Miguel de Unamuno: por los caminos de La
Intrahistoria.
Ramón Rivas A.
Por más de
2500 años el hombre se olvidó del hombre, de su vida, de su drama vital
en un mundo rodeado de cosas Dilthey,
Kierkegaard, Ortega y Heidegger, hombres del
oficio del pensar filosófico
devolvieron con el resplandor del
verbo la vida al hombre real, al hombre concreto, al hombre que
labra día a día su destino vital, su ser histórico.
Un ser en el interior de su temporalidad.
Su camino entre su nacimiento y su muerte.
Su compresión y sentido de ese entre marca
su vida auténtica.
Miguel Unamuno, uno de los grandes pensadores de la
filosofía y de la teología de la historia del pensamiento intelectual de España, propicio
una mirada distinta de
comprender e interpretar los eventos históricos a luz de la vida humana, del hombre concreto, el hombre
del drama vital, el hombre que
labra su destino vital ,día y noche,
en los entresijos de la cotidianidad. El, denominó
esa mirada historiográfica la Intrahistoria. Por ello,
se le considera el padre intelectual de ese
enfoque con una
repercusión significativa en el mundo historiográfico. Así, La pequeña historia, la microhistoria, las mentalidades, como un árbol
con sus ramas y su conexión profunda con
sus raíces intrahistóricas. Ese
enfoque emerge en un contexto
histórico en la que España imperial entra en un estado de estancamiento material y espiritual al sufrir la derrota histórica en el año de 1898, cuando pierde
su último poderío colonial y
su prestigio internacional. Hasta ese
momento histórico, la historiografía estuvo en manos de los adoradores de un tipo de historia que solo enaltecía la grandeza
del imperio, de sus monarcas, de sus príncipes, de sus princesas, olvidando
al hombre de carne y hueso, según
Miguel Unamuno el punto central de todo
filosofía. De allí, la España imperial y
su mirada historiográfica en la proyección terrenal y divina, en manos de los reyes,
lentamente comenzó a deslizarse
hacia el ocaso. El resultado final, el nacimiento
de una perspectiva
historiográfica en la que España inicia su camino hacia su interior, hacia sus hombres y mujeres, hacia su historia y geografía, hacia su
cultura en el trajín de la vida cotidiana. Fue el paso intelectual
de la historia imperial a la
Intrahistoria.
Por tanto, Miguel
Unamuno parte de la idea central de que la filosofía tiene como
fin último el estudio del hombre de carne y hueso,
el supremo que representa el mundo histórico en la vida cotidiana. El hombre, con el lenguaje, con el
verbo, en vínculo
vital con el otro, con los otros
y las cosas en ese tejer cotidiano,
como decir, la tradición
eterna. Así, lo expresa de una manera clara y contundente:
“El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y mueres, sobre
todo muere-, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere,
el hombre que se ve y a quien
oye, el Hermano, el verdadero humano”…. Y este hombre Concreto
de carne y hueso, es sujeto y el supremo objeto a la vez
de toda filosofía, quiéranlo o no ciertos sedicentes
filósofos. (Del sentimiento Trágico
de la vida, 1966, p. 7).
En ese horizonte vital, el marco referencial para entender
en toda su visión
historiográfica la idea de cambiar
radicalmente la forma de cómo y para qué
se entendía los eventos
históricos, Que excluía al hombre de carne y hueso. Es decir, otra mirada. La intrahistoria.
“Por lo que: Para
llegar, un pueblo que un hombre, lo mismo a conocerse, tiene que estudiar de un modo
o de otro su historia…… el estudio sereno de la historia para un pueblo. Estudiando
éste Se llega al carácter popular
íntimo, a lo intrahistórico del él. (En
torno al casticismo. 1968, p.40).
Todo esto representa, una revolución intelectual, una
revolución historiográfica que impulsó
una forma determinada de analizar los fenómenos históricos, cuyo fundamento
último descansa en la vida humana, en el hombre de carne y hueso, construyendo su
destino vital día a día
hasta cesar su vida, como ser finito y mortal. La intrahistoria el nuevo camino para
abordar los hechos históricos,
desviando su mirada hacia el hombre concreto. Al cesto toda esa literatura
historiográfica que pretende
convertir los eventos
históricos en una fuerza
trascendente al margen del hombre concreto. Aún persiste esa mentalidad y praxis historiográfica que absolutiza el dato, el documento y la
fecha como fuente histórica sin la
presencia de la vida humana. Del hombre concreto fin último del mundo histórico.
Un camino para despertar en las nuevas generaciones del país
el entusiasmo por apreciar con esa percepción historiográfica formas distintas de la vida humana en el acontecer histórico nacional. La intrahistoria un camino. Una mirada. Una perspectiva.