España,
el peligro yanqui y la renovación espiritual del
Día
de la raza (1898)
Somos Hijos
de las Tres Colinas
Atenas, Roma y
Jerusalén
España Hija
de Roma
América
Hija de España
Hispanidad
Ramón
Rivas Aguilar
El año de 1898 una
fecha histórica que puso fin al vasto
imperio español con la perdida de sus últimas colonias. Para bien o para mal,
Estados Unidos aceleró la muerte del
colonialismo español al liberar de sus dominios a Cuba y otras islas. Sus
consecuencias fueron inmensas para un imperio en manos de príncipes y papados.
Por un lado, los Estados Unidos iniciaron en forma sistemática a partir de esa
fecha un proceso de modernización hacia nuestras naciones. La Revista Unión
Panamericana recoge los postulados básicos de esa dinámica modernizadora. Y,
por el otro, la decadencia histórica de España sería enjuiciada política e
intelectualmente por las generación del 98. Así, los yanquis expandían su poder
político y económico hacia Hispanoamérica; mientras tanto España sufría una
crisis espiritual que debía ser renovada con la mirada poética, novelista y
ensayista de los hombres del 98: Retornar hacia el interior de una geografía y
de una historia la idea de nación tan acariciada por Cervantes. La
intrahistoria fue una respuesta a una historiografía que sólo valoraba las
figuras gloriosas de los emperadores, de los príncipes, de los monarcas y de
los papas, dejando por fuera al hombre de carne y hueso, el hombre de los días
y de las noches.
Nos atreveríamos a
señalar que con la generación del 98 renacería España como Estado y como nación
sin los atributos imperiales. Una nación que tenía que modernizarse para
ponerse en sintonía con el espíritu liberal de la época. En esa compleja
dinámica política en la que se movió aquella España, agonizante y enclaustrada
en sí misma, un conjunto de políticos e intelectuales se planteó renovar los
lazos históricos entre España y América mediante la revalorización espiritual del día de la raza. Con ese fin,
ellos fundaron, en el año de 1898, una
revista titulada: Iberoamericana, llegando alcanzar hasta tres mil ejemplares,
a fines de los años 20, del siglo pasado. La revista se mantuvo hasta esos años,
en la que no sólo escribían políticos e intelectuales de España sino también hombres y mujeres de Hispanoamérica.
La revista tuvo dos aspectos fundamentales: Primero, cuestionar el espíritu
imperial de los yanquis en América Latina que sólo buscaban convertirnos en
simples factorías; y segundo, persuadir a los pueblos de América de las
bondades históricas y espirituales del día de la raza para iniciar un nuevo
resplandor en nuestras naciones. Rodó, el novelista uruguayo, fue uno de los más
representativos de esa visión del poder del espíritu contra el dinero, el
comercio, el mercado, la expansión imperial: Ariel, Ariel. Es decir, la revista
pretendía con sus trabajos escritos rescatar la trascendencia del Día de la
Raza para proyectarse en los nuevos tiempos contra
el imperio yanqui. De lo que se trataba era de sensibilizar a hombres y mujeres
de Hispanoamérica de los peligros de los poderes del imperio yanqui que
destruiría el patrimonio cultural de América tan importante para todos. Desde
Mérida, en el año de 1913, Gabriel Picón Febres, hijo, escribió un célebre
artículo “La expansión yanqui”. En ese
artículo, el merideño enjuicia el poder negativo de las empresas
norteamericanas en la economía de América Latina. Para evitar esa situación de
tal naturaleza, era necesario impulsar una política
nacionalista y proteccionista.
Así pues, el 12 de octubre del 2025 se cumple un año más de
aquel día en el que dos razas se encontraron en la historia. Por ello, estas
breves palabras intentan recrear aquel momento histórico de aquella España que
perdía el poder imperial y que buscaba abrir nuevos horizontes para un mayor
acercamiento con Hispanoamérica mediante la renovación cultural del día de la
raza. La revista Iberoamericana, un intento político e intelectual para
convencer a España y a Latinoamérica de la necesidad de estrechar lazos de
solidaridad y así impedir que el imperio yanquis destruyese la vida material y
anímica que se cimentó desde el
descubrimiento de América. Sin embargo, hoy
España y América están
bajo la impronta de las
fuerzas de la globalización que están delineando un orden civilizatorio que nos depara un
futuro esperanzador. La democracia, el libre mercado,
un nuevo paradigma energético, nuevas tendencias culturales y religiosas y
formas de ver los fenómenos históricos,
nos obligan desde Hispanoamérica
repensar el día de la Raza y así estar
en sintonía con una gigantesca
civilización que privilegia la libertad
individual como senda del progreso
material y espiritual de las
naciones. Lo que no representaría de
ninguna manera una ruptura con nuestra
tradición. De ninguna manera. Todo lo
contrario, llevamos nuestro pasado
histórico con su grandeza y miseria hacia un mejor
porvenir. Uno de esos elementos
culturales que se ha de recuperar para estos tiempos tan maravilloso para
el destino vital del hombre en la tierra, la importancia intelectual de la tan
olvidada Escuela de Salamanca
(xvi-xvii), pionera de la Escuela Austriaca, que desde una perspectiva teológica, ética,
jurídica y económica promovió los postulados
de los derechos naturales del
individuo, del libre mercado y de
gobiernos liberales, tan significativos
esos principios hoy día cuando la
historia universal se encamina hacia una
sociedad liberal. Recordar el Día de la
Raza, es pasar por el corazón de forma imaginativamente la grandeza espiritual de esa Escuela, defensora de los derechos
individuales ante la gigante maquinaria
del estatismo y el absolutismo de aquellos siglos.
