Andrés Zavrostky: Biografía de un Intelectual
Nació, vivió y murió (1904-1995)
A
Rómulo Aranguren
Un
ecologista que
Tuvo el
privilegio de conocer en aquellos días
y aquellas noches a este hombre de ciencia. En la hora del té departió con sus alumnos y discípulos su pasión por la investigación científica. En su pequeña y modesta biblioteca reposa una de
sus joyas de la literatura clásica: la
Divina Comedia. Relatos, anécdotas
y sabiduría sobre Andrés
Savrosky en la mirada de este ecologista.
Eterna
gratitud
Su
Libro Asesinato de la Ciencia (1937,
Shanghái),
Según
el prestigioso catedrático de la
Universidad de los
Andes,
W. Lobo Quintero: “creemos necesaria la
traducción
Del
libro, por su valor histórico, formador
de conciencias y
Su publicación
debe hacerla la universidad” (En:
“Respeto a la
Libertad
de pensar sin opresión”. Investigación-Mérida, Venezuela,
Julio-diciembre
2008, N 18. p.43).
Un hombre de ciencia que alcanzó su libertad
en la Provincia de Venezuela, tierra de
gracia. Una proeza histórica que revela la grandeza
intelectual de un individuo que develó en su ánima su amor por las ciencias físicas
y matemáticas para develar las leyes que rigen el funcionamiento del cosmo.
El placer de descubrir la verdad. La
verdad, fuente primigenia del conocimiento para explorar la magia y el misterio
del universo en el alma del mundo helenístico.
En ese ámbito, heredó la tradición filosófica y científica de la cultura
griega, de la ilustración y del
enciclopedismo de la época moderna, y lo más complejo del desarrollo teórico de
las matemáticas y de la física no convencional de la edad contemporánea. Sin
embargo, no fue fácil para este hombre
de ciencia tener la posibilidad de indagar el mundo
fascinante y cautivante del universo, en
una sociedad que comenzó a socavar
la libertad de pensar sobre la
riqueza de la ciencia y la filosofía de
la Civilización Occidental. Es decir, vivir
en un régimen totalitario en la
que se perseguía, se encarcelaba y se
imponían trabajos forzosos a los hombres
de ciencia lo que resultó asfixiante y trágico. Una ideología política en
contra de la libertad de pensamiento para contemplar la belleza, la magia y el
misterio de la ciencia. Por lo tanto,
era vital para él, huir de aquel sistema político, enemigo de la dignidad
humana y de la libertad que, buscaba en
definitiva, echar las bases del hombre masa y del hombre rebaño. Así, pues,
desafió la ira del comunismo
ruso, del totalitarismo, con el
símbolo de la hoz y el martillo,
de los símbolos de la servidumbre
y la esclavitud, que pretendían cimentar
las bases de la Arcadia, la tierra prometida.
El hombre sin atributos. El hombre
número, el hombre ficha, en
manos del Estado, del gobierno, del partido y de la sociedad militante conforme
con el espíritu del gran amo. Comenzó
así una larga caminata entre las montañas
de la geografía de Siberia y los Urales,
así como también recorrió un largo trecho del desierto de Gobi, en ese afán
por lograr su libertad. En esa
fascinante y extraordinaria travesía geográfica, como los grandes
exploradores de todos los tiempos,
Andrés Zavrostky, llevaba en su memoria,
en sus recuerdos y en su imaginación lo más hermoso de la ciencia
y la filosofía de la Cultura de
la Civilización Occidental. Maravillosa travesía, difícil y desafiante para una persona consciente de su finitud
y mortalidad. Un héroe que
llevaba en su corazón los latidos
misteriosos de la libertad. En esa larga
trayectoria vital, tocó tierra en la cuidad de Shanghái. Corta duración
su estadía, como resultado de la guerra
chino- japonesa. De la aventura
en ese largo caminar por la geografía asiática,
hasta alcanzar su mirada en la Inglaterra, cuna del más grande matemático de todos los tiempos: Isaac
Newton. Tengo la sensación que Andrés Zavrostky en esos
instantes de sabiduría divina,
contempló con su aguda inteligencia la obra matemática de Isaac Newton que cambió para siempre la relación
del hombre con el universo. El célebre libro: Principios matemáticos de la Filosofía (conservo en mi
vieja biblioteca esa obra de Alianza Editorial). No obstante, el preludio
de la segunda Guerra Mundial de nuevo marcaría el camino
hacia otros horizontes, otro atajo
que del azar y lo incierto para encontrar una nueva morada y así despejar
con las ecuaciones los
misterios, la magia y los enigmas del
universo. Así comienza otra de esas rutas geográficas, en ese
andar para ir hacia otros pueblos, otras culturas, otras naciones y
otras civilizaciones. Ante su mirada nuevos rostros de hombres y mujeres. En su alma inquieta la presencia de América,
un continente desconocido, una
tierra que abriría los caminos de la libertad para transitar el camino de la ciencia. Así, América representó en aquel momento la apertura hacia la libertad y así cultivar el espíritu de la ciencia sin
los prejuicios del totalitarismo, con su dogmatismo, con su intolerancia
y con su partidismo. Acá, en esta tierra prometida se borrará para siempre esa
imagen perversa y nefasta para el progreso de la ciencia: ciencia proletaria vs. ciencia burguesa. Idea que
quedó plasmada en su obra magna La Muerte de la Ciencia (1937), editado en
Shanghái, que develaba esa esa perversión,
chabacana, grotesca, primitiva y
bárbara de cómo el régimen totalitario ruso de forma
sistemática fue liquidando las universidades y las academias
que propiciaban la ciencia y su
espíritu científico para alcanzar
el progreso material y cultural de las naciones. Una experiencia vital
que vivió en carne propia cómo hombre de ciencia. Lo sorprendente y lo interesante es
como en el marco de una
monarquía, en manos de los Romanov,
florece la ciencia, la investigación en el campo de la biología, de la química, de la
genética, de las matemáticas, de la física clásica y teórica. Lamentablemente, Su libro
Muerte de la ciencia no ha sido
traducido al español. Un exabrupto histórico
e intelectual de la Universidad de los Andes, de sus instituciones, de
sus discípulos y de sus amigas y amigos.
En todo caso, el prestigioso
profesor de ingeniería William Lobo Quintero intentó promover infructuosamente su traducción.
Por tanto, hoy es urgente la traducción
de esta valiosa obra que debe ser
de lectura obligatoria para todos aquellos que tenga interés en comprender desde una
experiencia vital la naturaleza del totalitarismo y la destrucción de la ciencia. Así, la nomenclatura del partido comunista ruso, consideraba la ciencia como burguesa y enemiga de la ciencia proletaria.
En
esa faena vital de explorar la
posibilidad de encontrar una
morada, un nuevo hogar y desarrollar su espíritu científico, Andrés Zavrostky descubrió en esos días de tantas
travesías, la imagen de Andrés
Bello, en la portentosa
nación de Chile. Fue allí, en esa geografía que avizoró un nuevo
horizonte: Venezuela, tierra de gracia, que, definitivamente, lo acogería con
veneración.
Seguramente,
en su alma, la imagen
del gran ensayista americano Don
Mariano Picón, quién dejó en la geografía de la Cordillera merideña, una bella metáfora que la inmortalizó:
Mérida, una ciudad dentro de la Universidad y una universidad dentro de la ciudad.
Un caso único en la historia de la cultura universal. Esa imagen
impregnó la sensibilidad de este hombre de ciencia. Como fruto del azar al llegar al
puerto de la Guaira, lo embriagó un sentimiento de gratitud ante una nueva
tierra que sería su hogar y su destino vital. Era Venezuela, su capital
Caracas, la ciudad de los techos rojos,
su primera estadía. Era finales
de los años treinta. De inmediato hizo su solicitud de la carta de nacionalidad, la cual le fue
otorgada el 17 de mayo de 1944 (Gaceta Oficial De Los EEUU De
Venezuela. Año. LXXIII.Mes VIII,
Caracas, jueves 17 de mayo
de 1945. No. 21712. Decreto128). Una proeza histórica
de un hombre de ciencia, la de recorrer miles de kilométrico desde la Rusia
comunista hasta alcanzar su esplendor luminoso
en una tierra que se sacudía una
tiranía y se encaminaba hacia el mundo de la legalidad, de la libertad. Una Venezuela
que iniciaba su
paso hacia la construcción de una sociedad moderna, en la cual
Andrés Zavrosky tuvo una participación significativa como hombre de ciencia, como matemático y estadístico.
Su labor como formador de matemáticos y
estadísticos a funcionarios del Ministro de fomento con el fin de organizar las estadísticas históricas y cuentas
nacionales con las herramientas técnicas
y operacionales para el diseño de las políticas económicas que se fueron
impulsando desde 1936 hasta 1950.
No obstante, se retiró después de
haber cumplido tan extraordinaria tarea
histórica, y se fue a impartir las materias de matemáticas, de física y
estadísticas en la UCV, hasta mediados de los años cincuenta,
cuando conoce la ciudad de
Mérida, su universidad, sus montañas, sus cordilleras y sus nevadas.
Acaso un instante de sus recuerdos de la
vieja Rusia, con sus montañas y sus nevadas. Tal vez. En todo caso,
en ese periplo vital, entre los finales de los años treinta y mediados de los cincuenta, fue esencial su labor en la organización de las estadísticas históricas que permitieron la edición sistemática de los anuarios estadísticos, desde 1938, en
adelante. De igual modo, fue parte vital
en la organización de las estadísticas del seguro social obligatorio, a partir
de 1941. En esa perspectiva, José
Antonio Vandellós, economista español,
Roberto Moll, economista y Andrés Zavrostky, matemático, fueron
hombres eminentes en esa labor tan gigantesca y necesaria para el desarrollo económico y social del
país.
Es
importante destacar la importancia de un aspecto totalmente desconocido en la literatura económica venezolana, cómo fue el
primer ensayo econométrico que se escribió en Venezuela, bajo la mirada del matemático Andrés Zavrostky. Un ensayo
científico que mediante las herramientas
de las matemáticas y las estadísticas logró
determinar la evolución económica
de Venezuela y sus distintas
variables desde 1904
hasta 1941. De importancia capital porque incorporó la variable petróleo con algunos
impactos de interés vital para
la comprensión y la interpretación del
proceso económico nacional (Ensayo de un
Estudio matemático de algunos Factores Sustanciales de la Economía Venezolana.- Por Andrés Savrostky: funcionario de la Dirección de General de Estadística. En: Estados Unidos de
Venezuela. Revista de Fomento. Número 32-43. Enero-diciembre -1941. Año III-IV.
Pág.27-48). Es de vital importancia señalar
que estas actividades realizadas por Andrés Zavrosky en el
Ministerio de Fomento, a partir de 1939,
en los gobiernos de López y Medina (1936-1945), en el gobierno de la Revolución de Octubre y parte de los primeros años de la década militar, revela una faceta desconocida por la literatura historiográfica universitaria de la región de los Andes. Andrés
savrostky, un hombre
de ciencia, un matemático, un estudioso de la física, un conocedor del mundo de las estadísticas , de prestigio mundial, un hombre valioso, un patriota, un venezolano que con su espíritu científico y humanístico en una Venezuela con el afán de entrar al
siglo XX.
En ese
horizonte vital, Andrés Zavrostky dejó
una labor científica, académica y pedagógica para la formación de hombres y mujeres con esas herramientas de las matemáticas y
las estadísticas con el fin de organizar las bases de las cuentas
nacionales y sus implicaciones en la
orientación de las políticas económicas del país (1936-1950). Asimismo, una
relación vital en la Universidad Central de Venezuela y la Academia de ciencias
físicas y matemáticas y con el gran matemático del país Francisco J. Duarte. Una herencia
intelectual para el porvenir de la
nación. Una muestra de ello es contemplar en su biblioteca, en la Facultad de Ciencias
de la Universidad de Los Andes, una cantidad considerable de anuarios
estadísticos. Asimismo, los temas
económicos y demográficos que
formaron parte de sus investigaciones para la comprensión del comportamiento de la población, su emigración y su relación
con la vida material.
Así,
pues, se aprecia una estadía
geográfica e histórica por la
cuidad de los techos rojos, hasta descubrir
su nueva morada, hasta el fin de su existencia, que lo sedujo
y lo atrajo de una manera maravillosa. Era la cuidad de Mérida, entre montañas y cordilleras, con sus picos, con sus nevadas, con sus nieves y neblina, con sus ríos, con sus contraste geográfico y con su
universidad. Su hogar el disfrute de su libertad como hombre
de ciencia con su pasión y amor por la
investigación científica. Ingresa a la Universidad de los Andes a mediados de
los años cincuenta. Tal vez en mirar en un instante divino, esos instantes
mágicos y misteriosos que depara la existencia humana, las cuatros estaciones
en breves segundos. Un misterio. En palabras de Rómulo
Aranguren. En ese nuevo horizonte
vital, una carrera científica,
académica y pedagógica en las distintas
facultades de la Universidad de los
Andes, hasta alcanzar su jubilación en el año 1974. Un maestro que después continúo con sus enseñanzas en su morada con sus discípulos y alumnos. Un hombre de ciencia, un
venerable científico, que supo compartir
con serenidad y fascinación el cautivante mundo de la ciencia a través de sus ecuaciones y fórmulas
teóricas tanto de las matemáticas como
de la física.
En
ese largo itinerario intelectual dejó
una cantidad de artículos sobre diversos temas
que abarcaban las distintas miradas de la ciencia, de la historia, de la
geografía, de la demografía y, sobre el Relámpago el Catatumbo que siempre le provocó sorpresa y admiración. Un fenómeno natural que estudió
e intentó desentrañar su naturaleza con
el rigor de un hombre de ciencia. Tal y como sorprendió y cautivó
al gran pensador griego Heráclito
el oscuro. Hasta el final de su vida, no
dejo de contemplar cuán importancia tendría para el hombre
develar las fuentes, el origen de ese
fenómeno que emergía y se ocultaba en segundos. Se trataba de que
un hombre de ciencia, un
matemático, lo movía en lo más profundo
de su ser el placer de descubrir más allá de sus consecuencias
prácticas.
Andrés
Zavrosky, fue el primer hombre de
ciencia, en la Provincia de Venezuela,
tierra de gracia, que nos conectó con la literatura japonesa con la
hermosa intención de conocer el complejo mundo de la teoría de la Relatividad. Un camino más
allá de la ciencia, de la racionalidad, de comprender la naturaleza de ese enfoque teórico de la física, mediante una bella leyenda japonesa. Una mirada
estética que nos pone en contacto con una de las teorías de la física más
fascinante de la historia de la ciencia.
La poetización de una leyenda
para mirar con nuevos ojos una física no convencional. En efecto. En la prensa regional y
universitaria dejó correr una bella leyenda Japonesa: La Leyenda de Urasima
Taró. Un cuento que le ha dado la vuelta al mundo (Mérida, 1952). Es posible
e imagino que este cuento tan maravilloso
y fantástico nos conecta con el tema de la teoría de la relatividad. Es posible. Una mirada. Una interpretación.
Sería importante alguna vez hacer lectura de
ese cuento que tradujo y provocó en nuestra docta ignorancia una cierta inquietud para abrir nuestros sentidos a tan significativa teoría de la relatividad para el hombre de
hoy. Con Andrés Zavrosky,
descubrí la literatura japonesa y, sobre todo por una forma de ella como es el Haiku.
Versos cortos sobre la vida y el mundo en su estado de grandeza y decadencia: “Aquella
tarde el resplandor del sol de los venados remontó el lomo de las altas cordilleras” ; “las
nevadas coquetean con el intenso azul
de los cielos celestes”; “El
murmullo de los ríos se prolongan hasta sus fuentes primigenias” .
Un hombre de
ciencia, que tuvo una fascinación por la estética
como camino de la belleza para
contemplar con sentimiento y emoción el
entorno natural y humano que de sentido
a la existencia. Así, como matemático, físico y estadístico, con sus
ecuaciones y números por aquellos años
cincuenta, percibió que la ciudad de Mérida crecería y, como resultado, perdería su encanto vergel bucólico y telúrico, por lo que era vital una propuesta de
carácter urbano que permitiera la modernización de la ciudad sin fracturar
su pasado natural, humano y arquitectónico . De allí, una idea que
lograría una síntesis histórica
entre la tradición y la modernidad. Tal vez,
ingenua y primitiva para muchos
arrogantes, vanidosos y soberbios: Su propuesta fue la siguiente:
La Arborización de la Cuidad de Mérida. Una propuesta escrita que apareció
en la Revista Numero 1 de la Facultad de Ciencias Forestales, en el año de
1950.Posteriormente, publicada en la Revista
de Ingeniería de la UVC, con más
detalle y pormenores. Es decir,
pensaba en el horizonte
de cómo debería ser la ciudad de
Mérida, en un futuro no muy
lejano. Hoy, vemos una ciudad entre la soledad y orfandad
de su mundo natural, humano y arquitectónico.
La ciudad de
Mérida y su Universidad, en el ánima
de Andrés Zavrostky, representó lo
más hermoso de su estadía para cultivar
en sus alumnos y en sus discípulos la belleza
de la investigación, de la ciencia y de la verdad como fruto de la
libertad y la imaginación. Lo cual enaltece
la condición vital de un hombre
libre sin ningún tipo de opresión y
tiranía. Su época dorada: 1955-1974.
Ejerció una labor
científica, académica y pedagógica gigantesca en un momento de
nuestra política nacional y universitaria
al vaivén de las ideologías democráticas y totalitarias. Allí, en ese escenario ideológico, un hombre de
ciencia con un espíritu de sabiduría, de serenidad, de generosidad y compasión en un horizonte
recto y vital. Vivió una vida
auténtica, con su mayor libertad abierta
al mundo de la ciencia y de la investigación. Un legado histórico e intelectual de un hombre de
ciencia, un matemático, un físico y un
estadístico de proyección universal. Lo
mejor de la cultura científica en la
historia intelectual de la universidad de los Andes.
Agradecimiento por este aporte biográfico del Prof. Andrés. En nombre de mi padre un gran saludo fraternal y bendiciones.
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