Arturo Uslar Pietri: Venezuela y la Siembra del petróleo (Fracaso histórico) ¿Fracasamos?

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Arturo  Uslar Pietri: Venezuela y la Siembra  del petróleo

(Fracaso histórico)

¿Fracasamos?

 

 

 

Ramón Rivas  Aguilar

 

Allá, en una página  del génesis, hermosa y conmovedora, Llena de idealidad humana, está un primer ensayo de planificación Económica del “New Deal”…el capitalismo  de Estado  que es muy importante en Venezuela, y por el cual la nación, en función promotora de industrias, y en función de gran banquero, como irónicamente  se ha querido  decir  por allí, ha estado apartando dinero barato para que funden industrias,  para que emprendan labores agrícolas, para que algo de la riqueza petrolera  quede y arraigue  en tierras venezolanas  “(En: La Libertad Económica y la Intervención del Estado (Arturo  Uslar Pietri (Ciclo de  conferencias  organizado por  el Partido Democrático  Venezolano, del 5 al 22 de septiembre de 1944.  Tipografía LA Nación, Caracas, 1945.  Con prólogo de Mario Briceño Iragorry, pp.13-31).

Para el autor de la célebre novela Lanzas Coloradas (1930), el estatismo, el intervencionismo, el planismo, es decir,  el Capitalismo de Estado, el responsable histórico   de la imposibilidad de la tesis Sembrar del Petróleo. En su imaginario aparecía una sociedad  fisiocrática,  tal como quedó  escrita al final del editorial  del periódico Ahora,   el 14 de julio de 1936(Sembrar el Petróleo). En otras palabras,  el fracaso histórico  de la Venezuela  del siglo XX. Dentro  de esa retórica, se convirtió  en   profeta del desastre, del  fatalismo y del pesimismo  histórico a partir  del 18 de octubre de 1945,  cuando fue  al exilio por razones políticas  e ideológicas. Desde el exilio y en la era democrática,   fue el vocero  autorizado  para cuestionar  aquella fecha  histórica, fatídica y trágica, donde  se echaron los cimentos  del Capitalismo de  Estado  y sus notas esenciales, perversas y nefastas,   para el destino   de la nación: paternalismo, populismo, clientelismo,  amiguismo, capitalismo compinche.  El  capitalismo de Estado  y  esos atributos, la razón, según Arturo  Uslar Pietri,  por la que  Venezuela del siglo pasado, fracasó históricamente.  Un clima intelectual  entre los notables,  hombres de izquierda y de derecha, de todos los saberes,   con una visión sin ningún  asidero  científico y racional.  En su imaginario, ese capitalismo de Estado, como un minotauro, devorando y destruyendo  el  alma pura de la Provincia de Venezuela.  La ilusión de una fantasía,  del sueño de la tierra prometida,  de la utopía, de los bellos poemas de los bucólicos y telúricos del mundo griego, no fue posible en esta tierra, endemoniada  por el estiércol del diablo.  Se impuso  la terrible imagen del leviatán,   con su minotauro,  en   faena   panteurélica.

Por supuesto,  no estamos en un mundo de demonios y de ángeles, somos demonios y ángeles.  Por lo que es vital un examen crítico sobre la Venezuela que se construyó   en el  siglo XX, con sus aciertos, sus alcances, sus límites, contradicciones y paradojas. Es lo que permite   tener una visión sobre lo que se hizo, lo que no se hizo y porque  no se hizo. Es decir, tomar  en cuenta las decisiones fundamentales y las indecisiones con efectos no deseables. En  fin,  tener un cierto grado  de racionalidad,  de mesura,   de moderación  y humildad cuando se reflexiona sobre los resultados del siglo XX. Veamos.

Arturo Uslar Pietri, fue  una figura  histórica  de importancia política  en los gobiernos  de López y Medina,  cuyas  orientaciones en materia de política  económica fortalecieron el poder del Estado en la vida  material del país. Un tipo de capitalismo  de Estado incompatible   con una economía de libre mercado. Se le puede considerar junto con otros como Alberto Adriani, Manuel Rafael  Egaña, unos de los ideólogos más importantes del capitalismo de Estado en el país. Ello pone en tela de juicio aquella afirmación que sostenía que Arturo  Uslar Pietri representaba la conciencia burguesa mejor organizada del capitalismo  venezolano. Todo lo contrario,  fue uno de los grandes defensores del capitalismo  de Estado   para promover la Venezuela post-petrolera.  Es cierto que mantuvo   una crítica sistemática   contra el capitalismo de Estado desde 1945 hasta los años noventa,  cuando planteó su  sustitución por  una economía productiva y de competencia. En ese largo periodo   histórico, su conducta frente al capitalismo de Estado   fue ambivalente. Cambió con cierta cautela  su vieja creencia sobre el capitalismo de Estado con la caída del muro  de Berlín y la desintegración de la  Unión Soviética. En ese sentido, asumió tardíamente la defensa del libre mercado como el camino  para el progreso  de la nación.  Por la razón que fuere,  no logró mantener una postura intelectual  sobre la defensa de una economía de libre mercado, como la que asumió con una capacidad de liderazgo político e intelectual  el novelista peruano Mario Vargas Llosa. Todo lo contrario, Arturo Uslar Pietri no erigió un proyecto intelectual en defensa  de una economía de libre mercado.

Frente a ello, surge la pregunta vital: ¿fracasamos? La  respuesta es contundente y afirmativa. En definitiva, no fracasamos. La Venezuela  del siglo XX  recorrió el camino  de la civilización Occidental, con la aparición del capitalismo y su proyección mundial.   Por lo que  hizo  de una voluntad política y del petróleo un proyecto   que cimentó  las bases de la Venezuela  Urbana e industrial con sus  aciertos,  con su grandeza, sus errores, limitaciones,  contradicciones y paradojas como son todos los eventos  históricos. En  menos de  setenta años  pasamos  de un país rural y artesanal  a un país urbano e industrial. Ese  recorrido histórico   lo hizo   Europa  Occidental en   aproximadamente dos siglos. La mejor defensa   de porqué  Venezuela no fracasó históricamente, proviene de un intelectual,  un economista y un poeta,  de la escuela  marxista. En una publicación en el Diario El Nacional: “Carta   a un  estudiante  del  año  2000”,  cuyo autor fue conocido en la literatura venezolana: Orlando  Araujo:

 

… hicimos  juntos  un recorrido  por el siglo  XX  a través  de un singular  camino, el de nuestra industrialización. Lo que hemos hecho los dos en un viaje  por nosotros mismos y,  de alguna manera, por nuestro  propio ser venezolanos a lo largo  de un siglo, nuestra conducta  histórica y social de un proceso complejo  y de un compromiso  nacional,  el de sembrar  el petróleo. Es decir,  el de convertir en fuente de bienestar  perdurable  una riqueza  transitoria  mediada  con el metro    de la edad de los pueblos. Hemos fallado muchas veces, hemos  dado traspié, hemos salteado  de  la euforia a la depresión,  hemos acertado  las menos veces,  hemos  administrado  mal y a conciencia  el patrimonio  de nuestros hijos,  pero no fracasamos. Comenzamos  como  un país artesano,  atravesamos  la magia negra  del petróleo, borrachos de abundancia, y al final  hemos asimilado  la dura tarea  y provechosa lección. Le diré por qué no fracasamos  en la empresa industrializadora de Venezuela,  admitidos los errores,  las contradicciones e inconsecuencias expuestas en este libro. Hemos creado una infraestructura  para el tercer  estadio  de nuestro desarrollo  industrial,  el de Venezuela como potencia  industrial del Caribe  sobre el fundamento  de la siderurgia,  la  petroquímica, el  aluminio, el gas y la industria conservadora  de una  vasta  producción perecedera, la integración agroindustrial,  todo sobre el triángulo  energético de la hidroeléctrica, los  hidrocarburos  todavía abundante y el carbón. El salto dinámico  de la década  1990-2000 no es un milagro: fue preparado a golpes, con muchos errores y poco aciertos, con retrocesos de dos  pasos  y avances de uno,  azotados por la demagogia populistas a veces,  a veces realmente por  la estupidez flagelados por la corrupción, desmoralizados  hasta en las  instituciones más fiables, asediados por intereses poderosos desde  adentro,  pero lo que fueron  talleres  medievales  y dictaduras  cerril, son hoy  industria y democracia; … Lo que camino y recua es carretera, autopista  y rápido transporte, lo que  fue mucha agua es hoy  mucha energía, lo que fue ignorancia es hoy educación  y la horizontalidad  precaria  de la manufactura  de los años sesenta  es, para  ustedes, verticalidad  real  ante  el mundo  y fundamento establecido para una firme democracia social. (Para él, América Latina recorrió ese camino- mío). Y,  así, Venezuela tiene la suya…En un viaje  de cien años…Permítame  ilustrar  mi observación  con un ejemplo) (1953 -1960—1960- 1980).  Esta carta la escribo para  usted que  avizora  un nuevo horizonte  y un mundo insólito  pero cuyo destino  personal y social  se afirma  y parte de un viejo compromiso:  el de la  construcción   de una nueva sociedad  mejor  que esta que le entregamos . Ni usted ni su generación  parte  de un país  artesanal y  analfabeta, ni de las  ruinas  de una economía despedazada  por  las guerras civiles, ni  del saldo de  dictadura: los venezolanos del siglo xx  dejamos  la infraestructura  de aquella nueva sociedad  del siglo XXI,  a ser construida  sobre una perdurable democracia   económica y social.  Tal es el desafío  de Venezuela. Y créame  que no hay  exageración  en mi esperanza,  hay algo más que infraestructura material: Uds. y su generación  liberándose  del complejo parroquial  del  siglo XX  para la incorporación  dinámica  y creadora  de las tecnologías  de una nueva revolución industrial.  Al cerrar esta carta, nosotros  asumimos lo que   aún   no   resta  de nuestro tiempo  en el afán   cotidiano  de que así sea.  Un venezolano  en un día  de abril de 1987 (Orlando Araujo).

 


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