La Facultad de Economía
Memorables recuerdos
(Septiembre de 1958-2025)
Ramón Rivas Aguilar
A
Luis
Caraballo Vivas
Moisés Solana
testigos de aquellos momentos históricos
Que en el correr
de la Avenida Universidad el Quijote
de Cervantes y el Capital de Marx
Contra los molinos de vientos del vasto imperio
Hace varias décadas, remonté las altas cordilleras de los Andes,
develando en el horizonte la ciudad
de Mérida, la ciudad bajo la
impronta de la institución cultural de
mayor prestigio intelectual de su historia: la Universidad de Los Andes. El signo
teológico y espiritual de una
institución, cuyas raíces se pierden en
el tiempo. El vasto imperio y el
espíritu del cristianismo en el alma de una universidad que lleva el sello
liberal de la Escuela de Salamanca. Por esos días, a finales de los sesenta,
en el mes de agosto de 1968, una fecha histórica de alcance mundial, descubrí a lo largo de la Avenida
Universidad mi destino vital: las
humidades. En efecto. En ese sendero
luminoso, entre pinos y
algarabías de las viejas aves llaneras y las paraulatas el cruce maravilloso de dos facultades: la Facultad de
Humanidades y la Facultad de Economía. El
hálito de Platón y la
riqueza de Adam Smith. Una mutua inmanente, en palabras
del filósofo francés H. Bergson.
El Quijote y el capital de Marx,
dos representaciones simbólicas que marcaron
el ánima de un mortal entre las nubes y
las nevadas, el cielo de intenso azul de
las aves de Don Tulio. En ese entorno, se forjó una experiencia vital como historiador y
aficionado por las corrientes de la ciencia económica. Entre los salones, pasillos, los cafetines y los auditórium, profesores y alumnos y
conferencistas en debates y discusiones sobre los temas de nuestro tiempo: la
cuestión petrolera, los temas de la
economía y el futuro de la Provincia de
Venezuela entre el capitalismo,
el socialismo, el comunismo y el dependentismo. Un tema central fue el Congreso
de Cabimas (1971), el arma
intelectual de una izquierda marxista
con todo el aparataje político e
ideológico para encaminar a la nación
hacia el socialismo. Para bien o para
mal, un privilegio para un mortal haber vivido
aquellos momentos de nuestra
historia contemporánea con la ilusión de
alcanzar la tierra prometida. Una ilusión
que se tradujo en una tragedia
histórica en el siglo XX, como todos conocemos. Fueron testigos de esa experiencia política e ideológica Luis Caraballo Vivas y Moisés Solana. Ello tienen que narrar con lujo y detalles los eventos
cotidianos de aquella época en la que el mundo se estremecía por las ideas y las creencias
entre el capitalismo y el comunismo. Lugares
como el negocio del señor Juan,
la licorería MonteAventino, el Café del Ritz, la esquina de López, EL London Dos mil y otros donde nutríamos nuestras ilusiones con la utopía que
descubrió Colon en el tercer
viaje al remontar las riberas del Orinoco.
Así, los salones, las calles de Mérida,
con la fuerza del humanismo y
las fuerzas poderosas de la economía marxista,
contra el imperialismo y el
capitalismo. Todo provenía de esa mutua
inmanente: la Facultad de Humanidades y la Facultad de Economía.
Sin embargo, estando
consciente de lo que significó
la enseñanza de las distintas
escuelas del pensamiento económico para el profesional y el
futuro económico de la nación, cuyos resultados prácticos
se orientaron hacia el papel del
intervencionismo, del estatismo,
de la planificación, de los
postulados del enfoque neoclásico,
del keynesianismo, del monetarismo, del marxismo. Es importante
destacar la capacidad y la competencia de sus profesores en los
diversos campos del saber de la ciencia económica. Fue una experiencia extraordinaria. Dentro de
esa perspectiva, Don Guillermo De Lo
Olmo, con un post-grado en Literatura Española, experto en
Lingüística, contribuyó con sus
clases en economía en despertar en los
alumnos el amor por la Filosofía de la ciencia. Una iniciativa intelectual de importancia
vital para animar a los
jóvenes estudiantes por la
investigación económica. Fue el
pionero y fundador de los estudios dentro de ese campo del gran filósofo y epistemólogo
Mario Bunge. De esa experiencia académica y pedagógica, salió
uno de sus mejores discípulo y continuadores en esa dirección, nuestro amigo y colega, economista,
politólogo y filósofo Fabio Maldonado Veloza. En sus clases, Guillermo del Olmo cautivó en
mi ánima la pasión por la
escritura, que agradezco
infinitamente. Sus orientaciones en la escritura en el área de historia política del siglo XX, para la organización de las
obras completas de Alberto Carnevalli y
las obras sobre Acción Democrática
en la historia contemporánea de Venezuela fueron determinantes para la
organización de estas obras.
Otro de esos
maestros que dejó en sus
alumnos conocimientos sobre los análisis del
pensamiento económico universal lo fue el profesor José Mendoza Angulo.
Su orden en el discurso y pedagogía nos condujo en el recorrido por las
distintas escuelas de la economía
sobre el tema central: la naturaleza de
la riqueza, cómo se produce y cómo se distribuye. Un aliciente intelectual para iniciar en la vieja facultad los análisis de la economía venezolana en perspectiva histórica. De igual modo, el
economista y abogado, investigador del pensamiento económico
venezolano, Asdrúbal Baptista,
en sus clases y seminarios despertó el
interés por la ciencia
económica clásica de las grandes figuras
de la economía: Adam Smith y David Ricardo. Como investigador y estudioso de la
ciencia económica en temas como la distribución de la riqueza nacional.
Asimismo, El profesor
Michel Rodríguez, sus clases sobre los
temas de la industrialización,
del libre comercio y del proteccionismo fueron valiosas para comprender la historia
económica mundial. Recuerdo como
hoy, en una de sus clases la
recomendación del célebre libro de F. List
sobre el sistema nacional de
economía política, donde se
cuestionaba los postulados
del libre comercio. Este autor fue pionero de la escuela histórica
alemana. Fue el libro predilecto de Alberto Adriani y de los lopecistas y medinistas para impulsar la
industrialización en Venezuela mediante la instauración del esquema proteccionista.
Entre otros de los profesores de la escuela de economía lo fue el profesor
Luis Rivero, un estudioso de los temas
monetarios. Todo un maestro para abordar con profundidad las cuestiones
monetarias y bancarias. Por otro lado, el economista e investigador español Antonio
Tornabel impartió temas como la cuestión industrial y las empresas multinacionales que comenzaban a expandirse hacia el tercer mundo en la década los
setenta. Un académico de un vasto conocimiento
y de una experiencia en esos
campos y que permeó en sus alumnos
la importancia de las complejas
organizaciones empresariales que estaban
tomando el rumbo de la economía a escala
mundial.
La imagen del marxismo
comenzó a picotear la facultad
de economía, por aquellos años
gloriosos de la revolución Mundial. Así,
los economistas Miguel Zinetar y
Edgardo Bianco, pioneros y
fundadores del pensamiento marxista en la escuela de economía. Tuve el
privilegio de escuchar sus clases sobre
el pensamiento marxista. El símbolo del capital y el dependentismo comenzó a campanear por los salones de la facultad de economía. Una
nueva mirada ante las diversas escuelas
del pensamiento económico. En esa dirección, Dorotea Melcher, una historiadora, con el enfoque rentista
en los cursos de historia
económica de Venezuela. Es decir, se
ampliaron los diversos horizontes
sobre las diversas escuelas de economía. El profesor Gustavo
González, el más valioso de los discípulos del mundo
marxista.
De tierras lejanas, de
los viejos continentes, llega a la
Provincia de Venezuela, la pequeña
Venecia, El profesor de economía, yugoslavo,
José Hocevar. Nos trajo el modelo del
socialismo de Yugoslavia. Un modelo dinámico, funcional y con principios de centralización y de mercado. Fue todo
un acontecimiento académico y
político para la región andina. Pocos
como él, escribió un ensayo en la Revista de economía, el número 12, del año de 1962, sobre una relación y comparación histórica entre el petróleo y la agricultura. Tal vez, poco leído y no citado en las bibliografías sobre
esos temas tan importantes para el
estudio económico en Venezuela. No
obstante, una gigante importancia intelectual
al develar en sus clases y
seminarios sobre los temas del liberalismo.
Un descubrimiento fundamental que
aceleró para siempre el abandono radical de la cultura del intervencionismo, del estatismo, de la planificación. El
encuentro vital con sus clases en el pregrado y post-grado sellaron para siempre mi pasión por el
liberalismo y los derechos
naturales del hombre. En estos
avatares de la vida cotidiana, en
el mundo de la academia, dos maravillosos amigos y colegas, los profesores David Fermín y José Luis
Rondón Nucete, profesores de economía política, parte
de ese mundo y fascinante de la
ciencia económica. Del primero, aprendí todo
lo relacionado con el campo de la
escuela neoclásica, los fallos de
mercado, de la necesidad de la intervención del estado para recuperar
el equilibro de mercado. Con el tiempo, un salto cuántico hacia el enfoque marxista y dependentista. Y, del segundo, comprendí
todo lo que tenía que ver con la cultura
de la planificación y de la cultura francesa, cuna del subsidio. Esa experiencia maravillosa,
entre esas dos facultades, las humanidades y las
economías. No dejo de recordar con gratitud donde aprendí las primeras lecciones
del humanismo y del pensamiento económico.
Por tanto, no basta
recordar sobre la fecha de la fundación
de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Es de importancia
vital traer al presente lo que significó para las generaciones la
vida de esos memorables
profesores y maestros que
inculcaron en ellas
el amor por los caminos de la
economía. El espíritu de estos profesores, con un esfuerzo ,titánico dieron los primeros pasos desde la
fundación de la Facultad de Economía, aquel
17 de diciembre de 1958, cuando los venezolanos recuperaban
su libertad ante la tiranía
de un gobierno con los símbolos de
la bota militar. Fueron ellos los pioneros
y fundadores, como el país portátil: de lugar en lugar; de sendero en sendero; de caminos
entre caminos; regando con su primeras clases, cursos, seminarios e
investigaciones, el ABC del fascinante y cautivante mundo de la economía. Un día sentó
su permanencia en un
entorno natural, una hacienda de frutos tropicales que devoran
con delicia aves y humanos: la
Hacienda La Liria. Mi admiración, respeto y gratitud para esos
hombres del saber que regaron con su
ánima tanta sabiduría sobre la ciencia económica.
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