre. Es decir, el superhombre y su  voluntad de vivir y pertenecer a una tierra sin esperar la conmiseración de la bóveda celestial. El superhombre retornando a la vida en todo su esplendor.

 

 Esa reflexión filosófica de Federico Nietzsche,  un duro golpe contra los predicadores de la muerte y los anunciadores de nueva vida en las utopías  y  en los trasmundos. Enfrentó con dignidad y coraje la tiranía celestial que despreció al cuerpo y el goce de la vida en la tierra. Al mismo tiempo, combatió  la tiranía del Estado: una máquina que miente, que engaña a las “turbas” y que se embriaga con el despotismo. Asimismo, desnudó la naturaleza  del socialismo. Para él, esa ideología su propósito era convertir a los individuos en esclavos mudos  del Estado total. No deja de sorprender sus reflexiones en torno a la tiranía de la democracia, de los rebaños, de las muchedumbres y de las turbas. Éstos, persiguiendo y asesinando a las minorías creadoras e innovadoras. Este hombre, con sus aforismos y sentencias, desmontó el origen y el destino de esa civilización que le dio sentido y significado a sus vidas mediante esos mitos. Con el perdón de los políticos de los filósofos, de los pensadores, de los ideólogos, de los mesiánicos y de los fundamentalistas: la obra filosófica de este pensador no le pertenece a esta humanidad que aún se deleita con esos símbolos. Le pertenecerá a otra humanidad que  requerirá ser construida por lo menos en unos cuantos siglos. Así, el superhombre   plenamente dueño  de su cuerpo, de su espíritu, de su goce y de su tragedia, en una tierra más allá de la  cultura de  la opresión. Este hombre desafió las cuatro tiranías: la tiranía del cielo; la tiranía del Estado; la tiranía del socialismo y la tiranía de  la democracia. Este hombre, solitario y enfermo, se reveló contra   una  civilización con todas esas  ideas, creencias, mitos y símbolos. Para él, vendrá una era en la que arte salvara al   hombre. Mientras tanto, sigo contemplando con mirada inocente los misterios y la belleza de una sábana,  la sabana  de los dioses, que no deja de percibir con perplejidad la aventura histórica de aquel hombre que combatió a los faraones y  a sus pirámides y se embarcó en una atrevida travesía por el desierto hasta alcanzar la montaña  de la libertad. El fin de la esclavitud y la servidumbre, en manos de emperadores y dioses,  dueños de los cielos y la tierra.   Una hazaña histórica.  


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